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101 CREE QUE ERES OMNIPOTENTE.
La segunda técnica es similar en cierto modo, pero es de una dimensión diferente. Cree omnisciente,
omnipotente, omnipresente.
También esto se basa en el poder interno, en la fortaleza interna. Es como una semilla. Cree que eres
omnisciente, que lo sabes todo; cree que eres omnipotente, que lo puedes todo; cree que eres
omnipresente, que estás en todas partes... ¿Cómo puedes creerlo? Es imposible. Sabes que no eres
omnisciente, eres ignorante. Sabes que no eres omnipotente, que eres absolutamente impotente, incapaz.
Sabes que no eres omnipresente; estás confinado en un pequeño cuerpo. Así que ¿cómo vas a poder creerlo?
Y si lo crees, sabiendo muy bien que no es así, la creencia será inútil. No puedes creer contra ti mismo.
Puedes imponer una creencia, pero será inútil, sin sentido. Sabes que no es así. Una creencia sólo
resulta útil cuando sabes que es así.
Esto hay que comprenderlo. Una creencia se vuelve poderosa si sabes que es así. No es cuestión de que sea
verdadera o falsa. Si sabes que esto es así, una creencia se vuelve verdadera. Si sabes que esto no es así,
entonces ni siquiera una verdad puede volverse una creencia. ¿Por qué? Hay que comprender muchas
cosas.
En primer lugar, todo lo que eres es tu creencia, crees de esa manera, has sido criado de esa manera;
has sido condicionado de esa manera, de modo que crees de esa manera. Y tu creencia te influye. Se
vuelve un círculo vicioso. Por ejemplo, hay razas en las que el hombre es menos poderoso que la mujer,
porque esas razas creen que una mujer es más fuerte, más poderosa, que un hombre. Su creencia se ha
convertido en un hecho. En esas razas, el hombre es más débil y la mujer es más fuerte. Las mujeres hacen
todo el trabajo que normalmente, en otros países, harían los hombres, y los hombres hacen el trabajo que en
otros países harían las mujeres. No sólo eso; sus cuerpos son débiles, su estructura es débil. Han llegado a
creer que esto es así. La creencia crea el fenómeno. Una creencia es creativa.
¿Por qué sucede esto? Porque la mente es más poderosa que la materia. Si la mente cree algo realmente,
la materia tiene que seguir. La materia no puede hacer nada contra la mente porque la materia está
muerta. Suceden incluso cosas imposibles.
Jesús dice: «La fe puede mover montañas.» La fe puede mover montañas. Si no puede, eso significa
solamente que no tienes fe; no que la fe no puede mover montañas. Tu fe no puede moverlas porque no
tienes fe.
Ahora se está haciendo mucha investigación acerca de este fenómeno de la creencia, y la ciencia está llegando
a muchas conclusiones increíbles. La religión siempre creyó en ellas, pero la ciencia está llegando finalmente a
las mismas conclusiones. Tiene que hacerlo, porque hay muchos fenómenos que están siendo investigados por
vez primera. Por ejemplo, puede que hayas oído hablar de las medicinas placebo. Hay cientos y cientos de
«patías» en el mundo alopatía, ayurveda, yunani, homeopatía, naturopatía..., cientos, y todas afirman que
pueden curar. Y curan; sus afirmaciones no son falsas. Esto es lo raro, su diagnóstico es diferente, su
tratamiento es diferente. Hay una enfermedad y hay mil, y un diagnósticos, y mil y un tratamientos, y todos los
tratamientos ayudan. De modo que tiene que surgir la cuestión de si es realmente el tratamiento lo que
ayuda o es la creencia del paciente. Esto es posible.
Están trabajando de muchas maneras, en muchos países, en muchas universidades, en muchos hospitales. Se
da sólo agua o algo no medicinal, pero el paciente cree que le han dado una medicina. Y no sólo el paciente;
también el médico lo cree, porque tampoco él lo sabe. Si el médico sabe si es una medicina o no, eso tendrá un
efecto, porque el médico le da una creencia al paciente más que una medicina. De modo que cuando pagas
más y tienes un médico más importante, te curas mejor y antes. Es cuestión de creencia. Si el médico te
da una medicina barata, de unas cuantas monedas, sabes muy bien que no va a suceder nada. ¿Cómo va a
curarse con unas cuantas monedas un paciente tan enfermo, con semejante enfermedad, con un fenómeno tan
enorme? iImposible! No puede crearse la creencia.
Todo médico tiene que crear en torno a sí un aura de creencia. Eso ayuda. De modo que si el médico
sabe que lo que está dando es sólo agua, no dará su creencia con fe. Su rostro lo mostrará, sus manos
lo mostrarán, toda su actitud y su conducta mostrarán que está dando sólo agua, y el inconsciente del
paciente se verá afectado. El médico debe creer. Cuanto más crea, mejor, porque su creencia es
contagiosa. El paciente mira al médico. Si el médico tiene mucha confianza «No se preocupe, éste es un
nuevo tratamiento, una nueva medicina, y le va a ayudar. Es totalmente seguro, no hay ninguna duda al
respecto», si la personalidad del médico transmite la impresión de absoluta esperanza, entonces, incluso antes
de tomar la medicina, el paciente ya está siendo curado. La cura ya ha empezado. Ahora dicen que,
independientemente de lo que se use, el treinta por ciento de los pacientes se curarán casi
inmediatamente; al margen de lo que se use alopatía, naturopatía, homeopatía, o cualquier «patía», el
treinta por ciento de los pacientes se curará inmediatamente.
