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OBJETO Y CONTENIDO DEL TURISMO SOCIAL
1.1. Introducción
El acceso al ocio turístico está fuertemente condicionado a la existencia de tiempo libre y de
una capacidad económica que permita hacer frente a los gastos de viaje. Tras la conquista de
diferentes parcelas de ocio, por parte de las clases populares, y la admisión del derecho de
vacaciones remuneradas, empieza a consolidarse los pilares básicos del turismo social.

La identificación del contenido del turismo social, desde sus orígenes, y la evolución de su
significado a lo largo del tiempo, constituye el objetivo esencial a tratar en este primer capítulo.

La estructura desarrollada comienza con los antecedentes de esta tipología turística, para
después centrarse en el concepto y, finalmente, en las acepciones más relevantes que lo han
definido.
Dentro de los antecedentes se han estudiado desde las primeras experiencias públicas y
privadas, hasta el reconocimiento y la valoración institucional que ha tenido a escala
internacional.
Por otro lado, su concepto se analiza delimitando los sujetos que participan en esta realidad
turística y los agentes operadores que intervienen en su desarrollo. Por último, este capítulo se
centra en la denominación y el significado del turismo social, de manera que a partir del análisis
realizado, y considerando la opinión de los expertos e instituciones más relevantes, se propone
finalmente una definición.

Concepto de turismo social
La existencia de fuertes vínculos entre el turismo social y diversas disciplinas de las ciencias
sociales han motivado que su concepto resulte algo abstracto y difícil de integrar u
homogeneizar
en una única definición. Las diversas opiniones se han sustentado principalmente en
teorías de tipo filosófico y sociológico, en torno a la noción del turismo como factor del
desarrollo
integral del hombre.
Abordar la concepción del turismo social requiere adoptar inicialmente un enfoque de
demanda, que delimite el sujeto participe de la realidad turística, pero también obliga a
considerar
los agentes operadores12 –públicos y privados– y los medios utilizados, éstos últimos
serán abordados en el capítulo siguiente. Respecto a los agentes, hay que señalar que pue
den actuar como sujetos generadores de productos turísticos, como elementos integradores
de la demanda turística y como canalizadores de la oferta turística propia y/o ajena. Además,
estas estructuras no tienen que ser puras, sino que pueden darse toda una multitud de
situaciones
mixtas, con distintas formas jurídicas y administrativas.
El turismo social surge con el objetivo principal de poner al alcance de un amplio sector de
la población, caracterizado por tener escasos recursos económicos, la posibilidad de acceder
al ocio turístico, de manera que a partir de esta consideración general, y excluyendo los efectos
económicos que se tratarán en otros capítulos, se producen otra serie de consecuencias
como el aumento en el nivel de vida de las clases más humildes, la disminución de los
prejuicios,
la elevación de las culturas entre pueblos, el reforzamiento de los lazos familiares y, por
último, dignifica el sentido humano haciendo superar complejos de inferioridad social
(Fernández, 1959: 6). Todos estos efectos forman parte de la génesis que da sentido al
concepto
del turismo social, y sus contenidos deben ser los objetivos sociales a alcanzar por los
colectivos y agentes que intervienen en su desarrollo. La figura 1.1 ilustra precisamente el
contenido que aborda el propio concepto de turismo social, desde los colectivos beneficiarios
hasta los agentes operadores que intervienen en su desarrollo.

En este sentido, sostiene que el turismo social es:
a) la participación en turismo de los estratos sociales desfavorecidos;
b) el conjunto de procedimientos y mecanismos que facilitan el acceso al turismo de los
estratos sociales desfavorecidos;
c) el conjunto de actividades turísticas realizadas en beneficio de los estratos sociales
desfavorecidos,
principalmente por el sector no comercial;
d) el conjunto de actividades turísticas realizadas por el sector no comercial, especialmente
a favor de los estratos sociales desfavorecidos;
e) el segmento de la industria


La demanda de turismo social, a diferencia de otras tipologías turísticas, no se caracteriza
ni por el entorno u hábitat espacial donde se ubica ni por estar relacionadas con las
motivaciones
(desarrollo de actividades específicas), sino que la cualidad fundamental que identifica al
turista social reside en el hecho de pertenecer a un colectivo de población socialmente
desfavorecido.
