Con estas luces 
por Kenneth Marrantz 
Introducción 
Para entender la importancia del libro álbum, debemos tener presente que se constituye 
como un género específico y que promueve una relación entre los conceptos instruir y 
entretener. 
El presente artículo, plantea una revisión de la idea que se ha venido manejando del libro 
como generador de conocimiento unívoco. Además, reflexiona sobre el diálogo que se da 
entre el texto y la imagen. 
Se estudian las particularidades de este género, con respecto a la doble narrativa que se 
sostiene entre imágenes y textos. Los significados de la imagen surgen del color, la forma, la 
textura y el detalle de cada una. Así, éstas, sugieren un “deleite estético” que se convierte 
en una herramienta narrativa que opera simultáneamente con el discurso escrito para 
ofrecer un sentido final en conjunto. Este ensayo revisa de qué manera ambos discursos 
pueden converger en la lectura. 
Este ensayo fue publicado como introducción al libro: The Art of Children’s Picture Book. A 
selective Reference Guide. Editado por Garland Publishing, New York, 1995. 
Un Libro como éste, presentado de esta manera, podría (así lo espero) servir para 
atraer a los niños talentosos, para qué el hecho de ir a la escuela no les parezca un 
tormento, sino más bien, una experiencia agradable. Pues, es obvio que los niños 
(aún desde su temprana infancia) se deleitan con las Ilustraciones, y gustosamente 
se complacen con estas luces. Bien valdría la pena haber realizado tal obra si 
logramos ahuyentar a los espantapájaros de los Jardines de la Sabiduria. 
El Orbis Pictus 
John Amos Comenius, 1657 
Desde que Comenius c reó lo que frec uentemente se ha llamado “el primer libro 
álbum para niños”, hac e ya 300 años, nuestros jardines aún están plagados de 
espantapájaros. A pesar de que durante este siglo, se ha prestado cada vez más 
atención a las ilustraciones de los libros infantiles, la mayoría de las inquietudes
parecieran inclinarse hacia la forma, el tamaño y la vestimenta de estos 
espantapájaros, y no se ha reflexionado acerca del daño que puede causar su 
presencia en nuestro jardín. Según mi punto de vista, los libro álbum deberían 
percibirse y valorarse como una forma de arte visual y no como arte literario. 
Insistir en estudiarlos como literatura, nos lleva a apreciar las ilustraciones, en 
primera instancia, desde su relación con el texto, más como simples asistentes que 
como símbolos con personalidad propia. Si permanecemos sujetos al texto, 
dejamos de sacar el máximo provecho a las propiedades visuales, que Comenius 
identificó como generadoras de nuestro deleite. 
Los seres humanos han creado pinturas durante miles de años. Han optado por 
dibujar algunos de los sentimientos, temores y deseos que habitan su psique. 
Dejaron trazos en las paredes, en huesos y piedras, en cueros de animales y en el 
yeso de las tumbas. Estas pinturas nos cuentan historias; en otras palabras, 
iluminan e ilustran sueños o vivencias. Ya sea una pintura del Renacimiento italiano 
que describe la adoración de los Reyes Magos, o un dibujo de los indios americanos 
batallando con soldados cara-pálida, las imágenes inducen hacía una narrativa 
visual. En la medida en que fueron evolucionando los libros en el mundo occidental, 
las ilustraciones también se utilizaron para ayudar a contar cuentos, para realzar 
visualmente lo que el texto sólo sugiere de forma general. 
