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UEMEM “BICENTENARIO”
    2011-2012
    COMPUTACIÓN




Nombre: María
Emilia Briones
Curso:6° “B”
LOS TRES PELOS DE ORO DEL
                          DIABLO
   Erase una vez una mujer muy
    pobre que dio a luz a un niño,
    y nació de pie por lo que le
    dijeron que
    siempre tendría suerte y que
    se casaría con la hija del rey.

   Al poco tiempo el rey llegó al
    pueblo de incógnito por lo que
    nadie supo que era el rey; se
    enteró
    del nacimiento y de la profecía,
    cosa que le molestó mucho y
    pensó cómo deshacerse del
    niño.
   Se ofreció a los padres a cuidar de él y
    darle una educación y los padres se
    negaron, pero les
    ofreció oro y acabaron aceptando por el
    bien de los demás hermanos y, además,
    a aquel niño
    afortunado no podría pasarle nada malo.

   Le entregaron el niño y el rey lo puso
    dentro de una caja, y al llegar al río lo
    dejó a merced de la
    corriente; pero la caja siguió flotando por
    el curso del río hasta llegar a un molino,
    quedando
    atascado en la esclusa de la presa.


   El molinero que vio la caja la alcanzó con un
    palo y la llevó a la orilla y al abrirla descubrió al
    niño
    sano y salvo. Como los molineros no tenían hijos
    se alegraron mucho con el hallazgo y lo cuidaron
    y lo criaron hasta que fue mayor.

   Un día, cuando el rey iba de caza le sorprendió
    una tormenta y se refugió en el molino; al ver al
    muchacho les preguntó a los molineros que si
    era suyo y éstos le explicaron cómo y cuando lo
    habían rescatado del río.

   El rey se dio cuenta de que el muchacho era el
    niño afortunado que había arrojado al río y dijo:

   -¿Podría el muchacho llevar una carta a
    palacio? Le pagaré dos monedas de oro.
   Si lo ordena el rey, así se hará -

   dijo el molinero y ordenó al muchacho que se preparara
    para partir.

   El rey escribió la carta a la reina, y decía:

   "En cuanto llegue alguien con esta carta, ha de ser
    muerto y enterrado sin pérdida de tiempo".

   El muchacho salió con la carta, pero se equivocó de
    camino y ya de noche fue a dar al corazón de
    un enorme bosque. En la negrura del bosque creyó
    percibir un punto de luz y caminó hacia el lugar
    en que brillaba, encontrándose con una cabaña. Dentro
    encontró a una anciana junto al fuego que
    se asustó mucho y dijo:

   -¡Márchate de aquí! Esta es la guarida de unos ladrones y
    cuando vuelvan te matarán.

   -No tengo miedo, sólo tengo tanto sueño que no me
    aguanto ya de pie.

   Y echándose sobre un tarimón junto a la chimenea, se
    durmió.
   Poco después llegaron los ladrones y preguntaron
    quién era el muchacho que allí dormía.

   -¡Pobre! Es un muchacho que se ha perdido por el
    bosque y tiene que entregar una carta a la
    reina.

   Los ladrones abrieron la carta y supieron que el
    muchacho iba a ser asesinado en cuanto llegara;
    entonces el jefe, rompiendo la carta del rey, escribió
    otra en su lugar, diciendo que,
    inmediatamente después de la llegada del joven
    debía ser casado con la hija del rey.

   Lo dejaron tranquilo durmiendo hasta la mañana
    siguiente y cuando despertó le entregaron la carta
    y le indicaron el camino que debía seguir.

   Después de recibir la carta y de leerla, la reina hizo
    como se le ordenaba: mandó organizar una
    gran boda y casó a la princesa con el afortunado
    muchacho.

   Tiempo después el rey volvió a palacio y se enteró
    de que la profecía se había cumplido.
   -¿Cómo es esto? -preguntó-. En mi carta ordenaba
    todo lo contrario.

