El documento cuestiona los cribados masivos y la medicalización excesiva de la salud. Señala que los beneficios de los cribados a menudo se sobreestiman y los daños se infravaloran, lo que puede conducir a sobrediagnóstico y sobretratamiento. Concluye que la prevención debe basarse en principios éticos como la no maleficencia y que a veces es mejor optar por menos intervencionismo que más.