La Iglesia es una, santa, católica y apostólica según su naturaleza. Es santa porque Cristo se entregó por ella y la purificó, pero aún no goza de una santidad perfecta mientras camina en este mundo expuesta a las tentaciones. Su unidad depende de permanecer unida a Cristo como la vid y sus sarmientos. Cristo pide la unidad de su Iglesia para que el mundo crea en su misión.