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Profundizando y Madurando
Nuestra Fe
Tema No. 5
Jesús nos revela el misterio de la
Persona Humana
OBJETIVOS:
• 1.- Conducir a los participantes a entender
que nuestro ser es cuerpo y espíritu, que
somos corporeidad.
• 2.- Ayudarles a penetrar en lo que es
Gracia y Pecado.
• 3.- Llevarles a un mejor entendimiento del
papel de la conciencia en las opciones
que hacemos.
Charla No. 1
¿Quién es este ser que soy yo?
¿Quién soy yo?
Esta es probablemente la pregunta más desconcertante,
profunda, difícil, emocionante e interesante que nos podamos
hacer.
Es desconcertante porque a lo largo de todas las
respuestas y las definiciones que nos damos acerca de
nosotros mismos, siempre terminamos insatisfechos. Siempre
hay algo más.
¿Quién soy yo? Parece una pregunta simple, quizá la
mas simple, y sin embargo, nos deja desconcertados.
Es profunda porque desde que recibimos el don de la
conciencia, del sentido del yo, es del mayor interés para
nosotros. Desde el origen de pensar en el ser humano, nos
hemos hecho esta pregunta y ha sido motivo de nuestras
reflexiones. ¿Qué puede ser mas importante que entender la
naturaleza del ser? ¿Quién es este “yo mismo” que habita este
Cuerpo y que vive en esta hora de la historia.
¿Quién soy yo? Es la pregunta más difícil porque tiene
miles de respuestas, solo hacer la pregunta nos trae inquietud
y ansiedad. Sentimos que es una pregunta relevante pero algo
en nosotros rechaza pensarla y se quiere distanciar de la
respuesta. Es algo tan básico, que incomoda no tener una
respuesta preparada y clara.
Cuando nos detenemos a pensar más profundamente
nos damos cuenta de que compleja e intrigante es la cuestión y
aparece mas vasta y escurridiza, Muchas personas se asustan
y dejan la pregunta de lado, porque es una preocupación
demasiado abstracta. Se puede pensar que es un asunto para
filósofos o que no tiene relevancia para mi vida cotidiana.
Empezar a preguntarnos esta simplísima cuestión
¿Quién soy yo? Trae entusiasmo y emoción porque abre un
vasto campo de exploración ante nosotros. Quiere decir que es
Una puerta hacia nuestra vida interior. Cuando preguntamos
seriamente, en la intimidad de nuestro ser, con honestidad total
y objetiva, desnudos frente a nosotros mismos, empezamos a
descubrir mucho acerca de quienes somos, con que nos
identificamos, de donde venimos, cuales son nuestros
prejuicios, etc. Para poder llegar a comprendernos en
profundidad.
No hay una respuesta clara y simple a la pregunta, este
asunto de ¿Quién soy yo? Es mas bien una herramienta para
explorar la propia vida interior y no una simple pregunta. Se
puede usar como una ventana o un microscopio para mirarnos
a nosotros mismos y explorar la naturaleza de nuestro ser.
Yo soy un cuerpo:
Todos tenemos un cuerpo, y este aspecto de nuestro ser
es el que más obviamente se ve. Nuestro cuerpo tiene una gran
variedad de características: ciertas fortalezas, ciertas --
Debilidades, necesitamos darnos cuenta de sus diferentes
aspectos y mantenerlo sano. Sin embargo también es obvio
que somos algo más que nuestro cuerpo, porque si se le
remueve una parte, por ejemplo una extremidad, igual
seguimos siendo nosotros mismos; todavía queda un yo. Yo
soy un cuerpo, pero hay algo más.
Yo soy mis emociones.
Yo soy una persona que reacciona emocionalmente.
Necesitamos conocer nuestras respuestas emocionales,
nuestros estados de ánimo, qué es lo que los causa,
necesitamos llegar a ser objetivos con nuestras emociones,
observar cómo reaccionamos. Yo soy mis emociones, pero hay
algo más.
Yo tengo un ser histórico:
Vivimos en un tiempo particular de la historia, el mundo
Era muy diferente antes y va a cambiar completamente en el
futuro. Vivimos en un momento como parte de un continuo.
Estamos muy determinados por esta hora de la historia, pero
hay algo más.
Yo soy producto de una cultura:
Todos estamos sumergidos en una cultura que nos
moldea y determina en gran forma, pero hay algo mas…
Yo soy parte de una Nación:
La identidad nacional es una identificación muy fuerte
nos identificamos con el pueblo y las costumbres. Hay símbolos
que nos vinculan a la Nación. Pero hay algo más…
Yo soy parte de una familia:
La familia en la que vivimos, la que soñamos, la que
formamos determinan fuertemente nuestra identidad
Yo soy el resultado de mi educación:
Pero también algo más….
Yo soy el conjunto de mis pensamientos:
y sin embargo… algo más
Yo soy el conjunto de mis defectos:
Pero además… algo más.
Yo soy mis rutinas:
Todos tenemos una rutina que se hace parte de
nosotros. Nuestra conexión habitual con ella nos hace difícil
cambiarla. Pero hay algo más…
Y muchos “Yo soy” más:
Según sea el caso, podemos argüir muchos elementos
más y que precisamente por ser elementos no engloban la
respuesta total, para quedarnos con la idea de que somos un
misterio desconocido.
Un vistazo al entorno:
Gracias a los avances en el conocimiento del ser
humano se habla de especialidades en las diferentes áreas del
conocimiento de todo lo que es la realidad en la que se
desenvuelve el ser del hombre. Uno de los retos actuales es
poder conciliar las diferentes posturas y planteamientos sobre
la naturaleza del “ser”
¿Quién es en sí el ser humano? A lo largo de la historia
se han dado muchas respuestas a este interrogante, y
dependiendo el alcance de la respuesta que se de, es el
resultado de la visión y alcance a los que se llegue.
Unos han dicho que es un conjunto de tejidos, órganos y
sistemas que forman una unidad y cuyo resultado es el hombre
mismo; en cambio otros sostienen que el hombre existe en la
medida que socializa con sus semejantes. No falta el que dice
que el ser humano, lo es, en la medida en que pone en práctica
Sus potencialidades. Pero siempre queda abierta la respuesta
sobre quién es el ser humano.
“Imagen de Dios”:
De todas las criaturas visibles solo el hombre es capaz
de conocer y amar a su creador, solo él esta llamado a
participar en la vida y el amor de Dios. Para este fin ha sido
creado y esta es la razón fundamental de su dignidad.
El ser humano tiene la dignidad de persona, no es
solamente algo, sino alguien. Es capaz de conocerse de
poseerse y de darse libremente para entrar en comunión con
otras personas. La Gracia lo llama a una alianza con su
Creador, a ofrecerle una respuesta de fe y de amor, que ningún
otro ser puede darle. El hombre fue creado para amar y servir a
Dios y a sus semejantes.