La historia del libro, así como la de cualquier actividad humana, es una historia 
compleja que exige una investigación acerca de las fuerzas económicas, políticas, 
artísticas y tecnológicas que operan dentro de cada cultura. Obviamente, sin la 
evolución de la tipografía, no hubiera sido posible la producción masiva; sin la 
Revolución Industrial no hubiera existido el público lector capaz de consumir esa 
gran afluencia de libros que la tecnología hizo posible, y si los jóvenes no se 
hubieran emancipado del mundo laboral de los adultos, no habría existido la 
necesidad de crear libros para niños. La gran cantidad de historias de la literatura 
infantil indica una evolución que va desde los libros diseñados especialmente para 
inculcar valores morales y generar ciertas conductas, hasta aquellos que, hacia 
fines del siglo XIX, comenzaron a entender lo que significaba para los jóvenes del 
deleite estético, aquél sobre el cual escribió Comenius. En realidad, el verdadero 
padre del libro álbum es Randolph Caldecott, porque sus libros presentaban dibujos 
vivaces acompañados por textos sencillos, creados para entretener y no para 
instruir. Mientras que el Orbis Pictus de Comenius era más bien, un libro de texto 
ilustrado. Con Caldecott y artistas como Crane y Potter, la Inglaterra victoriana fue 
el motor cultural que impulsó este tipo de libro en nuestro siglo.
El momentum inicial que tuvieron los libros álbum disminuyó, y no fue hasta el 
período entre las dos Guerras Mundiales, cuando el libro álbum retomó la vitalidad 
de su más temprana Edad Dorada. Entonces una descarga de energía iluminó toda 
una nueva époc a de produc tividad. La “ac tualidad” de esta produc tividad y la 
profundidad de un potencial que no ha sido advertido, es lo que continúa 
estimulando nuestra curiosidad y provocando nuestras especulaciones acerca de 
estos objetos de arte. A través de los años, estas investigaciones han servido para 
ayudarnos a identificar las propiedades que caracterizan al género, lo que ha hecho 
posible una crítica más constructivista que la de la mayoría de los escrit ores 
contemporáneos. 
Se debe comenzar con un punto de vista, un contexto psicológico y un marco de 
referencia consciente. Cuando visitamos un museo de arte, estamos preparados 
para responder ante los objetos c omo si fueran “objetos de arte”, sea lo que sea 
que se entienda por esto. En realidad, para aprec iarlos, c reamos “reglas” distintas a 
aquéllas que utilizamos para responder a otro tipos de objetos como herramientas, 
automóviles o estampillas. Por lo tanto, es fundamental estar muy claros acerca de 
qué es un libro álbum. Para diferenciarlo de otros objetos similares, podría ser útil 
imaginarnos una línea que uno de sus extremos tiene una novela típica, es decir, 
un libro cuyas paginas están exclusivamente llenas de palabras impresas. Al otro 
extremo de esta línea imaginaria, hay un libro totalmente carente de texto, uno que 
transmite su mensaje (generalmente un cuento) utilizando solo imágenes. En el 
medio de la esta línea imaginaria, hay volúmenes que tienen una sola ilustración 
(en la portada), algunos que emplean viñetas a principio o al final de cada capítulo, 
otros que tienen imágenes ocasionales a página completa que realzan eventos 
particulares o delinean personajes presentes en la narrativa, y unos pocos que 
insertan una variedad de ilustraciones a lo largo del libro. En estos ejemplos, es 
posible eliminar las ilustraciones y tener todavía una obra literaria coherente y 
completamente satisfactoria. Artistas como Doré, Picasso, Matisse, Eichenberg, 
Moser, Shahn y Baskin, han contribuido con dibujos, esbozos y grabados en 
madera, para ilustrar poemas y cuentos. En realidad, la historia del libro está llena 
de ejemplos de obras ilustradas, y por supuesto, esta práctica continúa. 
Nuestras convenciones culturales nos han condicionado a leer este tipo de libros 
como textos literarios, y al hacerlo aplicamos criterios específicos; también, nos 
hemos acostumbrado a apreciar el arte visual como una forma separada, como 
objetos estéticos individuales. Se ha convertido en práctica común que los 
coleccionistas separen las ilustraciones de algunas de estas obras y las traten como 
cualquier otra pintura salida del estudio de algún artista: montándolas en
bastidores, enmarcándolas y colgándolas en la pared. Esas imágenes no pierden 
valor artístico al ser separadas del texto que ilustraron. En años recientes, se ha 
desarrollado una prác tic a paralela que c onsiste en tratar las obras “originales” de 
los artistas de libros álbum de la misma manera. 
