La civilización griega se desarrolló en la península de los Balcanes y costas del mar Mediterráneo. Su territorio era principalmente montañoso, lo que limitó los cultivos a la vid y el olivo. Las ciudades griegas, llamadas polis, eran estados independientes que compartían la lengua y religión griegas. Cada polis incluía una ciudad amurallada con un ágora y una acrópolis en la parte alta donde se encontraban los templos. Atenas y Esparta fueron las polis más importantes.