“Uno en cuerpo y alma”:
La persona humana, creada a imagen de Dios, es un ser
a la vez corporal y espiritual. El término “alma” designa en la
Sagrada Escritura la vida humana o toda la persona humana;
pero designa también lo que hay de más íntimo en el hombre y
de más valor en él, aquello por lo que es particularmente
imagen de Dios, alma significa el principio espiritual del hombre
El cuerpo del hombre participa de la dignidad de la
“imagen de Dios”. Es cuerpo humano porque esta animado por
el alma espiritual, y es toda la persona humana la que esta
destinada a ser Templo del Espíritu de Dios.
Por consiguiente, no es lícito al hombre despreciar la
vida corporal, debe considerar al cuerpo como algo bueno y
digno, ya que ha sido creado por Dios.
La Iglesia enseña que el alma espiritual es creada
directamente por Dios y no por los padres y que es inmortal, no
perece cuando muere el cuerpo y se unirá a el en la
resurrección final.
Saber quién soy:
Si cada aspecto de mi vida y cada acción la enfrento con
la conciencia de lo que soy y lo que puedo llegar a ser, mis
pasos serán firmes y decididos y me será más fácil evitar
sentimientos de frustración, decepción o desilusión. El camino
que me trace será más claro, las metas que me imponga serán
más justas, las ilusiones tendrán su fundamento y no serán solo
sueños, y la posibilidad de éxito y felicidad serán cada vez mas
realizables.
El autoconocimiento trae consigo un mayor control, una
mejor aceptación de uno mismo y una más valiosa autoestima.
El conocimiento de si mismo es el medio mas apto, y necesario
para conseguir estabilidad y bienestar.
Charla No. 2
Gracia y Pecado
La Gracia santificante:
Jesucristo es el protagonista de la salvación, en
Jesucristo muerto y resucitado, Dios Padre se entrega
totalmente en su Hijo para salvación de la humanidad mediante
el Espíritu Santo. La muerte y resurrección de Jesucristo es la
fuente de la Gracia en la que el hombre puede dar
cumplimiento a su libertad por la participación en la vida de
Dios.
En el Nuevo Testamento la participación en la vida divina
se describe por medio de la categoría de filiación. El gran don
que recibimos de Dios, es el de poder ser hijos de Dios.
La filiación divina:
La filiación es la relación de padre a hijo por la que se
pertenece a una determinada familia. En el Nuevo Testamento
cuando se habla de ser hijos de Dios, se dice que somos hijos
adoptivos de Dios: “Los que se dejan llevar por el Espíritu de
Dios, esos son hijos de Dios… Hijos adoptivos de Dios que nos
Hace gritar ¡Abba¡…Y si somos hijos, también somos
herederos de Dios y coherederos con Cristo” (Rom. 8, 14-17).
La filiación adoptiva incluye cierta transformación interior
de la persona y tiene diversos efectos: dejarse llevar por el
Espíritu de Dios, dirigirse al Padre con confianza de hijos y ser
coherederos con Cristo. El Espíritu de Dios lleva al cristiano a
vivir una nueva vida, a desterrar de su ser el temor, y a dar
testimonio de la esperanza de una nueva humanidad en Cristo.
Como hijos de Dios, Él no nos deja en la misma
situación en que estábamos antes de recibir dicha filiación, sino
que nos conduce a una transformación de la persona entera,
que tiene su base en un cambio espiritual, pero que transforma
su manera de actuar, su relación con Dios y su esperanza en
una vida mejor, donde Reine Dios y se hagan una realidad su
amor y su justicia.
Como hijos de Dios:
El que es hijo de Dios, debe dejarse llevar y conducir por
el Espíritu de Dios, es decir, actuar como actuó el mismo Jesús
que en los Evangelios es continuamente movido por el Espíritu.
El que es hijo de Dios debe cambiar su relación con Dios,
donde desaparece el temor y se instaura la confianza.
Finalmente el que es hijo de Dios pone su esperanza a la altura
de Cristo, trabajando por el Reino de Dios.
La gracia es un don gratuito de Dios; Dios nos toma
como hijos por pura gracia, no es algo que nosotros podamos
reclamar, sino un don que viene de Dios simplemente por amor.
Los hijos de Dios han nacido de Dios; se trata de un
nuevo nacimiento que tiene su origen en Dios, un nuevo
nacimiento en la fe en Jesucristo, el verbo hecho carne.
Nuestra comunión con Cristo es tal, que transforma nuestra
vida a imagen de la suya introduciéndonos en la vida de Dios.
Esto no significa que debemos perder nuestra propia
personalidad para ser semejantes al Hijo, sino que participamos
con nuestro propio ser personal en esa relación única que tiene
Jesucristo con el Padre. Lo mismo que Jesús vive en su forma
humana su ser Dios, el cristiano puede y debe vivir en forma
divina su ser hombre.
La encarnación del Hijo de Dios es la que establece la
posibilidad de unión así entre el hombre y Dios, como presencia
de Dios en el cristiano. La presencia del amor de Dios mantiene
nuestra condición humana, pero hace actuar a Dios en cada
uno de nosotros.
La filiación divina en el cristiano:
Esta filiación es obra de la pura gracia de Dios, pero no
tanto como para quedarse en un gesto externo que no afecte al
ser de la persona, sino para llevarnos a un nuevo nacimiento
que transforme nuestra vida como la quiere Dios, sin perder
nuestra propia personalidad.
La Gracia es la participación en la vida de Dios, una
transformación de la relación del hombre con Dios, que lo
introduce en el amor del Padre hacia el hijo, recibiendo la
fuerza del Espíritu para poder llamar a Dios Padre y para que
su amor y su justicia se haga presente en la creación.
La gracia tiene como origen la libre voluntad de Dios,
que ha querido otorgárnosla y que nos lleva a poner en plena
participación de la vida divina nuestra última esperanza, de vivir
como Jesús vivió, haciendo de nuestra vida una forma de
actuación del amor de Dios en el mundo, porque ese mismo
amor nos guía y conduce para desplegarlo en el mundo.
El Pecado:
En nuestra experiencia, la imagen del hombre está
empañada por el mal, y no solo el mal físico, sino también el
mal moral, todo aquello a lo que llamamos pecado, ¿Qué
entendemos por pecado?
La idea que nos viene a la cabeza cuando hablamos de
pecado es la de la transgresión. Es la primera y más directa
experiencia de pecado que tenemos.