Si el artista creó una serie de acuarelas para ilustrar una fábula tradicional, por 
ejemplo, cada una de ellas puede ser montada en un bastidor enmarcada y 
colgada. Seguramente la pintura tiene cualidades capaces de evocar respuestas 
estéticas, sin embargo, son formas incompletas, han sido apartadas del contexto de 
su diseño original. Un libro álbum, a diferencia de un libro ilustrado, es concebido 
como una unidad. Conforma una totalidad integrada por todas y cada una de sus 
partes –portadas, guardas, tipografía, e imágenes- diseñadas como una secuencia 
cuyas relaciones internas son cruciales para la comprensión del libro. Como cada 
grabado extraído de la plancha de cobre del artista, cada libro tiene un profundo 
sentido como obra de arte original. Todo lo que precedió a su impresión –y existen 
muchos pasos en este proceso- son solamente los medios para llegar a ese fin. 
Por lo tanto, para poder apreciar un libro álbum debemos comenzar por 
considerarlo como un todo, cuyo conjunto de propiedades lo diferencia de otros 
objetos. Sin embargo, para complicar un poco el asunto, dentro de la familia de los 
libro álbum existen varios parientes que se escapan a esta perspectiva. Hay 
colecciones de poemas y fábulas cuya lógica de organización es muy distinta a la de 
un cuento. Igual que aquellas colecciones de nociones o conceptos como colores, 
herramientas o flores, que no exigen un marco tan estructurado como el de la 
narrativa. Los alfabetos y los libros de números pueden o no tener tal marco, 
dependiendo de su principio de organización o de su época, pero sí poseen una 
lógica secuencial basada en sus definiciones como componentes lingüísticos o 
numéricos. Además, existen las colecciones de rompecabezas y libros de 
información que nos hablan de cómo funcionan las cosas o nos llevan al campo 
para que aprendamos sobre la naturaleza. Todos t ienen en común la narrativa 
gemela que caracteriza al libro álbum: la formada por palabras y la formada por 
imágenes. 
Todos los libros álbum narran cuentos. Y todos los cuentos comenzaron siendo 
narrados por un cuenta-cuentos. AL ser transcritas, se pierde la voz y con ella, la 
forma idiosincrática que tiene cada cuenta-cuentos de hacer del cuento algo 
especial. El ilustrador reemplaza al cuenta-cuentos, y las imágenes se convierten 
simbólicamente en la voz que comunica ciertas cualidades especiales del significado 
que el lenguaje con frecuencia, no puede transmitir. Si reunimos, como ejemplo, 
las imágenes de los muchos ratones que han sido personajes centrales en libros
álbum. Identificaremos cómo el ilustrador, gracias al uso de la línea y el color, 
puede convertir una palabra –ratón en este caso- en jefes valientes, en artistas 
elocuentes o en oradores-. Al evaluar libros álbum, nos fijamos en las 
particularidades de esa voz simbólica de la misma forma en la que nos detenemos a 
esc uc har la “interpretac ión” que hace un solista o un grupo determinado de alguna 
composición de música popular. ¿Qué hace a esa versión especial y de qué manera 
nos afecta? 
Debido a que el libro álbum es más un objeto de arte visual que una obra literaria, 
para su selección debemos centrarnos más en los atributos visuales que en el 
texto. Claro que esta afirmación es relativa, puesto que aún en una obra sin texto, 
el hilo narrativo de las imágenes puede marcar la diferencia entre los libros 
comunes y los más seductores. Sin embargo, los libros álbum son un almacén tan 
rico del arte visual, y son tan accesibles en comparación con las muestras 
resguardadas en galerías y museos, que pienso que deberían ser aprovechados al 
máximo. Tal vez la cualidad más inmediata del libro-álbum es su carácter artesanal. 
