Isaías
CAPÍTULO 1
1 Visión de Isaías hijo de Amoz, la cual vio acerca de Judá
y de Jerusalén en días de Uzías, Jotam, Acaz y Ezequías,
reyes de Judá.
2 Oíd, cielos, y escucha tú, tierra, porque habla Jehová:
Crié hijos, y los engrandecí, y ellos se rebelaron contra mí.
3 El buey conoce a su dueño, y el asno el pesebre de su
señor; pero Israel no entiende, mi pueblo no tiene
entendimiento.
4 ¡Oh gente pecadora, pueblo cargado de iniquidad,
generación de malignos, hijos depravados! Dejaron a
Jehová, provocaron a ira al Santo de Israel, se volvieron
atrás.
5 ¿Por qué habéis de ser azotados aún más? Os rebelaréis
más y más: toda cabeza está enferma, y todo corazón
doliente.
6 Desde la planta del pie hasta la cabeza no hay en él cosa
ilesa, sino herida, hinchazón y podrida llaga; no han sido
curadas, ni vendadas, ni aliviadas con ungüento.
7 Vuestro país está asolado, vuestras ciudades puestas a
fuego; vuestra tierra delante de vosotros la comieron
extranjeros, y quedó asolada como asolamiento de extraños.
8 Y la hija de Sión quedó como choza en viña, como
cabaña en melonar, como ciudad sitiada.
9 Si Jehová de los ejércitos no nos hubiera dejado un resto
pequeño, como Sodoma seríamos, y semejantes a Gomorra.
10 Oíd palabra de Jehová, príncipes de Sodoma; escuchad
la ley de nuestro Dios, pueblo de Gomorra.
11 ¿Para qué me sirve la multitud de vuestros sacrificios?
—dice el Señor—: Estoy harto de holocaustos de carneros
y de grasa de animales cebados; y no me deleito en la
sangre de toros, ni de corderos, ni de machos cabríos.
12 Cuando venís a presentaros delante de mí, ¿quién
demanda esto de vuestras manos, para que holléis mis
atrios?
13 No me traigáis más vanas ofrendas; el incienso me es
abominación; lunas nuevas y días de reposo, y el convocar
asambleas, no lo puedo sufrir; es iniquidad también las
reuniones solemnes.
14 Vuestras lunas nuevas y vuestras fiestas solemnes las
tiene aborrecidas mi alma; me son molestia, cansado estoy
de soportarlas.
15 Y cuando extendáis vuestras manos, yo esconderé de
vosotros mis ojos; y cuando multipliquéis la oración, no
oiré; llenas están de sangre vuestras manos.
16 Lavaos y limpiaos; quitad la iniquidad de vuestras obras
de delante de mis ojos; dejad de hacer lo malo;
17 Aprended a hacer el bien; buscad el juicio, restituid al
agraviado, haced justicia al huérfano, amparad a la viuda.
18 Venid luego, dice Jehová, y estemos a cuenta: si
vuestros pecados fueren como la grana, como la nieve
serán emblanquecidos; si fueren rojos como el carmesí,
vendrán a ser como blanca lana.
19 Si quisiereis y oyereis, comeréis el bien de la tierra;
20 Pero si no quisiérais y os rebeláis, seréis consumidos a
espada; porque la boca de Jehová lo ha dicho.
21 ¡Cómo se ha convertido en ramera la ciudad fiel! Antes
estaba llena de juicio, y en ella moraba la justicia; pero
ahora hay homicidas.
22 Tu plata se ha convertido en escorias, tu vino se ha
mezclado con agua;
23 Tus príncipes, rebeldes y compañeros de ladrones; todos
aman las dádivas, y van tras las recompensas; no hacen
justicia al huérfano, ni llega a ellos la causa de la viuda.
24 Por tanto, dice Jehová, Jehová de los ejércitos, el Fuerte
de Israel: ¡Ah! Me libraré de mis adversarios, y me vengaré
de mis enemigos;
25 Y volveré mi mano sobre ti, y limpiaré hasta lo más
puro tus escorias, y quitaré todo tu estaño;
26 Y restauraré tus jueces como al principio, y tus
consejeros como al principio; después te llamarán Ciudad
de justicia, Ciudad fiel.
27 Sión será redimida con juicio, y sus convertidos con
justicia.
28 Y la destrucción de los transgresores y de los pecadores
será a una, y los que abandonan a Jehová serán consumidos.
29 Porque se avergonzarán de las encinas que deseasteis, y
os avergonzaréis de los huertos que escogisteis.
30 Porque seréis como encina cuya hoja se cae, y como
huerto al que le faltan las aguas.
31 Y el fuerte será como estopa, y su hacedor como chispa;
ambos arderán juntamente, y no habrá quien los apague.
CAPÍTULO 2
1 Palabra que vio Isaías hijo de Amoz acerca de Judá y de
Jerusalén.
2 Y acontecerá en lo postrero de los tiempos, que será
confirmado el monte de la casa de Jehová como cabeza de
los montes, y será exaltado sobre los collados, y correrán a
él todas las naciones.
3 Y vendrán muchos pueblos, y dirán: Venid, y subamos al
monte de Jehová, a la casa del Dios de Jacob; y nos
enseñará en sus caminos, y andaremos por sus veredas;
porque de Sión saldrá la ley, y de Jerusalén la palabra de
Jehová.
4 Y juzgará entre las naciones, y reprenderá a muchos
pueblos; y martillarán sus espadas en rejas de arado, y sus
lanzas en hoces; no alzará espada nación contra nación, ni
se adiestrarán más para la guerra.
5 Oh casa de Jacob, venid, y caminemos a la luz de Jehová.
6 Por tanto, tú has abandonado a tu pueblo, la casa de
Jacob, porque ellos vienen del oriente, y son agoreros
como los filisteos, y se complacen en hijos de extraños.
7 Su tierra también está llena de plata y oro, y sus tesoros
no tienen fin; su tierra también está llena de caballos, y sus
carros no tienen fin.
8 También su tierra está llena de ídolos; adoran la obra de
sus manos, lo que hicieron sus dedos;
9 Y el hombre vil se humilla, y el grande se humilla; por
tanto, no los perdones.
10 Métete en la peña, y escóndete en el polvo, por el temor
de Jehová, y ante el resplandor de su majestad.
11 La altivez de los ojos del hombre será abatida, y la
soberbia de los hombres será humillada; y solo Jehová será
exaltado en aquel día.
12 Porque día de Jehová de los ejércitos vendrá sobre todo
soberbio y altivo, y sobre todo aquel que se enaltece, y será
humillado.
Isaías
13 Y sobre todos los cedros del Líbano que son altos y
erguidos, y sobre todas las encinas de Basán,
14 Y sobre todos los montes altos, y sobre todos los
collados que se elevan,
15 Y sobre toda torre alta, y sobre todo muro fortificado,
16Y sobre todas las naves de Tarsis, y sobre toda imagen
hermosa.
17 Y la altivez del hombre será abatida, y la soberbia de los
hombres será humillada; y Jehová solo será enaltecido en
aquel día.
18 Y abolirá por completo los ídolos.
19 Y se meterán en las cavernas de las peñas y en las
cavernas de la tierra, por el terror de Jehová, y por el
resplandor de su majestad, cuando él se levante para hacer
temblar la tierra.
20 En aquel día el hombre arrojará a los topos y a los
murciélagos sus ídolos de plata y sus ídolos de oro, que
cada uno hizo para adorar;
21 Para meterse en las hendiduras de las peñas, y en las
cavernas de los peñascos, por el terror de Jehová, y por el
resplandor de su majestad, cuando él se levante para hacer
temblar la tierra.
22 Dejad del hombre, cuyo aliento está en su nariz; porque
¿en qué es estimado?
CAPÍTULO 3
1Porque he aquí que el Señor, Jehová de los ejércitos,
quitará de Jerusalén y de Judá el sustento y el sostén, todo
sustento de pan y todo sustento de agua,
2 El valiente y el hombre de guerra, el juez y el profeta, el
prudente y el anciano,
3 El capitán de cincuenta, y el hombre de honor, y el
consejero, y el artífice hábil, y el orador elocuente.
4 Y les daré hijos por príncipes, y muchachos los
señorearán.
5 Y el pueblo será oprimido cada cual contra su prójimo,
cada cual contra su prójimo; el joven se ensoberbecerá
contra el anciano, y el vil contra el noble.
6 Cuando alguno tomare a su hermano de la casa de su
padre, y le dijere: Tú tienes vestido, tú serás nuestro
príncipe, y esta ruina sea bajo tu mano;
7 En aquel día jurará diciendo: No seré médico, porque en
mi casa ni hay pan ni vestido; no me hagas príncipe del
pueblo.
8 Porque Jerusalén está arruinada, y Judá ha caído; porque
su lengua y sus obras son contra Jehová, para provocar los
ojos de su gloria.
9 La apariencia de sus rostros testifica contra ellos; y como
Sodoma declaran su pecado, no lo ocultan. ¡Ay de su alma!,
pues se han atribuido el mal.
10 Decid al justo que le irá bien, porque comerá el fruto de
sus obras.
11 ¡Ay del impío! Mal le irá, porque conforme a sus manos
le será pagado.
12 En cuanto a mi pueblo, los niños son sus opresores, y
las mujeres los gobiernan. ¡Oh pueblo mío! Quienes te
guían te hacen errar y desvían tus caminos.
13 Jehová está de pie para litigar, Y está para juzgar a los
pueblos.
14 Jehová entrará en juicio contra los ancianos de su
pueblo, y contra sus príncipes; porque habéis devorado la
viña, y el despojo de los pobres está en vuestras casas.
15 ¿Qué pensáis vosotros que majáis mi pueblo y moléis
las caras de los pobres? dice el Señor Jehová de los
ejércitos.
16 Además dice Jehová: Por cuanto las hijas de Sion se
ensoberbecen, y andan con cuello erguido y con ojos
desvergonzados, andando y meneando el paso, y haciendo
sonar sus pies;
17 Por tanto, el Señor herirá con sarna la coronilla de las
hijas de Sión, y descubrirá el Señor sus partes íntimas.
18 En aquel día quitará el Señor el oropel de sus adornos
tintineantes alrededor de sus pies, sus redecillas y sus
diademas redondas como la luna,
19 Las cadenas, los brazaletes y las bufandas,
20 Los bonetes, y los adornos de las piernas, y las
diademas, y las tablas, y los zarcillos,
21 Los anillos y las joyas para la nariz,
22 Los vestidos mudables, los mantos, los tocados y los
alfileres,
23 los vasos, el lino fino, los capirotes y los velos.
24 Y en lugar de perfume fragante habrá hedor, y en lugar
de cinto, rasgadura, y en lugar de cabello arreglado,
calvicie, y en lugar de faja, ceñidor de cilicio, y en lugar de
hermosura, ardor.
25 Tus hombres caerán a espada, y tus valientes en la
guerra.
26 Y sus puertas endecharán y lamentarán, y ella, desolada,
se sentará en tierra.
CAPÍTULO 4
1 Y en aquel día siete mujeres echarán mano de un hombre,
diciendo: Nosotras comeremos nuestro pan, y nos
vestiremos de nuestros vestidos; solamente que llevemos tu
nombre, para quitar nuestro oprobio.
2 En aquel día el renuevo de Jehová será para hermosura y
gloria, y el fruto de la tierra para excelencia y gloria, a los
que escaparon de Israel.
3 Y acontecerá que el que fuere dejado en Sión, y el que
fuere dejado en Jerusalén, será llamado santo; todos los que
estén escritos en Jerusalén entre los vivientes.
4 Cuando el Señor haya lavado las inmundicias de las hijas
de Sión, y haya limpiado la sangre de Jerusalén de en
medio de ella, con espíritu de juicio y con espíritu de
devastación.
5 Y creará Jehová sobre toda morada del monte de Sion, y
sobre sus congregaciones, nube y humo durante el día, y
resplandor de llamas de fuego durante la noche; porque
sobre toda gloria habrá un escudero.
6 Y habrá un tabernáculo para sombra contra el calor del
día, y para lugar de refugio y para esconderse contra el
turbión y contra la lluvia.
CAPÍTULO 5
1 Ahora cantaré a mi amado un cántico sobre su viña. Mi
amado tiene una viña en una colina muy fructífera.
2 Y la cercó, y despedrególa, y la plantó de vides escogidas,
y edificó en medio de ella una torre, e hizo también en ella
un lagar; y esperaba que diese uvas, y dio uvas silvestres.
Isaías
3 Ahora pues, moradores de Jerusalén y varones de Judá,
os ruego que juzguéis entre mí y mi viña.
4 ¿Qué más se podía hacer a mi viña, que yo no haya hecho
en ella? Por eso, esperando que diese uvas, dio uvas
silvestres.
5 Ahora pues, ve, y te mostraré lo que yo haré a mi viña:
quitaré su seto, y será consumida, y derribaré su cerca, y
será hollada.
6 Y la dejaré asolada; no será podada ni cavada, sino que
crecerán cardos y espinos; y a las nubes mandaré que no
derramen lluvia sobre ella.
7 Porque la viña de Jehová de los ejércitos es la casa de
Israel, y los varones de Judá, planta suya deleitosa;
esperaba juicio, y he aquí opresión; justicia, y he aquí
clamor.
8 ¡Ay de los que juntan casa con casa, y campo con campo,
hasta no tener lugar, para quedar ellos solos en medio de la
tierra!
9 Ha llegado a mis oídos que Jehová de los ejércitos ha
dicho: Ciertamente las muchas casas quedarán asoladas, sin
morador las grandes y hermosas.
10Y diez yugadas de viña producirán un bato, y la semilla
de un homer producirá un efa.
11 ¡Ay de los que se levantan muy de mañana para seguir
la embriaguez, y están hasta la noche, hasta que el vino los
enciende!
12 Y en sus banquetes hay arpa, flauta, pandero, flauta y
vino; pero no miran la obra de Jehová, ni consideran la
obra de sus manos.
13 Por tanto, mi pueblo fue llevado cautivo, porque no tuvo
conocimiento; y sus varones gloriosos perecieron de
hambre, y su multitud se secó de sed.
14 Por lo cual el Hades se ensanchó, y abrió sin medida su
boca; y la gloria de ellos, y su multitud, y su pompa, y los
que se alegran descenderán a él.
15 Y el hombre humilde será humillado, y el valiente será
humillado, y los ojos de los altivos serán abatidos.
16 Pero Jehová de los ejércitos será exaltado en el juicio, y
el Dios santo será santificado en justicia.
17 Entonces los corderos serán apacentados según su
costumbre, y los lugares desiertos de los engordados serán
comidos por extraños.
18 ¡Ay de los que arrastran la iniquidad con cuerdas de
vanidad, y el pecado como con coyundas de carreta!
19 Los cuales dicen: Venga y apresúrese su obra, y la
veremos; acérquese, y venga el consejo del Santo de Israel,
y lo sabremos.
20 ¡Ay de los que a lo malo dicen bueno, y a lo bueno malo;
que hacen de la luz tinieblas, y de las tinieblas luz; que
ponen lo amargo por dulce, y lo dulce por amargo!
21 ¡Ay de los sabios en sus propios ojos, y de los que son
prudentes delante de sí mismos!
22 ¡Ay de los valientes para beber vino, y hombres fuertes
para mezclar sidra!
23 Los cuales justifican al impío mediante soborno, y al
justo le quitan su justicia.
24 Por tanto, como el fuego consume el rastrojo, y la llama
consume la paja, así será su raíz como podredumbre, y su
flor se desvanecerá como polvo; por cuanto desecharon la
ley de Jehová de los ejércitos, y aborrecieron la palabra del
Santo de Israel.
25 Por eso la ira del Señor se ha encendido contra su
pueblo, y ha extendido su mano contra ellos y los ha herido;
las colinas temblaron, y sus cadáveres quedaron
desgarrados en medio de las calles. Con todo esto, su ira no
se ha calmado, sino que su mano sigue extendida.
26 Y alzará pendón a naciones lejanas, y les silbará desde
el extremo de la tierra; y he aquí que vendrán velozmente,
27 No habrá entre ellos quien se canse ni tropiece; nadie se
adormecerá ni dormirá; ni se desatará el cinto de sus lomos,
ni se romperá la correa de su calzado.
28 Sus saetas son agudas, y todos sus arcos entesados; los
cascos de sus caballos son como pedernal, y sus ruedas
como torbellino;
29 Su rugido será como de león, rugirán como leoncillos;
rugirán, y arrebatarán la presa, y la tomarán con seguridad,
y no habrá quien la libre.
30 Y en aquel día rugirán contra ellos como el rugido del
mar; y si miraren hacia la tierra, verán tinieblas y tristeza, y
luz oscurecida en sus cielos.
CAPÍTULO 6
1 En el año que murió el rey Uzías vi yo al Señor sentado
sobre un trono alto y sublime, y sus faldas llenaban el
templo.
2 Por encima de ella estaban los serafines; cada uno tenía
seis alas; con dos cubrían su rostro, con dos cubrían sus
pies, y con dos volaban.
3 Y el uno al otro daba voces, diciendo: Santo, santo, santo,
Jehová de los ejércitos; toda la tierra está llena de su gloria.
4 Y los quiciales de las puertas se estremecieron con la voz
del que clamaba, y la casa se llenó de humo.
5 Entonces dije: ¡Ay de mí! que soy muerto; porque siendo
hombre inmundo de labios, y habitando en medio de
pueblo que tiene labios inmundos; porque han visto mis
ojos al Rey, Jehová de los ejércitos.
6 Entonces voló hacia mí uno de los serafines, teniendo en
su mano un carbón encendido, tomado del altar con unas
tenazas;
7 Y lo puso sobre mi boca, y dijo: He aquí que esto tocó
tus labios, y es quitada tu iniquidad, y purificado tu pecado.
8 También oí la voz del Señor, que decía: «¿A quién
enviaré y quién irá por nosotros?». Entonces respondí:
«Heme aquí; envíame a mí».
9 Y dijo: Ve, y di a este pueblo: Oíd por cierto, y no
entendáis; ved por cierto, y no comprendáis.
10 Engruesa el corazón de este pueblo, y agrava sus oídos,
y cierra sus ojos; para que no vea con los ojos, ni oiga con
los oídos, ni con el corazón entienda, ni se convierta, ni
sane.
11 Entonces pregunté: «Señor, ¿hasta cuándo?». Y él
respondió: «Hasta que las ciudades queden desoladas y sin
habitantes, las casas sin hombre y la tierra completamente
desolada».
12 Y Jehová hizo alejar a los hombres, y hubo gran
abandono en medio de la tierra.
13 Pero aún habrá en él el décimo, y volverá, y será
comido; como el tejo y como la encina, cuya sustancia está
en ellos cuando pierden sus hojas; así la simiente santa será
su sustancia.
Isaías
CAPÍTULO 7
1 Aconteció en los días de Acaz hijo de Jotam, hijo de
Uzías, rey de Judá, que Rezín rey de Siria y Peka hijo de
Remalías, rey de Israel, subieron contra Jerusalén para
pelear contra ella; pero no la pudieron tomar.
2 Y se le dijo a la casa de David: «Siria se ha aliado con
Efraín». Y su corazón se conmovió, y el corazón de su
pueblo, como se conmueven los árboles del bosque con el
viento.
3 Entonces Jehová dijo a Isaías: Sal ahora al encuentro de
Acaz, tú y Sear-jasub tu hijo, al extremo del acueducto del
estanque de arriba, en el camino de la heredad del Lavador;
4 Y dile: Guarda, y ten calma; no temas, ni desmayes a
causa de estas dos colas de tizones humeantes, por el ardor
del furor de Rezín contra Siria, y contra el hijo de Remalías.
5Porque Siria, Efraín y el hijo de Remalías han concertado
mal consejo contra ti, diciendo:
6Subamos contra Judá, y asolémosla, y abramos en ella
brecha, y pongamos en medio de ella rey al hijo de Tabeal.
7 Así dice Jehová el Señor: No permanecerá, ni acontecerá.
8 Porque la cabeza de Siria es Damasco, y la cabeza de
Damasco, Rezín; y dentro de sesenta y cinco años Efraín
será quebrantado hasta dejar de ser pueblo.
9 Y la cabeza de Efraín es Samaria, y la cabeza de Samaria
es el hijo de Remalías. Si no creéis, de cierto no
permaneceréis firmes.
10 Habló luego Jehová a Acaz, diciendo:
11 Pide para ti señal de Jehová tu Dios; pídela en lo
profundo, o en lo alto.
12 Pero Acaz respondió: No pediré, ni tentaré a Jehová.
13 Y él dijo: Oíd ahora, casa de David: ¿Os es poco cansar
a los hombres, sino que también cansaréis a mi Dios?
14 Por tanto, el Señor mismo os dará señal: He aquí que la
virgen concebirá, y dará a luz un hijo, y llamará su nombre
Emanuel.
15 Comerá mantequilla y miel, para que sepa desechar lo
malo y escoger lo bueno.
16 Porque antes que el niño sepa desechar lo malo y
escoger lo bueno, la tierra que tú aborreces será
abandonada por ambos reyes.
17 Jehová hará venir sobre ti, sobre tu pueblo y sobre la
casa de tu padre, días cuales nunca vinieron desde el día
que Efraín se apartó de Judá, es decir, al rey de Asiria.
18 Y acontecerá en aquel día, que silbará Jehová a la
mosca que está en el extremo de los ríos de Egipto, y a la
abeja que está en la tierra de Asiria.
19 Y vendrán, y reposarán todos ellos en valles desiertos, y
en cavernas de peñascos, y sobre todos espinos, y sobre
todo matorral.
20 En aquel día el Señor afeitará con navaja alquilada, al
otro lado del río, por el rey de Asiria, la cabeza y el pelo de
los pies, y consumirá también la barba.
21 Y acontecerá en aquel día, que criará un hombre una
vaca joven y dos ovejas,
22 Y acontecerá que por la abundancia de leche que le den,
comerá mantequilla; pues mantequilla y miel comerá todo
el que quede en la tierra.
23 Y acontecerá en aquel día, que todo lugar donde había
mil vides que valían mil siclos de plata, será para cardos y
espinos.
24 Con arco y saetas vendrán allá, porque toda la tierra
estará llena de cardos y espinos.
25 Y en todo collado que se cavare con azadón, no habrá
temor de zarzas ni de espinos; sino que será para pasto de
bueyes, y para hollar ganado menor.
CAPÍTULO 8
1Y me dijo Jehová: Toma un rollo grande, y escribe en él
con plumón de hombre acerca de Maher-salal-hasbaz.
2 Y tomé conmigo por testigos fieles, al sacerdote Urías, y
a Zacarías hijo de Jeberequías.
3 Fui a ver a la profetisa, quien concibió y dio a luz un hijo.
Entonces el Señor me dijo: «Llámalo Mahershalalhasbaz».
4 Porque antes que el niño sepa decir: Padre mío y madre
mía, la riqueza de Damasco y los despojos de Samaria
serán quitados delante del rey de Asiria.
