El documento describe cómo 19 años después del huracán Mitch, los ecosistemas en el norte de Nicaragua siguen sufriendo los efectos. Los ríos cambiaron su curso y fluye más rápido, lo que afecta la agricultura y el agua subterránea. La vida acuática se redujo en un 70% y los árboles y bosques ya no retienen el agua como antes. Además, el nivel freático se profundizó, lo que dificulta extraer agua y provoca escasez en varias comunidades.