¿Usted se convencería de que las figuras pueden tener múltiples significados 
dependiendo de la forma en la que están dispuestas? Esto no es del todo, asunto de 
naturalismo. El uso que le da Lionni a formas relativamente sencillas, recortadas en 
papel, para crear pájaros, ratones y caimanes es muy convincente. Aunque a 
veces, podamos distraernos con el papel estampado que utiliza, nuestra atención 
no se detiene en los medios de producción y llegamos a ser verdaderos creyentes 
de la realidad de los personajes, tal como lo hacemos cuando tomamos el velero 
mágic o de Sendak para visitar los “monstruos”. Al selec c ionar libros, debemos 
escoger aquéllos que nos lleven más allá del reconocimiento superficial del medio y 
del nombramiento de los objetos representados en el reino espiritual del cuento. 
Me refiero al contenido expresivo del libro, a la carga de efectos que se relaciona 
más c on el “c ómo” se c omunic a el autor que c on el “qué” c omunic a. Más allá de los 
huesos desnudos del argumento, ¿de qué manera se utilizan los detalles en las 
ilustraciones para añadir textura, y hasta sub-tramas, para que el ojo busque 
claves en páginas posteriores, a partir de guiños anteriores? En Twelve Days of 
Christmas (Los doce días de Navidad), Knight se vale de las imágenes para ofrecer 
al lector información que va más allá del texto: las andanzas del mapache narradas 
en la rima clásica se enriquecen con la puesta en escena de la ilustración. Así, la 
interpretación añade aún más goce a una historia que ya es de por sí vivaz. El color 
manipula nuestras emociones de la misma manera como las cuerdas del titiritero 
mueven las extremidades de una marioneta. Los distintos tonos de azul que usa 
Shulveitz en Dawn crean cambios en el estado de ánimo casi imperceptibles en el
texto. Van Allsburg utiliza ángulos inusuales como artificio para sumergirnos en sus 
mundos surrealistas. Tales herramientas artísticas se encuentran a la disposición de 
todos, pero son pocos los ilustradores que las utilizan. 
Si bien es tentador valernos de reglas formales para evaluar libros-álbum, crear 
cánones para hacer ilustraciones y diseños o categorizar y medir cada obra, hacerlo 
implicaría cercenar la riqueza que subyace en cada respuesta personal. Sin 
embargo, en la actualidad, los especialistas suelen caer en esta trampa a la hora de 
reseñar y dejan al margen el impacto estético del libro. En una narrativa visual, uno 
esperaría encontrar humor, compasión, misterio, belleza, repulsión: es el contenido 
expresivo lo que nos lleva a escoger un libro. Existe una carga de significados que 
Anthony Browne introduce en su versión de Hansel and Gretel, cuando representa a 
la mamá y a la bruja muy parecidas. Más aún, su uso de elementos verticales es un 
motivo simbólico que actúa sobre nuestro inconsciente para añadir textura al 
significado visual del relato. La audacia de situar la obra en tiempos modernos nos 
obliga a tratar con el contenido de una forma no tradicional. Estos son ejemplos de 
un artista que intencionalmente, maneja claves dentro de su obra, que debemos 
intuir si es que queremos lograr una lectura que vaya más allá de lo superficial. El 
contenido de la historia permanece básicamente, dentro de los parámetros 
tradic ionales. Pero el “c ómo” se c uenta, expresa una visualizac ión propia del autor; 
es decir, cómo se crea la narrativa visual es lo que, verdaderamente haca la 
diferencia. Por supuesto, no hay razón para creer que a un lo tiene que gustar un 
libro álbum luego de haber descubierto su propuesta. El gusto es uno de los 
derechos más personales que tenemos. 
Como con cualquier otra forma de arte, la respuesta (llamémosla recepción, 
apreciación o evaluación, o incluso crítica) es un asunto complicado que exige 
experiencia para que adquiera valor personal. Debido a que muchos de nosotros 
hemos sido criados para percibir los libros como templos de la palabra, nuestra 
sensibilidad para el arte visual no ha tenido oportunidad de desarrollarse. El tipo de 
análisis que proponemos no es automático es más bien, una sencilla forma de 
advertir algunas de las múltiples posibilidades que ofrecen los libros álbum. Ellos 
están a nuestra disposición para que nos involucremos, para que aprendamos de 
ellos y en consecuencia, para que los disfrutemos. Muchos libros se han creado 
para ayudar a quienes desean ser educados. 
