Todo sobre sueño
El sueño -o su falta- es probablemente el aspecto más discutido sobre el cuidado del bebé.
Los padres primerizos descubren su fundamental importancia durante las primeras semanas
y meses de vida del bebé. La calidad y la cantidad del sueño de un lactante afectan al
bienestar de toda la familia.
Las peleas que giran alrededor del sueño es muy raro que terminen cuando el niño pasa de
la cuna a la cama. Solo cambian de forma. En vez de tener que alimentarlo a las 3 de la
madrugada, se pasa a las pesadillas y a las peticiones de agua a media noche.
Entonces, ¿cómo conseguir que su hijo se meta en la cama a pesar de sus llantos, gritos,
tácticas de evasión y súplicas? ¿Cómo debe responder cuando su hijo le despierta a media
noche? ¿Y cuánto necesitan dormir los niños?
¿Cuánto sueño es suficiente?
Todo depende de la edad el niño. Los gráficos que indican las horas de sueño que suele
requerir un lactante o un niño de 2 años pueden generar dudas y preocupaciones en los
padres, al no tener en cuenta las diferencias individuales. Estas cifras no son más que
simples promedios de grupos extensos de niños de edades concretas.
No existe un número mágico de horas requeridas por todos los niños de un grupo de edad
en concreto. Sarah, de dos años, puede dormir de 8:00 de la tarde a 8:00 de la mañana,
mientras que Johny, también de dos años, está igual de alerta al día siguiente después de
dormir de 9:00 de la noche a 6:00 de la mañana.
De todos modos, el sueño es muy importante para el bienestar de los niños. La relación
existente entre la falta de sueño y el comportamiento del niño no siempre es evidente.
Cuando un adulto está cansado, puede estar irritable y/o tener muy poca energía, pero un
niño puede volverse hiperactivo, antipático y presentar comportamientos extremos.
La mayoría de necesidades de sueño caen dentro de un margen predecible de horas según la
edad del niño, pero cada niño es un ser único con sus propias y específicas necesidades de
sueño.
He aquí algunas cifras aproximadas de horas de sueño en función de la edad, acompañadas
de tácticas para favorecer el sueño adaptadas a cada grupo de edad.
Bebés (hasta los 6 meses)
No existe una fórmula para el sueño en los recién nacidos porque sus relojes internos todavía
no están completamente desarrollados. Por lo general, duermen o dormitan de 16 a 20 horas
al día, divididas por igual entre el día y la noche.
Los padres deben despertar a sus recién nacidos cada 3 o 4 horas hasta que se estabilice su
ganancia de peso, lo que suele ocurrir aproximadamente a las dos semanas del nacimiento.
A partir de ese momento, no pasa nada si un bebé duerme durante períodos de tiempo más
largos. Pero no se ilusione demasiado pronto: la mayoría de lactantes no duermen durante
mucho tiempo seguido porque los despierta el hambre.
Pasadas las dos primeras semanas, los lactantes pueden dormir hasta 4 o 5 horas seguidas;
esta es la cantidad aproximada de tiempo que sus pequeños estómagos pueden aguantar sin
recibir alimento entre tomas consecutivas. Si un bebé duerme durante mucho tiempo
seguido por la noche, probablemente querrá mamar o tomar el biberón más a menudo
durante el día.
Justo cuando los padres piensan que dormir toda la noche de un tirón parece un sueño
inalcanzable, las horas de sueño del bebé empiezan a concentrarse en mayor medida por la
noche. A los 3 meses, un bebé promedio duerme unas 13 horas en cada período de 24 horas
(4 o 5 horas de sueño durante el día, repartidas en varias siestas, y de 8 a 9 horas de sueño
por la noche, generalmente con una o dos interrupciones). Aproximadamente el 90% de los
bebés de esta edad duerme más por la noche, durante períodos de 5 a 6 horas de duración.
Pero es importante saber que los bebés no siempre están despiertos cuando suenan como si
lo estuvieran; pueden llorar y hacer todo tipo de ruidos durante el sueño ligero. Incluso, si se
despiertan por la noche, es posible que solo pasen unos minutos despiertos antes de volver a
conciliar el sueño por sí solos.
