La crianza consciente implica reconocer cómo nos sentimos en las interacciones con nuestros hijos para responder de manera más saludable y ofrecerles opciones ecológicas. Implica prestar atención a nosotros mismos al mismo tiempo que a los niños. Algunas claves son tomar descansos cuando nos sentimos saturados, dialogar en lugar de aislarnos cuando nos sentimos poco respetados, y darle tiempo a los niños para calmarse cuando tienen miedo.