Estaría totalmente de acuerdo con Comenius c uando esc ribe que “bien valdría la 
pena haber realizado la obra”, si lográramos involuc rarnos c on libros -álbum que 
sean c apac es de c ausar tanto deleite, no sólo en los “niños talentosos”, sino en 
todos nosotros.
Kenneth Marrantz 
Profesor de arte de la Universidad Estatal de Ohio en Columbus.

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2.con estas luces

  • 1. Con estas luces por Kenneth Marrantz Introducción Para entender la importancia del libro álbum, debemos tener presente que se constituye como un género específico y que promueve una relación entre los conceptos instruir y entretener. El presente artículo, plantea una revisión de la idea que se ha venido manejando del libro como generador de conocimiento unívoco. Además, reflexiona sobre el diálogo que se da entre el texto y la imagen. Se estudian las particularidades de este género, con respecto a la doble narrativa que se sostiene entre imágenes y textos. Los significados de la imagen surgen del color, la forma, la textura y el detalle de cada una. Así, éstas, sugieren un “deleite estético” que se convierte en una herramienta narrativa que opera simultáneamente con el discurso escrito para ofrecer un sentido final en conjunto. Este ensayo revisa de qué manera ambos discursos pueden converger en la lectura. Este ensayo fue publicado como introducción al libro: The Art of Children’s Picture Book. A selective Reference Guide. Editado por Garland Publishing, New York, 1995. Un Libro como éste, presentado de esta manera, podría (así lo espero) servir para atraer a los niños talentosos, para qué el hecho de ir a la escuela no les parezca un tormento, sino más bien, una experiencia agradable. Pues, es obvio que los niños (aún desde su temprana infancia) se deleitan con las Ilustraciones, y gustosamente se complacen con estas luces. Bien valdría la pena haber realizado tal obra si logramos ahuyentar a los espantapájaros de los Jardines de la Sabiduria. El Orbis Pictus John Amos Comenius, 1657 Desde que Comenius c reó lo que frec uentemente se ha llamado “el primer libro álbum para niños”, hac e ya 300 años, nuestros jardines aún están plagados de espantapájaros. A pesar de que durante este siglo, se ha prestado cada vez más atención a las ilustraciones de los libros infantiles, la mayoría de las inquietudes
  • 2. parecieran inclinarse hacia la forma, el tamaño y la vestimenta de estos espantapájaros, y no se ha reflexionado acerca del daño que puede causar su presencia en nuestro jardín. Según mi punto de vista, los libro álbum deberían percibirse y valorarse como una forma de arte visual y no como arte literario. Insistir en estudiarlos como literatura, nos lleva a apreciar las ilustraciones, en primera instancia, desde su relación con el texto, más como simples asistentes que como símbolos con personalidad propia. Si permanecemos sujetos al texto, dejamos de sacar el máximo provecho a las propiedades visuales, que Comenius identificó como generadoras de nuestro deleite. Los seres humanos han creado pinturas durante miles de años. Han optado por dibujar algunos de los sentimientos, temores y deseos que habitan su psique. Dejaron trazos en las paredes, en huesos y piedras, en cueros de animales y en el yeso de las tumbas. Estas pinturas nos cuentan historias; en otras palabras, iluminan e ilustran sueños o vivencias. Ya sea una pintura del Renacimiento italiano que describe la adoración de los Reyes Magos, o un dibujo de los indios americanos batallando con soldados cara-pálida, las imágenes inducen hacía una narrativa visual. En la medida en que fueron evolucionando los libros en el mundo occidental, las ilustraciones también se utilizaron para ayudar a contar cuentos, para realzar visualmente lo que el texto sólo sugiere de forma general. La historia del libro, así como la de cualquier actividad humana, es una historia compleja que exige una investigación acerca de las fuerzas económicas, políticas, artísticas y tecnológicas que operan dentro de cada cultura. Obviamente, sin la evolución de la tipografía, no hubiera sido posible la producción masiva; sin la Revolución Industrial no hubiera existido el público lector capaz de consumir esa gran afluencia de libros que la tecnología hizo posible, y si los jóvenes no se hubieran emancipado del mundo laboral de los adultos, no habría existido la necesidad de crear libros para niños. La gran cantidad de historias de la literatura infantil indica una evolución que va desde los libros diseñados especialmente para inculcar valores morales y generar ciertas conductas, hasta aquellos que, hacia fines del siglo XIX, comenzaron a entender lo que significaba para los jóvenes del deleite estético, aquél sobre el cual escribió Comenius. En realidad, el verdadero padre del libro álbum es Randolph Caldecott, porque sus libros presentaban dibujos vivaces acompañados por textos sencillos, creados para entretener y no para instruir. Mientras que el Orbis Pictus de Comenius era más bien, un libro de texto ilustrado. Con Caldecott y artistas como Crane y Potter, la Inglaterra victoriana fue el motor cultural que impulsó este tipo de libro en nuestro siglo.