   Entonces la reina le entregó la carta. Al verla, se dio
    cuenta de inmediato que había sido sustituida
    por otra. Preguntó al muchacho qué había pasado
    con la carta que le diera y por que había traído
    una diferente.

   -Yo no sé nada de eso -respondió el muchacho-. Me
    la debieron cambiar mientras dormía en el
    bosque aquella noche.

   El rey exclamó:

   -Quien quiera tener a mi hija por esposa deberá
    traerme tres pelos de la cabeza del diablo. Si me
    los traes, tuya será para siempre.
   -Espera a que regrese y lo sabrás.

   Y llegó a un gran lago que debía atravesar. El barquero
    le preguntó acerca de su profesión y
    conocimientos:

   -Yo lo sé todo -respondió.

   -Si es así, explícame por qué siempre tengo yo que ir y
    venir sin que nadie venga a relevarme.

   -Espera mi regreso y sabrás -respondió el muchacho.

   Una vez que hubo atravesado el gran lago, encontró la
    puerta del infierno. El interior era negro
    como boca de lobo, pero el diablo no estaba en casa.
    Sin embargo, la abuela estaba allí sentada
    en una mecedora.

   -¿Qué quieres? -le preguntó

   -Quisiera tres pelos de oro del diablo -contestó - de lo
    contrario perderé a mi esposa.

   -Es difícil lo que pides. Cuando el diablo regrese va a
    devorarte, pero como me das pena veré si
    puedo ayudarte.
   -Claro que traeré los tres pelos del diablo. Yo no tengo
    miedo.

   Se despidió y se puso en camino. Su marcha lo
    condujo a una gran ciudad. Al llegar, el centinela lo
    llevó al Alcalde que lo interrogó acerca de su profesión
    y conocimientos.

   -Yo lo sé todo -dijo el muchacho.

   -Entonces podrás hacernos un favor: dinos por qué la
    fuente de nuestra plaza del mercado, de la
    que antes manaba vino, se ha secado y ahora ni
    siquiera da agua.

   -Espera mi regreso y lo sabrás -le contestó .

   Siguió caminando y pronto llegó a otra ciudad, donde
    el centinela le llevó también al Alcalde que le
    preguntó acerca de su profesión y conocimientos.

   -Yo lo sé todo -respondió el muchacho.

   -Si es cierto dinos por qué un árbol de nuestra ciudad
    que antes daba manzanas de oro, ahora no
    echa ni siquiera hojas.
   Lo transformó en hormiga y le dijo:

   -Escóndete entre los pliegues de mi toquilla, ahí
    estarás seguro.

   -Muy bien -dijo el joven-, pero además quisiera saber
    tres cosas: por qué se ha secado una fuente
    de la que manaba vino y ahora ni siquiera da agua; por
    qué un árbol que daba manzanas de oro
    ahora ni siquiera echa hojas y por qué un barquero ha
    de estar siempre remando de una orilla a
    otra sin que nadie vaya a relevarle.

   -Esas son preguntas muy difíciles -respondió la mujer-
    pero quédate quieto y callado y escucha lo
    que dice el diablo cuando yo le arranque los tres pelos.

   Al anochecer el diablo regresó a su casa y en seguida
    dijo

   -Olor a carne humana siento,

   si no me la dan reviento -

   Luego anduvo por todos los rincones buscando algo
    sospechoso pero no encontró nada.
   La abuela le dijo:

   -Te lo parecerá a ti porque siempre llevas en el olfato
    el olor a carne humana, aquí no hay nadie,
    Venga y cena.

     Después de haber comido y bebido le entró sueño y
    recostó su cabeza en el regazo de la abuela.
    Al poco rato se durmió, lanzó unos cuantos resoplidos
    y roncó. Entonces la vieja cogió un pelo de
    oro, lo arrancó y se lo guardó.

   -¡Ay! ¿Pero qué haces? -se quejó el diablo.

   -He tenido una pesadilla -dijo la vieja-. Y te he tirado
    de los pelos.