5 El Señor me habló de nuevo, diciendo:
6Por cuanto este pueblo desechó las aguas de Siloé, que
corren mansamente, y se regocijó con Rezín y con el hijo
de Remalías,
7 Ahora pues, he aquí que Jehová hace subir sobre ellos
aguas de ríos, impetuosas y muchas, es decir, al rey de
Asiria con todo su poder; el cual subirá sobre todos sus
arroyos, y pasará sobre todos sus ríos;
8 Y pasará hasta Judá, e inundará, y pasará, y llegará hasta
la garganta, y con la extensión de sus alas llenará la
anchura de tu tierra, oh Emanuel.
9 Juntaos, pueblos, y seréis quebrantados; escuchad, todos
los de tierras lejanas; ceñios, y seréis quebrantados; ceñios,
y seréis quebrantados.
10 Tomad consejo, y será frustrado; proferid palabra, y no
será firme; porque Dios está con nosotros.
11 Porque Jehová me habló así con mano fuerte, y me
encomendó que no anduviera en el camino de este pueblo,
diciendo:
12 No llaméis: Conjuración, a todas las cosas a las que este
pueblo llama Conjuración; ni temáis lo que temen, ni
tengáis miedo.
13 Santificad a Jehová de los ejércitos, y sea él vuestro
temor, y él sea vuestro terror.
14 Y él será por santuario, pero a las dos casas de Israel por
piedra para tropezar, y por tropezadero para caer, y por
lazo y por trampa al morador de Jerusalén.
15 Y muchos de ellos tropezarán y caerán, y serán
quebrantados, y enlazados, y serán presos.
16 Ata el testimonio, sella la ley entre mis discípulos.
17 Y esperaré a Jehová, el cual escondió su rostro de la
casa de Jacob, y a él buscaré.
18 He aquí, yo y los hijos que me dio Jehová somos por
señales y prodigios en Israel, de parte de Jehová de los
ejércitos, que mora en el monte de Sión.
19 Y si os dijeren: Consultad a los encantadores y a los
adivinos, que susurran y hablan entre sí, ¿no consultará el
pueblo a su Dios, y los vivos a los muertos?
20 ¡A la ley y al testimonio! Si no dijeren conforme a esto,
es porque no les ha amanecido.
21 Y pasarán por ella cansados y hambrientos; y
acontecerá que cuando tengan hambre, se enojarán, y
maldecirán a su rey y a su Dios, y mirarán hacia arriba.
22 Y mirarán a la tierra, y verán tribulación y tinieblas,
oscuridad y angustia; y serán sumidos en las tinieblas.
Isaías
CAPÍTULO 9
1 Pero no habrá oscuridad como en su aflicción, cuando al
principio afligió levemente la tierra de Zabulón y la tierra
de Neftalí, y después la afligió más gravemente, camino del
mar, al otro lado del Jordán, en Galilea de las naciones.
2 El pueblo que andaba en tinieblas vio gran luz; los que
moraban en tierra de sombra de muerte, luz resplandeció
sobre ellos.
3 Multiplicaste la nación, y no aumentaste la alegría; se
alegran delante de ti como se alegran en la siega, como se
alegran cuando reparten despojos.
4 Porque quebraste el yugo de su carga, el báculo de su
hombro, la vara de su opresor, como en el día de Madián.
5 Porque toda batalla del guerrero será entre estruendo y
vestiduras revolcadas en sangre; pero esto será entre
quemazón y pasto del fuego.
6 Porque nos ha nacido un niño, nos ha sido dado un hijo; y
el gobierno estará sobre su hombro, y se llamará su nombre:
Admirable, Consejero, Dios fuerte, Padre eterno, Príncipe
de paz.
7 El aumento de su gobierno y la paz no tendrán fin, sobre
el trono de David y sobre su reino, para ordenarlo y
establecerlo con juicio y justicia desde ahora y para
siempre. El celo del Señor de los ejércitos lo hará.
8 Jehová envió palabra a Jacob, y cayó sobre Israel.
9 Y lo sabrá todo el pueblo, Efraín y los moradores de
Samaria, que con soberbia y con altivez de corazón dicen:
10 Los ladrillos han caído, pero edificaremos con piedra
labrada; han cortado los cabrahigos, pero los cambiaremos
por cedros.
11 Por tanto, Jehová levantará contra él los adversarios de
Rezín, y juntará a sus enemigos;
12 Los sirios por delante, y los filisteos por detrás; y
devorarán a Israel a boca llena. Con todo esto, su ira no se
ha calmado, sino que su mano sigue extendida.
13 Porque el pueblo no se volvió al que lo hirió, Ni buscó a
Jehová de los ejércitos.
14 Por tanto, Jehová cortará de Israel cabeza y cola, rama y
junco, en un mismo día.
15 El anciano y honorable es la cabeza, y el profeta que
enseña mentiras es la cola.
16 Porque los príncipes de este pueblo los hacen errar, y
sus guiados son destruidos.
17 Por tanto, el Señor no se alegrará de sus jóvenes, ni
tendrá compasión de sus huérfanos ni de sus viudas;
porque todos son hipócritas y malhechores, y toda boca
habla necedades. Con todo esto, su ira no se ha calmado,
sino que su mano sigue extendida.
18 Porque la maldad arderá como fuego; consumirá zarzas
y espinos, y encenderá en la espesura del bosque, y subirán
como columnas de humo.
19 Por la ira de Jehová de los ejércitos se oscureció la tierra,
y los pueblos fueron como pasto del fuego; nadie tuvo
compasión de su hermano.
20 Y arrebatará a la derecha, y tendrá hambre, y comerá a
la izquierda, y no se saciarán; cada uno comerá la carne de
su brazo.
21 Manasés, Efraín; y Efraín, Manasés; y juntos se
opondrán a Judá. Con todo esto, su ira no se ha calmado,
sino que su mano sigue extendida.
CAPÍTULO 10
1 ¡Ay de los que decretan decretos injustos, y escriben
gravísimas cosas que han prescrito!
2 Para apartar del juicio a los menesterosos, y para quitar el
derecho a los pobres de mi pueblo, para saquear a las
viudas y despojar a los huérfanos.
3 ¿Y qué haréis en el día de la visitación, y en la desolación
que vendrá de lejos? ¿A quién huiréis por ayuda, y dónde
dejaréis vuestra gloria?
4 Sin mí, se inclinarán bajo los prisioneros y caerán bajo
los muertos. Con todo esto, su ira no se ha calmado, sino
que su mano aún está extendida.
5 Oh Asiria, vara de mi ira, Y báculo en su mano es mi
indignación.
6 Yo lo enviaré contra una nación impía, y sobre el pueblo
de mi ira le enviaré, para que tome despojos y arrebate
presa, y los holle como lodo de las calles.
7 Pero él no lo piensa así, ni su corazón lo imagina así, sino
que su propósito es destruir y talar naciones no pocas.
8 Porque dice: ¿No son mis príncipes todos reyes?
9 ¿No es Calno como Carquemis? ¿No es Hamat como
Arfad? ¿No es Samaria como Damasco?
10 Como halló mi mano los reinos de los ídolos, y cuyas
imágenes talladas eran mayores que las de Jerusalén y de
Samaria;
11 Como hice a Samaria y a sus ídolos, ¿no haré también a
Jerusalén y a sus ídolos?
12 Por tanto, cuando Jehová haya acabado toda su obra en
el monte Sión y en Jerusalén, castigaré el fruto de la
soberbia del corazón del rey de Asiria, y la gloria de la
altivez de sus ojos.
13 Porque dice: Con la fuerza de mi mano lo he hecho, y
con mi sabiduría, porque soy prudente; y quité los términos
de los pueblos, y saqueé sus tesoros, y como hombre
valiente derroté a los moradores.
14 Y halló mi mano como nido las riquezas de los pueblos,
y como se recogen los huevos que quedan, recogí toda la
tierra; y no hubo quien moviera ala, ni abriera boca, ni
piase.
15 ¿Se jactará el hacha contra el que con ella corta? ¿Se
ensoberbecerá la sierra contra el que la mueve? Como si la
vara se moviera contra quienes la alzan, o como si el
cayado se alzara como si no fuera madera.
16 Por tanto, Jehová, Jehová de los ejércitos, enviará
flaqueza sobre sus robustos, y debajo de su gloria
encenderá llama como ardor de fuego.
17 Y la luz de Israel será por fuego, y su Santo por llama;
el cual abrasará y consumirá en un solo día sus espinos y
sus cardos;
18 Y consumirá la gloria de su bosque y de su campo fértil,
alma y cuerpo; y serán como cuando desmaya un
abanderado.
19 Y los árboles que queden de su bosque serán en número
tan reducido que un niño podrá contarlos.
20 Y acontecerá en aquel día, que el remanente de Israel, y
los que hayan quedado de la casa de Jacob, no se apoyarán
más en el que los hirió, sino que se apoyarán en Jehová, el
Santo de Israel, con verdad.
21 Y el remanente volverá, el remanente de Jacob, al Dios
fuerte.
Isaías
22 Porque si tu pueblo Israel fuere como la arena del mar,
solo el remanente de él volverá; la consumación decretada
rebosará de justicia.
23 Porque el Señor Jehová de los ejércitos hará destrucción
y perdición en medio de toda la tierra.
24 Por tanto, así dice el Señor Jehová de los ejércitos:
Pueblo mío que moras en Sion, no tengas miedo de Asiria;
con vara te herirá, y alzará contra ti su báculo, a la manera
de Egipto.
25 Porque de aquí a muy poco tiempo cesará la indignación
y mi enojo, para destrucción de ellos.
26 Y Jehová de los ejércitos levantará contra él azote como
la matanza de Madián en la peña de Oreb; y como su vara
estuvo sobre el mar, así la alzará a la manera de Egipto.
27 Y acontecerá en aquel día, que su carga será quitada de
tu hombro, y su yugo de tu cerviz; y el yugo se pudrirá por
causa de la unción.
28 Llegó a Ajat, pasó a Migrón; en Micmas aparcó sus
carros;
29 Pasaron el paso, se alojaron en Geba; Ramá tuvo miedo;
Gabaa de Saúl huyó.
30 Alza tu voz, hija de Galim; Hazla oír hasta Lais, oh
pobre Anatot.
31 Madmena es derribada; los habitantes de Gebim se
reúnen para huir.
32 Aún se detendrá en Nob aquel día; alzará su mano hacia
el monte de la hija de Sión, hacia el collado de Jerusalén.
33 He aquí que el Señor, Jehová de los ejércitos,
desmenuzará con terror el ramaje, y los grandes de estatura
serán talados, y los altivos serán humillados.
34 Y cortará con hierro la espesura del bosque, y el Líbano
caerá con fuerza.
CAPÍTULO 11
1 Y saldrá una vara del tronco de Isaí, y un vástago
retoñará de sus raíces;
2 Y reposará sobre él el Espíritu de Jehová; espíritu de
sabiduría y de inteligencia, espíritu de consejo y de poder,
espíritu de conocimiento y de temor de Jehová;
3 Y le hará entender diligentemente en el temor de Jehová;
no juzgará según la vista de sus ojos, ni argüirá por lo que
oigan sus oídos;
4 Pero juzgará con justicia a los pobres, y argüirá con
equidad por los mansos de la tierra; y herirá la tierra con la
vara de su boca, y con el espíritu de sus labios matará al
impío.
5 Y será la justicia cinto de sus lomos, y la fidelidad
ceñidor de sus riñones.
6 Morará el lobo con el cordero, y el leopardo con el
cabrito se acostará; el becerro y el león y la bestia
doméstica andarán juntos, y un niño los pastoreará.
7 Y la vaca y la osa pacerán, sus crías se echarán juntas; y
el león como el buey comerá paja.
8 Y el niño de pecho jugará sobre la cueva del áspid, y el
recién destetado extenderá su mano sobre la caverna del
áspid.
9 No harán mal ni dañarán en todo mi santo monte; porque
la tierra será llena del conocimiento de Jehová, como las
aguas cubren el mar.
10 Y acontecerá en aquel tiempo que la raíz de Isaí, la cual
estará puesta por pendón a los pueblos, la buscarán las
naciones; y su reposo será glorioso.
11 Y acontecerá en aquel día, que Jehová alzará otra vez su
mano para recobrar el remanente de su pueblo que haya
quedado de Asiria, de Egipto, de Patros, de Etiopía, de
Elam, de Sinar, de Hamat y de las islas del mar.
12 Y levantará pendón a las naciones, y juntará los
desterrados de Israel, y reunirá los esparcidos de Judá de
los cuatro confines de la tierra.
13 Y se disipará la envidia de Efraín, y serán talados los
enemigos de Judá; no tendrá envidia Efraín de Judá, ni
Judá afligirá a Efraín.
14 Y volarán sobre los hombros de los filisteos hacia el
occidente, y a una los saquearán; sobre Edom y sobre
Moab pondrán su mano, y los hijos de Amón les
obedecerán.
15 Y Jehová destruirá del todo la lengua del mar de Egipto,
y levantará su mano con su poderoso viento sobre el río, y
lo herirá en siete brazos, y hará pasar a pie enjuto.
16 Y habrá camino para el remanente de su pueblo, lo que
quedó de Asiria, de la manera que lo hubo para Israel el día
que subió de la tierra de Egipto.
CAPÍTULO 12
1 Y en aquel día dirás: Oh Jehová, te alabaré; pues aunque
te enojaste contra mí, tu furor se apartó, y me consolaste.
2 He aquí que Dios es mi salvación; confiaré, y no temeré;
porque mi fortaleza y mi cántico es Jehová el Señor, y él
me ha sido por salvación.
3 Por tanto, sacaréis con alegría aguas de las fuentes de la
salvación.
4 Y diréis en aquel día: Alaben a Jehová, invoquen su
nombre, publiquen en los pueblos sus obras, recuerden que
su nombre es enaltecido.
5 Cantad a Jehová, porque ha hecho cosas excelentes; Esto
será notorio en toda la tierra.
6 Grita y canta, oh moradora de Sión, porque grande es el
Santo de Israel en medio de ti.
CAPÍTULO 13
1 Profecía sobre Babilonia, que vio Isaías hijo de Amoz.
2 Alzad bandera sobre un monte alto; alzad a ellos la voz,
alzad la mano, y entrarán por puertas de príncipes.
3 Yo mandé a mis santos, asimismo llamé a mis valientes
para mi furor, A los que se alegran en mi grandeza.
4 Estruendo de multitud en los montes, como de gran
pueblo; estruendo de tumulto de reinos, de naciones
reunidas; Jehová de los ejércitos pasa revista al ejército de
la batalla.
5 Vienen de una tierra lejana, del extremo del cielo, Jehová
y los instrumentos de su indignación, para destruir toda la
tierra.
6 Aullad, porque cercano está el día de Jehová; vendrá
como asolamiento por parte del Todopoderoso.
7 Por tanto, todas las manos desfallecerán, y desfallecerá el
corazón de todo hombre;
8 Y temerán; angustias y dolores se apoderarán de ellos; se
dolerán como mujer que está de parto; se asombrarán el
uno al otro; sus rostros serán como llamas.
Isaías
9 He aquí el día de Jehová viene, terrible, y de indignación
y ardor de ira, para convertir la tierra en soledad, y raer de
ella a sus pecadores.
10 Porque las estrellas del cielo y sus luceros no darán su
luz; el sol se oscurecerá al nacer, y la luna no dará su
resplandor.
11 Y castigaré al mundo por su maldad, y a los impíos por
su iniquidad; y haré cesar la arrogancia de los soberbios, y
abatiré la altivez de los fuertes.
12 Haré al hombre más precioso que el oro fino, y más que
el lingote de oro de Ofir.
13 Por tanto, yo haré temblar los cielos, y la tierra se
moverá de su lugar, en la indignación de Jehová de los
ejércitos, y en el día del ardor de su ira.
14 Y será como corza perseguida, y como oveja que no hay
quien tome; cada cual volverá a su pueblo, y cada cual
huirá a su tierra.
15 Todo el que sea hallado será traspasado, y todo el que se
junte con ellos caerá a espada.
16 Sus hijos también serán estrellados delante de sus ojos;
sus casas serán saqueadas, y violadas sus mujeres.
17 He aquí que yo incitaré contra ellos a los medos, y no
apreciarán la plata, ni el oro les será deseado.
18 Su arco también quebrantará a los jóvenes, y del fruto
de la matriz no tendrán compasión, ni su ojo perdonará a
los niños.
19 Y Babilonia, gloria de los reinos, hermosura de la
excelencia de los caldeos, será como cuando Dios trastornó
a Sodoma y a Gomorra.
20 Nunca más será habitada, ni se morará allí de
generación en generación; ni acampará allí el árabe, ni
tendrán allí pastores su majada.
21 Pero allí reposarán las bestias del desierto, y sus casas
estarán llenas de animales tristes; allí morarán los búhos, y
allí danzarán los sátiros.
22 Y las fieras de las islas chillarán en sus casas desoladas,
y los chacales en sus palacios deleitosos; y cercano está su
tiempo para venir, y sus días no se prolongarán.
CAPÍTULO 14
1Porque Jehová tendrá misericordia de Jacob, y escogerá
aún a Israel, y lo hará reposar en su tierra; y extranjeros se
juntarán con ellos, y se unirán a la casa de Jacob.
2 Y los tomará el pueblo, y los traerá a su lugar, y la casa
de Israel los poseerá en la tierra de Jehová por siervos y
siervas; y tomarán cautivos a los que ellos tuvieron
cautivos, y ellos se enseñorearán de sus opresores.
3 Y acontecerá que el día que Jehová te dé descanso de tu
trabajo y de tu temor, y de la dura servidumbre en que estás
sometido,
4 Para que tomes este proverbio contra el rey de Babilonia,
y digas: ¡Cómo ha cesado el opresor! ¡Cómo ha cesado la
ciudad de oro!
5 Jehová quebró el bastón de los impíos, y el cetro de los
príncipes.
6 El que hería a los pueblos con furor, con llaga continua,
El que se enseñoreaba de las naciones con furor,
Perseguido es, y no hay quien lo impida.
7 Toda la tierra reposa y está en silencio; prorrumpen en
cánticos.
8 También se alegraron sobre ti los cipreses, y los cedros
del Líbano, diciendo: Desde que tú pereciste, no ha subido
cortador contra nosotros.
9 El Seol de abajo se conmovió por ti, para recibirte a tu
venida; despertó por ti los muertos, y a todos los príncipes
de la tierra; hizo levantar de sus tronos a todos los reyes de
las naciones.
10 Todos ellos hablarán y te dirán: ¿También tú te has
debilitado como nosotros? ¿Te has hecho como nosotros?
11 Descendió al Seol tu pompa, y el sonido de tus violas;
gusanos se extendieron debajo de ti, y gusanos te cubrieron.
12 ¡Cómo has caído del cielo, oh Lucero, hijo de la mañana!
¡Cortado fuiste por tierra, tú que debilitabas a las naciones!
13 Porque tú que decías en tu corazón: Subiré al cielo; en
lo alto, junto a las estrellas de Dios, levantaré mi trono, y
en el monte del testimonio me sentaré, a los lados del norte;
14 Sobre las alturas de las nubes subiré, Y seré semejante
al Altísimo.
15 Pero tú derribado serás hasta el Seol, a los lados del
abismo.
16 Los que te vean se inclinarán hacia ti, te contemplarán,
diciendo: ¿Es éste aquel varón que hacía temblar la tierra,
que trastornaba los reinos?
17 Que puso el mundo como un desierto, Y asoló sus
ciudades, Y a sus presos nunca abrió la cárcel?
18 Todos los reyes de las naciones, todos ellos yacen con
gloria, cada uno en su casa.
19 Pero tú eres arrojado de tu sepulcro como vástago
abominable, y como vestidura de muertos traspasados a
espada, que descienden a las piedras de la fosa; como
cadáver hollado.
20 No serás juntado con ellos en sepultura, por cuanto
destruyeste tu tierra y mataste a tu pueblo; la descendencia
de los malignos no será recordada para siempre.
21 Preparad para sus hijos el matadero por la iniquidad de
sus padres, para que no se levanten, ni posean la tierra, ni
llenen de ciudades la faz del mundo.
22 Porque yo me levantaré contra ellos, dice Jehová de los
ejércitos, y talaré de Babilonia el nombre y el remanente, y
el hijo y el nieto, dice Jehová.
23 Y la haré posesión de zarzas, y de estanques de aguas, y
la barreré con escoba de destrucción, dice Jehová de los
ejércitos.
24 Jehová de los ejércitos juró, diciendo: Ciertamente se
hará de la manera que lo he pensado, y se confirmará como
lo he determinado.
25 Que yo quebrantaré al asirio en mi tierra, y en mis
montes lo hollaré; y su yugo será quitado de ellos, y su
carga será quitada de sus hombros.
26 Este es el plan que se ha trazado sobre toda la tierra, y
esta es la mano extendida sobre todas las naciones.
27 Porque Jehová de los ejércitos lo ha determinado, ¿y
quién lo impedirá? Y su mano extendida, ¿quién la tornará
atrás?
28 En el año que murió el rey Acaz se presentó esta carga:
29 Tú, Palestina toda, no te alegres porque se haya roto la
vara del que te hería; porque de la raíz de la serpiente
saldrá una víbora, y su fruto, serpiente voladora y ardiente.
30 Y los primogénitos de los pobres serán apacentados, y
los menesterosos se acostarán seguros; pero yo haré morir
de hambre tu raíz, y matará lo que sobrevenga.
Isaías
31 Aúlla, oh puerta; clama, oh ciudad; tú, Palestina entera,
estás disuelta; porque del norte vendrá humo, y ninguno
estará solo en sus tiempos señalados.
32 ¿Qué se responderá entonces a los mensajeros de la
nación? Que el Señor ha fundado Sión, y que los pobres de
su pueblo confiarán en ella.
CAPÍTULO 15
1 Profecía sobre Moab. Porque aquella noche Ar de Moab
fue devastada y reducida a silencio; porque aquella noche
Kir de Moab fue devastada y reducida a silencio;
2 Subió a Bajit y a Dibón, lugares altos, a llorar; Sobre
Nebo y sobre Medeba aullará Moab; En todas sus cabezas
habrá rapa, y toda barba rapada.
3 En sus calles se ceñirán de cilicio; sobre los tejados de
sus casas y en sus calles aullará todo hombre, llorando a
cántaros.
4 Y gritarán Hesbón y Eleale; hasta Jahaza se oirá su voz;
por tanto, gritarán los guerreros de Moab; su vida les será
agraviada.
5 Mi corazón gritará por Moab; sus fugitivos huirán a Zoar,
becerra de tres años; porque al monte de Luhit subirán con
llanto; por el camino de Horonaim lanzarán grito de
destrucción.
6 Porque las aguas de Nimrim serán asoladas, porque se
secó el heno, la hierba se marchitó, no quedó nada verde.
7 Por tanto, lo mucho que han adquirido, y lo que han
guardado, lo llevarán al arroyo de los sauces.
8 Porque el clamor rodeó los términos de Moab; su aullido
llegó hasta Eglaim, y su gemido hasta Beerelim.
