La práctica deportiva beneficia a las personas con síndrome de Down al mejorar su estado físico, lo cual es crucial para su calidad de vida. Además, fomenta la integración social, el descubrimiento de capacidades personales, y mejora habilidades como la orientación, postura, equilibrio y fuerza muscular. También proporciona oportunidades para el éxito en actividades lúdicas y de ocio.