Si un bebé de menos de 6 meses sigue llorando, usted deberá atenderlo. Es posible que el
bebé esté realmente incómodo: hambriento, mojado, frío o incluso enfermo. Pero el hecho
de levantar al bebé por la noche para cambiarlo o alimentarlo debería ser un proceso lo más
rápido y silencioso posible. No le aporte ningún estímulo innecesario como hablar, jugar o
encender la luz. Fomente la idea de que la noche es para dormir. Es usted quien debe
trasmitirle esta disciplina y enseñarle a dormirse solo por la noche, ya que a los bebés nunca
les importa qué hora es siempre y cuando se satisfagan sus necesidades.
Idealmente, se debe colocar al bebé en la cuna antes de que se duerma. Y no es demasiado
pronto para establecer una rutina sencilla para la hora de dormir. Cualquier actividad
relajante llevada a cabo con regularidad y siguiendo el mismo orden cada noche, puede
formar parte de la rutina. Su bebé asociará esas actividades con la hora de dormir y le
ayudarán a tranquilizarse.
El objetivo consiste en que el bebé sepa dormirse de forma independiente y que aprenda a
calmarse y a volverse a dormir en caso de que se despierte a media noche.
De 6 a 12 meses
A los 6 meses, un lactante duerme unas 3 horas durante el día y aproximadamente de 9 a
11 horas por la noche. A esta edad, usted puede empezar a modificar su respuesta cuando el
bebé se despierte y llore por la noche.
Puede dejar al bebé un poco más de tiempo para que se calme por sí solo y vuelva a
quedarse dormido. Si no lo consigue, tranquilícelo sin levantarlo en brazos (hablándole con
suavidad, acariciándole o frotándole la espalda) y luego márchese de la habitación del bebé,
a menos que parezca enfermo. Cuando un bebé está enfermo necesita que lo levanten en
brazos y lo cuiden. Si el bebé no parece enfermo y continúa llorando, la próxima vez usted
podrá esperar un poco más para repetir la breve visita a su habitación.
Entre los 6 y los 12 meses, la ansiedad de separación, una fase normal del desarrollo, entra
en juego. Pero las reglas sobre cómo reaccionar ante los despertares nocturnos del pequeño
seguirán siendo las mismas cuando su hijo cumpla un año. Intente no levantarlo en brazos,
encender la luz, cantarle, hablarle, jugar con él ni alimentarle. Todas estas actividades no
permiten que el pequeño aprenda a dormirse solo y fomentan los despertares nocturnos.
De 1 a 3 años
En las edades comprendidas entre el primer y el tercer cumpleaños, la mayoría de los niños
duermen un promedio de 10 a 13 horas por la noche. La ansiedad de separación o
sencillamente las ganas de estar despierto con papá y mamá (y de no perderse de nada),
pueden llevar a un niño a no quererse dormir por la noche. Y lo mismo puede conseguir la
tendencia a llevar la contra propia de los niños de esta edad.
Los padres a veces cometen el error de pensar que, si mantienen a su hijo despierto hasta
tarde, estará más cansado a la hora de dormir. De hecho, a un niño puede costarle más
conciliar el sueño cuando está demasiado cansado. Establezca horarios regulares para la
siesta y la hora de acostarse por la noche. Aunque la mayoría de niños de esta edad hacen la
siesta durante el día, no debe forzar a su hijo a hacerla. Pero es importante que programe un
período de tiempo para que se relaje y repose, aunque su hijo prefiera no dormir.
Establecer una rutina para la hora de acostarse ayuda a los niños a relajarse y prepararse
para dormir. Para un niño de 1 a 3 años, la rutina puede durar de 15 a 30 minutos e incluir
actividades tranquilizadoras, como leerles un cuento, bañarlos o escuchar música relajante.
Independientemente del ritual nocturno que elija, su hijo probablemente insistirá en que sea
el mismo todas las noches. Pero no permita que los rituales se alarguen demasiado ni que
sean demasiado complicados. En la medida de lo posible, permita que su hijo escoja entre
algunas alternativas de la rutina: qué pijama ponerse, qué muñeco de peluche llevarse a la
cama, que música escuchar. Estas decisiones darán a su pequeño la sensación de que
controla en cierto modo la rutina.