Ese treinta por ciento es el de los que creen. Esa es la proporción. Si os miro, si miro dentro de vosotros, el
treinta por ciento de vosotros es potencial, es el de los que pueden ser transformados inmediatamente. Una
vez que tienen la creencia, ésta empezará a funcionar inmediatamente. Un tercio de la humanidad puede ser
inmediatamente transformada, cambiada, a nuevos niveles de ser sin ninguna dificultad. La cuestión es sólo
cómo crear la creencia en ellos. Una vez que la creencia está ahí, nada puede detenerles.
Puede que seas uno de los afortunados, uno de ese treinta por ciento. Pero una gran desgracia le ha sucedido
a la humanidad, y es que ese treinta por ciento es condenado. La sociedad, la educación, la civilización, todos
les condenan. Se piensa que son estúpidos. No, son personas con mayor potencial. Tienen un gran poder,
pero son condenados, y se alaba a personas intelectualmente impotentes; se les alaba porque son
potentes con el lenguaje, las palabras, la razón. En realidad, son simplemente impotentes. No pueden
hacer nada en el mundo real del ser interno; sólo pueden permanecer en su mente. Pero ellos poseen las
universidades, poseen los medios de información, son los amos en cierto sentido. Y son artistas de la condena.
Pueden condenar cualquier cosa. Y este treinta por ciento de humanidad potencial, los que pueden creer y ser
transformados, no saben expresarse tan bien; no pueden saber hacerlo. No pueden razonar, no pueden
argumentar; por eso pueden creer. Pero como no pueden presentar convincentemente sus argumentos, em-
piezan a condenarse a sí mismos. Piensan que algo no está bien. Si puedes creer, empiezas a sentir que no
estás bien del todo; si puedes dudar, piensas que eres genial. Pero la duda no es una fuerza. Mediante la
duda nadie ha llegado nunca al ser más íntimo, al éxtasis supremo; nadie, nunca.
Si puedes creer, entonces este sutra será útil. Cree omnisciente, omnipotente, omnipresente. Ya eres eso,
de modo que, simplemente por creerlo, todo lo que te está ocultando, todo lo que te está cubriendo, caerá
inmediatamente. Pero será difícil incluso para ese treinta por ciento, porque también ellos están condicionados
para creer en algo que no es la realidad. También ellos están condicionados para dudar, también ellos están
adiestrados para ser escépticos; y conocen sus limitaciones, así que ¿cómo van a poder creer? O, si creen, la
gente pensará que están locos. Si dices que crees que dentro de ti está lo omnipresente, lo omnipotente, lo
divino, lo que lo puede todo, entonces la gente te mirará y pensará que te has vuelto loco.
¿Cómo vas a creer semejantes cosas a no ser que estés loco? Pero prueba algo. Empieza desde el principio.
Siente un poco de este fenómeno, y entonces la creencia vendrá por sí misma. Si quieres usar esta técnica, haz
esto. Cierra los ojos y siente que no tienes cuerpo, siente que el cuerpo ha desaparecido, se ha
esfumado. Entonces puedes sentir tu omnipresencia. Con el cuerpo es difícil. Por eso, muchas
tradiciones siguen enseñando que no eres el cuerpo, porque con el cuerpo entra la limitación. No es
difícil sentir que no eres el cuerpo, porque no eres el cuerpo. Es sólo un condicionamiento, es sólo un
pensamiento que ha sido impuesto en tu mente. Tu mente ha sido impregnada con el pensamiento de
que eres el cuerpo.
Hay fenómenos que demuestran esto. En Sri Lanka, los monjes budistas caminan sobre el fuego. También lo
hacen en India, pero el fenómeno de Sri Lanka es muy excepcional, caminan durante horas y no se queman.
Sucedió una vez, hace sólo unos pocos años, que un misionero cristiano fue a ver a los que caminan sobre el
fuego. Lo hacen la noche que se iluminó Buda, una noche de luna llena, porque dicen que ese día se
reveló al mundo que el cuerpo no es nada, que la materia no es nada; que el ser interno es
omnipresente y que el fuego no puede quemarlo. Pero para hacer esto, durante un año los monjes que
caminan sobre el fuego purifican sus cuerpos, mediante el pranayama, procesos respiratorios, y ayuno.
Meditan para purificar sus mentes, vaciar sus mentes. Durante un año, se preparan continuamente. Viven
en celdas aisladas sintiendo que no están en el cuerpo. Durante un año, un grupo de cincuenta o sesenta
monjes piensa continuamente que no están en el cuerpo. Un año es mucho tiempo. Pensando en todo
momento sólo una cosa, que no están en el cuerpo, repitiendo continuamente que el cuerpo es ilusorio, llegan
a creerlo. Tampoco entonces se les obliga a caminar sobre el fuego. Se les lleva al fuego, y el que
piensa que no se quemará, salta a él. Unos pocos permanecen dudando, vacilando, no se les permite
saltar, porque no es una cuestión de que el fuego queme o no, sino de su duda. Si dudan un poco, no se
les deja saltar. De modo que sesenta se preparan, y a veces veinte, a veces treinta, saltan al fuego y bailan en
él durante horas seguidas sin quemarse.
Un misionero vino a verlo en 1950. Estaba muy sorprendido, pero pensó que si la creencia en Buda podía hacer
este milagro, ¿por qué no la creencia en Jesús? Así que pensó un poco, dudó un poco, pero entonces, con la
idea de que si Buda podía ayudar, Jesús también lo haría, saltó. Se quemó, se quemó gravemente; tuvo que
ser hospitalizado durante seis meses. Y no podía entender el fenómeno. No era una cuestión de Jesús o
Buda, no era una cuestión de creer en alguien; era una cuestión de creencia. Y esa creencia tiene que
ser repetida continuamente en la mente. A no ser que llegue al centro mismo de tu ser, no empezará a
funcionar.