Hay pecado allí donde se da una acción contraria a los
mandamientos de Dios. Esta noción de pecado nos aporta
concreción, ya que aparece ligada a nuestra propia acción,
podemos saber con relativa facilidad, que hay pecado allí
donde se dan hechos contrarios a la voluntad de Dios.
En esta forma de entender el pecado, son
fundamentales para su valoración la importancia del
mandamiento que se transgrede y la voluntariedad con que se
hace, que matizan el grado de culpa personal en cada acción
pecaminosa. Necesitamos ampliar la idea que tenemos de
pecado a partir de la relación personal con Dios, para no caer
en el subjetivismo o en el legalismo.
El pecado en su contexto:
Situando el pecado en su propio contexto, el de una
relación personal con Dios, se nos muestra otra faceta más
profunda de su realidad: Hay pecado allí donde se da una
ruptura en la relación entre el hombre y Dios. Esta noción de
pecado supone una experiencia previa de relación con Dios y
nos lleva a comprender la realidad subyacente al pecado.
Aquí la magnitud del pecado no depende ya únicamente
de la propia conciencia y libertad, o del valor de un precepto,
sino de cómo todo esto se sitúa en el contexto de la relación
personal entre el hombre y Dios. El problema es hasta que
punto el pecado puede entorpecerla o impedirla.
El alejamiento de Dios, es alejamiento de la fuente del
amor, de la verdad y de la vida, deshumanización del hombre.
Así el pecado es una realidad, una forma de ser y comportarse,
que pervierte en el hombre el seguimiento de Jesús. Debemos
darnos cuenta de nuestro pasado de pecado y emprender un
nuevo camino de vida en Cristo Jesús.
Es imposible la realización humana al margen de Dios,
ya que Dios se ha manifestado en Cristo como el único que da
cumplida satisfacción a la necesidad de felicidad del hombre.
Es por eso que, La realidad del pecado como situación, se
pone de manifiesto en los pecados concretos, y son estos los
que nos conducen a la situación de pecado.
De una manera u otra, todos hemos pecado, y en algún
momento nos hemos alejado de Dios, por lo que estamos
privados del amor de Dios, por su gracia, hemos sido
justificados en la fe en Jesucristo mediante su sacrificio
propiciatorio. Es mediante la redención en Cristo Jesús como
podemos tener de nuevo acceso al amor de Dios y ser
justificados ante Él.
Situación del hombre pecador:
El hombre sostiene una lucha interna dramática,
apresado por el pecado, se ve incapaz de salir de su situación,
se encuentra inevitablemente haciendo lo que no quiere, ---
Aunque su razón apruebe el bien. Su libertad está necesitada
de ayuda para poder superar el poder del pecado que habita en
él, por eso debe agradecer, finalmente, el haber recibido esa
ayuda de Dios por medio de Jesucristo.
El hombre no puede hacer el bien por si mismo, porque
está inclinado al pecado, para salir de esa situación, necesita la
comunión con Cristo. ¿Será que el hombre no es libre? La
libertad es la capacidad de decisión propia inherente al ser
humano. Esta capacidad de decisión se encuentra modulada
por dos factores: La cantidad de opciones posibles y el valor de
aquello que se elige.
La libertad no solo se engrandece con la amplitud
numérica de sus posibilidades, sino también y sobre todo con el
valor intrínseco de cada posible decisión.
Para que el hombre construya libre y responsablemente
su existencia de forma aceptable necesita que haya armonía
entre la libertad de ser y la libertad de hacer; si una u otra falla,
Le resultará imposible alcanzar aquello que se propone.
Veamos un ejemplo: Si yo quiero ser médico, tengo que tener
la libertad para serlo; pero también tengo que tener la libertad
para hacer ciertas cosas como ir a la Universidad, estudiar
mucho y poder graduarme.
Si estas formas de falta de armonía en el seno de la
libertad humana, las aplicamos a nuestra relación con Dios,
nos encontramos con las situaciones que nos describía Pablo
en la carta a los Romanos y que a lo largo de los siglos y de la
reflexión teológica han cristalizado en los conceptos de Pecado
Original y Concupiscencia.
Charla No. 3
La Conciencia, las Pasiones,
y las Virtudes
La Conciencia:
La conciencia moral es un juicio de la razón y de la fe
por el que la persona humana reconoce la calidad moral de un
acto concreto que piensa hacer, está haciendo o ha hecho.
En todo lo que dice y hace, el hombre está obligado a
seguir fielmente lo que sabe que es justo y recto.
Esta definición pone de manifiesto que la conciencia
moral, para poder guiar rectamente la conducta humana, ante
todo debe basarse en el sólido fundamento de la verdad, es
decir, debe estar iluminada para reconocer el verdadero valor
de las acciones y la consistencia de los criterios de valoración,
de forma que sepa distinguir el bien del mal, incluso donde el
ambiente social, el pluralismo cultural y los interese
superpuestos no ayuden a ello.
La formación de una conciencia verdadera, por estar
fundada en la verdad y por estar decidida a seguir sus
dictámenes, sin traiciones ni componendas, es hoy una ----
Empresa difícil y delicada, pero imprescindible. Es una
empresa, por desgracia, obstaculizada por diversos factores.
En la actual fase de la secularización, llamada posmoderna y
marcada por formas discutibles de tolerancia, no solo aumenta
el rechazo de la tradición cristiana, sino que se desconfía
incluso de la capacidad de la razón para percibir la verdad.
La conciencia cristiana:
Por lo que atañe a la conciencia cristiana, a su
crecimiento y a su alimento, no podemos contentarnos con un
fugaz contacto con las principales verdades de fe que se nos
dan en la infancia; es necesario también un camino que
acompañe las diversas etapas de la vida, abriendo nuestra
mente y nuestro corazón para acoger los deberes
fundamentales en los que se basa la vida cristiana
En lo más profundo de su conciencia el hombre
descubre una ley, que él no se ha dado a sí mismo, sino a la
que debe obedecer y cuya voz resuena cuando es necesario, -
En los oídos de su corazón, llamándole siempre a amar y a
hacer el bien y a evitar el mal… El hombre tiene una ley inscrita
por Dios en su corazón… La conciencia es el núcleo más
secreto y el sagrario del hombre, en el que está solo con Dios,
cuya voz resuena en lo más íntimo de ella.
La renovación de las conciencias:
La verdadera renovación del hombre y de la sociedad, se
realiza siempre mediante la renovación de las conciencias. Solo
el cambio de las estructuras sociales, económicas y políticas,
será posible si detrás de él hay hombres de conciencia.
Son ellos los que hacen que el conjunto de la vida social
se forme en definitiva según la ley de Dios. Bajo este aspecto,
junto con la formación cristiana, que tiene como finalidad el
conocimiento de la persona de Jesucristo, es necesario
promover los valores morales, el amor, la compasión y la
justicia.
