Cósmica, la gallina cotorra, siempre hablaba sin parar sobre sí misma y sus experiencias pero nunca escuchaba a los demás. Un día, mientras paseaba contando sus historias, su vestido se enganchó y rasgó porque no escuchó la advertencia del perro sobre un objeto punzante en el suelo. Avergonzada, aprendió que debía hablar menos y escuchar más para no perderse información importante.