La sociedad feudal se caracteriza por la importancia de la tierra como base del poder económico y su organización en feudos, donde los señores feudales son los propietarios y administradores de justicia. Los campesinos siervos, que no son libres, trabajan las tierras y deben tributar a sus señores. Además, la iglesia católica y el clero también tienen un papel significativo en esta estructura social, actuando como señores feudales y propietarios de tierras.