Ese misionero cristiano regresó a Inglaterra para estudiar la hipnosis, el mesmerismo, y los fenómenos
relacionados, y lo que sucede mientras se camina sobre el fuego. Luego invitaron a dos monjes para que
dieran una demostración en la Universidad de Oxford. Los monjes fueron. Caminaron sobre el fuego. El
experimento se repitió muchas veces. Entonces los monjes vieron que un profesor les estaba mirando, y estaba
mirando tan intensamente y estaba tan absorto que sus ojos, su rostro, eran extáticos. Los dos monjes se
acercaron al profesor y le dijeron: «Usted también puede venir con nosotros.» Inmediatamente, el profesor
corrió con ellos, saltó al fuego, y no le pasó nada. No se quemó.
El misionero cristiano también estaba presente, y sabía muy bien que este profesor era un profesor de lógica,
un hombre que duda profesionalmente, cuya profesión se basa en dudar. Así que le dijo a ese hombre: «¡Qué
es esto! Ha hecho usted un milagro. Yo no pude hacerlo, y soy creyente.» El profesor dijo: «En ese
momento, yo era creyente. El fenómeno era tan real, tan fantásticamente real, que me cautivó. Era tan
claro que el cuerpo no es nada y que la mente lo es todo, y me sentí tan extáticamente en armonía con
los dos monjes que, cuando me invitaron, no hubo ni una sola duda. Era sencillo caminar, era como si
no hubiese fuego.»
No hubo ninguna duda, ninguna vacilación, esa es la clave.
Así que primero prueba este experimento. Durante varios días, siéntate con los ojos cerrados pensando que no
eres tu cuerpo; no sólo pensando, sino sintiendo que no eres el cuerpo. Y si te sientas con los ojos cerrados, se
crea una distancia. Tu cuerpo va alejándose más y más. Vas yendo hacia dentro. Se crea una gran
distancia. Pronto puedes sentir que no eres el cuerpo. Si sientes que no eres el cuerpo, entonces
puedes creer que eres omnipresente, omnipotente, omnisciente, que lo sabes todo, que lo puedes todo.
Esta omnipotencia o esta omnisciencia no tiene que ver con lo que llamamos conocimiento; es una
sensación, una explosión de sensación, que sabes. Esto hay que comprenderlo, especialmente en
Occidente, porque cuando digas que sabes, dirán: «¿Qué? ¿Qué sabes?». El conocimiento debe ser objetivo.
Debes saber algo. Y si es una cuestión de saber algo, no puedes ser omnipresente, nadie puede serlo,
porque hay infinitos hechos que conocer. Nadie puede ser omnisciente en ese sentido.
Por eso, en Occidente se ríen cuando los jainas afirman que Mahavira era sarvagya, omnisciente. Se ríen,
porque si Mahavira era omnisciente, entonces debió de saber todo lo que la ciencia está descubriendo ahora, e
incluso lo que la ciencia descubrirá en el futuro. Pero ese no parece ser el caso. Dice muchas cosas que
contradicen obviamente a la ciencia, que no pueden ser verdad, que no son factuales. Su conocimiento,
si es omnipresente, nunca debería ser erróneo, pero hay errores.
Los cristianos creen que Jesús era omnisciente. Pero la mente moderna se reirá, porque no era omnisciente; no
era omnisciente en el sentido de saberlo todo sobre los hechos del mundo. No sabía que la Tierra era circular,
que la Tierra era un globo; no lo sabía. Pensaba que la Tierra era un terreno plano. No sabía que la Tierra había
existido durante millones y millones de años; creía que Dios la creó sólo cuatro mil años antes. En lo referente a
los hechos, en lo que concierne a los hechos objetivos, no era omnisciente.
Pero esta palabra, «omnisciente», es totalmente diferente. Cuando los sabios orientales dicen «omnisciente»,
no se refieren a saberlo todo acerca de los hechos; quieren decir absolutamente consciente, absolutamente
alerta, completamente dentro, completamente consciente, iluminado. No les interesa saber algo; sólo les
interesa el fenómeno puro de saber no los conocimientos, sino la cualidad misma de saber. Cuando decimos
que Buda sabe, no queremos decir que sabe lo que sabe Einstein. No sabe eso. Sabe. Conoce su propio ser
y sabe que ese ser es omnipresente. Esa sensación de ser es omnipresente. Y sabiendo eso, no queda
nada por saber; esa es la cuestión. Ya no hay curiosidad por saber nada. Todas las preguntas han cesado.
No es que se hayan alcanzado todas las respuestas, todas las preguntas han cesado. Ya no hay ninguna
pregunta que hacer. Toda la curiosidad se ha ido. No hay ningún problema que resolver. Esta calma
interna, este silencio interno, lleno de luz interna, es conocimiento infinito. Esto es lo que se quiere
decir con «omnisciente». Es un despertar subjetivo.
Esto lo puedes hacer. Pero no sucederá si sigues añadiendo más conocimientos a tu mente. Puedes seguir
añadiendo conocimientos durante vidas y vidas; sabrás algo, pero nunca lo sabrás todo. El todo es
infinito; no puede saberse de esa manera. La ciencia siempre permanecerá incompleta, nunca puede ser
completa; eso es imposible. Es inconcebible que pueda ser completa. En realidad, cuanto más sabe la
ciencia, más llega a saber que queda más por saber.
Esta omnisciencia es una cualidad interna del despertar. Medita, y deja tus pensamientos. Cuando no
tengas ningún pensamiento, sentirás lo que es la omnisciencia, lo que es saberlo todo. Cuando no hay
ningún pensamiento, la consciencia se vuelve pura; en esa consciencia purificada no tienes ningún problema.
Todas las preguntas han cesado. Te conoces a ti mismo, tu ser, y cuando conoces tu ser, lo has
conocido todo, porque tu ser es el centro del ser de todos. En realidad, tu ser es el ser de todos. Tu
centro es el centro del universo. En este sentido, los Upanishads han declarado: «Aham Brahmasmi: Soy el
Brahma, soy lo absoluto.» Una vez que conoces este pequeño fenómeno de tu ser, has conocido lo
infinito. Eres como una gota del océano, si se conoce siquiera una gota, todos los secretos del océano
quedan revelados.
