El documento presenta varios milagros eucarísticos reconocidos por la Iglesia Católica, incluyendo la conversión de hostias en carne y sangre humana en Lanciano, Italia en el siglo VIII; la adoración de una mula a la Eucaristía en Rímini, Italia por San Antonio de Padua; y la aparición de una cruz sobre un altar durante una misa celebrada para un rey moro en Caravaca de la Cruz, España, lo que llevó a conversiones.