Pero incluso los niños que duermen mejor pueden despertarse y llamar a sus padres por la
noche. La salida de los dientes y los sueños pueden despertar a los niños de esta edad. Los
sueños activos empiezan en esta etapa y pueden resultar realmente alarmantes para unos
niños tan pequeños. Las pesadillas, en concreto, asustan mucho a los niños de esta edad,
que todavía no distinguen entre realidad e imaginación. (Por lo tanto, seleccione
atentamente los programas de televisión que ve su hijo antes de acostarse, en el caso de
que vea alguno.)
Consuele o tranquilice a su hijo, abrazándolo cuando le despierta un sueño o una pesadilla.
Permita que le hable sobre el sueño si quiere hacerlo y permanezca a su lado hasta que se
calme. Luego anímele a que vuelva a conciliar el sueño en cuanto sea posible.
Etapa preescolar (de 3 a 5 años)
Los niños en etapa preescolar necesitan aproximadamente de 10 a 12 horas de sueño
nocturno. Un niño de esta edad que duerma lo suficiente por la noche, puede no necesitar
hacer la siesta durante el día. Esta puede ser sustituida por un período de tranquilidad y
reposo.
En la mayoría de guarderías y jardines de infantes se establecen breves períodos de
tranquilidad, donde los niños se acuestan en colchonetas o descansan de otro modo. Cuando
un niño deja de hacer la siesta, su hora de acostarse por la noche puede adelantarse con
respecto a la etapa anterior.
Etapa escolar y preadolescencia
Los niños en edad escolar necesitan de 10 a 12 horas de sueño nocturno. Los problemas
para irse a la cama pueden obedecer a diversas razones. Los deberes, la práctica de
actividades deportivas extraescolares, la televisión, las computadoras y los juegos de vídeo,
así como horarios familiares caóticos pueden contribuir a que los niños no duerman lo
suficiente.
La falta de sueño puede desencadenar un comportamiento irritable o hiperactivo e impedir
que los niños presten atención en clase. Es importante tener un horario regular para
acostarse, sobre todo en los días lectivos. Asegúrese de dejar suficiente tiempo a su hijo
para que se tranquilice antes de que apague la luz.
Adolescencia
Los adolescentes necesitan de 8,5 a 9,5 horas de sueño por la noche, pero muchos de ellos
no las duermen. Debido a que los centros de estudios empiezan muy pronto y a la
sobrecarga de trabajos escolares, deberes y actividades sociales y extraacadémicas, los
adolescentes suelen tener una falta de sueño de carácter crónico.
Y la falta de sueño se acumula a los largo del tiempo, de modo que una hora menos de
sueño por la noche cada día equivale a una noche entera sin dormir al final de la semana.
Entre otras cosas, la falta de sueño puede producir:
 una reducción de la atención
 una disminución de la memoria a corto plazo
 un rendimiento inconsistente
 retrasos en el tiempo de respuesta
Estos efectos pueden provocar mal carácter, problemas en la escuela, uso de estimulantes y
accidentes de tráfico (más de la mitad de los accidentes de coche “por dormirse al volante”
están provocados por adolescentes).
Los adolescentes también experimentan un cambio en sus patrones de sueño: sus cuerpos
desean permanecer despiertos más tiempo por la noche y despertarse más tarde por la
mañana, lo que generalmente hace que intenten recuperar el sueño perdido durante el fin de
semana. Esta irregularidad en el horario del sueño puede agravar todavía más el problema,
haciendo que acostarse a una hora razonable durante la semana les resulte todavía más
difícil.
En el caso ideal, un adolescente debería acostarse a la misma hora todas las noches y
levantarse a la misma hora todas las mañanas, durmiendo un mínimo de 8 a 9 horas diarias.