9 Porque las aguas de Dimón estarán llenas de sangre;
porque yo traeré más sobre Dimón, leones sobre los que
escaparon de Moab, y sobre el remanente de la tierra.
CAPÍTULO 16
1 Enviad el cordero al príncipe de la tierra, desde Sela al
desierto, al monte de la hija de Sión.
2 Porque será, como ave errante arrojada del nido, así serán
las hijas de Moab en los vados de Arnón.
3 Toma consejo, haz juicio; pon tu sombra como la noche
en medio del mediodía; esconde a los descarriados, no
denuncies al que anda errante.
4 Morarán contigo mis desterrados, oh Moab; Séles por
escondedero delante del destruidor; porque fenecerá el
agresor, cesará el destruidor, serán consumidos de la tierra.
5 Y con misericordia se afirmará el trono, y sobre él se
sentará con verdad, En el tabernáculo de David, Juzgando y
buscando el juicio, y apresurando la justicia.
6 Hemos oído de la soberbia de Moab, que está muy
orgulloso; de su altivez, de su orgullo y de su ira; pero sus
mentiras no serán así.
7 Por tanto, aullará Moab, sobre Moab, aullará todo él;
lamentaréis por los cimientos de Quir-hareset; ciertamente
están asolados.
8Porque los campos de Hesbón están desolados, y la viña
de Sibma; los príncipes de las naciones han quebrantado
sus sarmientos más primitivos; llegaron hasta Jazer,
vagaron por el desierto; se extendieron sus sarmientos,
pasaron el mar.
9 Por tanto, yo gemiré con el llanto de Jazer, la vid de
Sibma; te regaré con mis lágrimas, oh Hesbón y Eleale,
porque ha caído el júbilo por tus frutos de verano y por tu
siega.
10 Y será quitada la alegría y el gozo del campo fértil; y en
las viñas no habrá cantos, ni gritos de júbilo; no pisarán
vino los pisadores en sus lagares; haré cesar el júbilo de sus
vendimias.
11 Por tanto, mis entrañas resonarán como arpa por Moab,
y mis entrañas por Kir-hares.
12 Y acontecerá que cuando vea a Moab cansado en el
lugar alto, vendrá también a su santuario a orar, pero no
prosperará.
13 Esta es la palabra que habló Jehová acerca de Moab
desde entonces.
14 Pero ahora Jehová ha hablado, diciendo: Dentro de tres
años, como los años de un jornalero, la gloria de Moab será
despreciada con toda su gran multitud, y el remanente será
muy pequeño y débil.
CAPÍTULO 17
1 Profecía sobre Damasco. He aquí, Damasco ha sido
quitada de ser ciudad, y será un montón de ruinas.
2 Las ciudades de Aroer fueron desamparadas; serán para
ovejas que tendrán majada, y no habrá quien las espante.
3 Y cesará la fortaleza de Efraín, y el reino de Damasco, y
el remanente de Siria; serán como la gloria de los hijos de
Israel, dice Jehová de los ejércitos.
4 Y acontecerá en aquel día que la gloria de Jacob se
enflaquecerá, y enflaquecerá la grosura de su carne.
5 Y será como cuando el segador coge la mies, y con su
brazo siega las espigas; será también como quien coge
espigas en el valle de Refaim.
6 Y quedarán en él rebuscos, como cuando se sacude el
olivo, dos o tres granos en la copa de su rama más alta, y
cuatro o cinco en sus ramos más fructíferos, dice Jehová
Dios de Israel.
7 En aquel día el hombre mirará a su Hacedor, y sus ojos
contemplarán al Santo de Israel.
8 Y no mirará a los altares obra de sus manos, ni mirará a
lo que hicieron sus dedos, ni a las imágenes de Asera ni a
las imágenes.
9 En aquel día sus ciudades fortificadas serán como rama
abandonada, como retoño primoroso, los que fueron
dejados delante de los hijos de Israel; y habrá desolación.
10 Por cuanto te olvidaste del Dios de tu salvación, y no te
acordaste de la roca de tu fortaleza, por tanto, plantarás
plantas hermosas, y la plantarás con sarmientos extraños;
11 De día harás crecer tu plantío, y de mañana harás
germinar tu simiente; pero la siega será un montón en el
día del trabajo y de la angustia.
12 ¡Ay de la multitud de muchos pueblos, que hacen
estruendo como estruendo de mares, y del estruendo de
naciones, que hacen estruendo como estruendo de muchas
aguas!
13 Las naciones se precipitarán como estruendo de muchas
aguas; pero Dios las reprenderá, y huirán lejos, y serán
perseguidas como tamo de los montes delante del viento, y
como cosa que rueda delante de un torbellino.
Isaías
14 Y he aquí, al atardecer, turbación; y antes de la mañana,
ya no está. Esta es la porción de quienes nos saquean, y la
suerte de quienes nos roban.
CAPÍTULO 18
1 ¡Ay de la tierra que da sombra con alas, que está más allá
de los ríos de Etiopía!
2 El cual envía embajadores por el mar, y en barcos de
juncos sobre las aguas, diciendo: Andad, oh mensajeros
veloces, a la gente dispersa y desolada, al pueblo temible
desde su principio y hasta ahora, gente asolada y hollada,
cuya tierra asolaron los ríos.
3 Todos vosotros, moradores del mundo y moradores de la
tierra, mirad cuando él alce bandera en los montes, y
cuando toque trompeta, oíd.
4 Porque así me dijo Jehová: Reposo me sentaré, y
consideraré en mi morada, como calor claro sobre la hierba,
y como nube de rocío en el calor de la siega.
5 Porque antes de la siega, cuando el fruto esté ya perfecto,
y la uva agria haya madurado en la flor, cortará los
sarmientos con podaderas, y quitará y cortará las ramas.
6 Y serán dejados juntos a las aves de los montes y a las
bestias de la tierra; y sobre ellos pasarán el verano las aves,
y sobre ellos invernarán todas las bestias de la tierra.
7 En aquel tiempo será traído a Jehová de los ejércitos
presente, de un pueblo disperso y descarnado, de un pueblo
temible desde su principio y antes que él, nación asolada y
hollada, cuya tierra saciaron los ríos, al lugar del nombre
de Jehová de los ejércitos, al monte de Sion.
CAPÍTULO 19
1 Profecía sobre Egipto. He aquí, el Señor cabalga sobre
una nube veloz y entrará en Egipto; y los ídolos de Egipto
se estremecerán ante su presencia, y el corazón de Egipto
se derretirá en medio de él.
2 Y levantaré egipcios contra egipcios, y cada uno peleará
contra su hermano, y cada uno contra su prójimo; ciudad
contra ciudad, y reino contra reino.
3 Y el espíritu de Egipto desfallecerá en medio de él, y yo
destruiré su consejo; y buscarán a los ídolos, y a los
encantadores, y a los encantadores y a los adivinos.
4 Y entregaré a los egipcios en manos de un señor cruel, y
un rey violento se enseñoreará de ellos, dice Jehová,
Jehová de los ejércitos.
5 Y las aguas faltarán del mar, y el río se agotará y se
secará.
6 Y desviarán los ríos, y los arroyos de defensa se secarán
y se secarán; las cañas y las banderas se secarán.
7 Las cañas junto a los arroyos, junto a las bocas de los
arroyos, y todo lo sembrado junto a los arroyos se secará,
será arrojado, y dejará de ser.
8 También los pescadores lamentarán, y lamentarán todos
los que echan anzuelos en los arroyos, y desfallecerán los
que tienden redes en las aguas.
9 Además, los que trabajan el lino fino y los que tejen
redes serán avergonzados.
10 Y serán quebrantados en sus propósitos todos los que
hacen compuertas y estanques para peces.
11 Ciertamente los príncipes de Zoán son necios, el
consejo de los sabios consejeros de Faraón se ha vuelto
insensato. ¿Cómo decís a Faraón: Yo soy hijo de sabios,
hijo de reyes antiguos?
12 ¿Dónde están ellos? ¿Dónde están tus sabios? Que te lo
declaren ahora, y que sepan lo que el Señor de los ejércitos
ha determinado acerca de Egipto.
13 Los príncipes de Zoán se han vuelto necios, los
príncipes de Menfis se han engañado; también a Egipto
sedujeron, y a los que son el sostén de sus tribus.
14 Jehová mezcló espíritu de perversidad en medio de él, e
hicieron errar a Egipto en toda su obra, como se tambalea
el ebrio en su vómito.
15 No habrá para Egipto obra alguna que pueda hacer
cabeza o cola, rama o junco.
16 En aquel día Egipto será como las mujeres, y estará
temblando y se estremecerá, por el alboroto de la mano de
Jehová de los ejércitos que él agitará sobre él.
17 Y la tierra de Judá será terror para Egipto; cualquiera
que la recordare, se espantará, a causa del consejo que
Jehová de los ejércitos ha determinado contra ella.
18 En aquel día cinco ciudades en la tierra de Egipto
hablarán la lengua de Canaán, y jurarás a Jehová de los
ejércitos; y una será llamada Ciudad de Destrucción.
19 En aquel día habrá un altar a Jehová en medio de la
tierra de Egipto, y una columna a Jehová en su límite.
20 Y será por señal y por testimonio a Jehová de los
ejércitos en la tierra de Egipto; porque clamarán a Jehová a
causa de sus opresores, y él les enviará salvador y grande
que los libre.
21 Y Jehová será conocido de Egipto, y los egipcios
conocerán a Jehová en aquel día, y ofrecerán sacrificio y
ofrenda; y harán votos a Jehová, y los cumplirán.
22 Y herirá Jehová a Egipto; lo herirá, y lo sanará, y ellos
se volverán a Jehová, y él los escuchará, y los sanará.
23 En aquel día habrá una calzada de Egipto a Asiria, y
asirios entrarán en Egipto, y egipcios en Asiria, y los
egipcios servirán con los asirios.
24 En aquel día Israel será tercero con Egipto y con Asiria,
y bendición en medio de la tierra;
25 A quien Jehová de los ejércitos bendecirá, diciendo:
Bendito el pueblo mío Egipto, y el Asiria obra de mis
manos, e Israel mi heredad.
CAPÍTULO 20
1 El año que vino Tartán a Asdod, y lo envió Sargón rey de
Asiria, y peleó contra Asdod, y la tomó;
2 En aquel tiempo, el Señor habló por medio de Isaías, hijo
de Amoz, diciendo: «Ve, quítate el cilicio de los lomos y
descalza los pies». Y así lo hizo, andando desnudo y
descalzo.
3 Y dijo Jehová: De la manera que mi siervo Isaías anduvo
desnudo y descalzo tres años, para señal y prodigio sobre
Egipto y sobre Etiopía;
4 Así llevará el rey de Asiria la cautividad de Egipto y la
cautividad de Etiopía, jóvenes y viejos, desnudos y
descalzos, y descubiertas las nalgas, para vergüenza de
Egipto.
5 Y temerán y se avergonzarán de Etiopía su esperanza, y
de Egipto su gloria.
6 Y dirá en aquel día el morador de esta isla: He aquí, tal
fue nuestra esperanza, adonde nos refugiamos buscando
Isaías
socorro para ser libres del rey de Asiria; ¿y cómo
escaparemos?
CAPÍTULO 21
1 La carga del desierto del mar. Como torbellinos que
pasan del sur, así viene del desierto, de una tierra terrible.
2 Una visión terrible se me ha revelado: el traidor obra con
traición, y el destructor saquea. ¡Sube, Elam! ¡Sitia, Media!
He hecho cesar todos sus gemidos.
3 Por lo cual mis lomos se llenaron de dolor; Me tomaron
dolores como dolores de mujer que está de parto; Me
envanecí al oírlo, y al verlo, me estremecí.
4 Mi corazón jadeó, tembló de miedo; La noche de mi
placer me volvió terror.
5 Preparad la mesa, velad en la atalaya, comed, bebed:
levantaos, oh príncipes, y ungid el escudo.
6 Porque así me dijo el Señor: Ve, y pon atalaya que
declare lo que veiere.
7 Y vio un carro con un par de jinetes, un carro de asnos, y
un carro de camellos; y escuchó atentamente con mucha
atención;
8 Y él gritó: ¡Un león! ¡Señor mío, sobre la atalaya estoy
yo continuamente de día, y sobre mi guarda todas las
noches;
9 Y he aquí, viene un carro de hombres, con un par de
jinetes. Y él respondió y dijo: «¡Ha caído, ha caído
Babilonia! Ha derribado todas las imágenes esculpidas de
sus dioses».
10 ¡Oh trilla mía, y trigo de mi era! Lo que oí de Jehová de
los ejércitos, Dios de Israel, os he dicho.
11 La carga de Duma. Me llama desde Seir: «Guarda, ¿qué
hay de la noche?» «Guarda, ¿qué hay de la noche?»
12 Y el atalaya respondió: La mañana viene, y luego la
noche; si queréis preguntar, preguntad; volved, venid.
13 La carga sobre Arabia. En el bosque de Arabia os
alojaréis, oh compañías nómadas de Dedanim.
14 Los moradores de la tierra de Tema trajeron agua al
sediento, y al que huía le dieron pan.
15 Porque huyeron ante las espadas, de la espada desnuda,
del arco entesado y del rigor de la guerra.
16Porque así me ha dicho Jehová: Dentro de un año, como
años de jornalero, toda la gloria de Cedar perecerá;
17 Y el resto del número de los arqueros, los valientes de
los hijos de Cedar, será disminuido; porque Jehová Dios de
Israel lo ha dicho.
CAPÍTULO 22
1 La carga del valle de la visión. ¿Qué te aflige ahora que
has subido por completo a los tejados?
2 ¡Oh tú, ciudad tumultuosa, ciudad alegre! Tus muertos no
fueron muertos a espada, ni muertos en batalla.
3 Todos tus príncipes huyeron a una, fueron atados por los
arqueros; atados fueron todos los que en ti se hallaron, los
que huyeron de lejos.
4 Por tanto dije: Apartad de mí; lloraré amargamente; no os
afanéis por consolarme, a causa de la despoja de la hija de
mi pueblo.
5 Porque día de turbación y de turbación es, delante del
Señor Jehová de los ejércitos, en el valle de la visión, para
derribar muros, y para clamor a los montes.
6 Y Elam llevó la aljaba, con carros de hombres y de
jinetes, y Kir descubrió el escudo.
7 Y acontecerá que tus valles más escogidos estarán llenos
de carros, y gente de a caballo estará en orden de batalla a
la puerta.
8 Y él descubrió la cubierta de Judá, y miró aquel día hacia
las armas de la casa del bosque.
9 Habéis visto también las brechas de la ciudad de David,
que son muchas, y habéis juntado las aguas del estanque de
abajo.
10 Y contasteis las casas de Jerusalén, y derribasteis casas
para fortificar el muro.
11 Hicisteis también una zanja entre los dos muros para las
aguas del estanque viejo; pero no mirasteis a su hacedor, ni
tuvisteis respeto al que lo labró hace mucho tiempo.
12 Y aquel día el Señor Jehová de los ejércitos llamó a
llanto y a lamento, a raparse y a ceñirse de cilicio;
13 Y he aquí gozo y alegría, matando bueyes y
degüellando ovejas, comiendo carne y bebiendo vino;
comamos y bebamos, porque mañana moriremos.
14 Y fue revelado a mis oídos de parte de Jehová de los
ejércitos: No os será perdonada esta iniquidad hasta que
muráis, dice el Señor Jehová de los ejércitos.
15 Así ha dicho Jehová el Señor de los ejércitos: Ve y vé a
ese tesorero, a Sebna, mayordomo del templo, y dile:
16¿Qué tienes aquí? ¿Y a quién tienes aquí, que te has
labrado aquí sepulcro, como quien se labra sepulcro en un
lugar alto, y se excava una morada en una peña?
17 He aquí que Jehová te llevará en fuerte cautiverio, y te
cubrirá enteramente.
18 Ciertamente te hará volver con violencia, y te lanzará
como a una pelota a tierra espaciosa; allí morirás, y allí
serán los carros de tu gloria, la vergüenza de la casa de tu
señor.
19 Y yo te arrojaré de tu puesto, y de tu condición te
derribaré.
20 Y acontecerá en aquel día, que llamaré a mi siervo
Eliaquim hijo de Hilcías,
21 Y le vestiré con tu manto, y le ceñiré con tu cinto, y en
su mano pondré tu gobierno, y será un padre para el
morador de Jerusalén, y para la casa de Judá.
22 Y pondré la llave de la casa de David sobre su hombro;
y abrirá, y nadie cerrará; cerrará, y nadie abrirá.
23 Y lo clavaré como un clavo en lugar firme, y será un
trono de gloria para la casa de su padre.
24 Y colgarán sobre él toda la gloria de la casa de su padre,
los hijos y los descendientes, toda vasija de poca cantidad,
desde los vasos de copas hasta todos los vasos de jarros.
25 En aquel día, dice Jehová de los ejércitos, el clavo
clavado en lugar firme se quitará, y será cortado y caerá, y
la carga que estaba sobre él será cortada; porque Jehová lo
ha dicho.
CAPÍTULO 23
1 Profecía sobre Tiro. Aullen, naves de Tarsis, porque está
devastada, sin casa ni entrada. Desde la tierra de Quitim se
les revela.
2 Callad, moradores de la isla, Vosotros que sois los
mercaderes de Sidón, que pasan el mar, os han abastecido.
3 Y junto a las muchas aguas, la semilla del Sihor, la mies
del río, será su rédito; y será mercado de naciones.
Isaías
4 Avergüénzate, oh Sidón, porque el mar, la fuerza del mar
habló, diciendo: No estoy de parto, ni doy a luz, ni crio
jóvenes, ni levanto vírgenes.
5 Así como se oirá la noticia sobre Egipto, se entristecerán
también por la noticia sobre Tiro.
6 Pasad a Tarsis; aullad, moradores de la isla.
7 ¿Es ésta vuestra ciudad alegre, cuya antigüedad es de días
antiguos? Sus propios pies la llevarán lejos para peregrinar.
8 ¿Quién tomó este consejo contra Tiro, la ciudad coronada,
cuyos mercaderes son príncipes, y cuyos negociantes son
los nobles de la tierra?
9 Jehová de los ejércitos lo ha determinado, para manchar
la soberbia de toda gloria, y para abatir a todos los nobles
de la tierra.
10 Pasa por tu tierra como un río, oh hija de Tarsis; no hay
más fuerzas.
11 Extendió su mano sobre el mar, hizo temblar los reinos;
Jehová dio orden contra la ciudad mercante, para que se
destruyeran sus fortalezas.
12 Y él dijo: No te alegrarás más, oh virgen oprimida, hija
de Sidón; levántate, pasa a Quitim; tampoco allí tendrás
reposo.
13 He aquí la tierra de los caldeos; este pueblo no existía
hasta que Asirio la fundó para los que moraban en el
desierto; levantaron sus torres, erigieron sus palacios, y él
la convirtió en ruinas.
14 Aullad, naves de Tarsis, porque vuestra fuerza es
destruida.
15 Y acontecerá en aquel día, que Tiro será olvidada por
setenta años, como los días de un rey; al cabo de los setenta
años cantará Tiro como ramera.
16 Toma el arpa, recorre la ciudad, oh ramera olvidada;
toca dulce melodía, canta muchos cánticos, para que haya
memoria de ti.
17 Y acontecerá que después de los setenta años visitará
Jehová a Tiro, y ella volverá a su heredad, y fornicará con
todos los reinos del mundo, sobre la faz de la tierra.
18 Y su mercadería y su salario serán consagrados a Jehová;
no serán atesorados ni guardados; sino que su mercadería
será para los que moran delante de Jehová, para que coman
suficiente comida y tengan ropas durables.
CAPÍTULO 24
1 He aquí que Jehová vacía la tierra y la deja desolada, y
trastorna su faz, y dispersa a sus moradores.
2 Y será como el pueblo, así el sacerdote; como el siervo,
así su señor; como la sierva, así su señora; como el
comprador, así el vendedor; como el prestamista, así el que
toma prestado; como el que toma usura, así el que da usura.
3 La tierra será completamente vaciada y completamente
saqueada, porque Jehová ha hablado esta palabra.
4 La tierra se enluta y se marchita, el mundo languidece y
se marchita, languidece el pueblo altivo de la tierra.
5 También la tierra se contaminó bajo sus moradores,
porque traspasaron las leyes, falsearon el derecho,
quebrantaron el pacto sempiterno.
6 Por tanto, la maldición consumió la tierra, y sus
moradores quedaron asolados; por lo cual fueron quemados
los moradores de la tierra, y quedaron pocos hombres.
7 Está de luto el mosto, está la vid enflaquecida, gimen
todos los de corazón alegre.
8 Cesó el regocijo de los panderos, se acabó el estruendo
de los que se alegran, cesó el gozo del arpa.
9 No beberán vino con canción; la sidra será amarga a los
que la beban.
10 La ciudad de la confusión está derribada; toda casa está
cerrada, para que nadie entre.
11 Hay clamores por vino en las calles; se oscureció toda
alegría, desapareció la alegría de la tierra.
12 En la ciudad quedó desolación, y la puerta fue herida de
destrucción.
13 Y sucederá esto en medio de la tierra, entre los pueblos,
como cuando se sacude el olivo, y como cuando se rebusca
después de la vendimia.
14 Alzarán su voz, cantarán cantos por la grandeza de
Jehová; clamarán desde el mar.
15 Por tanto, glorificad a Jehová en los fuegos, Y el
nombre de Jehová Dios de Israel en las islas del mar.
16 Desde los confines de la tierra hemos oído cánticos,
incluso de gloria a los justos. Pero yo dije: ¡Mi flaqueza,
mi flaqueza, ay de mí! Los traidores han obrado con
traición; sí, los traidores han obrado con gran traición.
17 Temor, foso y lazo hay sobre ti, oh morador de la tierra.
18 Y acontecerá que el que huya de la voz del terror caerá
en el foso; y el que salga de en medio del foso será preso
en el lazo; porque desde lo alto se abrirán ventanas, y se
tambalearán los cimientos de la tierra.
19 La tierra está completamente deshecha, la tierra
completamente deshecha, la tierra en gran manera se
conmueve.
20 La tierra se tambaleará como un ebrio, y será removida
como una choza; y su prevaricación pesará sobre ella; caerá,
y no volverá a levantarse.
21 Y acontecerá en aquel día, que Jehová castigará al
ejército de los altos que están en lo alto, y a los reyes de la
tierra sobre la tierra.
22 Y serán reunidos como se reúnen los presos en la
cisterna, y serán encerrados en la cárcel, y después de
muchos días serán visitados.
23 Entonces la luna se avergonzará, y el sol se confundirá,
cuando Jehová de los ejércitos reine en el monte de Sión y
en Jerusalén, y delante de sus ancianos sea glorioso.
CAPÍTULO 25
1 Oh Jehová, tú eres mi Dios; te exaltaré, alabaré tu
nombre, porque has hecho maravillas; tus consejos
antiguos son fidelidad y verdad.
2 Porque has convertido la ciudad en montón de escombros,
la ciudad fortificada en ruinas, el palacio de los extraños en
nada más que una ciudad, nunca más será reedificada.