Cree omnisciente, omnipotente, omnipresente. Pero esto llegará con la fe, esto no puedes argumentarlo
contigo mismo. No puedes convencerte a ti mismo con algún argumento; tendrás que escarbar
profundamente dentro de ti para encontrar semejantes sensaciones, las fuentes de semejantes
sensaciones.
Esta palabra, «cree», es muy significativa. No significa que tienes una convicción, porque convicción connota
algo racional. Estás convencido, has argumentado acerca de ello, tienes pruebas sobre ello. Creencia significa
que no tienes ninguna duda acerca de ello, no que tienes pruebas. Convicción significa que tienes pruebas.
Puedes probarlo, puedes argumentarlo. Puedes decir: «Esto es así.» Puedes razonarlo. Creencia signifi-
ca que no tienes ninguna duda. No puedes argumentarlo, no puedes racionalizar, tendrás que darte por
vencido si te preguntan. Pero tienes una base interna, sientes que es así. Es una sensación, no un
razonamiento.
Pero recuerda que semejantes técnicas sólo pueden funcionar si trabajas con tu sensación, no con tu
raciocinio. De modo que ha sucedido muchas veces que personas muy ignorantes, sin educación, incultas,
alcanzan cimas de la consciencia humana, y los que son muy cultos educados, razonables, racionales se las
pierden.
Jesús era sólo un carpintero. Friedrich Nietzsche escribe en alguna parte que en todo el Nuevo Testamento
sólo hay una persona que merece realmente la pena, que es culta, educada, con conocimientos
filosóficos, sabia, ese hombre era Pilatos, el gobernador romano que ordenó que Jesús fuera
crucificado. Efectivamente, era el hombre más culto, el gobernador general, el virrey, y sabía lo que es la
filosofía. En el último momento, cuando Jesús iba a ser crucificado, preguntó: «¿Qué es la verdad?».
Era una pregunta muy filosófica.
Jesús permaneció en silencio -no porque este enigma no mereciera la pena ser respondido; Pilatos era la
única persona que podría haber comprendido la filosofía profunda-. Jesús permaneció en silencio
porque sólo podía hablar a los que podían sentir. Pensar era inútil. Pilatos estaba haciendo una pregunta
filosófica. Habría estado bien si la hubiese preguntado en una universidad, en una academia, pero hacerle a
Jesús una pregunta filosófica no tenía sentido. Permaneció en silencio porque era inútil responder. No era
posible ninguna comunicación. Pero Nietzsche, él mismo un hombre de razón, condena a Jesús. Dice
que no tenía educación, ¡que era inculto, nada filosófico, y no podía responder; por eso permaneció en
silencio.
Pilatos hizo una pregunta hermosa. Si se la hubiese hecho a Nietzsche, éste habría hablado y discutido durante
años. «¿Qué es la verdad?». Esta única pregunta es suficiente para hablar y discutir durante años. Toda
la filosofía es sólo este asunto: «¿Qué es la verdad?». Una pregunta y todos los filósofos están
ocupados con ella.
La crítica de Nietzsche es en realidad una crítica hecha por la razón, una condena hecha por la razón. La
razón siempre ha condenado la dimensión de sentir, porque sentir es algo muy vago, misterioso. Está
ahí, y no puedes decir nada sobre ello. O lo tienes o no lo tienes, o está ahí o no está.
No puedes hacer nada respecto a ello y no puedes hablar de ello. Tú también tienes muchas creencias, pero
esas creencias son sólo convicciones; no son creencias, porque tienes dudas sobre ellas. Has aplastado esas
dudas con tus argumentos, pero siguen ahí. Sigues luchando con ellas, pero no están muertas. No pueden
estarlo. Por eso, puede que tu vida sea la de un hindú, o un musulmán, o un cristiano, o un jaina, pero
es sólo debido a la convicción. No tienes fe.
Te contaré una anécdota. Jesús dijo a sus discípulos que fueran a la otra orilla de un lago junto al que se
estaban hospedando, y añadió: «Yo iré más tarde.» Se fueron. Cuando estaban en medio del lago, surgió
un viento muy fuerte, y hubo mucha agitación, y se asustaron. La barca se estaba bamboleando y
empezaron a gritar y a llorar. Empezaron a gritar: «¡Jesús, sálvanos!».
La orilla en la que estaba Jesús estaba muy lejos, pero Jesús vino. Se dice que vino corriendo sobre el
agua. Y lo primero que dijo a sus discípulos fue: «Hombres de poca fe, ¿por qué estáis gritando? ¿No
creéis?». Estaban asustados. Jesús dijo: «Si creéis, salid de la barca y caminad hacia mí.» Él estaba
sobre el agua.
Vieron con sus propios ojos que estaba de pie sobre el agua, pero aún les resultaba difícil de creer.
Debieron de pensar que era un truco, o que quizás era sólo una ilusión, o que éste no era Jesús. Quizás era el
diablo, tentándoles. Así que empezaron a mirarse los unos a los otros:
«¿Quién caminará?». Entonces, un discípulo saltó de la barca y caminó. Efectivamente, podía caminar.
No daba crédito a sus ojos. Estaba andando sobre el agua. Cuando llegó junto a Jesús, dijo: «¿Cómo?
¿Cómo está sucediendo?». Inmediatamente, todo el milagro desapareció. El «¿Cómo?»..., y cayó bajo el
agua. Jesús le sacó y dijo: «Hombre de poca fe, ¿por qué preguntas cómo?».
