Durante la primera mitad del siglo XX, Japón se transformó en un imperio poderoso tras la Restauración Meiji, modernizando su economía y ejército. Participó en guerras significativas como la Guerra Sino-Japonesa y la Guerra Ruso-Japonesa, consolidando su dominio en Asia. La expansión japonesa culminó con la Segunda Guerra Mundial, donde fue derrotado tras el bombardeo atómico de Hiroshima y Nagasaki, llevando a su rendición y al fin del imperio japonés.