Rutinas para la hora de acostarse
Independientemente de la edad que tenga su hijo, establezca una buena rutina para la hora
de acostarse que fomente unos buenos hábitos de sueño. Los siguientes consejos pueden
ayudar a los niños a tener un sueño nocturno reparador:
 Incluya un período para relajarse en la rutina.
 Establezca y cumpla una hora para acostarse, avisando a su hijo dos veces, con
media hora y 10 minutos de antelación.
 Si su hijo es mayor o adolescente, anímele a que siga y mantenga una hora de
acostarse que le permita obtener la cantidad de horas de sueño necesaria para su
edad.
Los niños tienen una rutina previa al momento de irse a la cama que
han ido adquiriendo con el tiempo: la hora del baño, el momento de la
cena, el relax posterior, etc. Sin embargo, a menudo, es necesario llevar
a cabo algunas técnicas que ayudan a relajarlos y a que concilien
el sueño debidamente.
La música
Una forma de relajación muy eficaz es la música. Cantar una nana a
tu pequeño o ponerle música de fondo, suave y calmada, le ayudará a
relajarse y a conciliar el sueño más fácilmente. Es una técnica que
acostumbra a gustar a todos los niños, especialmente cuando son
pequeños.
Los cuentos
Jugar con la imaginación es algo que encanta a los pequeños. Contarles
un cuento es una de las formas de relajación previa al sueño favoritas de
los niños. Por lo general, les encanta imaginarse en un barco de piratas,
en un bosque encantado o en un castillo de princesas. Cuando los niños
son más mayorcitospueden leer un cuento, un libro o un cómic ellos
mismos antes de acostarse.
Los masajes
Son una forma de relajación que alivia al niño del estrés que genera
diariamente. Los masajes ayudan a regular y reforzar las funciones
respiratorias, circulatorias y gastrointestinales del pequeño. Son una
manera de comunicarse de forma afectiva con el niño y proporcionarle
una relajación muscular que le inducirá al sueño.
La luz
Disponer de una iluminación adecuada en la habitación del
niño resulta fundamental para recrear un lugar de descanso para
ayudar al niño a dormir mejor. A menudo, los pequeños temen la oscur
idad y piden dormir con una luz encendida. En este caso, una buena
solución es disponer de una lucecita que ilumine poco pero que les
tranquilice en este sentido para que pueda dormir sin miedo a la
oscuridad.

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  • 1. Todo sobre sueño El sueño -o su falta- es probablemente el aspecto más discutido sobre el cuidado del bebé. Los padres primerizos descubren su fundamental importancia durante las primeras semanas y meses de vida del bebé. La calidad y la cantidad del sueño de un lactante afectan al bienestar de toda la familia. Las peleas que giran alrededor del sueño es muy raro que terminen cuando el niño pasa de la cuna a la cama. Solo cambian de forma. En vez de tener que alimentarlo a las 3 de la madrugada, se pasa a las pesadillas y a las peticiones de agua a media noche. Entonces, ¿cómo conseguir que su hijo se meta en la cama a pesar de sus llantos, gritos, tácticas de evasión y súplicas? ¿Cómo debe responder cuando su hijo le despierta a media noche? ¿Y cuánto necesitan dormir los niños? ¿Cuánto sueño es suficiente? Todo depende de la edad el niño. Los gráficos que indican las horas de sueño que suele requerir un lactante o un niño de 2 años pueden generar dudas y preocupaciones en los padres, al no tener en cuenta las diferencias individuales. Estas cifras no son más que simples promedios de grupos extensos de niños de edades concretas. No existe un número mágico de horas requeridas por todos los niños de un grupo de edad en concreto. Sarah, de dos años, puede dormir de 8:00 de la tarde a 8:00 de la mañana, mientras que Johny, también de dos años, está igual de alerta al día siguiente después de dormir de 9:00 de la noche a 6:00 de la mañana. De todos modos, el sueño es muy importante para el bienestar de los niños. La relación existente entre la falta de sueño y el comportamiento del niño no siempre es evidente. Cuando un adulto está cansado, puede estar irritable y/o tener muy poca energía, pero un niño puede volverse hiperactivo, antipático y presentar comportamientos extremos. La mayoría de necesidades de sueño caen dentro de un margen predecible de horas según la edad del niño, pero cada niño es un ser único con sus propias y específicas necesidades de sueño.