Hasta este planteamiento, que es admitido por la mayoría de los autores que han tratado
el tema, existe consenso internacional, sin embargo, avanzar en la realidad conceptual
desde la demanda es una tarea ardua que no ha sido tratada con profundidad, ya que los
autores
e instituciones que se han pronunciado sobre el turismo social, lo han hecho casi siempre
desde una óptica parcial, trasladando toda la responsabilidad del concepto sobre alguno de los
colectivos.
El concepto de demanda de turismo está basado en el bien turístico, que se consume en
cantidades mayores a medida que se incrementa la renta y se eleva el nivel de bienestar, de
manera que, a nuestro juicio, la demanda de turismo social está formada por el conjunto de
colectivos y/o individuos que por su escasa capacidad presupuestaria se ven excluidos de la
posibilidad de acceder al ocio turístico. Entre los principales colectivos que participan en esta
demanda, caracterizados todos ellos por tener escasos recursos, hay que destacar:
A) Familias. Sus antecedentes más remotos se encuentran vinculados a las comunidades
cristianas13, aunque con el paso del tiempo van afirmándose también otras posturas de carácter
laico, especialmente después de la intervención creciente de las administraciones públicas
en la financiación de proyectos.
La filosofía básica sobre la que se sustentan el apoyo a este colectivo radica en que las
dificultades
para acceder a unas vacaciones se incrementan a medida que aumenta el número
de miembros de las familias. Por tanto, el turismo social referido a este segmento de demanda
pretende conceder a este colectivo la posibilidad de acceder a unas vacaciones, debido a
la incapacidad económica para alcanzar los precios de la economía competitiva de mercado.
Actualmente, son numerosos los agentes que se han implicado en la diversificación de las
actividades turísticas sobre este colectivo, lo que ha motivado en ciertos países un cambio en
las definiciones reglamentarias hasta ahora existentes14. En este sentido, Nöel (1992: 1)
apuesta por el turismo familiar en la medida que considera que los poderes públicos deben
de resistirse a tratar el turismo social como un ghetto restringido a determinadas categorías
socioprofesionales o asociaciones, sino que por el contrario, el planteamiento correcto
debe estar abierto a todas las familias que no puedan acceder a esta forma de ocio.
B) Jóvenes. Las acciones del colectivo juvenil han sido pioneras dentro del turismo social
y comenzaron a efectuarse en el medio rural, donde los jóvenes podían participar activamente
en actividades vinculadas a la naturaleza. La estructura organizativa de este colectivo se ha
fundamentado inicialmente en el excursionismo que realizaban los centros educativos o
religiosos,
los cuales pretendían instruir cívicamente a los jóvenes mediante la convivencia y el
conocimiento de otras culturas y pueblos.
Paralelamente comenzarán a surgir organizaciones juveniles laicas que no sólo se ocuparán
de representar a la demanda, sino también de organizar y crear la oferta, siendo precursoras
en el diseño de viajes y en la distribución del alojamiento. De esta manera, aparecen las
organizaciones de albergues juveniles15, que facilitan la accesibilidad al alojamiento a un
segmento
de demanda turística bastante modesto en rentas.
La inquietud institucional hacia este colectivo ha ido creciendo rápidamente, aunque en la
mayoría de los países no existen normativas específicas, sino que se admiten concesiones o
privilegios para los jóvenes viajeros en materia de transporte, alojamiento, intercambios,
acontecimientos
culturales, deportivos, recreativos y otros servicios (Muñoz, 1990: 3). Además,
junto a estas formas de actuación, también están surgiendo numerosos agentes operadores
que se deciden por este segmento de demanda realizando múltiples actividades
complementarias,
tales como campos de trabajo, colonias de verano, cursos de idiomas o programas au
pair.
