La práctica habla sobre la inteligencia emocional y cómo determina la capacidad de una persona para adquirir habilidades prácticas como el control de impulsos, la motivación y la empatía. La inteligencia emocional también configura rasgos de carácter como la autodisciplina y la compasión que son indispensables para una buena adaptación social. Además, la competencia emocional demuestra hasta qué punto una persona puede aplicar su potencial a las acciones de su vida diaria.