3 Por tanto, te glorificará el pueblo fuerte, y te temerá la
ciudad de naciones imponentes.
4 Porque has sido fortaleza para el pobre, fortaleza para el
necesitado en su angustia, refugio contra el turbión, sombra
contra el calor, Cuando el ímpetu de los fuertes es como
torbellino contra el muro.
5 Harás descender el estruendo de los extraños como calor
en lugar seco, calor con sombra de nube; el renuevo de los
fuertes será abatido.
6 Y Jehová de los ejércitos hará en este monte a todos los
pueblos banquete de manjares suculentos, banquete de
vinos refinados, de gruesos tuétanos, de vinos refinados.
Isaías
7 Y destruirá en este monte la cara de la cubierta con que
están cubiertos todos los pueblos, y el velo que está
extendido sobre todas las naciones.
8 Él destruirá a la muerte para siempre, y enjugará Jehová
el Señor toda lágrima de todos los rostros, y quitará la
afrenta de su pueblo de toda la tierra; porque Jehová lo ha
dicho.
9 Y se dirá en aquel día: He aquí, éste es nuestro Dios, le
hemos esperado, y nos salvará; éste es Jehová, a quien
hemos esperado; nos gozaremos y nos alegraremos en su
salvación.
10 Porque la mano de Jehová reposará en este monte, y
Moab será hollado debajo de él, como se holla la paja en el
muladar.
11 Y extenderá sus manos en medio de ellos, como
extiende las manos el nadador para nadar; y derribará su
soberbia, y el despojo de sus manos.
12 Y derribará la fortaleza de la alta fortaleza de tus muros,
y la humillará, y la hará pedazos, hasta el polvo.
CAPÍTULO 26
1 En aquel día se cantará este cántico en la tierra de Judá:
Fuerte ciudad tenemos; salvación pondrá Dios por muros y
antemuros.
2 Abrid las puertas, y entrará la nación justa que guarda la
verdad.
3 Tú guardarás en completa paz a aquel cuyo pensamiento
en ti persevera, Porque en ti ha confiado.
4 Confiad en Jehová perpetuamente, porque en Jehová el
Señor está la fortaleza de los siglos.
5 Porque él derribará a los que moran en lo alto; humillará
a la ciudad enaltecida, la humillará hasta la tierra, y hasta el
polvo la reducirá.
6 La hollará pie, los pies de los pobres, y los pasos de los
menesterosos.
7 El camino de los justos es rectitud; tú, recto, pesas la
senda de los justos.
8 Sí, en el camino de tus juicios, oh Jehová, te hemos
esperado; Tu nombre y la memoria de ti es el deseo de
nuestra alma.
9 Con mi alma te he deseado en la noche, y con mi espíritu
dentro de mí te buscaré madrugando; porque cuando hay
tus juicios en la tierra, los moradores del mundo aprenden
justicia.
10 Se mostrará misericordia al impío, y no aprenderá
justicia; en tierra de rectitud hará iniquidad, y no mirará a
la majestad de Jehová.
11 Oh Jehová, cuando tu mano se alce, ellos no verán; pero
verán, y se avergonzarán de su envidia contra el pueblo; y
fuego los consumirá a tus enemigos.
12 Oh Jehová, tú nos darás paz, Porque también tú hiciste
en nosotros todas nuestras obras.
13 Oh Jehová Dios nuestro, otros señores fuera de ti se
enseñorearon de nosotros; mas solo en ti haremos memoria
de tu nombre.
14 Muertos están, no vivirán; han fallecido, no resucitarán;
por tanto los has visitado y destruido, e hiciste perecer todo
su recuerdo.
15 Multiplicaste la nación, oh Jehová, multiplicaste la
nación; fuiste glorioso; la extendiste hasta todos los
confines de la tierra.
16 Oh Jehová, en la angustia te buscaron, Derramaron
oración, Cuando los castigaste.
17 Como la mujer encinta, que está cerca del parto, y gime
y grita en sus dolores, así hemos sido delante de tu vista, oh
Jehová.
18 Concebimos, tuvimos dolores, parimos como viento; no
hicimos salvación en la tierra, ni cayeron los moradores del
mundo.
19 Tus muertos vivirán, y junto con mi cadáver se
levantarán. ¡Despertad y cantad, moradores del polvo!
Porque tu rocío es como el rocío de las hierbas, y la tierra
expulsará a los muertos.
20 Anda, pueblo mío, entra en tus aposentos, cierra tras ti
tus puertas; escóndete un poquito por un momento, en tanto
que pasa la indignación.
21 Porque he aquí que Jehová sale de su lugar para castigar
la iniquidad de los moradores de la tierra; y la tierra
descubrirá sus sangres, y no encubrirá más a sus muertos.
CAPÍTULO 27
1 En aquel día Jehová castigará con su espada dura, grande
y fuerte a Leviatán, serpiente veloz, y a Leviatán, serpiente
tortuosa; y matará al dragón que está en el mar.
2 En aquel día cantaréis a ella: Viña de vino tinto.
3 Yo Jehová soy el que la guarda, yo siempre la regaré;
para que nadie la dañe, yo la guardaré de noche y de día.
4 No hay furia en mí: ¿quién me plantaría zarzas y espinos
en la batalla? Yo los atravesaría, los quemaría a todos.
5 O que se apodere de mi fuerza, y haga la paz conmigo; y
hará la paz conmigo.
6 Él hará que los descendientes de Jacob echen raíces;
florecerá y reverdecerá Israel, y llenará de fruto la faz del
mundo.
7 ¿Le hirió como hirió a los que le hirieron? ¿O fue muerto
como la matanza de los que él mató?
8 Con medida que brote, disputarás con él; Detendrá su
viento impetuoso en el día del solano.
9 Con esto, pues, será perdonada la iniquidad de Jacob, y
este será todo el fruto de la purificación de su pecado:
cuando torne todas las piedras del altar como piedras de cal
desmenuzadas; las imágenes de Asera y las imágenes no se
mantendrán en pie.
10 Y la ciudad fortificada será desolada, y la morada
abandonada, dejada como un desierto; allí pastará el
becerro, allí tendrá su majada, y consumirá sus ramas.
11 Cuando sus ramas se sequen, serán quebradas; vendrán
las mujeres y les prenderán fuego; porque es pueblo sin
entendimiento; por tanto, no tendrá de ellos misericordia su
Hacedor, ni les tendrá compasión el que los formó.
12 Y acontecerá en aquel día, que herirá Jehová desde el
lecho del Éufrates hasta el torrente de Egipto, y seréis
reunidos uno a uno, oh hijos de Israel.
13 Y acontecerá en aquel día, que se tocará con gran
trompeta, y vendrán los que habían sido esparcidos en la
tierra de Asiria, y los desterrados a la tierra de Egipto, y
adorarán a Jehová en el monte santo, en Jerusalén.
Isaías
CAPÍTULO 28
1 ¡Ay de la corona de soberbia, de los ebrios de Efraín,
cuya hermosura es flor marchita, Que está sobre la cabeza
de los valles fértiles, de los aturdidos por el vino!
2 He aquí que Jehová tiene uno fuerte y poderoso, que
como tempestad de granizo, y torbellino destructor, y como
inundación de impetuosas aguas que desbordan, derribará a
tierra con mano.
3 La corona de soberbia, la de los ebrios de Efraín, serán
holladas;
4 Y será la flor marchita de la gloria que está sobre la
cabeza del valle fértil, como el fruto prematuro, antes del
verano, el cual quien lo ve, lo devora mientras aún lo tiene
en la mano.
5 En aquel día Jehová de los ejércitos será por corona de
gloria y por diadema de hermosura al remanente de su
pueblo,
6 y para espíritu de juicio al que se sienta en juicio, y para
fortaleza a los que vuelven la batalla a la puerta.
7 Pero también ellos erraron con el vino, y con la sidra se
enloquecieron; el sacerdote y el profeta erraron con la sidra,
fueron trastornados por el vino, con la sidra se
enloquecieron; erraron en la visión, tropezaron en el juicio.
8 Porque todas las mesas están llenas de vómito y de
suciedad, hasta no haber lugar limpio.
9 ¿A quién se le enseñará la ciencia? ¿Y a quién se le hará
entender la doctrina? ¿A los destetados y apartados de los
pechos?
10 Porque mandamiento tras mandamiento, mandato sobre
mandato, renglón tras renglón, línea sobre línea, un poquito
allí, otro poquito allí;
11 Porque en labios de tartamudos, y en extraña lengua
hablará a este pueblo.
12 A los cuales dijo: Este es el reposo; dais descanso al
cansado; y este es el refrigerio; pero no quisieron escuchar.
13 Mas la palabra de Jehová les fue mandamiento tras
mandamiento, mandato tras mandato, línea sobre línea,
línea sobre línea, un poquito allí, y otro poquito allá, para
que andando, cayeran de espaldas, y fuesen quebrantados,
y enlazados, y presos.
14 Por tanto, oíd la palabra de Jehová, varones burladores,
que gobernáis a este pueblo que está en Jerusalén.
15Porque dijisteis: Pacto tenemos hecho con la muerte, e
hicimos convenio con el Seol; cuando pase el turbión del
azote, no llegará a nosotros; porque pusimos nuestro
refugio en la mentira, y en la falsedad nos escondimos.
16 Por tanto, así dice Jehová el Señor: He aquí que yo
pongo en Sion por fundamento una piedra, piedra probada,
angular, preciosa, de cimiento estable; el que creyere, no se
apresure.
17Y pondré el juicio a cordel, y la justicia a plomada; y el
granizo barrerá el refugio de la mentira, y aguas anegarán
el escondite.
18 Y vuestro pacto con la muerte será anulado, y vuestro
convenio con el Hades no será firme; y cuando pase el
turbión del azote, seréis de él hollados.
19 Y desde el momento que salga os arrebatará, porque de
mañana tras mañana pasará, de día y de noche; y será
tribulación solamente entender su voz.
20 Porque la cama es más corta que para que el hombre
pueda tenderse en ella, y la manta más angosta que para
que el hombre pueda envolverse en ella.
21 Porque Jehová se levantará como en el monte Perazim,
se airará como en el valle de Gabaón, para hacer su obra,
su extraña obra, y para realizar su obra, su extraña obra.
22 Ahora, pues, no os burléis, para que no se fortalezcan
más vuestras ataduras; porque he oído del Señor Jehová de
los ejércitos, destrucción decidida sobre toda la tierra.
23 Prestad oído, y oíd mi voz; Estád atento, y oíd mi
razonamiento.
24 ¿Acaso el que labra ara todo el día para sembrar? ¿Abre
y desmenuza los terrones de su tierra?
25 Cuando ha alisado su faz, ¿no esparce el eneldo, y
esparce el comino, y echa la espiga de trigo, la cebada
indicada, y el trigo en su lugar?
26 Porque su Dios le instruye en discreción, Y le enseña.
27 Porque el eneldo no se trilla con trillo, ni sobre el
comino se mueve rueda de carreta; sino que con palo se
desmenuza el eneldo, y con vara se desmenuza el comino.
28 El trigo está magullado, porque nunca más lo trillará, ni
lo quebrará con la rueda de su carreta, ni lo quebrantará su
caballería.
29 Esto también viene de Jehová de los ejércitos,
Maravilloso en consejo, y magnífico en hechos.
CAPÍTULO 29
1 ¡Ay de Ariel, de Ariel, ciudad donde habitó David!
Añadid año tras año; inmolad sacrificios.
2 Aún angustiaré a Ariel, y habrá tristeza y dolor; pero me
será como Ariel.
3 Y acamparé contra ti alrededor, y te sitiaré con
fortificación, y levantaré contra ti fortalezas.
4 Y serás derribado, y hablarás desde la tierra, y tu habla
será susurrante desde el polvo, y tu voz será de la tierra
como de un erudito, y tu habla susurrará desde el polvo.
5 Además, la multitud de tus extranjeros será como polvo
menudo, y la multitud de los fuertes como tamo que pasa;
sí, será de repente, como un instante.
6 Serás visitada por Jehová de los ejércitos con truenos y
con terremotos y con gran estruendo, con torbellino y
tempestad, y llama de fuego consumidor.
7 Y será como un sueño de visión nocturna la multitud de
todas las naciones que pelean contra Ariel, y todos los que
pelean contra ella y contra su ejército, y los que la
angustian.
8 Será como el que tiene hambre y sueña, y he aquí que
come, pero al despertar, su alma está vacía; o como el que
tiene sed y sueña, y he aquí que bebe, pero al despertar,
está cansado, y su alma tiene hambre. Así será la multitud
de todas las naciones que pelean contra el monte de Sion.
9 Deteneos y maravillaos; gritad y vociferad; Se
emborrachan, mas no de vino; Se tambalean, mas no de
sidra.
10 Porque Jehová derramó sobre vosotros espíritu de sueño,
y cerró vuestros ojos; y cubrió vuestros profetas, y a
vuestros gobernantes, y a los videntes.
11 Y os será toda visión como palabras de un libro sellado,
el cual si dieren a uno que sabe leer, y le dijeren: Lee ahora
esto. Y él responderá: No puedo, porque está sellado.
Isaías
12 Y se le da el libro a aquel que no sabe leer, y se le dice:
Lee ahora esto. Y él responde: No soy letrado.
13 Dijo, pues, el Señor: Porque este pueblo se acerca a mí
con su boca, y con sus labios me honra, pero su corazón
está lejos de mí, y su temor de mí no es más que
mandamiento de hombres que les ha sido enseñado;
14 Por tanto, he aquí que yo volveré a hacer entre este
pueblo una obra maravillosa, una obra maravillosa y un
prodigio; porque perecerá la sabiduría de sus sabios, y se
desvanecerá la inteligencia de sus entendidos.
15 ¡Ay de los que procuran ocultar de Jehová su consejo, y
sus obras están en tinieblas, y dicen: ¿Quién nos ve, y
quién nos conoce?
16 Ciertamente vuestro desorden será estimado como el
barro del alfarero; porque ¿dirá la obra del que la hizo: No
me hizo? ¿O dirá la obra del que la formó: No tuvo
entendimiento?
17 ¿No es de aquí a muy poco que el Líbano se convertirá
en campo fértil, y el campo fértil será estimado por bosque?
18 Y en aquel día los sordos oirán las palabras del libro, y
los ojos de los ciegos verán en medio de la oscuridad y de
las tinieblas.
19 También los mansos aumentarán su alegría en Jehová, y
los pobres de entre los hombres se alegrarán en el Santo de
Israel.
20 Porque el terrible será destruido, y el escarnecedor será
consumido, y serán talados todos los que acechan la
iniquidad.
21 Los cuales hacen pecar al hombre por palabra, y ponen
lazo al que reprende en la puerta, y hacen pervertir al justo
por cosa sin importancia.
22 Por tanto, así dice Jehová, que redimió a Abraham,
acerca de la casa de Jacob: No será ahora avergonzado
Jacob, ni palidecerá ahora su rostro.
23 Pero cuando vea a sus hijos, obra de mis manos, en
medio de él, ellos santificarán mi nombre, y santificarán al
Santo de Jacob, y temerán al Dios de Israel.
24 También los errados de espíritu adquirirán inteligencia,
y los murmuradores aprenderán doctrina.
CAPÍTULO 30
1 ¡Ay de los hijos rebeldes, dice Jehová, que toman consejo,
y no de mí, y se cubren con cobertura, y no de mi Espíritu,
añadiendo pecado sobre pecado!
2 Los que andan para descender a Egipto, y no preguntaron
a mi boca, Para fortalecerse con la fuerza de Faraón, Y
confiar bajo la sombra de Egipto.
3 Por tanto, la fortaleza de Faraón os será para vergüenza, y
el refugio en la sombra de Egipto para confusión.
4 Porque sus príncipes estaban en Zoán, y sus embajadores
llegaron a Hanes.
5 Todos se avergonzaron de un pueblo que no les podía
aprovechar, ni serles de ayuda ni de provecho, sino de
vergüenza y también de oprobio.
6 Profecía sobre las bestias del Neguev: A la tierra de
tribulación y de angustia, de donde salen el león joven y el
viejo, la víbora y la serpiente voladora, llevarán sobre
hombros de asnos sus riquezas, y sus tesoros sobre hatos de
camellos, a un pueblo que no les será de provecho.
7 Porque en vano y sin provecho darán ayuda los egipcios;
por eso clamé sobre esto: Su fuerza será estarse quietos.
8 Ve, pues, y escribe esto delante de ellos en una tabla, y
regístralo en un libro, para que quede hasta el día postrero,
eternamente y para siempre.
9 Porque este pueblo es rebelde, hijos mentirosos, hijos que
no quisieron oír la ley de Jehová;
10 que dicen a los videntes: No veáis; y a los profetas: No
nos profeticéis lo recto, decidnos cosas halagüeñas,
profetizad engaños;
11 Apartaos del camino, apartaos de la senda, haced
desaparecer de nuestra presencia al Santo de Israel.
12 Por tanto, así dice el Santo de Israel: Por cuanto
menospreciáis esta palabra, y confiáis en violencia y en
perversidad, y en ellas os apoyáis,
13 Por tanto, esta iniquidad os será como una grieta que
está a punto de caer, como una grieta que se abre en un
muro alto, y cuya caída viene de repente, en un instante.
14 Y lo quebrará como se quiebra una vasija de alfarero,
que se hace pedazos; no tendrá misericordia; que al
romperse no se halle tiesto para sacar fuego del hogar, ni
para sacar agua de la cisterna.
15 Porque así dice Jehová el Señor, el Santo de Israel: En
descanso y en reposo seréis salvos; en quietud y en
confianza estará vuestra fortaleza; y no quisisteis.
16 Pero dijisteis: No, sino que huiremos a caballo, por
tanto, vosotros huiréis; y: Cabalgaremos sobre caballos
ligeros, por tanto, serán ligeros los que os persigan.
17 Mil huirán a la reprensión de uno, y a la reprensión de
cinco huiréis, hasta que quedéis como faro sobre la cumbre
del monte, y como pendón sobre un collado.
18 Por tanto, Jehová esperará para tener piedad de vosotros,
y por eso será ensalzado teniendo de vosotros misericordia;
porque Jehová es Dios de juicio; bienaventurados todos los
que esperan en él.
19 Porque el pueblo morará en Sión, en Jerusalén; no
llorarás más; tendrá misericordia de ti a la voz de tu clamor;
te responderá cuando la oiga.
20 Y aunque el Señor te dé pan de adversidad y agua de
aflicción, con todo, tus maestros nunca más serán quitados,
sino que tus ojos verán a tus maestros.
21 Y tus oídos oirán a tus espaldas palabra que diga: Este
es el camino, andad por él; y no echéis a la mano derecha,
ni tampoco torzáis a la mano izquierda.
22 Asimismo contaminaréis la cubierta de tus imágenes
talladas de plata, y el ornato de tus imágenes de fundición
de oro; como a paño menstrual los arrojarás, y les dirás:
Vete de aquí.
23 Entonces él dará la lluvia para tu sementera, para que
sembres la tierra, y pan del producto de la tierra; y será
fecunda y abundante; tus ganados pacerán en aquel día en
amplios pastos.
24 Asimismo los bueyes y los asnos que labran la tierra
comerán forraje limpio, aventado con pala y con bieldo.
25 Y habrá sobre todo monte alto, y en todo collado alto,
ríos y corrientes de aguas en el día de la gran matanza, y
cuando caigan las torres.
26 Y la luz de la luna será como la luz del sol, y la luz del
sol siete veces mayor, como la luz de siete días, el día que
vendare Jehová la herida de su pueblo, y sanare la llaga de
su herida.
27 He aquí que el nombre de Jehová viene de lejos,
encendido en ira, y su carga es pesada; sus labios llenos de
indignación, y su lengua como fuego consumidor.
Isaías
28 Y su aliento, como río que desborda, llegará hasta el
cuello, para zarandear las naciones con una criba de
vanidad; y habrá freno en las quijadas de los pueblos, para
hacerlos errar.
29 Tendréis cántico, como de noche en que se celebra santa
solemnidad, y alegría de corazón, como el que va con
flauta para venir al monte de Jehová, al Fuerte de Israel.
30 Y Jehová hará oír la voz de su gloria, y hará ver el
descenso de su brazo, con el ardor de su ira, con llama de
fuego consumidor, con esparcimiento, tempestad y granizo.
31 Porque con la voz de Jehová será quebrantado el asirio,
que hirió con vara.
32 Y en todo lugar por donde pase la vara de tierra que
Jehová pondrá sobre él, será con panderos y arpas; y en
batallas de temblor peleará con ella.
33 Porque Tofet fue ordenado desde tiempo antiguo, y para
el rey está preparado; él lo hizo profundo y ancho; su pira
es fuego y mucha leña; el aliento de Jehová, como torrente
de azufre, lo encenderá.
CAPÍTULO 31
1 ¡Ay de los que descienden a Egipto por ayuda, y confían
en los caballos, y en los carros porque son muchos, y en la
gente de a caballo porque es muy fuerte; y no miran al
Santo de Israel, ni buscan a Jehová!
2 Pero él también es sabio, y traerá el mal, y no retractará
sus palabras; sino que se levantará contra la casa de los
malignos, y contra el auxilio de los que obran iniquidad.
3 Ahora bien, los egipcios son hombres, no Dios; y sus
caballos, carne, no espíritu. Cuando el Señor extienda su
mano, caerá el que ayuda y el que es socorrido, y todos
desfallecerán a una.
4 Porque así me ha hablado Jehová: Como el león y el
cachorro de león ruge sobre su presa, Y si se junta cuadrilla
de pastores contra él, No temerá por la voz de ellos, Ni se
acobardará por el tropel de ellos; así Jehová de los ejércitos
descenderá a pelear sobre el monte de Sion, y sobre su
collado.
5 Como las aves que vuelan, así amparará Jehová de los
ejércitos a Jerusalén; amparando y defendiéndola, la librará,
y pasando, la preservará.
6 Volveos a aquel contra quien se han rebelado
profundamente los hijos de Israel.
7 Porque en aquel día todo hombre arrojará de su mano sus
ídolos de plata y sus ídolos de oro, que os hicieron vuestras
manos por pecado.
8 Entonces el asirio caerá a espada, no de valiente, y a
espada no de hombre humilde lo devorará; sino que él
huirá delante de la espada, y sus jóvenes serán deshechos.
9 Y de temor pasará a su fortaleza, y sus príncipes tendrán
temor de la bandera, dice Jehová, cuyo fuego está en Sión,
y su horno en Jerusalén.
CAPÍTULO 32
1 He aquí que para justicia reinará un rey, y príncipes
presidirán para juicio.
2 Y será el hombre como escondedero contra el viento, y
como guarida contra el turbión, como arroyos de aguas en
tierra seca, y como sombra de una gran peña en tierra
calurosa.
3 Y los ojos de los que ven no se oscurecerán, y los oídos
de los que oyen escucharán.
4 También el corazón de los temerarios entenderá la
sabiduría, y la lengua de los tartamudos estará lista para
hablar claramente.