   -¿Y qué has soñado? -preguntó el diablo.

   -He visto en sueños que en la plaza de un pueblo
    había una fuente de la que mandaba vino y de
    pronto se secó y no brotaban de ella ni siquiera unas
    gotas de agua. ¿Cómo se explica eso?

   -¡Je, je, je! ¡Si lo supieses! Bajo una piedra de la
    fuente se ha metido un sapo; si lo mataran, el vino
    volvería a brotar.
   - Se volvió a recostar y se volvió a dormir y roncar
    profundamente.

   Entonces, le arrancó el segundo pelo.

   -¡Ay! ¿Qué haces? -preguntó el diablo.

   -No te enfades. Ha sido otro sueño.

   ¿Y qué has soñado esta vez?

   -He soñado con una ciudad donde había un árbol que siempre
    daba manzanas de oro y al que
    ahora ni siquiera le brotan hojas. ¿Cuál puede ser la causa?

   -¡Je, je, je! ¡Si lo supieses! -contestó el diablo-. Un ratón está
    royendo sus raíces; si lo mataran,
    volvería a dar manzanas de oro, pero si sigue royendo, el árbol
    se secará del todo. Pero déjame
    en paz con tus sueños; como vuelvas a molestarme, te atizaré
    un soplamocos.

   La vieja se esperó hasta que se durmió de nuevo y volvió a
    roncar. Entonces agarró el tercer pelo
    de oro y lo arrancó. El diablo se puso hecho una fiera, pero ella
    lo calmó de nuevo, diciendo:

   -¿Qué puedo hacer yo contra las pesadillas?

   -¿Qué has soñado ahora, si puede saberse? -preguntó el diablo.
   Al llegar a la orilla del lago, el barquero le exigió la
    respuesta prometida.

   -Pásame primero al otro lado -dijo el muchacho- y luego te
    explicaré cómo arreglar tu asunto.

   Cuando llegó a la orilla opuesta, le dio el consejo que
    había oído del diablo:

   -Cuando venga alguien y quiera pasar, dale los remos.

   Siguió caminando y llegó a la ciudad donde crecía el árbol
    infecundo y donde el Alcalde esperaba
    también la respuesta



   Y le dijo:

   -Debes matar el ratón que roe su raíz; entonces el árbol
    volverá a dar manzanas de oro.

   El Alcalde le dio las gracias y en reconocimiento le regaló
    dos burros cargados de oro.

   Al fin llegó a la ciudad cuya fuente se había secado y allí
    repitió al Alcalde lo mismo que había
    dicho el diablo:

   -
   -He visto en sueños a un barquero que se quejaba porque
    nunca paraba de ir de una orilla a otra,
    sin que nadie acudiera a relevarle. ¿Cómo se explica eso?

   -¡Je, je, je! ¡Pobre tonto! -contestó el diablo-. Sólo ha de poner
    los remos en las manos del
    primero que llegue para pasar a la otra orilla, entonces éste
    podrá atravesar el lago y él se habrá
    librado.

      Como la vieja ya le había arrancado los tres pelos de oro y
    había obtenido la respuesta a las tres
    preguntas dejó en paz al diablo que durmió hasta que empezó
    a amanecer.

   Cuando el diablo volvió a marcharse, la abuela devolvió al
    muchacho su figura humana.

   -Aquí tienes los tres pelos -dijo-. Y lo que el diablo ha
    respondido a las tres preguntas, ya lo has
    oído.

   -Sí-dijo él- lo he oído y no lo olvidaré.

   -Así que ya no falta nada. Ya puedes marcharte.

   El joven agradeció a la anciana su ayuda y contento de que
    todo había salido tan bien, abandonó el
    infierno.
   Hay un sapo bajo una piedra dentro de la fuente; búsquenlo
    y mátenlo, y entonces de la fuente
    volverá a mandar vino en abundancia.

   El Alcalde le dio las gracias y también le dio otros dos
    burros cargados de oro.
   Finalmente llegó a casa.