  • 3. El momentum inicial que tuvieron los libros álbum disminuyó, y no fue hasta el período entre las dos Guerras Mundiales, cuando el libro álbum retomó la vitalidad de su más temprana Edad Dorada. Entonces una descarga de energía iluminó toda una nueva époc a de produc tividad. La “ac tualidad” de esta produc tividad y la profundidad de un potencial que no ha sido advertido, es lo que continúa estimulando nuestra curiosidad y provocando nuestras especulaciones acerca de estos objetos de arte. A través de los años, estas investigaciones han servido para ayudarnos a identificar las propiedades que caracterizan al género, lo que ha hecho posible una crítica más constructivista que la de la mayoría de los escrit ores contemporáneos. Se debe comenzar con un punto de vista, un contexto psicológico y un marco de referencia consciente. Cuando visitamos un museo de arte, estamos preparados para responder ante los objetos c omo si fueran “objetos de arte”, sea lo que sea que se entienda por esto. En realidad, para aprec iarlos, c reamos “reglas” distintas a aquéllas que utilizamos para responder a otro tipos de objetos como herramientas, automóviles o estampillas. Por lo tanto, es fundamental estar muy claros acerca de qué es un libro álbum. Para diferenciarlo de otros objetos similares, podría ser útil imaginarnos una línea que uno de sus extremos tiene una novela típica, es decir, un libro cuyas paginas están exclusivamente llenas de palabras impresas. Al otro extremo de esta línea imaginaria, hay un libro totalmente carente de texto, uno que transmite su mensaje (generalmente un cuento) utilizando solo imágenes. En el medio de la esta línea imaginaria, hay volúmenes que tienen una sola ilustración (en la portada), algunos que emplean viñetas a principio o al final de cada capítulo, otros que tienen imágenes ocasionales a página completa que realzan eventos particulares o delinean personajes presentes en la narrativa, y unos pocos que insertan una variedad de ilustraciones a lo largo del libro. En estos ejemplos, es posible eliminar las ilustraciones y tener todavía una obra literaria coherente y completamente satisfactoria. Artistas como Doré, Picasso, Matisse, Eichenberg, Moser, Shahn y Baskin, han contribuido con dibujos, esbozos y grabados en madera, para ilustrar poemas y cuentos. En realidad, la historia del libro está llena de ejemplos de obras ilustradas, y por supuesto, esta práctica continúa. Nuestras convenciones culturales nos han condicionado a leer este tipo de libros como textos literarios, y al hacerlo aplicamos criterios específicos; también, nos hemos acostumbrado a apreciar el arte visual como una forma separada, como objetos estéticos individuales. Se ha convertido en práctica común que los coleccionistas separen las ilustraciones de algunas de estas obras y las traten como cualquier otra pintura salida del estudio de algún artista: montándolas en
  • 4. bastidores, enmarcándolas y colgándolas en la pared. Esas imágenes no pierden valor artístico al ser separadas del texto que ilustraron. En años recientes, se ha desarrollado una prác tic a paralela que c onsiste en tratar las obras “originales” de los artistas de libros álbum de la misma manera. Si el artista creó una serie de acuarelas para ilustrar una fábula tradicional, por ejemplo, cada una de ellas puede ser montada en un bastidor enmarcada y colgada. Seguramente la pintura tiene cualidades capaces de evocar respuestas estéticas, sin embargo, son formas incompletas, han sido apartadas del contexto de su diseño original. Un libro álbum, a diferencia de un libro ilustrado, es concebido como una unidad. Conforma una totalidad integrada por todas y cada una de sus partes –portadas, guardas, tipografía, e imágenes- diseñadas como una secuencia cuyas relaciones internas son cruciales para la comprensión del libro. Como cada grabado