¿Qué es pues la conciencia?:
En realidad, la conciencia no es algo, sino alguien, es la
voz de Dios que ilumina al hombre con una luz que no viene de
su razonamiento creado y siempre falible, sino de la sabiduría
divina de aquél quien creó todas las cosas.
¿Qué significa formar la conciencia?:
Solamente una conciencia desarrollada cabalmente
corresponde a la dignidad humana; una conciencia que busca
la verdad, e iluminada por ella, decide su conducta y sus actos.
Desarrollar y formar esa conciencia es un proceso de
apostolado en el seguimiento y la comunión con Jesucristo.
La formación de la conciencia propia es un deber
fundamental. La razón es muy simple: Nuestra conciencia
puede errar, y cuando el error prevalece sobre ella, se convierte
en la causa del daño más grande para la persona humana.
Las Pasiones:
Las pasiones son sentimientos o emociones muy
intensas que nos mueven a la acción, son impulsos de la
sensibilidad que inclinan a obrar o dejar de hacerlo en razón de
lo que es sentido o imaginado como bueno o como malo.
Nuestro Señor señala al corazón del hombre como la
fuente de donde brota el movimiento de las pasiones. Las
pasiones son muy numerosas:
El amor: es la atracción del bien cuando está ausente y
se tiene la esperanza de obtenerlo.
El Placer y el gozo del bien poseído y logrado.
El Odio, la aversión y el temor, surgen del mal presente
o imaginado.
La tristeza o la ira como impotencia o tendencia al mal,
etc., etc.
Amar es desear el bien de alguien, las demás pasiones
tienen su fuerza en este movimiento original del corazón del
Hombre hacia el bien. Solo el bien es amado, las pasiones no
son malas si el amor es bueno, y si no hay amor, son malas.
Pasiones y vida moral:
Las pasiones en si mismas, no son buenas ni malas. La
razón debe regular las pasiones y la voluntad controlarlas en la
medida de lo posible.
Las pasiones son moralmente buenas cuando
contribuyen a una acción buena, y malas en el caso contrario…
Las emociones y los sentimientos pueden ser asumidos en las
virtudes, o pervertidos en los vicios.
La perfección moral consiste en que el hombre no sea
movido al bien solo por su voluntad, sino también por su apetito
sensible según las palabras del salmo 84: “Mi corazón y mi
carne se alegran por el Dios vivo”.
Las Virtudes:
El hombre fue creado por Dios para vivir eternamente en
amistad con Él. Por lo tanto, el hombre está destinado a la vida
eterna y debe vivir de cara a ella.
Para alcanzarla, se necesita la gracia que Dios nos
otorga. En otras palabras, Dios es quien da la santidad, pero
como Dios siempre va a respetar la libertad humana, alcanzar
la santidad, implica siempre una respuesta de parte del
hombre.
La santidad es la identificación y comunión con Cristo, en
el cumplimiento amoroso de la voluntad de Dios, mediante el
ejercicio de las virtudes.
Las virtudes son hábitos buenos que nos llevan a hacer
el bien. Podemos tenerlas desde que nacemos o podemos
adquirirlas después. Son un medio muy eficaz para colaborar
con Dios, pues implican que hemos decidido, libre y
voluntariamente cumplir con el plan de Dios.
La virtud es la disposición habitual y firme de hacer el
bien y se adquiere por repetición de actos o por un don de Dios.
Estos hábitos permiten a la persona no solo hacer el bien, sino
dar lo mejor de si misma, pues la persona debe superarse
siempre como hombre y como cristiano.
El objetivo de una vida virtuosa es llegar a ser
semejantes a Cristo, lo cual no es en sí un perfeccionismo,
donde la persona elimina defectos porque considera que no
debe tener tal o cual falla, esto sería un vanidoso mejoramiento
de sí mismo. Tampoco es un narcisismo de verse bien y que
todos piensen que es lo máximo. La virtud no es una higiene
moral, por la cual limpio mi persona.
Las virtudes son hábitos operativos, es decir, hay que
actuarlos, no se trata de tener buenas intenciones o pensar
tengo que ser más ordenado; ¡Hay que ser mas ordenado¡
Diferencias entre virtud y valor:
Hoy en día se admira a las personas que ganan mucho
dinero, a las grandes estrellas de la televisión y de la música, a
los grandes deportistas. Todas estas personas realizan actos
buenos, que son buenos en sí mismos y tienen un fin bueno,
pero no nos hacen crecer como seres humanos.
Las habilidades y talentos físico e intelectuales,
ciertamente son dones que hay que desarrollar con esfuerzo,
pero que por sí mismas, no nos convierten en personas
mejores, sino únicamente en mejores artistas, deportistas o
matemáticos.
Los valores humanos están orientados al crecimiento
personal: Sabemos que si estamos limpios o somos puntuales,
seremos mejor aceptados por los demás. Pues estos son
bienes que la inteligencia del hombre conoce, acepta y vive
como algo bueno para él como persona. Las habilidades están
orientadas a hacer bien algo específico, nos hacen ser mejores
en algo, pero no mejores como personas.
Tipos de virtudes:
Virtudes humanas: son rectos comportamientos según
la ley natural, perfecciones habituales del entendimiento y de la
voluntad que regulan nuestros actos, ordenan nuestras
pasiones y guían nuestra conducta según la razón. Lealtad,
orden, diligencia, solidaridad, respeto, gratitud, etc.
Virtudes Cristianas: Son rectos comportamientos según
el ejemplo de Cristo en el Evangelio, como por ejemplo, la
mansedumbre y la humildad.
Virtudes Cardinales: Son las virtudes más importantes,
se llaman cardinales porque son los ejes en torno a las cuales
giran las demás: Son la prudencia, la fortaleza, la justicia y la
templanza
Virtudes Teologales: Son las que se reciben de Dios por
su acción sobrenatural en el alma. Son tres: Fe, Esperanza y
Caridad
Todo lo que sea contrario a la virtud, son malos hábitos
que nosotros denominamos vicios. La posesión de todas las
virtudes es lo que llamamos perfección, que es un crecimiento
armónico de toda la personalidad, pues al crecer una virtud,
crecen las demás, porque el ejercicio de una virtud, implica la
práctica de otras más.
¿Cómo adquirir las virtudes?:
Algunas personas nos podrán decir que las virtudes son
propias de los santos pero no de las personas como nosotros,
que Dios ayuda a los santos y como magia se convierten en
personas virtuosas. Debemos recordar que las virtudes se
adquieren con esfuerzo y perseverancia y no de un día para --
Otro. Es cuestión de proponérnoslo y trabajar en ello, no nos
dejemos vencer por la cobardía y los fracasos. Necesitamos ser
tenaces y perseverantes. Si hacemos actos buenos todos los
días, nos daremos cuenta, de pronto, de que ya hemos
alcanzado la virtud que tanto deseábamos y muchas otras que
ni siquiera habíamos imaginado.