   Su mujer se alegró mucho al verle y oír lo bien que había
    resultado todo.

   Entonces llevó al rey los tres cabellos que le había exigido.

   Cuando éste vio los cuatro burros cargados de oro, se puso
    muy contento y dijo:

   -Has cumplido las condiciones y puedes quedarte con mi
    hija. Pero, dime ¿de dónde has sacado
    tanto oro? ¡Es un gran tesoro!

     Tuve que cruzar un gran lago y de allí lo traigo. Se
    encuentra en la orilla como si fuera arena.

   -¿Puedo ir a buscar yo también? -preguntó el rey con
    avidez.

   -Por supuesto que sí -respondió el joven-. Hay un barquero
    junto al lago, le pides que te pase y
    entonces podrás llenar los sacos que quieras en la otra
    orilla.


   El rey marchó a toda prisa y al llegar al lago le
    hizo señales al barquero de que lo pasara al
    otro
    lado.
   Vino el barquero, lo hizo subir, y cuando
    llegaron a la orilla opuesta, dejó los remos en
    sus manos y
    salió corriendo.

   Desde entonces, el rey ha tenido que remar y
    remar sin descanso de un lado a otro del lago,
    como
    castigo por su maldad.

   Mientras tanto el joven afortunado y su esposa
    tomaron posesión del reino y el pueblo,
    gracias a la
    buena fortuna de su nuevo rey, progresó
    mucho y había paz y felicidad.

   Sólo una cosa empañaba esta felicidad y era
    la tristeza de la joven reina por el destino de
    su padre
    pero, con el tiempo, logró convencer a su
    esposo para que encontrase una manera de
    liberarle de
    su condena puesto que, a buen seguro, ya
    habría aprendido la lección.
    El Joven rey se las ingenió para que
    llegara a los oídos del ladrón más
    peligroso del reino, que se
    encontraba en las mazmorras del
    castillo, la noticia de cómo conseguir
    todo el oro que quisiera;
    para lo que sólo tenía que quitarle de
    las manos los remos al barquero del
    gran lago y llegar a la
    otra orilla, donde encontraría la fortuna.
    Luego facilitó las cosas para que, en
    un descuido de los
    guardias, se fugara de los calabozos.

   El ladrón llegó al gran lago y,
    encontrando al viejo rey, le quitó los
    remos de las manos de modo
    que éste pudo salir corriendo hacia su
    reino donde llegó avergonzado,
    exhausto y sin oro pero le
    compensó ver la felicidad de su hija y
    de su pueblo.
Gracias
 por su
atención