5 Al vil ya no se le llamará liberal, ni al patán se le llamará
generoso.
6 Porque el vil hablará vilezas, y su corazón maquinará
iniquidad, para hacer hipocresía y para hablar falsedad
contra Jehová, para dejar vacía el alma del hambriento, y
hacer falta la bebida del sediento.
7 También los instrumentos del villano son malos; trama
designios perversos para destruir a los pobres con palabras
mentirosas, aun cuando el necesitado habla con rectitud.
8 Mas el liberal piensa cosas liberales, y por ellas
permanecerá.
9 Levantaos, mujeres reposadas; oíd mi voz, hijas
despreocupadas; prestad oído a mi razón.
10 Muchos días y años estaréis turbadas, oh mujeres
despreocupadas; porque la vendimia faltará, la recolección
no llegará.
11 Temblad, oh mujeres ociosas; turbaos, vosotras las
indolentes; despojaos y desnudaos, y ceñid cilicio sobre
vuestros lomos.
12 Lamentarán por los pechos, por los campos deliciosos,
por la vid fructífera.
13 Sobre la tierra de mi pueblo crecerán espinos y cardos, y
sobre todas las casas de alegría, en la ciudad alegre;
14 Porque los palacios serán abandonados, la multitud de la
ciudad será dejada; las fortalezas y las torres serán guaridas
para siempre, alegría de asnos monteses, pasto de ovejas;
15 hasta que sobre nosotros se derrame el Espíritu desde lo
alto, y el desierto se convierta en campo fértil, y el campo
fértil sea estimado por bosque.
16 Entonces el juicio morará en el desierto, y en el campo
fértil morará la justicia.
17 Y la obra de la justicia será paz, y el efecto de la justicia,
tranquilidad y seguridad para siempre.
18 Y mi pueblo habitará en morada de paz, en habitaciones
seguras y en recreos de reposo;
19 Cuando granice, descendiendo sobre el bosque, y la
ciudad quede abatida en un lugar bajo.
20 Bienaventurados los que sembráis junto a todas las
aguas, Y enviáis allá las patas del buey y del asno.
CAPÍTULO 33
1 ¡Ay de ti que saqueas, y no fuiste saqueado; que obraste
con deslealtad, y no obraron con deslealtad contra ti!
Cuando cese el saqueo, serás saqueado; y cuando acabes de
obrar con deslealtad, obrarán con deslealtad contra ti.
2 Oh Jehová, ten piedad de nosotros, pues en ti hemos
esperado: Sé su brazo cada mañana, También nuestra
salvación en el tiempo de angustia.
3 Al estruendo del tumulto huyeron los pueblos; al
alzamiento de ti se dispersaron las naciones.
4 Y se juntarán vuestros despojos como se juntan las
orugas; arremeterá sobre ellos como si huyeran langostas.
5 Jehová es exaltado, el cual mora en las alturas; Ha
llenado a Sion de juicio y de justicia.
Isaías
6 Y la sabiduría y el conocimiento serán la estabilidad de
tus tiempos, y la fortaleza de la salvación; El temor de
Jehová será su tesoro.
7 He aquí que sus valientes clamarán fuera; los mensajeros
de paz llorarán amargamente.
8 Los caminos están desolados, cesó el caminante;
quebrantó el pacto, aborreció las ciudades, no hizo caso de
hombre.
9 La tierra está de luto y languidece; el Líbano está
avergonzado y cortado; Sarón fue como un desierto, y
Basán y el Carmelo se sacudieron sus frutos.
10 Ahora me levantaré, dice Jehová; ahora seré enaltecido,
ahora me exaltaré.
11 Concebiréis hojarasca, daréis a luz hojarasca; vuestro
aliento, como fuego, os consumirá.
12 Y los pueblos serán como cal quemada; como espinos
cortados serán quemados en el fuego.
13 Oíd, los que estáis lejos, lo que he hecho; y vosotros que
estáis cerca, reconoced mi poderío.
14 Los pecadores de Sión temen; el temor ha sobrecogido a
los hipócritas. ¿Quién de nosotros morará con el fuego
devorador? ¿Quién de nosotros morará con las llamas
eternas?
15 El que anda en justicia y habla lo recto, el que aborrece
la ganancia de violencia, el que sacude sus manos para no
recibir cohecho, el que tapa sus oídos para no oír sangres y
cierra sus ojos para no ver el mal;
16 Él habitará en las alturas; fortaleza de rocas será su
lugar de refugio; se le dará su pan, y sus aguas serán
seguras.
17 Tus ojos verán al Rey en su hermosura; Verán la tierra
que está muy lejana.
18 Tu corazón meditará sobre el terror. ¿Dónde está el
escriba? ¿Dónde está el receptor? ¿Dónde está el que
contaba las torres?
19 No verás pueblo feroz, pueblo de lengua difusa que no
puedes entender, De lengua tartamuda que no puedes
entender.
20 Mira a Sión, ciudad de nuestras solemnidades; tus ojos
verán a Jerusalén, morada de reposo, tabernáculo que no
será derribado; nunca más se moverá una de sus estacas, ni
ninguna de sus cuerdas se romperá.
21 Pero allí nos será glorioso Jehová como lugar de ríos
anchos y de arroyos, por donde no andará galera de remos,
ni pasará por él nave valiente.
22 Porque Jehová es nuestro juez, Jehová es nuestro
legislador, Jehová es nuestro Rey; él nos salvará.
23 Se soltaron tus aparejos; no pudieron reforzar bien su
mástil, ni ensartar la vela; entonces se repartió botín de
muchos despojos; los cojos arrebataron el botín.
24 Y no dirá el morador: Estoy enfermo; al pueblo que
more en ella le será perdonada su iniquidad.
CAPÍTULO 34
1 Acercaos, naciones, para oír; y vosotros, pueblos, prestad
atención: oiga la tierra y su plenitud, el mundo, y todo lo
que produce.
2 Porque la indignación de Jehová está sobre todas las
naciones, y su furor sobre todo el ejército de ellos; los
destruirá por completo, los entregará al matadero.
3 Sus muertos también serán arrojados fuera, y su hedor
subirá de sus cadáveres, y los montes se derretirán con su
sangre.
4 Y todo el ejército de los cielos se disolverá, y los cielos
se enrollarán como un pergamino; y todo su ejército caerá,
como se cae la hoja de la parra, y como se cae la de la
higuera.
5 Porque mi espada se bañará en el cielo; he aquí que
descenderá sobre Edumea, y sobre el pueblo de mi anatema,
para juicio.
6 Llena está de sangre la espada de Jehová, y engrasada
está de grosura, de sangre de corderos y de machos cabríos,
de grosura de riñones de carneros; porque Jehová tiene
sacrificio en Bosra, y gran matanza en la tierra de Edom.
7 Y con ellos descenderán unicornios, y becerros con toros;
y su tierra será empapada de sangre, y su polvo se
engrasará de grosura.
8 Porque es día de venganza de Jehová, año de
retribuciones en el pleito de Sion.
9 Y sus arroyos se convertirán en pez, y su polvo en azufre,
y su tierra se tornará en pez ardiente.
10 No se apagará de noche ni de día, sino que su humo
subirá perpetuamente; de generación en generación será
asolada, y eternamente no pasará nadie por ella.
11 Pero el pejerrey y el avetoro la poseerán, el búho y el
cuervo morarán en ella; y extenderán sobre ella cordel de
confusión, y piedras de vacío.
12 Llamarán a sus principales al reino, pero no habrá allí
ninguno, y todos sus príncipes serán nada.
13 Y crecerán espinos en sus palacios, ortigas y zarzas en
sus fortalezas; y será morada de chacales, y patio de
avestruces.
14 También las fieras del desierto se encontrarán con las
fieras de la isla, y el sátiro gritará a su compañero; también
el búho descansará allí, y hallará para sí un lugar de
descanso.
15 Allí hará nido el gran búho, y pondrá, y empollará, y
juntará bajo su sombra; allí también se juntarán los buitres,
cada uno con su pareja.
16 Inquirid en el libro de Jehová, y leed: No faltará
ninguno de ellos, ni faltará a su mujer; porque mi boca
mandó, y su Espíritu los reunió.
17 Y él les echó suertes, y su mano les repartió con cordel;
para siempre la poseerán; de generación en generación
habitarán allí.
CAPÍTULO 35
1 El desierto y la soledad se alegrarán, y el yermo se
gozará, y florecerá como la rosa.
2 Florecerá profusamente, y se alegrará con alegría y canto;
la gloria del Líbano le será dada, la hermosura del Carmelo
y de Sarón; ellos verán la gloria de Jehová, y la hermosura
del Dios nuestro.
3 Fortaleced las manos cansadas, afirmad las rodillas
vacilantes.
4 Di a los de corazón apocado: Esforzaos, no temáis; he
aquí que vuestro Dios viene con venganza, y con
retribución; él vendrá, y os salvará.
5 Entonces los ojos de los ciegos serán abiertos, y los oídos
de los sordos se abrirán.
Isaías
6 Entonces el cojo saltará como un ciervo, y cantará la
lengua del mudo; porque aguas serán cavadas en el desierto,
y torrentes en la soledad.
7 Y el lugar seco se convertirá en estanque, y el sequedal
en manaderos de aguas; en la morada de los dragones,
dondequiera que pongan su guarida, habrá cañas y juncos.
8 Y habrá allí calzada y camino, y se llamará Camino de
Santidad; no pasará inmundo por él; sino que será para los
que anduvieron en camino, aunque fueron necios, no se
extraviarán en él.
9 No habrá allí león, ni bestia feroz subirá por él; no se
hallará allí; sino que allí andarán los redimidos.
10 Y los redimidos de Jehová volverán, y vendrán a Sión
con alegría, y gozo perpetuo sobre sus cabezas; tendrán
gozo y alegría, y huirán la tristeza y el gemido.
CAPÍTULO 36
1 Aconteció en el año catorce del rey Ezequías, que
Senaquerib rey de Asiria subió contra todas las ciudades
fortificadas de Judá, y las tomó.
2 El rey de Asiria envió al Rabsaces desde Laquis a
Jerusalén, contra el rey Ezequías, con un gran ejército. Este
se detuvo junto al acueducto del estanque superior, en el
camino del campo del Lavador.
3 Entonces salieron a él Eliaquim hijo de Hilcías,
mayordomo, y Sebna escriba, y Joa hijo de Asaf, canciller.
4 Y Rabsaces les dijo: Decid ahora a Ezequías: El gran rey,
el rey de Asiria, dice así: ¿Qué confianza es esta en que
confías?
5 Digo, dices tú (pero son vanas palabras): Yo tengo
consejo y fuerza para la guerra; ¿en quién confías, pues,
para que te rebeles contra mí?
6 He aquí, tú confías en este báculo de caña quebrada, en
Egipto; si alguno se apoyare en él, se le entrará por la mano,
y la traspasará; así es Faraón rey de Egipto para todos los
que en él confían.
7 Pero si me dices: En Jehová nuestro Dios confiamos; ¿no
es él aquel cuyos lugares altos y cuyos altares quitó
Ezequías, y dijo a Judá y a Jerusalén: Delante de este altar
adoraréis?
8 Ahora pues, te ruego que des prendas a mi señor el rey de
Asiria, y yo te daré dos mil caballos, si tú puedes poner
jinetes sobre ellos.
9 ¿Cómo, pues, harás volver la espalda a un capitán, uno de
los más pequeños de los siervos de mi señor, y pondrás tu
confianza en Egipto para carros y gente de a caballo?
10 ¿Acaso he subido ahora sin el SEÑOR contra esta tierra
para destruirla? El SEÑOR me dijo: «Sube a esta tierra y
destrúyela».
11 Entonces Eliaquim, Sebna y Joa dijeron al Rabsaces: Te
ruego que hables a tus siervos en lengua aramea, porque
nosotros la entendemos; y no nos hables en lengua judía, a
oídos del pueblo que está sobre el muro.
12 Pero Rabsaces dijo: ¿Acaso mi señor me ha enviado a ti
y a tu señor para decir estas palabras? ¿No me ha enviado a
los hombres que están sentados sobre el muro, para que
coman su propio estiércol y beban su propia orina con
vosotros?
13 Entonces el Rabsaces se puso en pie y clamó a gran voz
en judío, y dijo: Oíd las palabras del gran rey, el rey de
Asiria.
14 Así dice el rey: No os engañe Ezequías, porque no os
podrá librar.
15 Ni os haga Ezequías confiar en Jehová, diciendo:
Ciertamente nos librará Jehová; no será entregada esta
ciudad en mano del rey de Asiria.
16 No escuchéis a Ezequías, porque así dice el rey de
Asiria: Haced conmigo un pacto con un presente, y salid a
mí, y comed cada uno de su vid y de su higuera, y bebed
cada uno las aguas de su cisterna;
17 Hasta que yo venga y os lleve a una tierra como la
vuestra, tierra de trigo y de vino, tierra de pan y de viñas.
18 ¡Cuidado, no sea que Ezequías os convenza, diciendo:
«El Señor nos librará»! ¿Acaso alguno de los dioses de las
naciones ha librado su tierra de la mano del rey de Asiria?
19 ¿Dónde están los dioses de Hamat y de Arfad? ¿Dónde
están los dioses de Sefarvaim? ¿Acaso han librado a
Samaria de mi mano?
20 ¿Quiénes son entre todos los dioses de estas tierras que
han librado su tierra de mi mano, para que Jehová libre de
mi mano a Jerusalén?
21 Pero ellos callaron, y no le respondieron palabra; porque
el mandamiento del rey había dicho: No le respondáis.
22 Entonces Eliaquim hijo de Hilcías, mayordomo de la
casa real, y Sebna escriba, y Joa hijo de Asaf, canciller,
vinieron a Ezequías, rasgados sus vestidos, y le relataron
las palabras del Rabsaces.
CAPÍTULO 37
1 Y cuando el rey Ezequías lo oyó, rasgó sus vestidos, y se
cubrió de cilicio, y entró en la casa de Jehová.
2 Y envió a Eliaquim mayordomo, y a Sebna escriba, y a
los ancianos de los sacerdotes, cubiertos de cilicio, al
profeta Isaías hijo de Amoz.
3 Y le dijeron: Así dice Ezequías: Día de angustia, de
reprensión y de blasfemia es este día; porque los hijos han
llegado hasta la edad de nacer, y la que da a luz no tiene
fuerzas.
4 Quizá oirá Jehová tu Dios las palabras de Rabsaces, al
cual el rey de Asiria su señor envió para blasfemar al Dios
viviente, y para reprender con las palabras que oyó Jehová
tu Dios; eleva, pues, oración por el remanente que aún ha
quedado.
5 Entonces los siervos del rey Ezequías vinieron a Isaías.
6 Y les respondió Isaías: Así diréis a vuestro señor: Así
dice Jehová: No temas por las palabras que has oído, con
las cuales los siervos del rey de Asiria me han blasfemado.
7 He aquí que yo enviaré sobre él un viento, y oirá rumor,
y volverá a su tierra; y en su tierra yo lo haré caer a espada.
8 Volvió, pues, el Rabsaces, y halló al rey de Asiria
peleando contra Libna, porque había oído que se había
apartado de Laquis.
9 Y oyó decir acerca de Tirhaca, rey de Etiopía: «Ha salido
a hacerte la guerra». Y al oírlo, envió mensajeros a
Ezequías, diciendo:
10 Así hablaréis a Ezequías rey de Judá, diciendo: No te
engañe tu Dios en quien tú confías, diciendo: Jerusalén no
será entregada en mano del rey de Asiria.
11 He aquí, tú has oído lo que los reyes de Asiria han
hecho a todas las tierras, destruyéndolas por completo; ¿y
serás tú libre?
Isaías
12 ¿Acaso libraron los dioses de las naciones que mis
padres destruyeron, es decir, a Gozán, Harán, Resef y los
hijos de Edén que estaban en Telasar?
13 ¿Dónde está el rey de Hamat, y el rey de Arfad, y el rey
de la ciudad de Sefarvaim, de Hena y de Iva?
14 Y tomó Ezequías la carta de mano de los mensajeros, y
la leyó; y subió Ezequías a la casa de Jehová, y la extendió
delante de Jehová.
15 Entonces Ezequías oró a Jehová, diciendo:
16 Oh Jehová de los ejércitos, Dios de Israel, que moras
entre los querubines, sólo tú eres Dios de todos los reinos
de la tierra; tú hiciste los cielos y la tierra.
17 Inclina, oh Jehová, tu oído, y escucha; abre, oh Jehová,
tus ojos, y mira, y oye todas las palabras de Senaquerib,
que ha enviado a blasfemar al Dios viviente.
18 Ciertamente, oh Jehová, los reyes de Asiria han asolado
todas las naciones y sus tierras,
19 Y echaron sus dioses al fuego, porque no eran dioses,
sino obra de manos de hombres, madera y piedra; y los
destruyeron.
20 Ahora pues, oh Jehová Dios nuestro, líbranos de su
mano, para que todos los reinos de la tierra sepan que sólo
tú eres Jehová.
21 Entonces Isaías hijo de Amoz envió a decir a Ezequías:
Así dice Jehová el Dios de Israel: En cuanto a que me
rogaste acerca de Senaquerib rey de Asiria:
22 Esta es la palabra que Jehová ha hablado acerca de él:
La virgen hija de Sion te ha menospreciado, y se ha
burlado de ti; Ha meneado sobre ti su cabeza la hija de
Jerusalén.
23 ¿A quién has vituperado y blasfemado? ¿Contra quién
has alzado la voz y alzado tus ojos? Contra el Santo de
Israel.
24 Por mano de tus siervos has injuriado a Jehová, y has
dicho: Con la multitud de mis carros subiré a las alturas de
los montes, a las laderas del Líbano; talaré sus altos cedros,
y sus cipreses escogidos, y entraré hasta lo alto de su
territorio, y al bosque de su Carmelo.
25 Yo cavé, y bebí aguas, y con las plantas de mis pies
sequé todos los ríos de los lugares sitiados.
26 ¿No has oído desde hace mucho tiempo cómo lo hice?
¿Y desde tiempos antiguos que lo forjé? Ahora lo he hecho,
para que conviertas ciudades fortificadas en montones de
ruinas.
27 Por lo cual sus moradores eran de poca fuerza, estaban
turbados y confundidos; eran como la hierba del campo, y
como hierba verde, como la hierba sobre los tejados, y
como trigo marchito antes que brote.
28 Pero yo conozco tu morada, tu salida y tu entrada, y tu
furor contra mí.
29 Por cuanto contra mí se ha enfurecido, y tu alboroto ha
subido a mis oídos, yo pondré, por tanto, mi garfio en tu
nariz, y mi freno en tus labios, y te haré volver por el
camino por donde viniste.
30 Y esto os será por señal: Comeréis este año lo que nazca
de suyo, y el segundo año lo que nazca de ello; y el tercer
año sembraréis, y segaréis, y plantaréis viñas, y comeréis
su fruto.
31 Y el remanente que hubiere escapado de la casa de Judá
volverá a echar raíces abajo, y dará fruto arriba;
32 Porque de Jerusalén saldrá un remanente, y del monte
de Sion escaparán; el celo de Jehová de los ejércitos hará
esto.
33 Por tanto, así dice Jehová acerca del rey de Asiria: No
entrará en esta ciudad, ni lanzará allí saeta, ni vendrá
delante de ella con escudo, ni levantará contra ella
terraplén.
34 Por el mismo camino que vino volverá, y no entrará en
esta ciudad, dice Jehová.
35 Porque yo ampararé esta ciudad para salvarla por amor
de mí mismo, y por amor de David mi siervo.
36 Entonces salió el ángel de Jehová, e hirió en el
campamento de los asirios a ciento ochenta y cinco mil; y
cuando se levantaron por la mañana, he aquí que todo era
cuerpos de muertos.
37 Entonces Senaquerib rey de Asiria partió, y fue, y
volvió, y habitó en Nínive.
38 Y aconteció que mientras él adoraba en el templo de
Nisroc su dios, Adramelec y Sarezer sus hijos lo hirieron a
espada, y huyeron a la tierra de Armenia; y reinó en su
lugar Esar-hadón su hijo.
CAPÍTULO 38
1 En aquellos días, Ezequías enfermó de muerte. Y el
profeta Isaías, hijo de Amoz, se le acercó y le dijo: «Así
dice el Señor: «Ordena tu casa, porque morirás, y no
vivirás».
2 Entonces volvió Ezequías su rostro hacia la pared y oró a
Jehová,
3 Y dijo: «Te ruego, oh Señor, que recuerdes cómo he
andado delante de ti con verdad y con un corazón perfecto,
y he hecho lo que te agrada». Y Ezequías lloró
desconsoladamente.
4 Entonces vino palabra de Jehová a Isaías, diciendo:
5 Ve y di a Ezequías: Así dice Jehová el Dios de David tu
padre: Yo he oído tu oración, y he visto tus lágrimas; he
aquí yo añadiré a tus días quince años.
6 Y yo te libraré a ti y a esta ciudad de mano del rey de
Asiria, y ampararé esta ciudad.
7 Y esto te será por señal de parte de Jehová, de que Jehová
hará esto que ha dicho;
8 He aquí, haré retroceder diez grados la sombra de los
grados que ha descendido en el reloj solar de Acaz. Así el
sol retrocedió diez grados, los mismos que había
descendido.
9 Escritura de Ezequías rey de Judá, cuando enfermó y
sanó de su enfermedad:
10 Dije: En el término de mis días iré a las puertas del Seol;
Privado estoy del resto de mis años.
11 Dije: No veré a Jehová, ni a Jehová, en la tierra de los
vivientes; no veré más hombre con los moradores del
mundo.
12 Mi vejez se ha apartado, Y se ha alejado de mí como
tienda de pastor; Como tejedor he cortado mi vida; Me
cortará con enfermedad; De día y de noche me consumirás.
13 Yo pensaba hasta la mañana que él, como león,
quebrantaría todos mis huesos; de día y de noche me
acabarás.
14 Como la grulla y la golondrina, así gemía; gemía como
paloma; desfallecían mis ojos por mirar hacia arriba. Oh
Jehová, estoy angustiado; toma por mí.
Isaías
15 ¿Qué diré? Él me habló, y él mismo lo hizo: Andaré
humildemente todos mis años en la amargura de mi alma.
16 Oh Señor, por estas cosas vivirán los hombres, y en
todas estas cosas está la vida de mi espíritu: así me
recuperarás, y me harás vivir.
17 He aquí que por paz yo sentía gran amargura, Mas tú,
por amor a mi alma, la libraste del hoyo de corrupción,
Porque echaste tras tus espaldas todos mis pecados.
18 Porque el Seol no puede alabarte, ni la muerte puede
celebrarte; los que descienden a la fosa no esperan tu
verdad.
19 El que vive, el que vive, éste te alabará, como yo hoy;
El padre hará notoria tu verdad a los hijos.
20 El Señor estaba dispuesto a salvarme; por eso
cantaremos mis cánticos al son de instrumentos de cuerda
todos los días de nuestra vida en la casa del Señor.