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Pmnf tema 5

  • 1. Profundizando y Madurando Nuestra Fe Tema No. 5 Jesús nos revela el misterio de la Persona Humana
  • 2. OBJETIVOS: • 1.- Conducir a los participantes a entender que nuestro ser es cuerpo y espíritu, que somos corporeidad. • 2.- Ayudarles a penetrar en lo que es Gracia y Pecado. • 3.- Llevarles a un mejor entendimiento del papel de la conciencia en las opciones que hacemos.
  • 3. Charla No. 1 ¿Quién es este ser que soy yo?
  • 4. ¿Quién soy yo? Esta es probablemente la pregunta más desconcertante, profunda, difícil, emocionante e interesante que nos podamos hacer. Es desconcertante porque a lo largo de todas las respuestas y las definiciones que nos damos acerca de nosotros mismos, siempre terminamos insatisfechos. Siempre hay algo más. ¿Quién soy yo? Parece una pregunta simple, quizá la mas simple, y sin embargo, nos deja desconcertados. Es profunda porque desde que recibimos el don de la conciencia, del sentido del yo, es del mayor interés para nosotros. Desde el origen de pensar en el ser humano, nos hemos hecho esta pregunta y ha sido motivo de nuestras reflexiones. ¿Qué puede ser mas importante que entender la naturaleza del ser? ¿Quién es este “yo mismo” que habita este
  • 5. Cuerpo y que vive en esta hora de la historia. ¿Quién soy yo? Es la pregunta más difícil porque tiene miles de respuestas, solo hacer la pregunta nos trae inquietud y ansiedad. Sentimos que es una pregunta relevante pero algo en nosotros rechaza pensarla y se quiere distanciar de la respuesta. Es algo tan básico, que incomoda no tener una respuesta preparada y clara. Cuando nos detenemos a pensar más profundamente nos damos cuenta de que compleja e intrigante es la cuestión y aparece mas vasta y escurridiza, Muchas personas se asustan y dejan la pregunta de lado, porque es una preocupación demasiado abstracta. Se puede pensar que es un asunto para filósofos o que no tiene relevancia para mi vida cotidiana. Empezar a preguntarnos esta simplísima cuestión ¿Quién soy yo? Trae entusiasmo y emoción porque abre un vasto campo de exploración ante nosotros. Quiere decir que es
  • 6. Una puerta hacia nuestra vida interior. Cuando preguntamos seriamente, en la intimidad de nuestro ser, con honestidad total y objetiva, desnudos frente a nosotros mismos, empezamos a descubrir mucho acerca de quienes somos, con que nos identificamos, de donde venimos, cuales son nuestros prejuicios, etc. Para poder llegar a comprendernos en profundidad. No hay una respuesta clara y simple a la pregunta, este asunto de ¿Quién soy yo? Es mas bien una herramienta para explorar la propia vida interior y no una simple pregunta. Se puede usar como una ventana o un microscopio para mirarnos a nosotros mismos y explorar la naturaleza de nuestro ser. Yo soy un cuerpo: Todos tenemos un cuerpo, y este aspecto de nuestro ser es el que más obviamente se ve. Nuestro cuerpo tiene una gran variedad de características: ciertas fortalezas, ciertas --
  • 7. Debilidades, necesitamos darnos cuenta de sus diferentes aspectos y mantenerlo sano. Sin embargo también es obvio que somos algo más que nuestro cuerpo, porque si se le remueve una parte, por ejemplo una extremidad, igual seguimos siendo nosotros mismos; todavía queda un yo. Yo soy un cuerpo, pero hay algo más. Yo soy mis emociones. Yo soy una persona que reacciona emocionalmente. Necesitamos conocer nuestras respuestas emocionales, nuestros estados de ánimo, qué es lo que los causa, necesitamos llegar a ser objetivos con nuestras emociones, observar cómo reaccionamos. Yo soy mis emociones, pero hay algo más. Yo tengo un ser histórico: Vivimos en un tiempo particular de la historia, el mundo
  • 8. Era muy diferente antes y va a cambiar completamente en el futuro. Vivimos en un momento como parte de un continuo. Estamos muy determinados por esta hora de la historia, pero hay algo más. Yo soy producto de una cultura: Todos estamos sumergidos en una cultura que nos moldea y determina en gran forma, pero hay algo mas… Yo soy parte de una Nación: La identidad nacional es una identificación muy fuerte nos identificamos con el pueblo y las costumbres. Hay símbolos que nos vinculan a la Nación. Pero hay algo más… Yo soy parte de una familia: La familia en la que vivimos, la que soñamos, la que formamos determinan fuertemente nuestra identidad
  • 9. Yo soy el resultado de mi educación: Pero también algo más…. Yo soy el conjunto de mis pensamientos: y sin embargo… algo más Yo soy el conjunto de mis defectos: Pero además… algo más. Yo soy mis rutinas: Todos tenemos una rutina que se hace parte de nosotros. Nuestra conexión habitual con ella nos hace difícil cambiarla. Pero hay algo más… Y muchos “Yo soy” más: Según sea el caso, podemos argüir muchos elementos más y que precisamente por ser elementos no engloban la respuesta total, para quedarnos con la idea de que somos un misterio desconocido.
  • 10. Un vistazo al entorno: Gracias a los avances en el conocimiento del ser humano se habla de especialidades en las diferentes áreas del conocimiento de todo lo que es la realidad en la que se desenvuelve el ser del hombre. Uno de los retos actuales es poder conciliar las diferentes posturas y planteamientos sobre la naturaleza del “ser” ¿Quién es en sí el ser humano? A lo largo de la historia se han dado muchas respuestas a este interrogante, y dependiendo el alcance de la respuesta que se de, es el resultado de la visión y alcance a los que se llegue. Unos han dicho que es un conjunto de tejidos, órganos y sistemas que forman una unidad y cuyo resultado es el hombre mismo; en cambio otros sostienen que el hombre existe en la medida que socializa con sus semejantes. No falta el que dice que el ser humano, lo es, en la medida en que pone en práctica
  • 11. Sus potencialidades. Pero siempre queda abierta la respuesta sobre quién es el ser humano. “Imagen de Dios”: De todas las criaturas visibles solo el hombre es capaz de conocer y amar a su creador, solo él esta llamado a participar en la vida y el amor de Dios. Para este fin ha sido creado y esta es la razón fundamental de su dignidad. El ser humano tiene la dignidad de persona, no es solamente algo, sino alguien. Es capaz de conocerse de poseerse y de darse libremente para entrar en comunión con otras personas. La Gracia lo llama a una alianza con su Creador, a ofrecerle una respuesta de fe y de amor, que ningún otro ser puede darle. El hombre fue creado para amar y servir a Dios y a sus semejantes.
