El romanticismo surgió en Europa entre fines del siglo XVIII y finales del XIX como una reacción contra el racionalismo y el clasicismo. Inspiraba una visión trágica de la realidad y una fuerte pasión por la libertad individual y nacional. Aunque el neoclasicismo estaba arraigado en España, los emigrados que regresaron de Londres y París trajeron las nuevas ideas románticas. El romanticismo se manifestó de forma similar en Inglaterra, Alemania e Italia, donde promovió el proceso de unificación nacional.