  • 2. He aquí algunas cifras aproximadas de horas de sueño en función de la edad, acompañadas de tácticas para favorecer el sueño adaptadas a cada grupo de edad. Bebés (hasta los 6 meses) No existe una fórmula para el sueño en los recién nacidos porque sus relojes internos todavía no están completamente desarrollados. Por lo general, duermen o dormitan de 16 a 20 horas al día, divididas por igual entre el día y la noche. Los padres deben despertar a sus recién nacidos cada 3 o 4 horas hasta que se estabilice su ganancia de peso, lo que suele ocurrir aproximadamente a las dos semanas del nacimiento. A partir de ese momento, no pasa nada si un bebé duerme durante períodos de tiempo más largos. Pero no se ilusione demasiado pronto: la mayoría de lactantes no duermen durante mucho tiempo seguido porque los despierta el hambre. Pasadas las dos primeras semanas, los lactantes pueden dormir hasta 4 o 5 horas seguidas; esta es la cantidad aproximada de tiempo que sus pequeños estómagos pueden aguantar sin recibir alimento entre tomas consecutivas. Si un bebé duerme durante mucho tiempo seguido por la noche, probablemente querrá mamar o tomar el biberón más a menudo durante el día. Justo cuando los padres piensan que dormir toda la noche de un tirón parece un sueño inalcanzable, las horas de sueño del bebé empiezan a concentrarse en mayor medida por la noche. A los 3 meses, un bebé promedio duerme unas 13 horas en cada período de 24 horas (4 o 5 horas de sueño durante el día, repartidas en varias siestas, y de 8 a 9 horas de sueño por la noche, generalmente con una o dos interrupciones). Aproximadamente el 90% de los bebés de esta edad duerme más por la noche, durante períodos de 5 a 6 horas de duración. Pero es importante saber que los bebés no siempre están despiertos cuando suenan como si lo estuvieran; pueden llorar y hacer todo tipo de ruidos durante el sueño ligero. Incluso, si se despiertan por la noche, es posible que solo pasen unos minutos despiertos antes de volver a conciliar el sueño por sí solos. Si un bebé de menos de 6 meses sigue llorando, usted deberá atenderlo. Es posible que el bebé esté realmente incómodo: hambriento, mojado, frío o incluso enfermo. Pero el hecho de levantar al bebé por la noche para cambiarlo o alimentarlo debería ser un proceso lo más rápido y silencioso posible. No le aporte ningún estímulo innecesario como hablar, jugar o encender la luz. Fomente la idea de que la noche es para dormir. Es usted quien debe trasmitirle esta disciplina y enseñarle a dormirse solo por la noche, ya que a los bebés nunca les importa qué hora es siempre y cuando se satisfagan sus necesidades.
  • 3. Idealmente, se debe colocar al bebé en la cuna antes de que se duerma. Y no es demasiado pronto para establecer una rutina sencilla para la hora de dormir. Cualquier actividad relajante llevada a cabo con regularidad y siguiendo el mismo orden cada noche, puede formar parte de la rutina. Su bebé asociará esas actividades con la hora de dormir y le ayudarán a tranquilizarse. El objetivo consiste en que el bebé sepa dormirse de forma independiente y que aprenda a calmarse y a volverse a dormir en caso de que se despierte a media noche. De 6 a 12 meses A los 6 meses, un lactante duerme unas 3 horas durante el día y aproximadamente de 9 a 11 horas por la noche. A esta edad, usted puede empezar a modificar su respuesta cuando el bebé se despierte y llore por la noche. Puede dejar al bebé un poco más de tiempo para que se calme por sí solo y vuelva a quedarse dormido. Si no lo consigue, tranquilícelo sin levantarlo en brazos (hablándole con suavidad, acariciándole o frotándole la espalda) y luego márchese de la habitación del bebé, a menos que parezca enfermo. Cuando un bebé está enfermo necesita que lo levanten en brazos y lo cuiden. Si el bebé no parece enfermo y continúa llorando, la próxima vez usted podrá esperar un poco más para repetir la breve visita a su habitación. Entre los 