extraído de la plancha de cobre del artista, cada libro tiene un profundo sentido como obra de arte original. Todo lo que precedió a su impresión –y existen muchos pasos en este proceso- son solamente los medios para llegar a ese fin. Por lo tanto, para poder apreciar un libro álbum debemos comenzar por considerarlo como un todo, cuyo conjunto de propiedades lo diferencia de otros objetos. Sin embargo, para complicar un poco el asunto, dentro de la familia de los libro álbum existen varios parientes que se escapan a esta perspectiva. Hay colecciones de poemas y fábulas cuya lógica de organización es muy distinta a la de un cuento. Igual que aquellas colecciones de nociones o conceptos como colores, herramientas o flores, que no exigen un marco tan estructurado como el de la narrativa. Los alfabetos y los libros de números pueden o no tener tal marco, dependiendo de su principio de organización o de su época, pero sí poseen una lógica secuencial basada en sus definiciones como componentes lingüísticos o numéricos. Además, existen las colecciones de rompecabezas y libros de información que nos hablan de cómo funcionan las cosas o nos llevan al campo para que aprendamos sobre la naturaleza. Todos t ienen en común la narrativa gemela que caracteriza al libro álbum: la formada por palabras y la formada por imágenes. Todos los libros álbum narran cuentos. Y todos los cuentos comenzaron siendo narrados por un cuenta-cuentos. AL ser transcritas, se pierde la voz y con ella, la forma idiosincrática que tiene cada cuenta-cuentos de hacer del cuento algo especial. El ilustrador reemplaza al cuenta-cuentos, y las imágenes se convierten simbólicamente en la voz que comunica ciertas cualidades especiales del significado que el lenguaje con frecuencia, no puede transmitir. Si reunimos, como ejemplo, las imágenes de los muchos ratones que han sido personajes centrales en libros
  • 5. álbum. Identificaremos cómo el ilustrador, gracias al uso de la línea y el color, puede convertir una palabra –ratón en este caso- en jefes valientes, en artistas elocuentes o en oradores-. Al evaluar libros álbum, nos fijamos en las particularidades de esa voz simbólica de la misma forma en la que nos detenemos a esc uc har la “interpretac ión” que hace un solista o un grupo determinado de alguna composición de música popular. ¿Qué hace a esa versión especial y de qué manera nos afecta? Debido a que el libro álbum es más un objeto de arte visual que una obra literaria, para su selección debemos centrarnos más en los atributos visuales que en el texto. Claro que esta afirmación es relativa, puesto que aún en una obra sin texto, el hilo narrativo de las imágenes puede marcar la diferencia entre los libros comunes y los más seductores. Sin embargo, los libros álbum son un almacén tan rico del arte visual, y son tan accesibles en comparación con las muestras resguardadas en galerías y museos, que pienso que deberían ser aprovechados al máximo. Tal vez la cualidad más inmediata del libro-álbum es su carácter artesanal. ¿Usted se convencería de que las figuras pueden tener múltiples significados dependiendo de la forma en la que están dispuestas? Esto no es del todo, asunto de naturalismo. El uso que le da Lionni a formas relativamente sencillas, recortadas en papel, para crear pájaros, ratones y caimanes es muy convincente. Aunque a veces, podamos distraernos con el papel estampado que utiliza, nuestra atención no se detiene en los medios de producción y llegamos a ser verdaderos creyentes de la realidad de los personajes, tal como lo hacemos cuando tomamos el velero mágic o de Sendak para visitar los “monstruos”. Al selec c ionar libros, debemos escoger aquéllos que nos lleven más allá del reconocimiento superficial del medio y del nombramiento de los objetos representados en el reino espiritual del cuento. Me refiero al contenido expresivo