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  • 1. UEMEM “BICENTENARIO” 2011-2012 COMPUTACIÓN Nombre: María Emilia Briones Curso:6° “B”
  • 2. LOS TRES PELOS DE ORO DEL DIABLO  Erase una vez una mujer muy pobre que dio a luz a un niño, y nació de pie por lo que le dijeron que siempre tendría suerte y que se casaría con la hija del rey.  Al poco tiempo el rey llegó al pueblo de incógnito por lo que nadie supo que era el rey; se enteró del nacimiento y de la profecía, cosa que le molestó mucho y pensó cómo deshacerse del niño.
  • 3. Se ofreció a los padres a cuidar de él y darle una educación y los padres se negaron, pero les ofreció oro y acabaron aceptando por el bien de los demás hermanos y, además, a aquel niño afortunado no podría pasarle nada malo.  Le entregaron el niño y el rey lo puso dentro de una caja, y al llegar al río lo dejó a merced de la corriente; pero la caja siguió flotando por el curso del río hasta llegar a un molino, quedando atascado en la esclusa de la presa. 
  • 4. El molinero que vio la caja la alcanzó con un palo y la llevó a la orilla y al abrirla descubrió al niño sano y salvo. Como los molineros no tenían hijos se alegraron mucho con el hallazgo y lo cuidaron y lo criaron hasta que fue mayor.  Un día, cuando el rey iba de caza le sorprendió una tormenta y se refugió en el molino; al ver al muchacho les preguntó a los molineros que si era suyo y éstos le explicaron cómo y cuando lo habían rescatado del río.  El rey se dio cuenta de que el muchacho era el niño afortunado que había arrojado al río y dijo:  -¿Podría el muchacho llevar una carta a palacio? Le pagaré dos monedas de oro.
  • 5. Si lo ordena el rey, así se hará -  dijo el molinero y ordenó al muchacho que se preparara para partir.  El rey escribió la carta a la reina, y decía:  "En cuanto llegue alguien con esta carta, ha de ser muerto y enterrado sin pérdida de tiempo".  El muchacho salió con la carta, pero se equivocó de camino y ya de noche fue a dar al corazón de un enorme bosque. En la negrura del bosque creyó percibir un punto de luz y caminó hacia el lugar en que brillaba, encontrándose con una cabaña. Dentro encontró a una anciana junto al fuego que se asustó mucho y dijo:  -¡Márchate de aquí! Esta es la guarida de unos ladrones y cuando vuelvan te matarán.  -No tengo miedo, sólo tengo tanto sueño que no me aguanto ya de pie.  Y echándose sobre un tarimón junto a la chimenea, se durmió.
  • 6. Poco después llegaron los ladrones y preguntaron quién era el muchacho que allí dormía.  -¡Pobre! Es un muchacho que se ha perdido por el bosque y tiene que entregar una carta a la reina.  Los ladrones abrieron la carta y supieron que el muchacho iba a ser asesinado en cuanto llegara; entonces el jefe, rompiendo la carta del rey, escribió otra en su lugar, diciendo que, inmediatamente después de la llegada del joven debía ser casado con la hija del rey.  Lo dejaron tranquilo durmiendo hasta la mañana siguiente y cuando despertó le entregaron la carta y le indicaron el camino que debía seguir.  Después de recibir la carta y de leerla, la reina hizo como se le ordenaba: mandó organizar una gran boda y casó a la princesa con el afortunado muchacho.  Tiempo después el rey volvió a palacio y se enteró de que la profecía se había cumplido.
  • 7. -¿Cómo es esto? -preguntó-. En mi carta ordenaba todo lo contrario.  Entonces la reina le entregó la carta. Al verla, se dio cuenta de inmediato que había sido sustituida por otra. Preguntó al muchacho qué había pasado con la carta que le diera y por que había traído una diferente.  -Yo no sé nada de eso -respondió el muchacho-. Me la debieron cambiar mientras dormía en el bosque aquella noche.  El rey exclamó:  -Quien quiera tener a mi hija por esposa deberá traerme tres pelos de la cabeza del diablo. Si me los traes, tuya será para siempre.