Pero la razón pregunta «¿Por qué?» y «¿Cómo?». La razón pregunta, la razón cuestiona. La fe es el cese
de toda pregunta. Si puedes dejar todas las preguntas y creer, entonces esta técnica puede hacer milagros
contigo.

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Frases de Fidel Castro. Compilación Norelys Morales Aguilera

Tecnica n°101 cree que eres omnipotente

  • 1. 101 CREE QUE ERES OMNIPOTENTE. La segunda técnica es similar en cierto modo, pero es de una dimensión diferente. Cree omnisciente, omnipotente, omnipresente. También esto se basa en el poder interno, en la fortaleza interna. Es como una semilla. Cree que eres omnisciente, que lo sabes todo; cree que eres omnipotente, que lo puedes todo; cree que eres omnipresente, que estás en todas partes... ¿Cómo puedes creerlo? Es imposible. Sabes que no eres omnisciente, eres ignorante. Sabes que no eres omnipotente, que eres absolutamente impotente, incapaz. Sabes que no eres omnipresente; estás confinado en un pequeño cuerpo. Así que ¿cómo vas a poder creerlo? Y si lo crees, sabiendo muy bien que no es así, la creencia será inútil. No puedes creer contra ti mismo. Puedes imponer una creencia, pero será inútil, sin sentido. Sabes que no es así. Una creencia sólo resulta útil cuando sabes que es así. Esto hay que comprenderlo. Una creencia se vuelve poderosa si sabes que es así. No es cuestión de que sea verdadera o falsa. Si sabes que esto es así, una creencia se vuelve verdadera. Si sabes que esto no es así, entonces ni siquiera una verdad puede volverse una creencia. ¿Por qué? Hay que comprender muchas cosas. En primer lugar, todo lo que eres es tu creencia, crees de esa manera, has sido criado de esa manera; has sido condicionado de esa manera, de modo que crees de esa manera. Y tu creencia te influye. Se vuelve un círculo vicioso. Por ejemplo, hay razas en las que el hombre es menos poderoso que la mujer, porque esas razas creen que una mujer es más fuerte, más poderosa, que un hombre. Su creencia se ha convertido en un hecho. En esas razas, el hombre es más débil y la mujer es más fuerte. Las mujeres hacen todo el trabajo que normalmente, en otros países, harían los hombres, y los hombres hacen el trabajo que en otros países harían las mujeres. No sólo eso; sus cuerpos son débiles, su estructura es débil. Han llegado a creer que esto es así. La creencia crea el fenómeno. Una creencia es creativa. ¿Por qué sucede esto? Porque la mente es más poderosa que la materia. Si la mente cree algo realmente, la materia tiene que seguir. La materia no puede hacer nada contra la mente porque la materia está muerta. Suceden incluso cosas imposibles. Jesús dice: «La fe puede mover montañas.» La fe puede mover montañas. Si no puede, eso significa solamente que no tienes fe; no que la fe no puede mover montañas. Tu fe no puede moverlas porque no tienes fe. Ahora se está haciendo mucha investigación acerca de este fenómeno de la creencia, y la ciencia está llegando a muchas conclusiones increíbles. La religión siempre creyó en ellas, pero la ciencia está llegando finalmente a las mismas conclusiones. Tiene que hacerlo, porque hay muchos fenómenos que están siendo investigados por vez primera. Por ejemplo, puede que hayas oído hablar de las medicinas placebo. Hay cientos y cientos de «patías» en el mundo alopatía, ayurveda, yunani, homeopatía, naturopatía..., cientos, y todas afirman que pueden curar. Y curan; sus afirmaciones no son falsas. Esto es lo raro, su diagnóstico es diferente, su tratamiento es diferente. Hay una enfermedad y hay mil, y un diagnósticos, y mil y un tratamientos, y todos los tratamientos ayudan. De modo que tiene que surgir la cuestión de si es realmente el tratamiento lo que ayuda o es la creencia del paciente. Esto es posible. Están trabajando de muchas maneras, en muchos países, en muchas universidades, en muchos hospitales. Se da sólo agua o algo no medicinal, pero el paciente cree que le han dado una medicina. Y no sólo el paciente; también el médico lo cree, porque tampoco él lo sabe. Si el médico sabe si es una medicina o no, eso tendrá un efecto, porque el médico le da una creencia al paciente más que una medicina. De modo que cuando pagas más y tienes un médico más importante, te curas mejor y antes. Es cuestión de creencia. Si el médico te da una medicina barata, de unas cuantas monedas, sabes muy bien que no va a suceder nada. ¿Cómo va a curarse con unas cuantas monedas un paciente tan enfermo, con semejante enfermedad, con un fenómeno tan enorme? iImposible! No puede crearse la creencia. Todo médico tiene que crear en torno a sí un aura de creencia. Eso ayuda. De modo que si el médico sabe que lo que está dando es sólo agua, no dará su creencia con fe. Su rostro lo mostrará, sus manos lo mostrarán, toda su actitud y su conducta mostrarán que está dando sólo agua, y el inconsciente del paciente se verá afectado. El médico debe creer. Cuanto más crea, mejor, porque su creencia es contagiosa. El paciente mira al médico. Si el médico tiene mucha confianza «No se preocupe, éste es un