C) Tercera edad. Generalmente, se entiende por tercera edad al grupo de población que
ha alcanzado la edad de jubilación, fijada en España en sesenta y cinco años. No obstante, ese
criterio es cuestionable, ya que el colectivo que representa el turismo social de tercera edad
es mucho más amplio, e incluye también como sujetos beneficiarios a determinados
pensionistas,
normalmente por viudedad o invalidez, así como sus cónyuges. Lo cierto es que se
trata de un concepto abstracto16 que suscita numerosas críticas, las cuales aportan
frecuentemente
muy poco al esclarecimiento de la propia definición.
La importancia de este segmento de demanda ha sido creciente a lo largo del tiempo y
constituye el eje central de atención de la política de turismo social en numerosos países,
como por ejemplo España. Además, desde el ámbito privado se han desarrollado múltiples
organizaciones y empresas interesadas en la tercera edad, que han suscitado incluso la
atención
de las instituciones internacionales. En este sentido, la OMT (1996), junto a otras
organizaciones,
ha manifestado su postura en la Carta de Recife sobre las personas mayores, que
establece una serie de recomendaciones para garantizar la calidad de atención y de servicios
a este colectivo.

LA POLÍTICA DE TURISMO SOCIAL
D) Discapacitados. La utilización del término discapacitado, al igual que otros muchas
acepciones que son empleadas como sinónimos, cuando en realidad no lo son, suele ser
motivo
de polémica y controversia entre los distintos agentes e instituciones sociales. La
Organización Mundial de la Salud (OMS) trató de unificar criterios en 1980 sobre múltiples
términos que se utilizan, tales como deficiencia, discapacidad y minusvalía, y que vienen a
identificar
al colectivo que representa el “turismo accesible” dentro de la política de turismo social.
En este sentido, sin querer entrar en matizaciones o calificaciones sobre las distintas
acepciones
que se pueden utilizar, y siendo totalmente respetuoso y sensible con cada una de las
minorías que forman este gran colectivo, hay que señalar que en general se trata de personas
que crónica o temporalmente tienen un handicap físico, mental o psicológico. La accesibilidad
para este colectivo exige, en muchas ocasiones, unas condiciones mínimas en la adecuación
técnica de las instalaciones y en la formación de los trabajadores que prestan los servicios
turísticos, al objeto de garantizar la asistencia necesaria.

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Objeto y contenido del turismo social

  • 1. OBJETO Y CONTENIDO DEL TURISMO SOCIAL 1.1. Introducción El acceso al ocio turístico está fuertemente condicionado a la existencia de tiempo libre y de una capacidad económica que permita hacer frente a los gastos de viaje. Tras la conquista de diferentes parcelas de ocio, por parte de las clases populares, y la admisión del derecho de vacaciones remuneradas, empieza a consolidarse los pilares básicos del turismo social. La identificación del contenido del turismo social, desde sus orígenes, y la evolución de su significado a lo largo del tiempo, constituye el objetivo esencial a tratar en este primer capítulo. La estructura desarrollada comienza con los antecedentes de esta tipología turística, para después centrarse en el concepto y, finalmente, en las acepciones más relevantes que lo han definido. Dentro de los antecedentes se han estudiado desde las primeras experiencias públicas y privadas, hasta el reconocimiento y la valoración institucional que ha tenido a escala internacional. Por otro lado, su concepto se analiza delimitando los sujetos que participan en esta realidad turística y los agentes operadores que intervienen en su desarrollo. Por último, este capítulo se centra en la denominación y el significado del turismo social, de manera que a partir del análisis realizado, y considerando la opinión de los expertos e instituciones más relevantes, se propone finalmente una definición. Concepto de turismo social La existencia de fuertes vínculos entre el turismo social y diversas disciplinas de las ciencias sociales han motivado que su concepto resulte algo abstracto y difícil de integrar u homogeneizar en una única definición. Las diversas opiniones se han sustentado principalmente en teorías de tipo filosófico y sociológico, en torno a la noción del turismo como factor del desarrollo integral del hombre. Abordar la concepción del turismo social requiere adoptar inicialmente un enfoque de demanda, que delimite el sujeto participe