El Gran Maestro de un monasterio budista tibetano convocó a sus discípulos para elegir un nuevo guardián. Colocó un jarrón con una rosa en el centro de la sala y dijo que quien resolviera "el problema" obtendría el puesto. Un discípulo destruyó el jarrón y la rosa de un golpe, siendo nombrado el nuevo guardián. El Gran Maestro explicó que cualquier problema, por hermoso que sea, debe ser eliminado.