La espiral blanca pintada en el centro de una plaza en Barcelona se ha transformado misteriosamente en un signo de interrogación. El narrador solía recorrer la espiral caminando lentamente. Un día descubre que la línea de pintura continúa más allá de donde solía terminar, formando un gran signo de interrogación. Desde entonces el narrador nota un ambiente de preocupación entre los vecinos. Más tarde, alguien deja un sobre en su puerta con un dibujo de espiral y un signo de interrogación. Dentro del sobre encuentra