de la realidad turística, pero también obliga a considerar los agentes operadores12 –públicos y privados– y los medios utilizados, éstos últimos serán abordados en el capítulo siguiente. Respecto a los agentes, hay que señalar que pue den actuar como sujetos generadores de productos turísticos, como elementos integradores de la demanda turística y como canalizadores de la oferta turística propia y/o ajena. Además, estas estructuras no tienen que ser puras, sino que pueden darse toda una multitud de situaciones mixtas, con distintas formas jurídicas y administrativas. El turismo social surge con el objetivo principal de poner al alcance de un amplio sector de la población, caracterizado por tener escasos recursos económicos, la posibilidad de acceder al ocio turístico, de manera que a partir de esta consideración general, y excluyendo los efectos económicos que se tratarán en otros capítulos, se producen otra serie de consecuencias como el aumento en el nivel de vida de las clases más humildes, la disminución de los prejuicios, la elevación de las culturas entre pueblos, el reforzamiento de los lazos familiares y, por último, dignifica el sentido humano haciendo superar complejos de inferioridad social (Fernández, 1959: 6). Todos estos efectos forman parte de la génesis que da sentido al concepto del turismo social, y sus contenidos deben ser los objetivos sociales a alcanzar por los colectivos y agentes que intervienen en su desarrollo. La figura 1.1 ilustra precisamente el contenido que aborda el propio concepto de turismo social, desde los colectivos beneficiarios hasta los agentes operadores que intervienen en su desarrollo. En este sentido, sostiene que el turismo social es: a) la participación en turismo de los estratos sociales desfavorecidos; b) el conjunto de procedimientos y mecanismos que facilitan el acceso al turismo de los estratos sociales desfavorecidos;
  • 2. c) el conjunto de actividades turísticas realizadas en beneficio de los estratos sociales desfavorecidos, principalmente por el sector no comercial; d) el conjunto de actividades turísticas realizadas por el sector no comercial, especialmente a favor de los estratos sociales desfavorecidos; e) el segmento de la industria La demanda de turismo social, a diferencia de otras tipologías turísticas, no se caracteriza ni por el entorno u hábitat espacial donde se ubica ni por estar relacionadas con las motivaciones (desarrollo de actividades específicas), sino que la cualidad fundamental que identifica al turista social reside en el hecho de pertenecer a un colectivo de población socialmente desfavorecido. Hasta este planteamiento, que es admitido por la mayoría de los autores que han tratado el tema, existe consenso internacional, sin embargo, avanzar en la realidad conceptual desde la demanda es una tarea ardua que no ha sido tratada con profundidad, ya que los autores e instituciones que se han pronunciado sobre el turismo social, lo han hecho casi siempre desde una óptica parcial, trasladando toda la responsabilidad del concepto sobre alguno de los colectivos. El concepto de demanda de turismo está basado en el bien turístico, que se consume en cantidades mayores a medida que se incrementa la renta y se eleva el nivel de bienestar, de manera que, a nuestro juicio, la demanda de turismo social está formada por el conjunto de colectivos y/o individuos que por su escasa capacidad presupuestaria se ven excluidos de la posibilidad de acceder al ocio turístico. Entre los principales colectivos que participan en esta demanda, caracterizados todos ellos por tener escasos recursos, hay que destacar: A) Familias. Sus antecedentes más remotos se encuentran vinculados a las comunidades cristianas13, aunque con el paso del tiempo van afirmándose también otras posturas de carácter laico, especialmente después de la intervención creciente de las administraciones públicas en la financiación de proyectos. La filosofía básica sobre la que se sustentan el apoyo a este colectivo radica en que las dificultades para acceder a unas vacaciones se incrementan a medida que aumenta el número de miembros de las familias. Por tanto, el turismo social referido a este segmento de demanda pretende conceder a este colectivo la posibilidad de acceder a unas vacaciones, debido a la incapacidad económica para alcanzar los precios de la economía competitiva de mercado. Actualmente, son numerosos los agentes que se han implicado en la diversificación de las actividades turísticas sobre este colectivo, lo