El neoestructuralismo surgió a finales de los 80 y principios de los 90 como una revisión del modelo estructuralista anterior para promover el desarrollo en Latinoamérica. Se enfoca en facilitar el dinamismo económico a través de estructuras productivas y de gestión, así como mayor autonomía nacional, mientras homogeniza las economías regionales con reformas como la reducción de aranceles. Da un papel activo al Estado para regular la economía de mercado social y orientar la industrialización hacia mercados externos e internos priorizados.