En un barrio pobre, los habitantes vivían indiferentes entre sí hasta que un soñador, a pesar de ser considerado vago, les motiva a unirse y celebrar una gran fiesta para salir de su miseria. A través de este evento, los vecinos descubren la importancia de la unión y la ayuda mutua, superando así su apatía. La historia resalta que el hambre no solo es física, sino también emocional, instando a cuidar de los demás.