  • 2. nuevo tratamiento, una nueva medicina, y le va a ayudar. Es totalmente seguro, no hay ninguna duda al respecto», si la personalidad del médico transmite la impresión de absoluta esperanza, entonces, incluso antes de tomar la medicina, el paciente ya está siendo curado. La cura ya ha empezado. Ahora dicen que, independientemente de lo que se use, el treinta por ciento de los pacientes se curarán casi inmediatamente; al margen de lo que se use alopatía, naturopatía, homeopatía, o cualquier «patía», el treinta por ciento de los pacientes se curará inmediatamente. Ese treinta por ciento es el de los que creen. Esa es la proporción. Si os miro, si miro dentro de vosotros, el treinta por ciento de vosotros es potencial, es el de los que pueden ser transformados inmediatamente. Una vez que tienen la creencia, ésta empezará a funcionar inmediatamente. Un tercio de la humanidad puede ser inmediatamente transformada, cambiada, a nuevos niveles de ser sin ninguna dificultad. La cuestión es sólo cómo crear la creencia en ellos. Una vez que la creencia está ahí, nada puede detenerles. Puede que seas uno de los afortunados, uno de ese treinta por ciento. Pero una gran desgracia le ha sucedido a la humanidad, y es que ese treinta por ciento es condenado. La sociedad, la educación, la civilización, todos les condenan. Se piensa que son estúpidos. No, son personas con mayor potencial. Tienen un gran poder, pero son condenados, y se alaba a personas intelectualmente impotentes; se les alaba porque son potentes con el lenguaje, las palabras, la razón. En realidad, son simplemente impotentes. No pueden hacer nada en el mundo real del ser interno; sólo pueden permanecer en su mente. Pero ellos poseen las universidades, poseen los medios de información, son los amos en cierto sentido. Y son artistas de la condena. Pueden condenar cualquier cosa. Y este treinta por ciento de humanidad potencial, los que pueden creer y ser transformados, no saben expresarse tan bien; no pueden saber hacerlo. No pueden razonar, no pueden argumentar; por eso pueden creer. Pero como no pueden presentar convincentemente sus argumentos, em- piezan a condenarse a sí mismos. Piensan que algo no está bien. Si puedes creer, empiezas a sentir que no estás bien del todo; si puedes dudar, piensas que eres genial. Pero la duda no es una fuerza. Mediante la duda nadie ha llegado nunca al ser más íntimo, al éxtasis supremo; nadie, nunca. Si puedes creer, entonces este sutra será útil. Cree omnisciente, omnipotente, omnipresente. Ya eres eso, de modo que, simplemente por creerlo, todo lo que te está ocultando, todo lo que te está cubriendo, caerá inmediatamente. Pero será difícil incluso para ese treinta por ciento, porque también ellos están condicionados para creer en algo que no es la realidad. También ellos están condicionados para dudar, también ellos están adiestrados para ser escépticos; y conocen sus limitaciones, así que ¿cómo van a poder creer? O, si creen, la gente pensará que están locos. Si dices que crees que dentro de ti está lo omnipresente, lo omnipotente, lo divino, lo que lo puede todo, entonces la gente te mirará y pensará que te has vuelto loco. ¿Cómo vas a creer semejantes cosas a no ser que estés loco? Pero prueba algo. Empieza desde el principio. Siente un poco de este fenómeno, y entonces la creencia vendrá por sí misma. Si quieres usar esta técnica, haz esto. Cierra los ojos y siente que no tienes cuerpo, siente que el cuerpo ha desaparecido, se ha esfumado. Entonces puedes sentir tu omnipresencia. Con el cuerpo es difícil. Por eso, muchas tradiciones siguen enseñando que no eres el cuerpo, porque con el cuerpo entra la limitación. No es difícil sentir que no eres el cuerpo, porque no eres el cuerpo. Es sólo un condicionamiento, es sólo un pensamiento que ha sido impuesto en tu mente. Tu mente ha sido impregnada con el pensamiento de que eres el cuerpo. Hay fenómenos que demuestran esto. En Sri Lanka, los monjes budistas caminan sobre el fuego. También lo hacen en India, pero el fenómeno de Sri Lanka es muy excepcional, caminan durante horas y no se queman. Sucedió una vez, hace sólo unos pocos años, que un misionero cristiano fue a ver a los que caminan sobre el fuego. Lo hacen la noche que se iluminó Buda, una noche de luna llena, porque dicen que ese día se reveló al mundo que el cuerpo no es nada, que la materia no es nada; que el ser interno es omnipresente y que el fuego no puede quemarlo. Pero para hacer esto, durante un año los monjes que caminan sobre el fuego purifican sus cuerpos, mediante el pranayama, procesos respiratorios, y ayuno. Meditan para purificar sus mentes, vaciar sus mentes. Durante un año, se preparan continuamente. Viven en celdas aisladas sintiendo que no están en el cuerpo. Durante un año, un grupo de cincuenta o sesenta monjes piensa continuamente que no están en el cuerpo. Un año es mucho tiempo. Pensando en todo momento sólo una cosa, que no están en el cuerpo, repitiendo continuamente que el cuerpo es ilusorio, llegan a creerlo. Tampoco entonces se les obliga a caminar sobre el fuego. Se les lleva al fuego, y el que piensa que no se quemará, salta a él. Unos pocos permanecen dudando, vacilando, no se les permite saltar, porque no es una cuestión de que el fuego queme o no, sino de su duda. Si dudan un poco, no se
