La economía europea sufrió una crisis en el siglo XVII debido a malas cosechas que provocaron escasez de alimentos y aumento de precios. Esto afectó negativamente a la industria, el comercio y la población, que dejó de crecer e incluso disminuyó. Los grupos más pobres se vieron especialmente afectados por el hambre y las enfermedades. La alta burguesía ganó más influencia prestándole dinero a los estados.