La revolución cristera en México produjo un cambio en la población al restringir la participación de la iglesia católica en la política y la propiedad de bienes, lo que generó una confrontación y daños económicos. El sentimiento de los cristeros y el clero era de desagrado por ser obligados a dejar de oficiar celebraciones y ver los templos destruidos. El presidente Calles suprimió la participación de las iglesias en la vida pública a través de la ley Calles de 1927. Aunque la iglesia