  • 3. les deja saltar. De modo que sesenta se preparan, y a veces veinte, a veces treinta, saltan al fuego y bailan en él durante horas seguidas sin quemarse. Un misionero vino a verlo en 1950. Estaba muy sorprendido, pero pensó que si la creencia en Buda podía hacer este milagro, ¿por qué no la creencia en Jesús? Así que pensó un poco, dudó un poco, pero entonces, con la idea de que si Buda podía ayudar, Jesús también lo haría, saltó. Se quemó, se quemó gravemente; tuvo que ser hospitalizado durante seis meses. Y no podía entender el fenómeno. No era una cuestión de Jesús o Buda, no era una cuestión de creer en alguien; era una cuestión de creencia. Y esa creencia tiene que ser repetida continuamente en la mente. A no ser que llegue al centro mismo de tu ser, no empezará a funcionar. Ese misionero cristiano regresó a Inglaterra para estudiar la hipnosis, el mesmerismo, y los fenómenos relacionados, y lo que sucede mientras se camina sobre el fuego. Luego invitaron a dos monjes para que dieran una demostración en la Universidad de Oxford. Los monjes fueron. Caminaron sobre el fuego. El experimento se repitió muchas veces. Entonces los monjes vieron que un profesor les estaba mirando, y estaba mirando tan intensamente y estaba tan absorto que sus ojos, su rostro, eran extáticos. Los dos monjes se acercaron al profesor y le dijeron: «Usted también puede venir con nosotros.» Inmediatamente, el profesor corrió con ellos, saltó al fuego, y no le pasó nada. No se quemó. El misionero cristiano también estaba presente, y sabía muy bien que este profesor era un profesor de lógica, un hombre que duda profesionalmente, cuya profesión se basa en dudar. Así que le dijo a ese hombre: «¡Qué es esto! Ha hecho usted un milagro. Yo no pude hacerlo, y soy creyente.» El profesor dijo: «En ese momento, yo era creyente. El fenómeno era tan real, tan fantásticamente real, que me cautivó. Era tan claro que el cuerpo no es nada y que la mente lo es todo, y me sentí tan extáticamente en armonía con los dos monjes que, cuando me invitaron, no hubo ni una sola duda. Era sencillo caminar, era como si no hubiese fuego.» No hubo ninguna duda, ninguna vacilación, esa es la clave. Así que primero prueba este experimento. Durante varios días, siéntate con los ojos cerrados pensando que no eres tu cuerpo; no sólo pensando, sino sintiendo que no eres el cuerpo. Y si te sientas con los ojos cerrados, se crea una distancia. Tu cuerpo va alejándose más y más. Vas yendo hacia dentro. Se crea una gran distancia. Pronto puedes sentir que no eres el cuerpo. Si sientes que no eres el cuerpo, entonces puedes creer que eres omnipresente, omnipotente, omnisciente, que lo sabes todo, que lo puedes todo. Esta omnipotencia o esta omnisciencia no tiene que ver con lo que llamamos conocimiento; es una sensación, una explosión de sensación, que sabes. Esto hay que comprenderlo, especialmente en Occidente, porque cuando digas que sabes, dirán: «¿Qué? ¿Qué sabes?». El conocimiento debe ser objetivo. Debes saber algo. Y si es una cuestión de saber algo, no puedes ser omnipresente, nadie puede serlo, porque hay infinitos hechos que conocer. Nadie puede ser omnisciente en ese sentido. Por eso, en Occidente se ríen cuando los jainas afirman que Mahavira era sarvagya, omnisciente. Se ríen, porque si Mahavira era omnisciente, entonces debió de saber todo lo que la ciencia está descubriendo ahora, e incluso lo que la ciencia descubrirá en el futuro. Pero ese no parece ser el caso. Dice muchas cosas que contradicen obviamente a la ciencia, que no pueden ser verdad, que no son factuales. Su conocimiento, si es omnipresente, nunca debería ser erróneo, pero hay errores. Los cristianos creen que Jesús era omnisciente. Pero la mente moderna se reirá, porque no era omnisciente; no era omnisciente en el sentido de saberlo todo sobre los hechos del mundo. No sabía que la Tierra era circular, que la Tierra era un globo; no lo sabía. Pensaba que la Tierra era un terreno plano. No sabía que la Tierra había existido durante millones y millones de años; creía que Dios la creó sólo cuatro mil años antes. En lo referente a los hechos, en lo que concierne a los hechos objetivos, no era omnisciente. Pero esta palabra, «omnisciente», es totalmente diferente. Cuando los sabios orientales dicen «omnisciente», no se refieren a saberlo todo acerca de los hechos; quieren decir absolutamente consciente, absolutamente alerta, completamente dentro, completamente consciente, iluminado. No les interesa saber algo; sólo les interesa el fenómeno puro de saber no los conocimientos, sino la cualidad misma de saber. Cuando decimos que Buda sabe, no queremos decir que sabe lo que sabe Einstein. No sabe eso. Sabe. Conoce su propio ser y sabe que ese ser es omnipresente. Esa sensación de ser es omnipresente. Y sabiendo eso, no queda nada por saber; esa es la cuestión. Ya no hay curiosidad por saber nada. Todas las preguntas han cesado. No es que se hayan alcanzado todas las respuestas, todas las preguntas han cesado. Ya no hay ninguna
  • 4. pregunta que hacer. Toda la curiosidad se ha ido. No hay ningún problema que resolver. Esta calma interna, este silencio interno, lleno de luz interna, es conocimiento infinito. Esto es lo que se quiere decir con «omnisciente». Es un despertar subjetivo. Esto lo puedes hacer. Pero no sucederá si sigues añadiendo más conocimientos a tu mente. Puedes seguir añadiendo conocimientos durante vidas y vidas; sabrás algo, pero nunca lo sabrás todo. El todo es infinito; no puede saberse de esa manera. La ciencia siempre permanecerá incompleta, nunca puede ser completa; eso es imposible. Es inconcebible que pueda ser completa. En realidad, cuanto más sabe la ciencia, más llega a saber que queda más por saber. Esta omnisciencia es una cualidad interna del despertar. Medita, y deja tus pensamientos. Cuando no tengas ningún pensamiento, sentirás lo que es la omnisciencia, lo que es saberlo todo. Cuando no hay ningún pensamiento, la consciencia se vuelve pura; en esa consciencia purificada no tienes ningún problema. Todas las preguntas han cesado. Te conoces a ti mismo, tu ser, y cuando conoces tu ser, lo has conocido todo, porque tu ser es el centro del ser de todos. En realidad, tu ser es el