21 Porque Isaías había dicho: Tomen masa de higos y
pónganla como una compresa sobre la llaga, y sanará.
22 También Ezequías había dicho: ¿Cuál será la señal de
que subiré a la casa de Jehová?
CAPÍTULO 39
1 En aquel tiempo Merodac-baladán hijo de Baladán, rey
de Babilonia, envió cartas y un presente a Ezequías, porque
oyó que había estado enfermo, y que había sanado.
2 Y se alegró Ezequías con ellos, y les mostró la casa de
sus objetos preciosos, plata y oro, especias aromáticas,
ungüentos preciosos, toda su casa de armas, y todo lo que
se hallaba en sus tesoros; nada hubo que Ezequías no les
mostrase, en su casa ni en todos sus dominios.
3 Entonces el profeta Isaías se presentó ante el rey
Ezequías y le preguntó: «¿Qué dijeron estos hombres? ¿Y
de dónde vinieron a ti?». Y Ezequías respondió: «Han
venido a mí de un país lejano, de Babilonia».
4 Entonces él dijo: «¿Qué han visto en tu casa?». Y
Ezequías respondió: «Todo lo que hay en mi casa lo han
visto; no hay nada entre mis tesoros que no les haya
mostrado».
5 Entonces Isaías dijo a Ezequías: Oye palabra de Jehová
de los ejércitos:
6 He aquí vienen días en que todo lo que hay en tu casa, y
todo lo que tus padres atesoraron hasta hoy, será llevado a
Babilonia; nada quedará, dice Jehová.
7 Y de tus hijos que saldrán de ti, que engendrarás,
tomarán, y serán eunucos en el palacio del rey de Babilonia.
8 Entonces Ezequías dijo a Isaías: «Buena es la palabra del
Señor que has hablado». Y añadió: «Habrá paz y verdad en
mis días».
CAPÍTULO 40
1 Consolad, consolad a mi pueblo, dice vuestro Dios.
2 Hablad al corazón de Jerusalén, y decidle a voces que su
tiempo es ya cumplido, que su iniquidad es perdonada, que
ha recibido de la mano de Jehová el doble por todos sus
pecados.
3 Voz que clama en el desierto: Preparad camino a Jehová;
Enderezad calzada en la soledad a nuestro Dios.
4 Todo valle será alzado, y bájese todo monte y collado; lo
torcido se enderezará, y lo áspero se allanará.
5 Y se manifestará la gloria de Jehová, y toda carne
juntamente la verá; porque la boca de Jehová lo ha dicho.
6 La voz dijo: «¡Grita!». Y él respondió: «¿Qué debo gritar?
Toda carne es hierba, y toda su hermosura como flor del
campo.»
7 La hierba se seca, la flor se marchita, porque el viento de
Jehová sopló en ella; ciertamente como hierba es el pueblo.
8 La hierba se seca, la flor se marchita; mas la palabra del
Dios nuestro permanece para siempre.
9 Oh Sión, anunciadora de alegría, sube a un monte alto;
oh Jerusalén, anunciadora de alegría, alza con fuerza tu voz;
álzala, no temas; di a las ciudades de Judá: ¡He aquí
vuestro Dios!
10 He aquí que Jehová el Señor vendrá con mano fuerte, y
su brazo señoreará por él; he aquí que su galardón con él, y
delante de él su obra.
11 Como pastor apacentará su rebaño; en su brazo llevará
los corderos, y en su seno los llevará, y pastoreará
suavemente a las recién paridas.
12 ¿Quién midió las aguas con el hueco de su mano, y los
cielos con su palmo, con tres dedos juntó el polvo de la
tierra, y pesó los montes con balanza y con pesas los
collados?
13 ¿Quién dirigió al Espíritu de Jehová, o le enseñó siendo
su consejero?
14 ¿A quién tomó consejo, y quién le instruyó, y le enseñó
el camino del juicio, y le enseñó ciencia, y le mostró el
camino de la prudencia?
15 He aquí que las naciones son como la gota de un cubo, y
son estimadas como el polvo fino de la balanza; he aquí
que él alza las islas como algo muy poco.
16 Y el Líbano no bastará para el fuego, ni sus animales
para el holocausto.
17 Todas las naciones son como nada delante de él, Y
menos que nada y vanidad le son estimadas.
18 ¿A quién, pues, haréis semejante a Dios? ¿O con qué
imagen le haréis semejante?
19 El artífice funde la imagen tallada, y el platero la
recubre de oro, y funde cadenas de plata.
20 El que es tan pobre que no tiene ofrenda, escoge un
árbol que no se pudra, y busca para sí un artífice sabio que
le haga una imagen tallada que no se mueva.
21 ¿No lo sabéis? ¿No lo habéis oído? ¿No os fue dicho
desde el principio? ¿No lo habéis entendido desde la
fundación de la tierra?
22 Él está sentado sobre el círculo de la tierra, cuyos
moradores son como langostas; él extiende los cielos como
una cortina, los despliega como una tienda para morar;
23 El que torna en nada a los príncipes, Y a los jueces de la
tierra los convierte en vanidad.
24 No serán plantados, ni sembrados; ni su tronco arraigará
en la tierra; soplará en ellos, y se secarán, y un torbellino
los llevará como rastrojo.
25 ¿A quién, pues, me haréis semejante o me compararéis?
—dice el Santo.
26 Alzad en alto vuestros ojos, y mirad quién creó estas
cosas, el cual saca y cuenta su ejército; a todas ellas llama
por sus nombres; por la grandeza de su fuerza, porque es
poderoso en poder; ninguna falta.
27 ¿Por qué dices, Jacob, y hablas tú, Israel: Mi camino
está escondido de Jehová, y de mi Dios pasó mi juicio?
Isaías
28 ¿No sabes? ¿No has oído que el Dios eterno, el Señor,
creador de los confines de la tierra, no desmaya ni se fatiga
con cansancio? Su entendimiento es inescrutable.
29 Él da esfuerzo al cansado, y multiplica las fuerzas al que
no tiene ningunas.
30 Aun los muchachos se fatigarán y se cansarán, y los
jóvenes caerán por completo;
31 Pero los que esperan en Jehová tendrán nuevas fuerzas;
levantarán alas como las águilas; correrán, y no se cansarán;
caminarán, y no se fatigarán.
CAPÍTULO 41
1Callad delante de mí, oh islas, y renueven sus fuerzas los
pueblos; acérquense, entonces hablen; acerquémonos todos
a juicio.
2 ¿Quién levantó del oriente al justo, lo llamó a su paso,
entregó las naciones delante de él y lo hizo gobernar sobre
reyes? Los entregó como polvo a su espada, y como
hojarasca a su arco.
3 Él los persiguió, y pasó con seguridad, por camino por
donde no había andado con sus pies.
4 ¿Quién lo ha obrado y realizado, llamando a las
generaciones desde el principio? Yo, el SEÑOR, el primero
y el último; yo soy.
5Lo vieron las costas, y temieron; Temieron los confines
de la tierra, Se acercaron, y vinieron.
6 Y cada cual ayudó a su prójimo, y cada cual dijo a su
hermano: Ten ánimo.
7 Entonces el carpintero animó al platero, y al que alisaba
con el martillo al que golpeaba el yunque, diciendo: Listo
está para la soldadura. Y lo aseguró con clavos, para que no
se moviera.
8 Pero tú, Israel, siervo mío eres, Jacob, a quien yo escogí,
descendencia de Abraham, mi amigo.
9 Tú, a quien tomé de los confines de la tierra, y te llamé
de entre sus principales, y te dije: Mi siervo eres tú; te
escogí, y no te deseché.
10 No temas, porque yo estoy contigo; no desmayes,
porque yo soy tu Dios que te esfuerzo, siempre te ayudaré,
siempre te sustentaré con la diestra de mi justicia.
11 He aquí que todos los que se enojaron contra ti serán
avergonzados y confundidos; serán como nada, y los que
contienden contigo perecerán.
12 Buscarás a los que contienden contigo, y no los hallarás;
serán como nada, y como cosa que no es, aquellos que te
hacen guerra.
13 Porque yo Jehová soy tu Dios, que te sostiene de tu
mano derecha, y te dice: No temas, yo te ayudo.
14 No temas, gusano de Jacob, ni vosotros los varones de
Israel; yo te ayudaré, dice Jehová, y tu Redentor, el Santo
de Israel.
15 He aquí que yo te pongo por trillo nuevo y afilado, con
dientes; trillarás los montes y los molerás, y los collados
dejarás como tamo.
16 Los aventarás, y los llevará el viento, y los esparcirá la
tempestad; y tú te alegrarás en Jehová, y te gloriarás en el
Santo de Israel.
17 Cuando los pobres y los necesitados busquen las aguas,
y no las hubieren, y su lengua esté reseca de sed, yo Jehová
los oiré, yo el Dios de Israel no los desampararé.
18 Abriré ríos en las alturas, y fuentes en medio de los
valles; tornaré el desierto en estanques de aguas, y la tierra
seca en manantiales de aguas.
19 Plantaré en el desierto cedros, acacias, arrayanes y
olivos; en la soledad pondré cipreses, pinos y bojs a una;
20 para que vean y conozcan, adviertan y entiendan todos,
que la mano de Jehová hace esto, y que el Santo de Israel
lo creó.
21 Presentad vuestra causa, dice Jehová; presentad vuestras
fuertes razones, dice el Rey de Jacob.
22 Que nos traigan a la luz, y nos declaren lo que ha de
suceder; que nos declaren las cosas anteriores, lo que son,
para que las consideremos y sepamos su fin último; o nos
declaren las cosas por venir.
23 Dadnos nuevas de lo que ha de venir después, para que
sepamos que sois dioses; haced bien, o haced mal, para que
estemos espantados, y juntamente lo veamos.
24 He aquí que vosotros sois nada, y vuestra obra vanidad;
abominación es el que os escogió.
25 Del norte levanté a uno, y él vendrá; del nacimiento del
sol invocará mi nombre; y pisará a los príncipes como
sobre lodo, y como pisa el barro el alfarero.
26 ¿Quién lo anunció desde el principio para que lo
supiéramos? ¿Y de antemano para que pudiéramos decir:
«Es justo»? Sí, no hay quien lo anuncie, sí, no hay quien
declare, sí, no hay quien escuche vuestras palabras.
27 Dirá primero a Sión: He aquí, he aquí; y a Jerusalén
daré uno que traiga buenas nuevas.
28 Porque miré, y no había entre ellos nadie, ni aun quien
me aconsejase; que cuando les preguntara, no pudiese
responder palabra.
29 He aquí que todos ellos son vanidad, sus obras nada; sus
imágenes de fundición viento y confusión.
CAPÍTULO 42
1 He aquí mi siervo, yo le sostendré; mi escogido, en quien
mi alma tiene contentamiento; he puesto sobre él mi
Espíritu; él traerá juicio a las naciones.
2 No gritará, ni alzará, ni hará oír su voz en la calle.
3 La caña cascada no quebrará, ni el pábilo que humeare no
apagará; a verdad sacará el juicio.
4 No desmayará ni desmayará, hasta que establezca en la
tierra justicia; Y las islas esperarán su ley.
5 Así dice Jehová Dios, que creó los cielos y los extiende,
que extiende la tierra y su producto, que da aliento al
pueblo que mora sobre ella, y espíritu a los que por ella
andan:
6 Yo Jehová te he llamado en justicia, y te sostendré de la
mano, y te guardaré, y te pondré por pacto del pueblo, por
luz de las naciones;
7 Para que abras los ojos de los ciegos, Para sacar de la
cárcel a los presos, Y de casas de prisión a los que moran
en tinieblas.
8 Yo Jehová; éste es mi nombre; y a otro no daré mi gloria,
ni mi alabanza a imágenes talladas.
9 He aquí que las cosas primeras se cumplieron, y yo
anuncio cosas nuevas; antes que salgan a luz, os las haré
saber.
10 Cantad a Jehová un cántico nuevo, y su alabanza desde
los confines de la tierra, Los que descendéis al mar, y todo
lo que está en él, Las islas, y sus moradores.
Isaías
11 Alcen la voz el desierto y sus ciudades, las aldeas donde
habita Cedar; canten los moradores de la peña, griten desde
la cumbre de los montes.
12 Den gloria a Jehová, Y anuncien su alabanza en las islas.
13 Jehová saldrá como valiente, como hombre de guerra
despertará celos; gritará y bramará, y prevalecerá sobre sus
enemigos.
14 Mucho tiempo he callado, he callado y me he contenido;
ahora gritaré como mujer de parto; destruiré y devoraré a la
vez.
15 Y asolaré montes y collados, y secaré toda su hierba; y
los ríos en islas, y secaré los estanques.
16 Guiaré a los ciegos por un camino que no conocían; los
guiaré por sendas que no habían conocido; transformaré las
tinieblas en luz delante de ellos, y lo torcido en llanura. Les
haré esto, y no los abandonaré.
17 Serán vueltos atrás, y en gran manera se avergonzarán,
los que confían en imágenes talladas, y dicen a las
imágenes de fundición: Vosotros sois nuestros dioses.
18 Sordos, oíd, y ciegos, mirad, para que veáis.
19 ¿Quién es ciego sino mi siervo? ¿O sordo como el
mensajero que envié? ¿Quién es ciego como el perfecto, y
ciego como el siervo del Señor?
20 Ve muchas cosas, y no adviertes; abre los oídos, y no
oyes.
21 El Señor se complació por amor de su justicia en
magnificar la ley y en engrandecerla.
22 Pero este es pueblo saqueado y despojado; todos ellos
están atrapados en cavernas, y escondidos en cárceles;
están para presa, y no hay quien libre; para despojo, y no
hay quien diga: Restituir.
23 ¿Quién de vosotros prestará oído a esto? ¿Quién
escuchará y oirá en lo por venir?
24 ¿Quién entregó a Jacob al saqueo y a Israel a los
ladrones? ¿No fue el Señor, contra quien pecamos? Porque
no quisieron andar en sus caminos ni obedecieron su ley.
25 Por tanto, derramó sobre él el ardor de su ira, y fuerza
de guerra; y le puso fuego por todos lados, y él no entendió;
y le quemó, y él no se preocupó.
CAPÍTULO 43
1 Mas ahora, así dice Jehová, Creador tuyo, oh Jacob, y
Formador tuyo, oh Israel: No temas, porque yo te redimí; te
puse nombre; mío eres tú.
2 Cuando pases por las aguas, yo estaré contigo; y si por
los ríos, no te anegarán; cuando pases por el fuego, no te
quemarás, ni la llama arderá en ti.
3 Porque yo soy Jehová tu Dios, el Santo de Israel, tu
Salvador; a Egipto di por tu rescate, a Etiopía y a Seba por
ti.
4 Porque a mis ojos fuiste de gran estima, fuiste honorable,
y yo te amé; daré, pues, hombres por ti, y naciones por tu
vida.
5 No temas, porque yo estoy contigo: del oriente traeré tu
descendencia, y del occidente te recogeré;
6 Diré al norte: Da; y al sur: No detengas; trae mis hijos de
lejos, y mis hijas de los confines de la tierra;
7 Todo aquel que es llamado por mi nombre, porque para
gloria mía lo he creado, yo lo formé, yo lo hice.
8 Sacad a los ciegos que tienen ojos, y a los sordos que
tienen oídos.
9 Reúnanse todas las naciones y congréguense los pueblos.
¿Quién de ellos podrá declarar esto y mostrarnos lo que
pasó antes? Que presenten sus testigos para que sean
justificados, o que escuchen y digan: «Es verdad».
10 Vosotros sois mis testigos, dice Jehová, y mi siervo que
yo escogí, para que me conozcáis y creáis, y entendáis que
yo mismo soy; antes de mí no fue formado dios, ni lo será
después de mí.
11 Yo, yo soy Jehová, y fuera de mí no hay quien salve.
12 Yo anuncié, y salvé, e hice oír, y no había entre
vosotros dios ajeno; y vosotros sois mis testigos, dice
Jehová, que yo soy Dios.
13 Sí, antes que fuese el día, yo soy, y no hay quien de mi
mano libre; Yo trabajaré, ¿y quién lo impedirá?
14 Así dice Jehová, vuestro Redentor, el Santo de Israel:
Por vosotros envié a Babilonia, y derribé a todos sus nobles,
y a los caldeos, cuyo clamor estaba en las naves.
15 Yo soy el Señor, vuestro Santo, el Creador de Israel,
vuestro Rey.
16 Así dice Jehová, el que abre camino en el mar, y senda
en las aguas impetuosas;
17 El que saca carro y caballo, ejército y fortaleza; todos
ellos yacían juntos, no se levantaban; flaqueaban, se
apagaban como estopa.
18 No os acordéis de las cosas pasadas, Ni traigáis a
memoria las cosas antiguas.
19 He aquí, haré algo nuevo; ahora brotará; ¿no lo sabréis?
Abriré un camino en el desierto, y ríos en la soledad.
20 Las bestias del campo me honrarán, los dragones y los
búhos; Porque yo daré aguas en el desierto, y ríos en la
soledad, Para beber a mi pueblo, mi escogido.
21 Este pueblo he formado para mí; Mi alabanza publicará.
22 Pero tú no me invocaste, oh Jacob, sino que te cansaste
de mí, oh Israel.
23 No me has traído el ganado menor de tus holocaustos, ni
me has honrado con tus sacrificios. No te he hecho servir
con ofrendas ni te he cansado con incienso.
24 No me compraste caña aromática por dinero, Ni me
saciaste con la grosura de tus sacrificios; Antes me hiciste
servir con tus pecados, Me fatigaste con tus iniquidades.
25 Yo, yo soy el que borro tus rebeliones por amor de mí
mismo, y no me acordaré de tus pecados.
26 Hazme recordar; Contiendamos juntos; Declara, para
que seas justificado.
27 Tu primer padre pecó, y tus maestros se rebelaron
contra mí.
28 Por tanto, yo profané los príncipes del santuario, y
entregué a Jacob por maldición, y a Israel por oprobio.
CAPÍTULO 44
1 Ahora pues, oye, Jacob, siervo mío, e Israel, a quien yo
escogí:
2 Así dice Jehová, Hacedor tuyo, y el que te formó desde el
vientre, el cual te ayudará: No temas, Jacob, siervo mío, ni
tú, Jesurún, a quien yo escogí.
3 Porque yo derramaré aguas sobre el sequedal, y ríos
sobre la tierra árida; mi Espíritu derramaré sobre tu
generación, y mi bendición sobre tus renuevos;
4 Y brotarán como entre la hierba, como sauces junto a las
corrientes de las aguas.
Isaías
5 Uno dirá: Yo soy de Jehová; y otro se llamará del nombre
de Jacob; y otro escribirá con su mano: “Yo soy de Jehová”,
y se apellidará con el nombre de Israel.
6 Así dice Jehová Rey de Israel, y su Redentor, Jehová de
los ejércitos: Yo soy el primero, y yo soy el postrero, y
fuera de mí no hay Dios.
7 ¿Y quién, como yo, proclamará y declarará, y me lo
pondrá en orden, desde que establecí el pueblo antiguo? Y
las cosas que han de venir, y las que han de venir,
anuncienles.
8 No temáis ni tengáis miedo. ¿No os lo he dicho desde
entonces y os lo he declarado? Vosotros sois mis testigos.
¿Hay otro Dios fuera de mí? Sí, no hay Dios; no conozco
ninguno.
9 Los que hacen imágenes de talla, todos ellos son vanidad;
y sus objetos preciosos para nada aprovecharán; son sus
propios testigos; no ven, ni entienden, para que se
avergüencen.
10 ¿Quién formó un dios o fundió una imagen que para
nada es de provecho?
11 He aquí que todos sus compañeros serán avergonzados,
y los artífices, todos ellos hombres, se juntarán y estarán en
pie; pero temerán, y a una serán avergonzados.
12 El herrero toma la tenaza, trabaja en las brasas, le da
forma con los martillos, y trabaja en ello con la fuerza de
su brazo; también tiene hambre, y le faltan las fuerzas; no
bebe agua, y se desmaya.
13 El carpintero extiende su regla, la traza con cordel, la
afina con cepillos, la traza con compás, y la hace según
figura de hombre, conforme a hermosura de hombre, para
que quede en casa.
14 Corta para sí cedros, toma ciprés y encina, y cimienta
para sí entre los árboles del bosque; planta fresno, y la
lluvia lo nutre.
15 Luego servirá el hombre para quemar, y tomará de ello
para calentarse, y encenderá también él, y cocerá pan, y
hará un dios, y lo adorará, hará una imagen tallada, y se
postrará ante ella.
16 Parte de él quema en el fuego, con otra parte come carne,
asa asado, y se sacia; se calienta, y dice: ¡Ah! ¡Me he
calentado, he visto el fuego!
17 Y de lo que sobra de ello hará un dios, una imagen
tallada; se postrará delante de ella y la adorará, y le orará,
diciendo: Líbrame, porque tú eres mi dios.
18 No supieron ni entendieron; porque cerró sus ojos para
ver, y su corazón para entender.
19 Y no hay quien reflexione en su corazón, Ni tenga
conocimiento ni entendimiento para decir: Quemé de ello
en el fuego, Y sobre sus brasas cocí pan, Asé carne, y la
comí. ¿Y haré de lo que de ello queda abominación? ¿Me
postraré ante un tronco de árbol?
20 Se apacienta de ceniza; Corazón engañado le desvía,
Para que no pueda librar su alma, Ni decir: ¿No es mentira
lo que tengo en mi mano derecha?
21 Acuérdate de estas cosas, Jacob e Israel, porque tú eres
mi siervo; yo te formé, mi siervo eres tú; Israel, no serás
olvidado por mí.
22 Yo deshice como una nube tus rebeliones, y como una
niebla tus pecados; vuélvete a mí, porque yo te redimí.
23 Cantad, cielos, porque Jehová lo ha hecho; gritad de
júbilo, partes bajas de la tierra; prorrumpid, montes, en
gritos de alegría; bosque, y todo árbol que está en él;
porque Jehová ha redimido a Jacob, y en Israel ha sido
glorificado.
24 Así dice Jehová, tu Redentor, y tu Formador desde el
vientre: Yo Jehová, que lo hago todo, que extiendo solo los
cielos, y extiendo la tierra por mí mismo;
25 El que frustra las señales de los mentirosos, y vuelve
locos a los adivinos, y hace volver atrás a los sabios, y
enloquece su conocimiento;
26 El cual confirma la palabra de su siervo, y cumple el
consejo de sus mensajeros, que dice a Jerusalén: Serás
habitada; y a las ciudades de Judá: Seréis reedificadas, y
sus ruinas levantaré;
27 Que dice a las profundidades: Sécate, y tus ríos haré
secar;
28 Que dice de Ciro: Es mi pastor, y cumplirá todo lo que
yo quiero, al decir a Jerusalén: Serás reedificada; y al
templo: Se pondrá tu cimiento.
