Un ransomware infectó más de 60,000 computadoras en 74 países, encriptando archivos y pidiendo rescates para desbloquear los sistemas. El ataque afectó principalmente a Rusia, Ucrania, Taiwán y Reino Unido, poniendo en riesgo la vida de pacientes en hospitales británicos. Un desarrollador británico logró frenar el ataque al registrar la dirección del "kill switch" que detenía el malware.