ser de todos. Tu centro es el centro del universo. En este sentido, los Upanishads han declarado: «Aham Brahmasmi: Soy el Brahma, soy lo absoluto.» Una vez que conoces este pequeño fenómeno de tu ser, has conocido lo infinito. Eres como una gota del océano, si se conoce siquiera una gota, todos los secretos del océano quedan revelados. Cree omnisciente, omnipotente, omnipresente. Pero esto llegará con la fe, esto no puedes argumentarlo contigo mismo. No puedes convencerte a ti mismo con algún argumento; tendrás que escarbar profundamente dentro de ti para encontrar semejantes sensaciones, las fuentes de semejantes sensaciones. Esta palabra, «cree», es muy significativa. No significa que tienes una convicción, porque convicción connota algo racional. Estás convencido, has argumentado acerca de ello, tienes pruebas sobre ello. Creencia significa que no tienes ninguna duda acerca de ello, no que tienes pruebas. Convicción significa que tienes pruebas. Puedes probarlo, puedes argumentarlo. Puedes decir: «Esto es así.» Puedes razonarlo. Creencia signifi- ca que no tienes ninguna duda. No puedes argumentarlo, no puedes racionalizar, tendrás que darte por vencido si te preguntan. Pero tienes una base interna, sientes que es así. Es una sensación, no un razonamiento. Pero recuerda que semejantes técnicas sólo pueden funcionar si trabajas con tu sensación, no con tu raciocinio. De modo que ha sucedido muchas veces que personas muy ignorantes, sin educación, incultas, alcanzan cimas de la consciencia humana, y los que son muy cultos educados, razonables, racionales se las pierden. Jesús era sólo un carpintero. Friedrich Nietzsche escribe en alguna parte que en todo el Nuevo Testamento sólo hay una persona que merece realmente la pena, que es culta, educada, con conocimientos filosóficos, sabia, ese hombre era Pilatos, el gobernador romano que ordenó que Jesús fuera crucificado. Efectivamente, era el hombre más culto, el gobernador general, el virrey, y sabía lo que es la filosofía. En el último momento, cuando Jesús iba a ser crucificado, preguntó: «¿Qué es la verdad?». Era una pregunta muy filosófica. Jesús permaneció en silencio -no porque este enigma no mereciera la pena ser respondido; Pilatos era la única persona que podría haber comprendido la filosofía profunda-. Jesús permaneció en silencio porque sólo podía hablar a los que podían sentir. Pensar era inútil. Pilatos estaba haciendo una pregunta filosófica. Habría estado bien si la hubiese preguntado en una universidad, en una academia, pero hacerle a Jesús una pregunta filosófica no tenía sentido. Permaneció en silencio porque era inútil responder. No era posible ninguna comunicación. Pero Nietzsche, él mismo un hombre de razón, condena a Jesús. Dice que no tenía educación, ¡que era inculto, nada filosófico, y no podía responder; por eso permaneció en silencio. Pilatos hizo una pregunta hermosa. Si se la hubiese hecho a Nietzsche, éste habría hablado y discutido durante años. «¿Qué es la verdad?». Esta única pregunta es suficiente para hablar y discutir durante años. Toda la filosofía es sólo este asunto: «¿Qué es la verdad?». Una pregunta y todos los filósofos están ocupados con ella.
  • 5. La crítica de Nietzsche es en realidad una crítica hecha por la razón, una condena hecha por la razón. La razón siempre ha condenado la dimensión de sentir, porque sentir es algo muy vago, misterioso. Está ahí, y no puedes decir nada sobre ello. O lo tienes o no lo tienes, o está ahí o no está. No puedes hacer nada respecto a ello y no puedes hablar de ello. Tú también tienes muchas creencias, pero esas creencias son sólo convicciones; no son creencias, porque tienes dudas sobre ellas. Has aplastado esas dudas con tus argumentos, pero siguen ahí. Sigues luchando con ellas, pero no están muertas. No pueden estarlo. Por eso, puede que tu vida sea la de un hindú, o un musulmán, o un cristiano, o un jaina, pero es sólo debido a la convicción. No tienes fe. Te contaré una anécdota. Jesús dijo a sus discípulos que fueran a la otra orilla de un lago junto al que se estaban hospedando, y añadió: «Yo iré más tarde.» Se fueron. Cuando estaban en medio del lago, surgió un viento muy fuerte, y hubo mucha agitación, y se asustaron. La barca se estaba bamboleando y empezaron a gritar y a llorar. Empezaron a gritar: «¡Jesús, sálvanos!». La orilla en la que estaba Jesús estaba muy lejos, pero Jesús vino. Se dice que vino corriendo sobre el agua. Y lo primero que dijo a sus discípulos fue: «Hombres de poca fe, ¿por qué estáis gritando? ¿No creéis?». Estaban asustados. Jesús dijo: «Si creéis, salid de la barca y caminad hacia mí.» Él estaba sobre el agua. Vieron con sus propios ojos que estaba de pie sobre el agua, pero aún les resultaba difícil de creer. Debieron de pensar que era un truco, o que quizás era sólo una ilusión, o que éste no era Jesús. Quizás era el diablo, tentándoles. Así que empezaron a mirarse los unos a los otros: «¿Quién caminará?». Entonces, un discípulo saltó de la barca y caminó. Efectivamente, podía caminar. No daba crédito a sus ojos. Estaba andando sobre el agua. Cuando llegó junto a Jesús, dijo: «¿Cómo? ¿Cómo está sucediendo?». Inmediatamente, todo el milagro desapareció. El «¿Cómo?»..., y cayó bajo el agua. Jesús le sacó y dijo: «Hombre de poca fe, ¿por qué preguntas cómo?». Pero la razón pregunta «¿Por qué?» y «¿Cómo?». La razón pregunta, la razón cuestiona. La fe es el cese de toda pregunta. Si puedes dejar todas las preguntas y creer, entonces esta técnica puede hacer milagros contigo.