La primera computadora electrónica, ENIAC, pesaba 30 toneladas y costó $1 millón en 1946, mientras que las computadoras personales de hoy cuestan alrededor de $100 y tienen mucho más poder de cómputo. Este rápido descenso en los costos de cómputo ha coincidido con la conversión a señales digitales en telecomunicaciones, dando lugar a una convergencia tecnológica llamada la Revolución de la Información.