El documento enfatiza que las batallas espirituales no deben ser luchadas con nuestras propias fuerzas, sino a través del poder del Espíritu Santo, quien garantiza la victoria en nuestras vidas. Se exhorten a los creyentes a mantener la fe, la dependencia en Dios y a recordar que la guerra no es nuestra, sino de Dios. También se menciona la importancia de una relación íntima con Dios y cómo la renovación comienza al entregarle nuestros problemas y permitir que Él actúe.