CAPÍTULO 45
1 Así dice Jehová a su ungido, a Ciro, al cual tomé yo por
su mano derecha, para sujetar naciones delante de él, y
desatar lomos de reyes, para abrir delante de él puertas; las
puertas no se cerrarán;
2 Yo iré delante de ti, y enderezaré los lugares torcidos;
quebrantaré puertas de bronce, y cerrojos de hierro haré
pedazos;
3 Y te daré los tesoros escondidos, y las riquezas
escondidas, para que sepas que yo soy Jehová, el Dios de
Israel, que te pongo nombre.
4 Por amor de mi siervo Jacob, y de Israel mi escogido, te
puse nombre, te puse sobrenombre, aunque no me
conociste.
5 Yo soy Jehová, y ninguno más hay, no hay Dios fuera de
mí; yo te ceñí, aunque tú no me conociste;
6 Para que sepan desde el nacimiento del sol hasta el
occidente que no hay nadie más que yo. Yo soy el SEÑOR,
y no hay otro.
7 Que formo la luz y creo las tinieblas, que hago la paz y
creo la adversidad. Yo Jehová, que hago todo esto.
8 Destilad, cielos, de arriba, y las nubes destilen justicia;
ábrase la tierra, y brote la salvación y la justicia. Yo Jehová
la creé.
¡Ay del que contiende con su Hacedor! Que el tiesto
contienda con los tiestos de la tierra. ¿Dirá el barro a quien
lo modela: «¿Qué haces?»? ¿O acaso tu obra: «No tiene
manos»?
10 ¡Ay del que dice al padre: ¿Qué engendraste? o a la
mujer: ¿Qué diste a luz?
11 Así dice Jehová, el Santo de Israel, y su Formador:
Preguntadme acerca de las cosas por venir acerca de mis
hijos, y mandadme acerca de la obra de mis manos.
12 Yo hice la tierra, y creé sobre ella al hombre; yo mis
manos extendieron los cielos, y a todo su ejército mandé.
13 Yo lo desperté en justicia, y enderezaré todos sus
caminos; él edificará mi ciudad, y soltará mis cautivos, no
por precio ni por dones, dice Jehová de los ejércitos.
14 Así dice Jehová: El trabajo de Egipto, la mercadería de
Etiopía y de los sabeos, hombres de gran estatura, pasarán
a ti, y serán tuyos; en pos de ti vendrán con cadenas, y se
postrarán a ti, y te suplicarán, diciendo: Ciertamente en ti
está Dios, y no hay otro, no hay Dios.
Isaías
15 Ciertamente tú eres un Dios que te encubres, Dios de
Israel, tu Salvador.
16 Serán avergonzados y confundidos todos ellos; a una
andarán en confusión los que hacen ídolos.
17 Pero Israel será salvo en Jehová con salvación eterna;
no seréis avergonzados ni confundidos, por los siglos de
los siglos.
18 Porque así dice Jehová, que creó los cielos, y él es Dios,
el que formó la tierra, el que la hizo y la compuso; no la
creó en vano, para que fuese habitada la creó: Yo Jehová, y
no hay otro.
19 No hablé en secreto, en lugar oscuro de la tierra; No dije
a la descendencia de Jacob: En vano me buscáis: Yo
Jehová hablo justicia, y anuncio rectitud.
20 Juntaos y venid; acercaos todos, vosotros los que habéis
escapado de las naciones; no tienen conocimiento los que
ponen el león de su imagen tallada, y ruegan a un dios que
no puede salvar.
21 Declaradlo, y acercadles; que consulten juntos: ¿Quién
ha anunciado esto desde tiempos antiguos? ¿Quién lo ha
anunciado desde entonces? ¿No soy yo el Señor? Y no hay
otro Dios fuera de mí; un Dios justo y salvador; no hay otro
fuera de mí.
22 Mirad a mí, y sed salvos, todos los términos de la tierra,
porque yo soy Dios, y no hay más.
23 Por mí mismo hice juramento, de mi boca salió palabra
en justicia, y no será revocada: Que a mí se doblará toda
rodilla, y jurará toda lengua.
24 Ciertamente, dirá uno: En Jehová está la justicia y el
poder; a él vendrán, y todos los que contra él se enojan
serán avergonzados.
25 En Jehová será justificada y se gloriará toda la
descendencia de Israel.
CAPÍTULO 46
1 Bel se inclinó, Nebo se encorvó; sus ídolos fueron sobre
las bestias y sobre el ganado; vuestros carros fueron
cargados, fueron carga para la bestia cansada.
2 Se encorvaron, se postraron a una; no pudieron librar la
carga, sino que ellos mismos fueron llevados al cautiverio.
3 Oídme, casa de Jacob, y todo el remanente de la casa de
Israel, Los que sois traídos por mí desde el vientre, los que
sois llevados desde la matriz;
4 Y hasta la vejez, yo mismo, y hasta las canas os soportaré
yo; yo os hice, yo os llevaré, yo os soportaré y os guardaré.
5 ¿A quién me haréis semejante, y me igualaréis, y me
compararéis, para que seamos semejantes?
6 Sacan oro de la bolsa, pesan plata en balanzas, alquilan
un platero, que hace de ello un dios; se postran y lo adoran.
7 Lo llevan sobre los hombros, lo llevan, lo ponen en su
lugar, y él está; de su lugar no será movido; antes bien,
alguien clamará a él, y no podrá responder, ni lo librará de
su angustia.
8 Acordaos de esto, y mostraos hombres; volved a
recordarlo, oh transgresores.
9 Acordaos de las cosas pasadas desde los tiempos
antiguos; porque yo soy Dios, y no hay más Dios, y nada
hay semejante a mí.
10 que anuncio lo por venir desde el principio, y desde la
antigüedad lo que aún no era hecho; que digo: Mi consejo
permanecerá, y haré todo lo que quiero;
11 Llamaré del oriente al ave rapaz, De tierra lejana al
hombre que ejecutare mi consejo; Sí, yo hablé, y lo haré;
Lo he pensado, y lo haré.
12 Oídme, duros de corazón, que estáis lejos de la justicia;
13 Yo haré acercarse mi justicia, y no se alejará, y mi
salvación no tardará; y pondré salvación en Sión, y gloria
de Israel.
CAPÍTULO 47
1 Desciende y siéntate en el polvo, oh virgen hija de
Babilonia; siéntate en la tierra; no hay trono, hija de los
caldeos; porque nunca más te llamarán tierna y delicada.
2 Toma las piedras de molino, y muele harina; descubre tus
guedejas, desnuda la pierna, descubre el muslo, pasa los
ríos.
3 Tu desnudez será descubierta, y tu vergüenza será vista;
yo tomaré venganza, y no me encontraré contigo como
hombre.
4 Nuestro Redentor se llamará Jehová de los ejércitos, el
Santo de Israel.
5 Siéntate en silencio y entra en tinieblas, hija de los
caldeos; porque nunca más te llamarán señora de reinos.
6 Me enojé contra mi pueblo, profané mi heredad, y los
entregué en tu mano; no les tuviste compasión; sobre los
ancianos pusiste muy pesado tu yugo.
7 Y dijiste: Seré señora para siempre; y no pensaste en esto,
ni te acordaste de tu postrer fin.
8 Por tanto, oye ahora esto, tú la que eres voluptuosa, la
que moras confiadamente, la que dices en tu corazón: Yo
soy, y fuera de mí no hay más; no quedaré viuda, ni
conoceré orfandad.
9 Pero estas dos cosas te vendrán de repente en un mismo
día, la orfandad y la viudez; te vendrán en su perfección, a
causa de la multitud de tus hechicerías y de la gran
abundancia de tus encantamientos.
10 Porque confiaste en tu maldad; dijiste: «Nadie me ve».
Tu sabiduría y tu conocimiento te han pervertido; y dijiste
en tu corazón: «Yo soy, y fuera de mí no hay nadie más».
11 Por tanto, vendrá sobre ti mal, que no sabrás de dónde
venga; caerá sobre ti quebrantamiento, del cual no podrás
reprimir, y destrucción que no sabrás, vendrá sobre ti de
repente.
12 Sigue ahora con tus encantamientos, y con la multitud
de tus hechicerías, con las cuales te afanaste desde tu
juventud; quizá podrás sacar provecho, quizá podrás
prevalecer.
13 Te fatigas en la multitud de tus consejos. Que los
astrólogos, los astrólogos, los pronosticadores mensuales se
levanten y te salven de estas cosas que te sobrevendrán.
14 He aquí que serán como tamo, fuego los quemará, no
escaparán del poder de la llama; no habrá brasa para
calentarse, ni lumbre para sentarse delante de ella.
15 Así te serán aquellos con quienes te afanaste, tus
mercaderes desde tu juventud; cada uno irá errante por su
camino, y no habrá quien te salve.
CAPÍTULO 48
1 Oíd esto, casa de Jacob, los que os llamáis del nombre de
Israel, los que salisteis de las aguas de Judá, los que juráis
Isaías
en el nombre de Jehová, y hacéis memoria del Dios de
Israel, mas no en verdad ni en justicia.
2 Porque se llaman de la santa ciudad, Y en el Dios de
Israel se apoyan; Jehová de los ejércitos es su nombre.
3 Yo anuncié las cosas pasadas desde el principio; y
salieron de mi boca, y las mostré; las hice de repente, y
sucedieron.
4 Porque sabía que eres obstinado, y que tu cerviz es
tendón de hierro, y tu frente de bronce;
5 Yo te lo anuncié desde el principio, antes que fuese, te lo
hice saber, para que no dijeras: Mi ídolo hizo esto, y mi
imagen de talla y mi imagen de fundición lo mandó.
6 Has oído y visto todo esto; ¿y no lo declararás? Te he
mostrado cosas nuevas desde este tiempo, incluso cosas
ocultas, que no conocías.
7 Ahora son creadas, y no desde el principio, ni antes del
día en que no las oíste, para que no dijeras: He aquí, yo las
conocía.
8 Sí, no oíste, sí, no supiste; aun desde entonces no fue
abierto tu oído; porque yo sabía que obrarías con gran
deslealtad, y que desde la matriz te llamaban transgresor.
9 Por amor de mi nombre contendré mi ira, y para mi
alabanza te reprimiré, para no destruirte.
10 He aquí que yo te he purificado, y no como a plata; te
escogí en horno de aflicción.
11 Por amor de mí mismo, por amor de mí mismo lo haré;
pues ¿cómo sería profanado mi nombre? Y mi gloria no
daré a otro.
12 Oídme, Jacob e Israel, mi llamado; yo soy, yo el
primero, yo también el postrero.
13 Mi mano fundó la tierra, y mi diestra extendió los cielos;
cuando yo los llamé, estuvieron todos reunidos.
14 Reúnanse todos y escuchen: ¿quién de ellos ha
declarado estas cosas? El Señor lo ha amado; cumplirá su
voluntad en Babilonia, y su brazo estará sobre los caldeos.
15 Yo, yo he hablé, yo lo llamé; yo lo traje, y hará
prosperar su camino.
16 Acercaos a mí, oíd esto: No he hablado en secreto desde
el principio; desde el momento en que fue, allí estaba yo; y
ahora me envió el Señor Jehová, y su Espíritu.
17 Así dice Jehová, tu Redentor, el Santo de Israel: Yo soy
Jehová tu Dios, que te enseña para tu provecho, que te guía
por el camino en que debes andar.
18 ¡Oh, si hubieras escuchado mis mandamientos!
Entonces sería tu paz como un río, y tu justicia como las
ondas del mar.
19 Sea pues tu descendencia como la arena, y el renuevo de
tus entrañas como los guijarros; no haya sido cortado ni
raído su nombre de delante de mí.
20 Salid de Babilonia, huid de delante de los caldeos;
haced nuevas con voz de alegría, publicad esto, publicadlo
hasta lo postrero de la tierra; decid: Redimió Jehová a
Jacob su siervo.
21 Y no tuvieron sed cuando los hizo andar por los
desiertos, E hizo brotar aguas de la peña para ellos, Y
hendió la peña, y fluyeron aguas.
22 No hay paz, dice Jehová, para los impíos.
CAPÍTULO 49
1 Oídme, islas, y prestad atención, pueblos lejanos: Jehová
me llamó desde el vientre, desde las entrañas de mi madre
tuvo mi nombre en memoria.
2 Y puso mi boca como espada aguda, me cubrió con la
sombra de su mano, y me puso como saeta bruñida; me
escondió en su aljaba;
3 Y me dijo: Tú eres mi siervo, oh Israel; en ti seré
glorificado.
4 Entonces dije: En vano he trabajado, en vano y sin
provecho he consumido mis fuerzas; mas mi juicio está con
Jehová, y mi obra con mi Dios.
5 Y ahora, dice Jehová, el que me formó desde el vientre
para ser su siervo, para hacer volver a él a Jacob: Aunque
Israel no sea reunido, con todo seré glorioso en los ojos de
Jehová, y el Dios mío será mi fortaleza.
6 Y él dijo: Poco es para mí que tú seas mi siervo para
levantar las tribus de Jacob, y para que restaures el
remanente de Israel; también te di por luz de las naciones,
para que seas mi salvación hasta lo postrero de la tierra.
7 Así dice Jehová, Redentor de Israel, y el Santo suyo, al
menospreciado de hombre, al abominado de las naciones,
al siervo de gobernantes: Reyes lo verán, y se levantarán, y
príncipes adorarán, por causa de Jehová, que es fiel, y del
Santo de Israel, el cual te escogió.
8 Así dice Jehová: En tiempo aceptable te oí, y en día de
salvación te ayudé; y te guardaré, y te daré por pacto al
pueblo, para que restaures la tierra, y heredes las heredades
asoladas;
9 Para que digas a los presos: «Salid»; a los que están en
tinieblas: «Mostraos». En los caminos pastarán, y sus
pastos estarán en todos los lugares altos.
10 No tendrán hambre ni sed, ni los herirá el calor ni el sol;
porque el que tiene misericordia de ellos los guiará, y a
manantiales de aguas los conducirá.
11 Y tornaré todos mis montes en camino, y mis calzadas
serán alzadas.
12 He aquí que éstos vendrán de lejos; y he aquí, éstos del
norte y del occidente, y éstos de la tierra de Sinim.
13 Cantad, cielos, y alégrate, tierra; y prorrumpid, montes,
en gritos de alegría, porque Jehová ha consolado su pueblo,
y de sus afligidos tendrá misericordia.
14 Pero Sión dijo: Me ha abandonado Jehová, y el Señor se
ha olvidado de mí.
15 ¿Puede una mujer olvidarse de su niño de pecho, para
dejar de compadecerse del hijo de su vientre? Aunque ellas
lo olviden, yo no me olvidaré de ti.
16 He aquí que en las palmas de mis manos te tengo
esculpida; tus muros están siempre delante de mí.
17 Tus hijos se apresurarán; saldrán de ti tus destruidores y
los que te asolaron.
18 Alza la vista en derredor, y mira: todos estos se han
reunido y vienen a ti. Vivo yo, dice el Señor, que te
vestirás con todos ellos como con un adorno, y te los
ceñirás como una novia.
19 Porque tu soledad, tus lugares desolados y la tierra de tu
perdición serán ahora demasiado estrechas a causa de los
moradores, y tus destructores estarán lejos.
20 Y los hijos que tendrás, después que hayas perdido a los
otros, volverán a decir en tus oídos: El lugar es estrecho
para mí; dame lugar para que habite.
Isaías
21 Entonces dirás en tu corazón: «¿Quién me ha
engendrado a estos, si he perdido a mis hijos y estoy
desolada, cautiva y yendo de un lado a otro? ¿Y quién los
ha criado? He aquí, yo quedé sola; ¿dónde estaban estos?».
22 Así dice Jehová el Señor: He aquí, yo alzaré mi mano a
las naciones, y a los pueblos alzaré mi bandera; y en brazos
traerán tus hijos, y tus hijas serán traídas sobre hombros.
23 Y reyes serán tus ayos, y sus reinas tus nodrizas; con el
rostro en tierra te adorarán, y lamerán el polvo de tus pies;
y sabrás que yo soy Jehová; y no serán avergonzados los
que esperan en mí.
24 ¿Se le arrebatará la presa al poderoso, o se le librará al
cautivo legítimo?
25 Pero así dice Jehová: Aun los cautivos serán arrebatados
al valiente, y la presa será librada al tirano; porque yo
contenderé con el que contienda contigo, y salvaré a tus
hijos.
26 Y a los que te oprimen, yo les haré comer su propia
carne, y con su propia sangre se embriagarán como con
vino dulce; y sabrá toda carne que yo Jehová soy Salvador
tuyo, y Redentor tuyo, el Fuerte de Jacob.
CAPÍTULO 50
1 Así dice el Señor: «¿Dónde está la carta de divorcio de
vuestra madre, a quien repudié? ¿O a cuál de mis
acreedores os vendí? He aquí, por vuestras iniquidades os
vendisteis, y por vuestras transgresiones vuestra madre fue
repudiada.»
2 ¿Por qué, cuando vine, no había nadie? ¿Cuando llamé,
no hubo nadie que respondiera? ¿Acaso mi mano se ha
acortado, de modo que no puede redimir? ¿O no tengo
poder para librar? He aquí, a mi reprensión seco el mar,
convierto los ríos en desierto; sus peces hieden, por falta de
agua, y mueren de sed.
3 Yo visto de oscuridad los cielos, y pongo cilicio por
cubierta.
4 El Señor Jehová me dio lengua de sabios, para saber
hablar palabras al cansado; despertará mi oído cada
mañana, despertará mi oído para que oiga como los sabios.
5 El Señor Jehová me abrió el oído, y yo no fui rebelde, ni
me volví atrás.
6 Di mi espalda a los heridores, y mis mejillas a los que me
arrancaban la barba; no escondí mi rostro de injurias y de
esputos.
7 Porque Jehová el Señor me ayudará, por tanto no seré
avergonzado; por eso puse mi rostro como un pedernal, y
sé que no seré avergonzado.
Cerca está el que me justifica; ¿quién contenderá conmigo?
Unámonos: ¿quién es mi adversario? Acérquese a mí.
9 He aquí, el Señor Dios me ayudará; ¿quién será el que me
condene? He aquí, todos ellos se envejecerán como una
vestidura; la polilla los comerá.
10 ¿Quién de vosotros teme al SEÑOR, obedece la voz de
su siervo, que anda en tinieblas y no tiene luz? Confíe en el
nombre del SEÑOR y apóyese en su Dios.
11 ¡Miren, todos los que encienden fuego, los que se
rodean de chispas! Anden a la luz de su fuego y de las
chispas que han encendido. Esto les llegará de mi mano;
yacerán en tristeza.
CAPÍTULO 51
1 Oídme, los que seguís la justicia, los que buscáis a
Jehová: Mirad a la roca de donde fuisteis cortados, y a la
caverna de la fosa de donde fuisteis sacados.
2 Mirad a Abraham vuestro padre, y a Sara que os dio a luz;
porque solo lo llamé, y lo bendije, y lo multipliqué.
3 Porque consolará Jehová a Sión; consolará todas sus
soledades, y cambiará su desierto en Edén, y su soledad en
huerto de Jehová; se hallará en ella alegría y gozo,
alabanza y voces de canto.
4 Oídme, pueblo mío, y escuchadme, nación mía; porque
de mí saldrá la ley, y yo haré reposar mi juicio para luz del
pueblo.
5 Cercana está mi justicia, ha salido mi salvación, y mis
brazos juzgarán a los pueblos; en mí esperarán las costas, y
en mi brazo pondrán su esperanza.
6 Alzad a los cielos vuestros ojos, y mirad abajo a la tierra;
porque los cielos como humo serán consumidos, y la tierra
como una vestidura se envejecerá, y los que en ella moran
morirán igualmente; pero mi salvación será eterna, y mi
justicia no perecerá.
7 Oídme, los que conocéis justicia, pueblo en cuyo corazón
está mi ley; no temáis afrenta de hombres, ni tengáis miedo
de sus ultrajes.
8 Porque como a ropa los comerá polilla, y como a lana los
comerá gusano; mas mi justicia será eterna, y mi salvación
de generación en generación.
9 ¡Despierta, despierta, vístete de fuerza, oh brazo del
SEÑOR! ¡Despierta, como en los días antiguos, como en
las generaciones de antaño! ¿No eres tú quien cortó a
Rahab y hirió al dragón?
10 ¿No eres tú el que secó el mar, las aguas del gran
abismo, el que tornaste las profundidades del mar por
camino para que pasaran los redimidos?
11 Por tanto, los redimidos de Jehová volverán, e irán a
Sión con alegría, y gozo perpetuo será sobre su cabeza;
tendrán alegría y gozo, y huirán la tristeza y el luto.
12 Yo, yo soy vuestro consolador. ¿Quién eres tú, para que
tengas temor del hombre, que es mortal, y del hijo del
hombre, que es como heno?
13 ¿Y te olvidas de Jehová tu Hacedor, que extendió los
cielos y fundó la tierra, y temes continuamente cada día a
causa del furor del opresor, como si estuviera dispuesto a
destruir? ¿Y dónde está el furor del opresor?
14 El cautivo desterrado se apresura para ser liberado, y
para que no muera en la cisterna, ni le falte el pan.
15 Mas yo soy Jehová tu Dios, que dividí el mar, y
bramaron sus ondas; Jehová de los ejércitos es su nombre.
16 Y en tu boca he puesto mis palabras, y con la sombra de
mi mano te cubrí, Para establecer los cielos, y fundar la
tierra, Y decir a Sión: Pueblo mío eres tú.
17 Despierta, despierta, levántate, Jerusalén, que bebiste de
la mano de Jehová el cáliz de su ira; bebiste las heces del
cáliz de temblor, y las exprimiste.
18 No hay quien la guíe entre todos los hijos que ha dado a
luz, ni hay quien la tome de la mano entre todos los hijos
que ha criado.
19 Estas dos cosas te han sobrevenido; ¿quién se
compadecerá de ti? Desolación, quebrantamiento, hambre
y espada. ¿Con quién te consolaré?
Isaías
20 Tus hijos desfallecieron, yacieron en las encrucijadas de
todas las calles, como toro salvaje en la red; llenos están
del furor de Jehová, del reproche de tu Dios.
21 Por tanto, oye ahora esto, oh afligida y ebria, mas no de
vino:
22 Así dice tu Señor Jehová, y tu Dios, el que aboga por su
pueblo: He aquí, yo he quitado de tu mano la copa del
temblor, lo que queda del cáliz de mi ira; no la beberás más.
23 Mas yo lo pondré en mano de los que te afligen, Los
cuales dijeron a tu alma: Inclínate, para que pasemos; y
pusiste tu cuerpo como tierra y como calle, a los que
pasaban.
CAPÍTULO 52
1 Despierta, despierta, vístete de poder, oh Sión; vístete tus
ropas hermosas, oh Jerusalén, ciudad santa; porque no
vendrá más a ti incircunciso ni inmundo.
2 Sacúdete el polvo, levántate y siéntate, Jerusalén; suelta
las ataduras de tu cuello, cautiva hija de Sión.
3 Porque así dice Jehová: De balde os vendisteis, y sin
dinero seréis rescatados.
