La vida, muerte y resurrección de Cristo formaron parte del plan de Dios para salvar a la humanidad del pecado. Cristo vivió una vida perfecta y obediente, murió en la cruz para pagar el precio de los pecados de la humanidad, y resucitó al tercer día para vencer el pecado y la muerte. A través de la fe en Cristo, los seres humanos pueden experimentar el perdón, la justificación y la salvación que Dios ofrece.