del libro, a la carga de efectos que se relaciona más c on el “c ómo” se c omunic a el autor que c on el “qué” c omunic a. Más allá de los huesos desnudos del argumento, ¿de qué manera se utilizan los detalles en las ilustraciones para añadir textura, y hasta sub-tramas, para que el ojo busque claves en páginas posteriores, a partir de guiños anteriores? En Twelve Days of Christmas (Los doce días de Navidad), Knight se vale de las imágenes para ofrecer al lector información que va más allá del texto: las andanzas del mapache narradas en la rima clásica se enriquecen con la puesta en escena de la ilustración. Así, la interpretación añade aún más goce a una historia que ya es de por sí vivaz. El color manipula nuestras emociones de la misma manera como las cuerdas del titiritero mueven las extremidades de una marioneta. Los distintos tonos de azul que usa Shulveitz en Dawn crean cambios en el estado de ánimo casi imperceptibles en el
  • 6. texto. Van Allsburg utiliza ángulos inusuales como artificio para sumergirnos en sus mundos surrealistas. Tales herramientas artísticas se encuentran a la disposición de todos, pero son pocos los ilustradores que las utilizan. Si bien es tentador valernos de reglas formales para evaluar libros-álbum, crear cánones para hacer ilustraciones y diseños o categorizar y medir cada obra, hacerlo implicaría cercenar la riqueza que subyace en cada respuesta personal. Sin embargo, en la actualidad, los especialistas suelen caer en esta trampa a la hora de reseñar y dejan al margen el impacto estético del libro. En una narrativa visual, uno esperaría encontrar humor, compasión, misterio, belleza, repulsión: es el contenido expresivo lo que nos lleva a escoger un libro. Existe una carga de significados que Anthony Browne introduce en su versión de Hansel and Gretel, cuando representa a la mamá y a la bruja muy parecidas. Más aún, su uso de elementos verticales es un motivo simbólico que actúa sobre nuestro inconsciente para añadir textura al significado visual del relato. La audacia de situar la obra en tiempos modernos nos obliga a tratar con el contenido de una forma no tradicional. Estos son ejemplos de un artista que intencionalmente, maneja claves dentro de su obra, que debemos intuir si es que queremos lograr una lectura que vaya más allá de lo superficial. El contenido de la historia permanece básicamente, dentro de los parámetros tradic ionales. Pero el “c ómo” se c uenta, expresa una visualizac ión propia del autor; es decir, cómo se crea la narrativa visual es lo que, verdaderamente haca la diferencia. Por supuesto, no hay razón para creer que a un lo tiene que gustar un libro álbum luego de haber descubierto su propuesta. El gusto es uno de los derechos más personales que tenemos. Como con cualquier otra forma de arte, la respuesta (llamémosla recepción, apreciación o evaluación, o incluso crítica) es un asunto complicado que exige experiencia para que adquiera valor personal. Debido a que muchos de nosotros hemos sido criados para percibir los libros como templos de la palabra, nuestra sensibilidad para el arte visual no ha tenido oportunidad de desarrollarse. El tipo de análisis que proponemos no es automático es más bien, una sencilla forma de advertir algunas de las múltiples posibilidades que ofrecen los libros álbum. Ellos están a nuestra disposición para que nos involucremos, para que aprendamos de ellos y en consecuencia, para que los disfrutemos. Muchos libros se han creado para ayudar a quienes desean ser educados. Estaría totalmente de acuerdo con Comenius c uando esc ribe que “bien valdría la pena haber realizado la obra”, si lográramos involuc rarnos c on libros -álbum que sean c apac es de c ausar tanto deleite, no sólo en los “niños talentosos”, sino en todos nosotros.
  • 7. Kenneth Marrantz Profesor de arte de la Universidad Estatal de Ohio en Columbus.