6 y los 12 meses, la ansiedad de separación, una fase normal del desarrollo, entra en juego. Pero las reglas sobre cómo reaccionar ante los despertares nocturnos del pequeño seguirán siendo las mismas cuando su hijo cumpla un año. Intente no levantarlo en brazos, encender la luz, cantarle, hablarle, jugar con él ni alimentarle. Todas estas actividades no permiten que el pequeño aprenda a dormirse solo y fomentan los despertares nocturnos. De 1 a 3 años En las edades comprendidas entre el primer y el tercer cumpleaños, la mayoría de los niños duermen un promedio de 10 a 13 horas por la noche. La ansiedad de separación o sencillamente las ganas de estar despierto con papá y mamá (y de no perderse de nada), pueden llevar a un niño a no quererse dormir por la noche. Y lo mismo puede conseguir la tendencia a llevar la contra propia de los niños de esta edad. Los padres a veces cometen el error de pensar que, si mantienen a su hijo despierto hasta tarde, estará más cansado a la hora de dormir. De hecho, a un niño puede costarle más conciliar el sueño cuando está demasiado cansado. Establezca horarios regulares para la siesta y la hora de acostarse por la noche. Aunque la mayoría de niños de esta edad hacen la siesta durante el día, no debe forzar a su hijo a hacerla. Pero es importante que programe un período de tiempo para que se relaje y repose, aunque su hijo prefiera no dormir.
  • 4. Establecer una rutina para la hora de acostarse ayuda a los niños a relajarse y prepararse para dormir. Para un niño de 1 a 3 años, la rutina puede durar de 15 a 30 minutos e incluir actividades tranquilizadoras, como leerles un cuento, bañarlos o escuchar música relajante. Independientemente del ritual nocturno que elija, su hijo probablemente insistirá en que sea el mismo todas las noches. Pero no permita que los rituales se alarguen demasiado ni que sean demasiado complicados. En la medida de lo posible, permita que su hijo escoja entre algunas alternativas de la rutina: qué pijama ponerse, qué muñeco de peluche llevarse a la cama, que música escuchar. Estas decisiones darán a su pequeño la sensación de que controla en cierto modo la rutina. Pero incluso los niños que duermen mejor pueden despertarse y llamar a sus padres por la noche. La salida de los dientes y los sueños pueden despertar a los niños de esta edad. Los sueños activos empiezan en esta etapa y pueden resultar realmente alarmantes para unos niños tan pequeños. Las pesadillas, en concreto, asustan mucho a los niños de esta edad, que todavía no distinguen entre realidad e imaginación. (Por lo tanto, seleccione atentamente los programas de televisión que ve su hijo antes de acostarse, en el caso de que vea alguno.) Consuele o tranquilice a su hijo, abrazándolo cuando le despierta un sueño o una pesadilla. Permita que le hable sobre el sueño si quiere hacerlo y permanezca a su lado hasta que se calme. Luego anímele a que vuelva a conciliar el sueño en cuanto sea posible. Etapa preescolar (de 3 a 5 años) Los niños en etapa preescolar necesitan aproximadamente de 10 a 12 horas de sueño nocturno. Un niño de esta edad que duerma lo suficiente por la noche, puede no necesitar hacer la siesta durante el día. Esta puede ser sustituida por un período de tranquilidad y reposo. En la mayoría de guarderías y jardines de infantes se establecen breves períodos de tranquilidad, donde los niños se acuestan en colchonetas o descansan de otro modo. Cuando un niño deja de hacer la siesta, su hora de acostarse por la noche puede adelantarse con respecto a la etapa anterior. Etapa escolar y preadolescencia Los niños en edad escolar necesitan de 10 a 12 horas de sueño nocturno. Los problemas para irse a la cama pueden obedecer a diversas razones. Los deberes, la práctica de actividades deportivas extraescolares, la televisión, las computadoras y los juegos de vídeo, así como horarios familiares caóticos pueden contribuir a que los niños no duerman lo suficiente.