  • 12. “Uno en cuerpo y alma”: La persona humana, creada a imagen de Dios, es un ser a la vez corporal y espiritual. El término “alma” designa en la Sagrada Escritura la vida humana o toda la persona humana; pero designa también lo que hay de más íntimo en el hombre y de más valor en él, aquello por lo que es particularmente imagen de Dios, alma significa el principio espiritual del hombre El cuerpo del hombre participa de la dignidad de la “imagen de Dios”. Es cuerpo humano porque esta animado por el alma espiritual, y es toda la persona humana la que esta destinada a ser Templo del Espíritu de Dios. Por consiguiente, no es lícito al hombre despreciar la vida corporal, debe considerar al cuerpo como algo bueno y digno, ya que ha sido creado por Dios. La Iglesia enseña que el alma espiritual es creada directamente por Dios y no por los padres y que es inmortal, no perece cuando muere el cuerpo y se unirá a el en la resurrección final.
  • 13. Saber quién soy: Si cada aspecto de mi vida y cada acción la enfrento con la conciencia de lo que soy y lo que puedo llegar a ser, mis pasos serán firmes y decididos y me será más fácil evitar sentimientos de frustración, decepción o desilusión. El camino que me trace será más claro, las metas que me imponga serán más justas, las ilusiones tendrán su fundamento y no serán solo sueños, y la posibilidad de éxito y felicidad serán cada vez mas realizables. El autoconocimiento trae consigo un mayor control, una mejor aceptación de uno mismo y una más valiosa autoestima. El conocimiento de si mismo es el medio mas apto, y necesario para conseguir estabilidad y bienestar.
  • 15. La Gracia santificante: Jesucristo es el protagonista de la salvación, en Jesucristo muerto y resucitado, Dios Padre se entrega totalmente en su Hijo para salvación de la humanidad mediante el Espíritu Santo. La muerte y resurrección de Jesucristo es la fuente de la Gracia en la que el hombre puede dar cumplimiento a su libertad por la participación en la vida de Dios. En el Nuevo Testamento la participación en la vida divina se describe por medio de la categoría de filiación. El gran don que recibimos de Dios, es el de poder ser hijos de Dios. La filiación divina: La filiación es la relación de padre a hijo por la que se pertenece a una determinada familia. En el Nuevo Testamento cuando se habla de ser hijos de Dios, se dice que somos hijos adoptivos de Dios: “Los que se dejan llevar por el Espíritu de Dios, esos son hijos de Dios… Hijos adoptivos de Dios que nos
  • 16. Hace gritar ¡Abba¡…Y si somos hijos, también somos herederos de Dios y coherederos con Cristo” (Rom. 8, 14-17). La filiación adoptiva incluye cierta transformación interior de la persona y tiene diversos efectos: dejarse llevar por el Espíritu de Dios, dirigirse al Padre con confianza de hijos y ser coherederos con Cristo. El Espíritu de Dios lleva al cristiano a vivir una nueva vida, a desterrar de su ser el temor, y a dar testimonio de la esperanza de una nueva humanidad en Cristo. Como hijos de Dios, Él no nos deja en la misma situación en que estábamos antes de recibir dicha filiación, sino que nos conduce a una transformación de la persona entera, que tiene su base en un cambio espiritual, pero que transforma su manera de actuar, su relación con Dios y su esperanza en una vida mejor, donde Reine Dios y se hagan una realidad su amor y su justicia.
  • 17. Como hijos de Dios: El que es hijo de Dios, debe dejarse llevar y conducir por el Espíritu de Dios, es decir, actuar como actuó el mismo Jesús que en los Evangelios es continuamente movido por el Espíritu. El que es hijo de Dios debe cambiar su relación con Dios, donde desaparece el temor y se instaura la confianza. Finalmente el que es hijo de Dios pone su esperanza a la altura de Cristo, trabajando por el Reino de Dios. La gracia es un don gratuito de Dios; Dios nos toma como hijos por pura gracia, no es algo que nosotros podamos reclamar, sino un don que viene de Dios simplemente por amor. Los hijos de Dios han nacido de Dios; se trata de un nuevo nacimiento que tiene su origen en Dios, un nuevo nacimiento en la fe en Jesucristo, el verbo hecho carne. Nuestra comunión con Cristo es tal, que transforma nuestra vida a imagen de la suya introduciéndonos en la vida de Dios.
  • 18. Esto no significa que debemos perder nuestra propia personalidad para ser semejantes al Hijo, sino que participamos con nuestro propio ser personal en esa relación única que tiene Jesucristo con el Padre. Lo mismo que Jesús vive en su forma humana su ser Dios, el cristiano puede y debe vivir en forma divina su ser hombre. La encarnación del Hijo de Dios es la que establece la posibilidad de unión así entre el hombre y Dios, como presencia de Dios en el cristiano. La presencia del amor de Dios mantiene nuestra condición humana, pero hace actuar a Dios en cada uno de nosotros. La filiación divina en el cristiano: Esta filiación es obra de la pura gracia de Dios, pero no tanto como para quedarse en un gesto externo que no afecte al ser de la persona, sino para llevarnos a un nuevo nacimiento que transforme nuestra vida como la quiere Dios, sin perder nuestra propia personalidad.
  • 19. La Gracia es la participación en la vida de Dios, una transformación de la relación del hombre con Dios, que lo introduce en el amor del Padre hacia el hijo, recibiendo la fuerza del Espíritu para poder llamar a Dios Padre y para que su amor y su justicia se haga presente en la creación. La gracia tiene como origen la libre voluntad de Dios, que ha querido otorgárnosla y que nos lleva a poner en plena participación de la vida divina nuestra última esperanza, de vivir como Jesús vivió, haciendo de nuestra vida una forma de actuación del amor de Dios en el mundo, porque ese mismo amor nos guía y conduce para desplegarlo en el mundo. El Pecado: En nuestra experiencia, la imagen del hombre está empañada por el mal, y no solo el mal físico, sino también el mal moral, todo aquello a lo que llamamos pecado, ¿Qué entendemos por pecado?
