San Gil vivió en los siglos VII y VIII. Tras realizar estudios en Atenas y dedicarse a la medicina y poesía, sintió el llamado a la vida religiosa. Se hizo ermitaño bajo la guía de San Veredemo en las cuevas del río Gardón. Más tarde se estableció solo en el Valle Flaviano, donde pasó tres años en oración, ayuno y penitencia, siendo alimentado por una cierva.