  • 8. -Espera a que regrese y lo sabrás.  Y llegó a un gran lago que debía atravesar. El barquero le preguntó acerca de su profesión y conocimientos:  -Yo lo sé todo -respondió.  -Si es así, explícame por qué siempre tengo yo que ir y venir sin que nadie venga a relevarme.  -Espera mi regreso y sabrás -respondió el muchacho.  Una vez que hubo atravesado el gran lago, encontró la puerta del infierno. El interior era negro como boca de lobo, pero el diablo no estaba en casa. Sin embargo, la abuela estaba allí sentada en una mecedora.  -¿Qué quieres? -le preguntó  -Quisiera tres pelos de oro del diablo -contestó - de lo contrario perderé a mi esposa.  -Es difícil lo que pides. Cuando el diablo regrese va a devorarte, pero como me das pena veré si puedo ayudarte.
  • 9. -Claro que traeré los tres pelos del diablo. Yo no tengo miedo.  Se despidió y se puso en camino. Su marcha lo condujo a una gran ciudad. Al llegar, el centinela lo llevó al Alcalde que lo interrogó acerca de su profesión y conocimientos.  -Yo lo sé todo -dijo el muchacho.  -Entonces podrás hacernos un favor: dinos por qué la fuente de nuestra plaza del mercado, de la que antes manaba vino, se ha secado y ahora ni siquiera da agua.  -Espera mi regreso y lo sabrás -le contestó .  Siguió caminando y pronto llegó a otra ciudad, donde el centinela le llevó también al Alcalde que le preguntó acerca de su profesión y conocimientos.  -Yo lo sé todo -respondió el muchacho.  -Si es cierto dinos por qué un árbol de nuestra ciudad que antes daba manzanas de oro, ahora no echa ni siquiera hojas.
  • 10. Lo transformó en hormiga y le dijo:  -Escóndete entre los pliegues de mi toquilla, ahí estarás seguro.  -Muy bien -dijo el joven-, pero además quisiera saber tres cosas: por qué se ha secado una fuente de la que manaba vino y ahora ni siquiera da agua; por qué un árbol que daba manzanas de oro ahora ni siquiera echa hojas y por qué un barquero ha de estar siempre remando de una orilla a otra sin que nadie vaya a relevarle.  -Esas son preguntas muy difíciles -respondió la mujer- pero quédate quieto y callado y escucha lo que dice el diablo cuando yo le arranque los tres pelos.  Al anochecer el diablo regresó a su casa y en seguida dijo  -Olor a carne humana siento,  si no me la dan reviento -  Luego anduvo por todos los rincones buscando algo sospechoso pero no encontró nada.
  • 11. La abuela le dijo:  -Te lo parecerá a ti porque siempre llevas en el olfato el olor a carne humana, aquí no hay nadie, Venga y cena. Después de haber comido y bebido le entró sueño y recostó su cabeza en el regazo de la abuela. Al poco rato se durmió, lanzó unos cuantos resoplidos y roncó. Entonces la vieja cogió un pelo de oro, lo arrancó y se lo guardó.  -¡Ay! ¿Pero qué haces? -se quejó el diablo.  -He tenido una pesadilla -dijo la vieja-. Y te he tirado de los pelos.  -¿Y qué has soñado? -preguntó el diablo.  -He visto en sueños que en la plaza de un pueblo había una fuente de la que mandaba vino y de pronto se secó y no brotaban de ella ni siquiera unas gotas de agua. ¿Cómo se explica eso?  -¡Je, je, je! ¡Si lo supieses! Bajo una piedra de la fuente se ha metido un sapo; si lo mataran, el vino volvería a brotar.
  • 12. - Se volvió a recostar y se volvió a dormir y roncar profundamente.  Entonces, le arrancó el segundo pelo.  -¡Ay! ¿Qué haces? -preguntó el diablo.  -No te enfades. Ha sido otro sueño.  ¿Y qué has soñado esta vez?  -He soñado con una ciudad donde había un árbol que siempre daba manzanas de oro y al que ahora ni siquiera le brotan hojas. ¿Cuál puede ser la causa?  -¡Je, je, je! ¡Si lo supieses! -contestó el diablo-. Un ratón está royendo sus raíces; si lo mataran, volvería a dar manzanas de oro, pero si sigue royendo, el árbol se secará del todo. Pero déjame en paz con tus sueños; como vuelvas a molestarme, te atizaré un soplamocos.  La vieja se esperó hasta que se durmió de nuevo y volvió a roncar. Entonces agarró el tercer pelo de oro y lo arrancó. El diablo se puso hecho una fiera, pero ella lo calmó de nuevo, diciendo:  -¿Qué puedo hacer yo contra las pesadillas?  -¿Qué has soñado ahora, si puede saberse? -preguntó el diablo.