  • 5. La falta de sueño puede desencadenar un comportamiento irritable o hiperactivo e impedir que los niños presten atención en clase. Es importante tener un horario regular para acostarse, sobre todo en los días lectivos. Asegúrese de dejar suficiente tiempo a su hijo para que se tranquilice antes de que apague la luz. Adolescencia Los adolescentes necesitan de 8,5 a 9,5 horas de sueño por la noche, pero muchos de ellos no las duermen. Debido a que los centros de estudios empiezan muy pronto y a la sobrecarga de trabajos escolares, deberes y actividades sociales y extraacadémicas, los adolescentes suelen tener una falta de sueño de carácter crónico. Y la falta de sueño se acumula a los largo del tiempo, de modo que una hora menos de sueño por la noche cada día equivale a una noche entera sin dormir al final de la semana. Entre otras cosas, la falta de sueño puede producir:  una reducción de la atención  una disminución de la memoria a corto plazo  un rendimiento inconsistente  retrasos en el tiempo de respuesta Estos efectos pueden provocar mal carácter, problemas en la escuela, uso de estimulantes y accidentes de tráfico (más de la mitad de los accidentes de coche “por dormirse al volante” están provocados por adolescentes). Los adolescentes también experimentan un cambio en sus patrones de sueño: sus cuerpos desean permanecer despiertos más tiempo por la noche y despertarse más tarde por la mañana, lo que generalmente hace que intenten recuperar el sueño perdido durante el fin de semana. Esta irregularidad en el horario del sueño puede agravar todavía más el problema, haciendo que acostarse a una hora razonable durante la semana les resulte todavía más difícil. En el caso ideal, un adolescente debería acostarse a la misma hora todas las noches y levantarse a la misma hora todas las mañanas, durmiendo un mínimo de 8 a 9 horas diarias. Rutinas para la hora de acostarse Independientemente de la edad que tenga su hijo, establezca una buena rutina para la hora de acostarse que fomente unos buenos hábitos de sueño. Los siguientes consejos pueden ayudar a los niños a tener un sueño nocturno reparador:  Incluya un período para relajarse en la rutina.
  • 6.  Establezca y cumpla una hora para acostarse, avisando a su hijo dos veces, con media hora y 10 minutos de antelación.  Si su hijo es mayor o adolescente, anímele a que siga y mantenga una hora de acostarse que le permita obtener la cantidad de horas de sueño necesaria para su edad. Los niños tienen una rutina previa al momento de irse a la cama que han ido adquiriendo con el tiempo: la hora del baño, el momento de la cena, el relax posterior, etc. Sin embargo, a menudo, es necesario llevar a cabo algunas técnicas que ayudan a relajarlos y a que concilien el sueño debidamente. La música Una forma de relajación muy eficaz es la música. Cantar una nana a tu pequeño o ponerle música de fondo, suave y calmada, le ayudará a relajarse y a conciliar el sueño más fácilmente. Es una técnica que acostumbra a gustar a todos los niños, especialmente cuando son pequeños. Los cuentos Jugar con la imaginación es algo que encanta a los pequeños. Contarles un cuento es una de las formas de relajación previa al sueño favoritas de los niños. Por lo general, les encanta imaginarse en un barco de piratas, en un bosque encantado o en un castillo de princesas. Cuando los niños son más mayorcitospueden leer un cuento, un libro o un cómic ellos mismos antes de acostarse. Los masajes Son una forma de relajación que alivia al niño del estrés que genera diariamente. Los masajes ayudan a regular y reforzar las funciones respiratorias, circulatorias y gastrointestinales del pequeño. Son una manera de comunicarse de forma afectiva con el niño y proporcionarle una relajación muscular que le inducirá al sueño. La luz Disponer de una iluminación adecuada en la habitación del niño resulta fundamental para recrear un lugar de descanso para ayudar al niño a dormir mejor. A menudo, los pequeños temen la oscur idad y piden dormir con una luz encendida. En este caso, una buena solución es disponer de una lucecita que ilumine poco pero que les tranquilice en este sentido para que pueda dormir sin miedo a la oscuridad.