El documento advierte sobre la importancia de no permitir que crezca la amargura entre los fieles, ya que esto puede afectar a otros. Se menciona a Esaú como un ejemplo de alguien que perdió su bendición por decisiones impulsivas y que, aunque buscó el arrepentimiento, no tuvo éxito. También se enfatiza que los caminos de Dios difieren de los humanos y que rechazar a Dios por nuestros deseos puede tener consecuencias graves.