  • 13. Al llegar a la orilla del lago, el barquero le exigió la respuesta prometida.  -Pásame primero al otro lado -dijo el muchacho- y luego te explicaré cómo arreglar tu asunto.  Cuando llegó a la orilla opuesta, le dio el consejo que había oído del diablo:  -Cuando venga alguien y quiera pasar, dale los remos.  Siguió caminando y llegó a la ciudad donde crecía el árbol infecundo y donde el Alcalde esperaba también la respuesta  Y le dijo:  -Debes matar el ratón que roe su raíz; entonces el árbol volverá a dar manzanas de oro.  El Alcalde le dio las gracias y en reconocimiento le regaló dos burros cargados de oro.  Al fin llegó a la ciudad cuya fuente se había secado y allí repitió al Alcalde lo mismo que había dicho el diablo:  -
  • 14. -He visto en sueños a un barquero que se quejaba porque nunca paraba de ir de una orilla a otra, sin que nadie acudiera a relevarle. ¿Cómo se explica eso?  -¡Je, je, je! ¡Pobre tonto! -contestó el diablo-. Sólo ha de poner los remos en las manos del primero que llegue para pasar a la otra orilla, entonces éste podrá atravesar el lago y él se habrá librado. Como la vieja ya le había arrancado los tres pelos de oro y había obtenido la respuesta a las tres preguntas dejó en paz al diablo que durmió hasta que empezó a amanecer.  Cuando el diablo volvió a marcharse, la abuela devolvió al muchacho su figura humana.  -Aquí tienes los tres pelos -dijo-. Y lo que el diablo ha respondido a las tres preguntas, ya lo has oído.  -Sí-dijo él- lo he oído y no lo olvidaré.  -Así que ya no falta nada. Ya puedes marcharte.  El joven agradeció a la anciana su ayuda y contento de que todo había salido tan bien, abandonó el infierno.
  • 15. Hay un sapo bajo una piedra dentro de la fuente; búsquenlo y mátenlo, y entonces de la fuente volverá a mandar vino en abundancia.  El Alcalde le dio las gracias y también le dio otros dos burros cargados de oro.  Finalmente llegó a casa.  Su mujer se alegró mucho al verle y oír lo bien que había resultado todo.  Entonces llevó al rey los tres cabellos que le había exigido.  Cuando éste vio los cuatro burros cargados de oro, se puso muy contento y dijo:  -Has cumplido las condiciones y puedes quedarte con mi hija. Pero, dime ¿de dónde has sacado tanto oro? ¡Es un gran tesoro! Tuve que cruzar un gran lago y de allí lo traigo. Se encuentra en la orilla como si fuera arena.  -¿Puedo ir a buscar yo también? -preguntó el rey con avidez.  -Por supuesto que sí -respondió el joven-. Hay un barquero junto al lago, le pides que te pase y entonces podrás llenar los sacos que quieras en la otra orilla. 
  • 16. El rey marchó a toda prisa y al llegar al lago le hizo señales al barquero de que lo pasara al otro lado.  Vino el barquero, lo hizo subir, y cuando llegaron a la orilla opuesta, dejó los remos en sus manos y salió corriendo.  Desde entonces, el rey ha tenido que remar y remar sin descanso de un lado a otro del lago, como castigo por su maldad.  Mientras tanto el joven afortunado y su esposa tomaron posesión del reino y el pueblo, gracias a la buena fortuna de su nuevo rey, progresó mucho y había paz y felicidad.  Sólo una cosa empañaba esta felicidad y era la tristeza de la joven reina por el destino de su padre pero, con el tiempo, logró convencer a su esposo para que encontrase una manera de liberarle de su condena puesto que, a buen seguro, ya habría aprendido la lección.
  • 17. El Joven rey se las ingenió para que llegara a los oídos del ladrón más peligroso del reino, que se encontraba en las mazmorras del castillo, la noticia de cómo conseguir todo el oro que quisiera; para lo que sólo tenía que quitarle de las manos los remos al barquero del gran lago y llegar a la otra orilla, donde encontraría la fortuna. Luego facilitó las cosas para que, en un descuido de los guardias, se fugara de los calabozos.  El ladrón llegó al gran lago y, encontrando al viejo rey, le quitó los remos de las manos de modo que éste pudo salir corriendo hacia su reino donde llegó avergonzado, exhausto y sin oro pero le compensó ver la felicidad de su hija y de su pueblo.