Este poema explora el tema de la súplica a través de imágenes surrealistas. Describe cómo las súplicas ya no existen, como la voz del enterrador de garabatos que ha desaparecido. Aunque la súplica y la ayuda solían enfrentarse errando por una tierra de humillaciones, ahora ya no quedan verdaderos suplicantes entre nuestros amargos tragos. La falta de suplicantes hace que la súplica sea ahora una suspicacia del pasado y que el concepto de respeto pierda integrantes.