  • 20. La idea que nos viene a la cabeza cuando hablamos de pecado es la de la transgresión. Es la primera y más directa experiencia de pecado que tenemos. Hay pecado allí donde se da una acción contraria a los mandamientos de Dios. Esta noción de pecado nos aporta concreción, ya que aparece ligada a nuestra propia acción, podemos saber con relativa facilidad, que hay pecado allí donde se dan hechos contrarios a la voluntad de Dios. En esta forma de entender el pecado, son fundamentales para su valoración la importancia del mandamiento que se transgrede y la voluntariedad con que se hace, que matizan el grado de culpa personal en cada acción pecaminosa. Necesitamos ampliar la idea que tenemos de pecado a partir de la relación personal con Dios, para no caer en el subjetivismo o en el legalismo.
  • 21. El pecado en su contexto: Situando el pecado en su propio contexto, el de una relación personal con Dios, se nos muestra otra faceta más profunda de su realidad: Hay pecado allí donde se da una ruptura en la relación entre el hombre y Dios. Esta noción de pecado supone una experiencia previa de relación con Dios y nos lleva a comprender la realidad subyacente al pecado. Aquí la magnitud del pecado no depende ya únicamente de la propia conciencia y libertad, o del valor de un precepto, sino de cómo todo esto se sitúa en el contexto de la relación personal entre el hombre y Dios. El problema es hasta que punto el pecado puede entorpecerla o impedirla. El alejamiento de Dios, es alejamiento de la fuente del amor, de la verdad y de la vida, deshumanización del hombre. Así el pecado es una realidad, una forma de ser y comportarse, que pervierte en el hombre el seguimiento de Jesús. Debemos darnos cuenta de nuestro pasado de pecado y emprender un nuevo camino de vida en Cristo Jesús.
  • 22. Es imposible la realización humana al margen de Dios, ya que Dios se ha manifestado en Cristo como el único que da cumplida satisfacción a la necesidad de felicidad del hombre. Es por eso que, La realidad del pecado como situación, se pone de manifiesto en los pecados concretos, y son estos los que nos conducen a la situación de pecado. De una manera u otra, todos hemos pecado, y en algún momento nos hemos alejado de Dios, por lo que estamos privados del amor de Dios, por su gracia, hemos sido justificados en la fe en Jesucristo mediante su sacrificio propiciatorio. Es mediante la redención en Cristo Jesús como podemos tener de nuevo acceso al amor de Dios y ser justificados ante Él. Situación del hombre pecador: El hombre sostiene una lucha interna dramática, apresado por el pecado, se ve incapaz de salir de su situación, se encuentra inevitablemente haciendo lo que no quiere, ---
  • 23. Aunque su razón apruebe el bien. Su libertad está necesitada de ayuda para poder superar el poder del pecado que habita en él, por eso debe agradecer, finalmente, el haber recibido esa ayuda de Dios por medio de Jesucristo. El hombre no puede hacer el bien por si mismo, porque está inclinado al pecado, para salir de esa situación, necesita la comunión con Cristo. ¿Será que el hombre no es libre? La libertad es la capacidad de decisión propia inherente al ser humano. Esta capacidad de decisión se encuentra modulada por dos factores: La cantidad de opciones posibles y el valor de aquello que se elige. La libertad no solo se engrandece con la amplitud numérica de sus posibilidades, sino también y sobre todo con el valor intrínseco de cada posible decisión. Para que el hombre construya libre y responsablemente su existencia de forma aceptable necesita que haya armonía entre la libertad de ser y la libertad de hacer; si una u otra falla,
  • 24. Le resultará imposible alcanzar aquello que se propone. Veamos un ejemplo: Si yo quiero ser médico, tengo que tener la libertad para serlo; pero también tengo que tener la libertad para hacer ciertas cosas como ir a la Universidad, estudiar mucho y poder graduarme. Si estas formas de falta de armonía en el seno de la libertad humana, las aplicamos a nuestra relación con Dios, nos encontramos con las situaciones que nos describía Pablo en la carta a los Romanos y que a lo largo de los siglos y de la reflexión teológica han cristalizado en los conceptos de Pecado Original y Concupiscencia.
  • 25. Charla No. 3 La Conciencia, las Pasiones, y las Virtudes
  • 26. La Conciencia: La conciencia moral es un juicio de la razón y de la fe por el que la persona humana reconoce la calidad moral de un acto concreto que piensa hacer, está haciendo o ha hecho. En todo lo que dice y hace, el hombre está obligado a seguir fielmente lo que sabe que es justo y recto. Esta definición pone de manifiesto que la conciencia moral, para poder guiar rectamente la conducta humana, ante todo debe basarse en el sólido fundamento de la verdad, es decir, debe estar iluminada para reconocer el verdadero valor de las acciones y la consistencia de los criterios de valoración, de forma que sepa distinguir el bien del mal, incluso donde el ambiente social, el pluralismo cultural y los interese superpuestos no ayuden a ello. La formación de una conciencia verdadera, por estar fundada en la verdad y por estar decidida a seguir sus dictámenes, sin traiciones ni componendas, es hoy una ----
  • 27. Empresa difícil y delicada, pero imprescindible. Es una empresa, por desgracia, obstaculizada por diversos factores. En la actual fase de la secularización, llamada posmoderna y marcada por formas discutibles de tolerancia, no solo aumenta el rechazo de la tradición cristiana, sino que se desconfía incluso de la capacidad de la razón para percibir la verdad. La conciencia cristiana: Por lo que atañe a la conciencia cristiana, a su crecimiento y a su alimento, no podemos contentarnos con un fugaz contacto con las principales verdades de fe que se nos dan en la infancia; es necesario también un camino que acompañe las diversas etapas de la vida, abriendo nuestra mente y nuestro corazón para acoger los deberes fundamentales en los que se basa la vida cristiana En lo más profundo de su conciencia el hombre descubre una ley, que él no se ha dado a sí mismo, sino a la que debe obedecer y cuya voz resuena cuando es necesario, -
  • 28. En los oídos de su corazón, llamándole siempre a amar y a hacer el bien y a evitar el mal… El hombre tiene una ley inscrita por Dios en su corazón… La conciencia es el núcleo más secreto y el sagrario del hombre, en el que está solo con Dios, cuya voz resuena en lo más íntimo de ella. La renovación de las conciencias: La verdadera renovación del hombre y de la sociedad, se realiza siempre mediante la renovación de las conciencias. Solo el cambio de las estructuras sociales, económicas y políticas, será posible si detrás de él hay hombres de conciencia. Son ellos los que hacen que el conjunto de la vida social se forme en definitiva según la ley de Dios. Bajo este aspecto, junto con la formación cristiana, que tiene como finalidad el conocimiento de la persona de Jesucristo, es necesario promover los valores morales, el amor, la compasión y la justicia.
