El socialismo se basa en la socialización de los medios de producción y su control colectivo, ya sea a través del estado o de la propiedad comunitaria. Se caracteriza por el control consciente de la sociedad sobre las funciones económicas particulares. A diferencia del comunismo, el socialismo no aspira a colectivizar el consumo o la vida diaria, pero sí requiere que la producción sea planificada y no libre. El socialismo se refiere más a los principios que se persiguen que a los métodos para lograrlos.