que ha motivado en ciertos países un cambio en las definiciones reglamentarias hasta ahora existentes14. En este sentido, Nöel (1992: 1) apuesta por el turismo familiar en la medida que considera que los poderes públicos deben de resistirse a tratar el turismo social como un ghetto restringido a determinadas categorías socioprofesionales o asociaciones, sino que por el contrario, el planteamiento correcto debe estar abierto a todas las familias que no puedan acceder a esta forma de ocio. B) Jóvenes. Las acciones del colectivo juvenil han sido pioneras dentro del turismo social y comenzaron a efectuarse en el medio rural, donde los jóvenes podían participar activamente en actividades vinculadas a la naturaleza. La estructura organizativa de este colectivo se ha fundamentado inicialmente en el excursionismo que realizaban los centros educativos o religiosos, los cuales pretendían instruir cívicamente a los jóvenes mediante la convivencia y el conocimiento de otras culturas y pueblos. Paralelamente comenzarán a surgir organizaciones juveniles laicas que no sólo se ocuparán de representar a la demanda, sino también de organizar y crear la oferta, siendo precursoras en el diseño de viajes y en la distribución del alojamiento. De esta manera, aparecen las organizaciones de albergues juveniles15, que facilitan la accesibilidad al alojamiento a un segmento de demanda turística bastante modesto en rentas. La inquietud institucional hacia este colectivo ha ido creciendo rápidamente, aunque en la mayoría de los países no existen normativas específicas, sino que se admiten concesiones o
  • 3. privilegios para los jóvenes viajeros en materia de transporte, alojamiento, intercambios, acontecimientos culturales, deportivos, recreativos y otros servicios (Muñoz, 1990: 3). Además, junto a estas formas de actuación, también están surgiendo numerosos agentes operadores que se deciden por este segmento de demanda realizando múltiples actividades complementarias, tales como campos de trabajo, colonias de verano, cursos de idiomas o programas au pair. C) Tercera edad. Generalmente, se entiende por tercera edad al grupo de población que ha alcanzado la edad de jubilación, fijada en España en sesenta y cinco años. No obstante, ese criterio es cuestionable, ya que el colectivo que representa el turismo social de tercera edad es mucho más amplio, e incluye también como sujetos beneficiarios a determinados pensionistas, normalmente por viudedad o invalidez, así como sus cónyuges. Lo cierto es que se trata de un concepto abstracto16 que suscita numerosas críticas, las cuales aportan frecuentemente muy poco al esclarecimiento de la propia definición. La importancia de este segmento de demanda ha sido creciente a lo largo del tiempo y constituye el eje central de atención de la política de turismo social en numerosos países, como por ejemplo España. Además, desde el ámbito privado se han desarrollado múltiples organizaciones y empresas interesadas en la tercera edad, que han suscitado incluso la atención de las instituciones internacionales. En este sentido, la OMT (1996), junto a otras organizaciones, ha manifestado su postura en la Carta de Recife sobre las personas mayores, que establece una serie de recomendaciones para garantizar la calidad de atención y de servicios a este colectivo. LA POLÍTICA DE TURISMO SOCIAL D) Discapacitados. La utilización del término discapacitado, al igual que otros muchas acepciones que son empleadas como sinónimos, cuando en realidad no lo son, suele ser motivo de polémica y controversia entre los distintos agentes e instituciones sociales. La Organización Mundial de la Salud (OMS) trató de unificar criterios en 1980 sobre múltiples términos que se utilizan, tales como deficiencia, discapacidad y minusvalía, y que vienen a identificar al colectivo que representa el “turismo accesible” dentro de la política de turismo social. En este sentido, sin querer entrar en matizaciones o calificaciones sobre las distintas acepciones que se pueden utilizar, y siendo totalmente respetuoso y sensible con cada una de las minorías que forman este gran colectivo, hay que señalar que en general se trata de personas que crónica o temporalmente tienen un handicap físico, mental o psicológico. La accesibilidad para este colectivo exige, en muchas ocasiones, unas condiciones mínimas en la adecuación técnica de las instalaciones y en la formación de los trabajadores que prestan los servicios turísticos, al objeto de garantizar la asistencia necesaria.