  • 29. ¿Qué es pues la conciencia?: En realidad, la conciencia no es algo, sino alguien, es la voz de Dios que ilumina al hombre con una luz que no viene de su razonamiento creado y siempre falible, sino de la sabiduría divina de aquél quien creó todas las cosas. ¿Qué significa formar la conciencia?: Solamente una conciencia desarrollada cabalmente corresponde a la dignidad humana; una conciencia que busca la verdad, e iluminada por ella, decide su conducta y sus actos. Desarrollar y formar esa conciencia es un proceso de apostolado en el seguimiento y la comunión con Jesucristo. La formación de la conciencia propia es un deber fundamental. La razón es muy simple: Nuestra conciencia puede errar, y cuando el error prevalece sobre ella, se convierte en la causa del daño más grande para la persona humana.
  • 30. Las Pasiones: Las pasiones son sentimientos o emociones muy intensas que nos mueven a la acción, son impulsos de la sensibilidad que inclinan a obrar o dejar de hacerlo en razón de lo que es sentido o imaginado como bueno o como malo. Nuestro Señor señala al corazón del hombre como la fuente de donde brota el movimiento de las pasiones. Las pasiones son muy numerosas: El amor: es la atracción del bien cuando está ausente y se tiene la esperanza de obtenerlo. El Placer y el gozo del bien poseído y logrado. El Odio, la aversión y el temor, surgen del mal presente o imaginado. La tristeza o la ira como impotencia o tendencia al mal, etc., etc. Amar es desear el bien de alguien, las demás pasiones tienen su fuerza en este movimiento original del corazón del
  • 31. Hombre hacia el bien. Solo el bien es amado, las pasiones no son malas si el amor es bueno, y si no hay amor, son malas. Pasiones y vida moral: Las pasiones en si mismas, no son buenas ni malas. La razón debe regular las pasiones y la voluntad controlarlas en la medida de lo posible. Las pasiones son moralmente buenas cuando contribuyen a una acción buena, y malas en el caso contrario… Las emociones y los sentimientos pueden ser asumidos en las virtudes, o pervertidos en los vicios. La perfección moral consiste en que el hombre no sea movido al bien solo por su voluntad, sino también por su apetito sensible según las palabras del salmo 84: “Mi corazón y mi carne se alegran por el Dios vivo”.
  • 32. Las Virtudes: El hombre fue creado por Dios para vivir eternamente en amistad con Él. Por lo tanto, el hombre está destinado a la vida eterna y debe vivir de cara a ella. Para alcanzarla, se necesita la gracia que Dios nos otorga. En otras palabras, Dios es quien da la santidad, pero como Dios siempre va a respetar la libertad humana, alcanzar la santidad, implica siempre una respuesta de parte del hombre. La santidad es la identificación y comunión con Cristo, en el cumplimiento amoroso de la voluntad de Dios, mediante el ejercicio de las virtudes. Las virtudes son hábitos buenos que nos llevan a hacer el bien. Podemos tenerlas desde que nacemos o podemos adquirirlas después. Son un medio muy eficaz para colaborar con Dios, pues implican que hemos decidido, libre y voluntariamente cumplir con el plan de Dios.
  • 33. La virtud es la disposición habitual y firme de hacer el bien y se adquiere por repetición de actos o por un don de Dios. Estos hábitos permiten a la persona no solo hacer el bien, sino dar lo mejor de si misma, pues la persona debe superarse siempre como hombre y como cristiano. El objetivo de una vida virtuosa es llegar a ser semejantes a Cristo, lo cual no es en sí un perfeccionismo, donde la persona elimina defectos porque considera que no debe tener tal o cual falla, esto sería un vanidoso mejoramiento de sí mismo. Tampoco es un narcisismo de verse bien y que todos piensen que es lo máximo. La virtud no es una higiene moral, por la cual limpio mi persona. Las virtudes son hábitos operativos, es decir, hay que actuarlos, no se trata de tener buenas intenciones o pensar tengo que ser más ordenado; ¡Hay que ser mas ordenado¡
  • 34. Diferencias entre virtud y valor: Hoy en día se admira a las personas que ganan mucho dinero, a las grandes estrellas de la televisión y de la música, a los grandes deportistas. Todas estas personas realizan actos buenos, que son buenos en sí mismos y tienen un fin bueno, pero no nos hacen crecer como seres humanos. Las habilidades y talentos físico e intelectuales, ciertamente son dones que hay que desarrollar con esfuerzo, pero que por sí mismas, no nos convierten en personas mejores, sino únicamente en mejores artistas, deportistas o matemáticos. Los valores humanos están orientados al crecimiento personal: Sabemos que si estamos limpios o somos puntuales, seremos mejor aceptados por los demás. Pues estos son bienes que la inteligencia del hombre conoce, acepta y vive como algo bueno para él como persona. Las habilidades están orientadas a hacer bien algo específico, nos hacen ser mejores en algo, pero no mejores como personas.
  • 35. Tipos de virtudes: Virtudes humanas: son rectos comportamientos según la ley natural, perfecciones habituales del entendimiento y de la voluntad que regulan nuestros actos, ordenan nuestras pasiones y guían nuestra conducta según la razón. Lealtad, orden, diligencia, solidaridad, respeto, gratitud, etc. Virtudes Cristianas: Son rectos comportamientos según el ejemplo de Cristo en el Evangelio, como por ejemplo, la mansedumbre y la humildad. Virtudes Cardinales: Son las virtudes más importantes, se llaman cardinales porque son los ejes en torno a las cuales giran las demás: Son la prudencia, la fortaleza, la justicia y la templanza
  • 36. Virtudes Teologales: Son las que se reciben de Dios por su acción sobrenatural en el alma. Son tres: Fe, Esperanza y Caridad Todo lo que sea contrario a la virtud, son malos hábitos que nosotros denominamos vicios. La posesión de todas las virtudes es lo que llamamos perfección, que es un crecimiento armónico de toda la personalidad, pues al crecer una virtud, crecen las demás, porque el ejercicio de una virtud, implica la práctica de otras más. ¿Cómo adquirir las virtudes?: Algunas personas nos podrán decir que las virtudes son propias de los santos pero no de las personas como nosotros, que Dios ayuda a los santos y como magia se convierten en personas virtuosas. Debemos recordar que las virtudes se adquieren con esfuerzo y perseverancia y no de un día para --
  • 37. Otro. Es cuestión de proponérnoslo y trabajar en ello, no nos dejemos vencer por la cobardía y los fracasos. Necesitamos ser tenaces y perseverantes. Si hacemos actos buenos todos los días, nos daremos cuenta, de pronto, de que ya hemos alcanzado la virtud que tanto deseábamos y muchas otras que ni siquiera habíamos imaginado.

Notas del editor