4 Porque así dice Jehová el Señor: Mi pueblo descendió en
otro tiempo a Egipto para peregrinar allá, y el asirio lo
oprimió sin causa.
5 Ahora pues, ¿qué tengo aquí —dice el SEÑOR—, para
que mi pueblo sea llevado sin causa? Sus gobernantes lo
hacen aullar —dice el SEÑOR—, y mi nombre es
blasfemado continuamente todos los días.
6 Por tanto, mi pueblo sabrá mi nombre, por esta causa y
en aquel día sabrán que yo soy el que hablo; he aquí, yo
soy.
7 ¡Cuán hermosos son sobre los montes los pies del que
trae alegres nuevas, del que anuncia la paz, del que trae
nuevas del bien, del que publica salvación, del que dice a
Sion: Tu Dios reina!
8 Tus atalayas alzarán la voz; una a una cantarán voces;
porque ojo a ojo verán, cuando Jehová haya restituido a
Sion.
9 Prorrumpid en júbilo, cantad a una, lugares desolados de
Jerusalén, porque Jehová ha consolado a su pueblo, ha
redimido a Jerusalén.
10 Jehová desnudó su santo brazo ante los ojos de todas las
naciones, y todos los confines de la tierra verán la
salvación de nuestro Dios.
11 Apartaos, apartaos, salid de allí, no toquéis lo inmundo;
salid de en medio de ella; limpiaos los que lleváis los
utensilios de Jehová.
12 Porque no saldréis apresurados, ni iréis huyendo;
porque Jehová irá delante de vosotros, y os será por
retaguardia el Dios de Israel.
13 He aquí que mi siervo procederá con prosperidad, será
engrandecido y exaltado, y será puesto muy en alto.
14 Así como muchos se asombraron de ti, pues desfiguró
su aspecto más que el de cualquier hombre, y su hermosura
más que la de los hijos de los hombres.
15 Así rociará a muchas naciones, y los reyes cerrarán ante
él la boca; porque verán lo que nunca les fue contado, y
entenderán lo que nunca habían oído.
CAPÍTULO 53
1 ¿Quién ha creído a nuestro anuncio? ¿Y sobre quién se
ha revelado el brazo de Jehová?
2 Porque subirá cual renuevo delante de él, y como raíz de
tierra seca; no hay parecer en él, ni hermosura; lo veremos,
pero sin atractivo para que le deseemos.
3 Despreciado y desechado entre los hombres, varón de
dolores, experimentado en quebranto; y como que
escondimos de él el rostro, fue menospreciado, y no lo
estimamos.
4 Ciertamente llevó él nuestras enfermedades, y sufrió
nuestros dolores; y nosotros le tuvimos por azotado, por
herido de Dios y abatido.
5 Mas él herido fue por nuestras rebeliones, molido por
nuestros pecados; el castigo de nuestra paz fue sobre él, y
por su llaga fuimos nosotros curados.
6 Todos nosotros nos descarriamos como ovejas, cada cual
se apartó por su camino; mas Jehová cargó en él el pecado
de todos nosotros.
7 Angustiado él, y afligido, no abrió su boca; Como
cordero fue llevado al matadero; Y como oveja delante de
sus trasquiladores, enmudeció, y no abrió su boca.
8 Por cárcel y por juicio fue quitado; ¿y su generación,
quién la contará? Porque fue cortado de la tierra de los
vivientes, Por la rebelión de mi pueblo fue herido.
9 Y se dispuso con los impíos su sepultura, mas con los
ricos fue en su muerte; porque nunca hizo maldad, ni hubo
engaño en su boca.
10 Con todo eso, Jehová quiso quebrantarlo, sujetándole a
padecimiento; y si hubiere puesto su vida en expiación por
el pecado, verá linaje, vivirá por largos días, y la voluntad
de Jehová será en su mano prosperada.
11 Él verá el fruto de la aflicción de su alma, y quedará
satisfecho; por su conocimiento justificará mi siervo justo a
muchos, y llevará las iniquidades de ellos.
12 Por tanto, yo le daré parte con los grandes, y con los
fuertes repartirá despojos; por cuanto derramó su vida hasta
la muerte, y fue contado con los pecadores, habiendo él
llevado el pecado de muchos, y orado por los transgresores.
CAPÍTULO 54
1 Canta, oh estéril, tú que no dabas a luz; prorrumpe en
gritos de alegría y clama en alta voz, tú que no estuviste de
parto; porque más son los hijos de la desolada que los hijos
de la casada, dice Jehová.
2 Ensancha el sitio de tu tienda, y las cortinas de tus
moradas sean extendidas; no escatimes; alarga tus cuerdas,
y refuerza tus estacas;
3 Porque te extenderás a la derecha y a la izquierda, y tu
descendencia heredará naciones, y habitará las ciudades
asoladas.
4 No temas, porque no serás avergonzada; ni te aflijas,
porque no serás confundida; antes olvidarás la vergüenza
de tu juventud, y de la afrenta de tu viudez no tendrás más
memoria.
5 Porque tu marido es tu Hacedor; Jehová de los ejércitos
es su nombre, y tu Redentor, el Santo de Israel; Dios de
toda la tierra se llamará él.
Isaías
6 Porque como a mujer abandonada y triste de espíritu te
llamó Jehová, como a la esposa de la juventud que es
repudiada, dice el Dios tuyo.
7 Por un breve momento te abandoné, pero te recogeré con
grandes misericordias.
8 Con un poco de ira escondí mi rostro de ti por un
momento, pero con misericordia eterna tendré compasión
de ti, dice Jehová tu Redentor.
9 Porque esto será para mí como las aguas de Noé; pues
como juré que las aguas de Noé no pasarían más sobre la
tierra, así he jurado que no me enojaría contra ti, ni te
reprendería.
10 Porque los montes se moverán, y los collados temblarán;
pero no se apartará de ti mi misericordia, ni el pacto de mi
paz quebrantará, dice Jehová, el que tiene misericordia de ti.
11 ¡Oh tú, afligida, sacudida por la tempestad, y sin
consuelo! He aquí que yo colocaré tus piedras sobre
colores hermosos, y sobre zafiros te fundaré.
12 Y haré tus ventanas de piedras preciosas, y tus puertas
de carbunclos, y todo tu recinto de piedras preciosas.
13 Y todos tus hijos serán enseñados de Jehová, y se
multiplicará la paz de tus hijos.
14 En justicia estarás establecida; estarás lejos de la
opresión, porque no temerás; y del terror, porque no se
acercará a ti.
15 He aquí que ciertamente se juntarán, mas no por mí;
cualquiera que se juntare contra ti, caerá por causa de ti.
16 He aquí que yo he creado al herrero que sopla las brasas
en el fuego, y que saca la herramienta para su obra; y yo he
creado al destruidor para destruir.
17 Ningún arma forjada contra ti prosperará; y condenarás
toda lengua que se levante contra ti en juicio. Esta es la
herencia de los siervos del SEÑOR, y su justicia proviene
de mí, dice el SEÑOR.
CAPÍTULO 55
1 A todos los sedientos: Venid a las aguas; y los que no
tenéis dinero, venid, comprad y comed; venid, comprad sin
dinero y sin precio, vino y leche.
2 ¿Por qué gastáis el dinero en lo que no es pan, y vuestro
trabajo en lo que no sacia? Escuchadme atentamente,
comed del bien, y que vuestra alma se deleite con grosura.
3 Inclinad vuestro oído, y venid a mí; oíd, y vivirá vuestra
alma; Y haré con vosotros pacto eterno, las misericordias
firmes a David.
4 He aquí, yo lo he puesto por testigo al pueblo, por jefe y
por capitán del pueblo.
5 He aquí que llamarás a una nación que no conociste, y
naciones que no te conocieron correrán a ti, por amor de
Jehová tu Dios, y del Santo de Israel, el cual te ha
glorificado.
6 Buscad a Jehová mientras puede ser hallado, llamadle en
tanto que está cercano;
7 Deje el impío su camino, y el hombre inicuo sus
pensamientos, y vuélvase a Jehová, el cual tendrá de él
misericordia, y al Dios nuestro, el cual será amplio en
perdonar.
8 Porque mis pensamientos no son vuestros pensamientos,
ni vuestros caminos mis caminos, dijo Jehová.
9 Porque como son más altos los cielos que la tierra, así
son mis caminos más altos que vuestros caminos, y mis
pensamientos más que vuestros pensamientos.
10 Porque como desciende de los cielos la lluvia y la nieve,
y no vuelve allá, sino que riega la tierra, y la hace germinar
y producir, y da semilla al que siembra, y pan al que come;
11 Así será mi palabra que sale de mi boca: no volverá a
mí vacía, sino que hará lo que yo quiero, y será prosperada
en aquello para que la envié.
12 Porque con alegría saldréis, y con paz seréis vueltos; los
montes y los collados levantarán canción delante de
vosotros, y todos los árboles del campo darán palmadas.
13 En lugar del espino crecerá ciprés, y en lugar del cardo
crecerá arrayán; y será a Jehová por nombre, por señal
eterna que nunca será raída.
CAPÍTULO 56
1 Así dice Jehová: Guardad derecho, y haced justicia;
porque cercana está mi salvación para venir, y mi justicia
para manifestarse.
2 Bienaventurado el hombre que esto hace, y el hijo del
hombre que lo abraza, que guarda el día de reposo para no
profanarlo, y que guarda su mano de hacer todo mal.
3 Ni el hijo del extranjero que se alió a Jehová hable
diciendo: Jehová me ha apartado completamente de su
pueblo; ni diga el eunuco: He aquí, yo soy un árbol seco.
4 Porque así dice Jehová a los eunucos que guardan mis
días de reposo, y escogen lo que yo quiero, y abrazan mi
pacto:
5 Yo les daré lugar en mi casa y dentro de mis muros, y
nombre mejor que el de hijos e hijas; nombre eterno les
daré que nunca perecerá.
6 Asimismo los hijos de los extranjeros que se allegaren a
Jehová para servirle, y amen el nombre de Jehová para ser
sus siervos; todos los que guardaren el día de reposo para
no profanarlo, y abrazaren mi pacto;
7 Yo los traeré a mi santo monte, y los recrearé en mi casa
de oración; sus holocaustos y sus sacrificios serán aceptos
sobre mi altar; porque mi casa será llamada casa de oración
para todos los pueblos.
8 Así dice el Señor Jehová, el que reúne los desterrados de
Israel: Aún reuniré a él otros, además de los que ya están
reunidos.
9 Todas las bestias del campo, todas las bestias del bosque,
venid a devorar.
10 Sus atalayas son ciegos, todos ellos ignorantes, todos
ellos perros mudos, que no pueden ladrar; duermen, están
echados, aman el dormir.
11 Sí, son perros voraces que nunca se sacian, y pastores
que no saben entender; cada uno busca su propio camino,
cada cual por su lado busca su propia ganancia.
12 Venid, dicen, voy a traer vino, y nos saciaremos de sidra;
y el día de mañana será como este, o mucho más abundante.
CAPÍTULO 57
1 Perece el justo, y no hay quien se preocupe por ello; y los
misericordiosos son quitados, y no hay quien entienda que
de delante del mal venidero es quitado el justo.
2 Entrará en paz; descansarán en sus camas, Y andará cada
uno en su rectitud.
Isaías
3 Mas acercaos acá, hijos de la hechicera, linaje del
adúltero y de la ramera.
4 ¿Contra quién os divertís? ¿Contra quién ensancháis la
boca y saquéis la lengua? ¿No sois hijos de transgresión,
semilla de mentira,
5 ¿Os encendéis con los ídolos debajo de todo árbol
frondoso, y matáis hijos en los valles, debajo de las
cavernas de las peñas?
6 Entre las piedras lisas del arroyo está tu porción; ellas,
ellas son tu suerte: incluso a ellas les has ofrecido una
libación, les has ofrecido una ofrenda vegetal. ¿Debería yo
encontrar consuelo en ellas?
7 Sobre un monte alto y empinado pusiste tu cama; allí
subiste para ofrecer sacrificios.
8Tras las puertas y tras los postes pusiste tu memoria,
porque te descubriste a otro y no a mí, y subiste;
ensanchaste tu cama, e hiciste con ellos pacto; Amaste su
cama dondequiera que la viste.
9 Y fuiste al rey con ungüento, y aumentaste tus perfumes,
y enviaste tus mensajeros lejos, y te humillaste hasta el
Seol.
10 Te cansaste en lo largo de tu camino, Y no dijiste: No
hay esperanza; Has hallado la vida de tu mano, Por tanto,
no te entristeciste.
11 ¿Y de quién has tenido miedo o temor, que has mentido,
y no te has acordado de mí, ni lo has tenido en cuenta? ¿No
he callado yo desde antiguo, y tú no me temes?
12 Yo publicaré tu justicia y tus obras, que no te
aprovecharán.
13 Cuando clamas, te libren tus compañías; pero a todas
ellas las llevará el viento, y las arrebatará la vanidad; mas
el que en mí confía, él poseerá la tierra, y heredará mi santo
monte;
14 Y dirá: Preparad, preparad, barred el camino, quitad los
tropiezos del camino de mi pueblo.
15 Porque así dice el Alto y Sublime, el que habita la
eternidad, y cuyo nombre es el Santo: Yo habito en la
altura y la santidad, y con el quebrantado y humilde de
espíritu, para vivificar el espíritu de los humildes, y para
vivificar el corazón de los quebrantados.
16 Porque no contenderé para siempre, ni para siempre
estaré enojado; porque desfallecería delante de mí el
espíritu, y las almas que yo hice.
17 Por la iniquidad de su codicia me enojé, y le herí; Me
escondí, y me indigné, Y él siguió perverso en el camino
de su corazón.
18 Yo he visto sus caminos, y lo sanaré; también lo
pastorearé, y le daré consuelo a él y a sus enlutados.
19 Yo creo fruto de labios: Paz, paz al que está lejos y al
que está cerca, dice Jehová; y yo lo sanaré.
20 Pero los impíos son como el mar en tempestad, que no
puede estarse quieto, y sus aguas arrojan cieno y lodo.
21 No hay paz, dice mi Dios, para los impíos.
CAPÍTULO 58
1 Clama a voz en cuello, no te detengas; alza tu voz como
trompeta, y anuncia a mi pueblo su rebelión, y a la casa de
Jacob su pecado.
2 Con todo, me buscan cada día, y quieren saber mis
caminos, Como gente que hace justicia, y no ha
abandonado la ley de su Dios; Me piden juicios de justicia,
Y quieren acercarse a Dios.
3 ¿Por qué hemos ayunado, dicen, y no lo ves? ¿Por qué
nos hemos afligido, y no te das cuenta? Mira, en el día de
tu ayuno encuentras placer y exiges todas tus labores.
4 He aquí que para contiendas y debates ayunáis, y para
herir con el puño inicuamente; no ayunéis como hoy, para
que vuestra voz sea oída en lo alto.
5 ¿Acaso es este ayuno el que he escogido? ¿Un día para
que el hombre aflija su alma? ¿Es para inclinar la cabeza
como un junco y cubrirse de cilicio y ceniza? ¿Llamaréis a
esto ayuno y día agradable al SEÑOR?
6 ¿No es más bien el ayuno que yo escogí, desatar las
ligaduras de impiedad, soltar las cargas de opresión, y dejar
ir libres a los quebrantados, y que rompáis todo yugo?
7 ¿No es que partas tu pan con el hambriento, y a los
pobres errantes albergues en casa? ¿No es que cuando veas
al desnudo, lo cubras, y no te escondas de tu semejante?
8 Entonces nacerá tu luz como el alba, y tu salvación se
dejará ver con presteza, e irá tu justicia delante de ti, y la
gloria de Jehová será tu retaguardia.
9 Entonces invocarás, y el Señor te responderá; clamarás, y
él dirá: «Aquí estoy». Si quitas de en medio de ti el yugo,
el extender el dedo y hablar vanidad,
10 Y si dieres tu pan al hambriento, y saciares el alma
afligida, en las tinieblas nacerá tu luz, y tu oscuridad será
como el mediodía.
11 Y Jehová te pastoreará siempre, y en las sequías saciará
tu alma, y dará vigor a tus huesos; y serás como huerto de
riego, y como manantial de aguas, cuyas aguas nunca
faltan.
12 Y los tuyos reedificarán los lugares desolados de antaño;
los cimientos de muchas generaciones levantarás, y serás
llamado reparador de portillos, restaurador de calzadas para
habitar.
13 Si retrajeres del día de reposo tu pie, de hacer tu
voluntad en mi día santo, y lo llamares delicia, santo,
glorioso de Jehová, y lo venerares, no andando en tus
propios caminos, ni buscando tu voluntad, ni hablando tus
propias palabras;
14 Entonces te deleitarás en Jehová, y yo te haré subir
sobre las alturas de la tierra, y te daré a comer la heredad
de Jacob tu padre; porque la boca de Jehová lo ha hablado.
CAPÍTULO 59
1 He aquí que no se ha acortado la mano de Jehová para
salvar, ni se ha agravado su oído para oír;
2 Pero vuestras iniquidades han hecho división entre
vosotros y vuestro Dios, y vuestros pecados han hecho
ocultar de vosotros su rostro para no oír.
3 Porque vuestras manos están contaminadas de sangre, y
vuestros dedos de iniquidad; vuestros labios hablan mentira,
y vuestra lengua habla iniquidad.
4 No hay quien clame por la justicia, ni quien juzgue por la
verdad; confían en vanidad, y hablan mentiras; conciben
iniquidad, y dan a luz iniquidad.
5 Incuban huevos de víboras, y tejen telas de arañas; el que
come de sus huevos muere; y si los aplasta, se vuelve
víbora.
Isaías
6 Sus telas no servirán para vestir, ni con sus obras se
cubrirán; sus obras son obras de iniquidad, y obra de rapiña
en sus manos está.
7 Sus pies corren hacia el mal, se apresuran a derramar la
sangre inocente; sus pensamientos, pensamientos de
iniquidad; destrucción y quebrantamiento hay en sus
caminos.
8 No conocieron camino de paz, ni hay derecho en sus
caminos; sus veredas son torcidas; cualquiera que por ellas
fuere, no conocerá paz.
9 Por tanto, se alejó de nosotros el juicio, y no nos alcanzó
la justicia; esperamos luz, y he aquí tinieblas; resplandor, y
andamos en tinieblas.
10 Palpamos la pared como ciegos, y andamos a tientas
como si no tuviéramos ojos; tropezamos a mediodía como
de noche, estamos en lugares desolados como muertos.
11 Todos nosotros rugimos como osos, y gemimos
dolorosamente como palomas; esperamos juicio, y no lo
hay; salvación, y está lejos de nosotros.
12 Porque nuestras rebeliones se han multiplicado delante
de ti, y nuestros pecados testifican contra nosotros; pues
con nosotros están nuestras rebeliones, y nuestras
iniquidades las conocemos;
13 En rebelarse y mentir contra Jehová, y apartarse de
nuestro Dios, hablando violencia y rebelión, concibiendo y
profiriendo de corazón palabras de mentira.
14 Y se apartó el juicio, y la justicia se puso lejos; porque
la verdad tropezó en la plaza, y la equidad no pudo venir.
15 Aun la verdad falló, y el que se aparta del mal se hace
botín; y Jehová lo vio, y le desagradó, porque no había
juicio.
16 Y vio que no había hombre, y se maravilló de que no
hubiera quien se interpusiera; y su brazo le salvó, y su
justicia le sostuvo.
17 Porque se vistió de justicia como de coraza, y de
salvación con yelmo en su cabeza, se vistió de ropas de
venganza por vestidura, y se cubrió de celo como de un
manto.
18 Conforme a sus obras, así pagará: furor a sus
adversarios, pago a sus enemigos; a las islas pagará su
merecido.
19 Así temerán el nombre del SEÑOR desde el occidente,
y su gloria desde el nacimiento del sol. Cuando el enemigo
venga como un diluvio, el Espíritu del SEÑOR alzará
bandera contra él.
20 Y vendrá el Redentor a Sión, y a los que se volvieren de
la iniquidad en Jacob, dice Jehová.
21 En cuanto a mí, este es mi pacto con ellos, dice Jehová:
Mi Espíritu que está sobre ti, y mis palabras que he puesto
en tu boca, no se apartarán de tu boca, ni de la boca de tu
descendencia, ni de la boca de la descendencia de tu
descendencia, dice Jehová, desde ahora y para siempre.
CAPÍTULO 60
1 Levántate, resplandece; porque ha venido tu luz, y la
gloria de Jehová ha nacido sobre ti.
2 Porque he aquí que tinieblas cubrirán la tierra, y
oscuridad los pueblos; pero sobre ti amanecerá Jehová, y
sobre ti será vista su gloria.
3 Y andarán las naciones a tu luz, y los reyes al resplandor
de tu nacimiento.
4 Alza tus ojos en derredor, y mira: todos estos se han
reunido, vinieron a ti; tus hijos vendrán de lejos, y tus hijas
serán criadas a tu lado.
5 Entonces verás, y te alegrarás, y te sobrecogerás, y se
alegrará tu corazón, porque la multitud del mar se habrá
vuelto a ti, y las fortalezas de las naciones vendrán a ti.
6 Multitud de camellos te cubrirá, dromedarios de Madián
y de Efa; vendrán todos los de Sabá; traerán oro e incienso,
y publicarán las alabanzas de Jehová.
7 Todo el ganado de Cedar será reunido para ti, carneros de
Nebaiot te servirán; serán ofrecidos con agrado sobre mi
altar, y yo glorificaré la casa de mi gloria.
8 ¿Quiénes son éstos que vuelan como nubes, y como
palomas a sus ventanas?
9 Ciertamente a mí esperarán las costas, y las naves de
Tarsis desde el principio, para traer tus hijos de lejos, su
plata y su oro con ellos, al nombre de Jehová tu Dios, y al
Santo de Israel, que te ha glorificado.
10 Y los hijos de los extranjeros edificarán tus muros, y sus
reyes te servirán; porque en mi furor te herí, mas en mi
buena voluntad tendré de ti misericordia.
11 Por tanto, tus puertas estarán de continuo abiertas, no se
cerrarán de día ni de noche, para que sean traídas a ti las
riquezas de las naciones, y conducidos sus reyes.
12 Porque la nación o el reino que no te sirva perecerá; sí,
esas naciones serán completamente asoladas.
13 La gloria del Líbano vendrá a ti, ciprés, pino y boj a una,
para embellecer el lugar de mi santuario; y yo glorificaré el
lugar de mis pies.
14 Y vendrán a ti inclinados los hijos de tus afligidos, y
todos los que te despreciaron se encorvarán a las plantas de
tus pies, y te llamarán: Ciudad de Jehová, Sión del Santo
de Israel.
15 En realidad, tú fuiste abandonada y aborrecida, sin que
nadie pasara por ti, yo te pondré en excelencia eterna, en
gozo de muchas generaciones.
16 Y mamarás la leche de las naciones, y el pecho de los
reyes mamarás; y conocerás que yo Jehová soy tu Salvador,
y tu Redentor, el Fuerte de Jacob.
17 En lugar de bronce traeré oro, y en lugar de hierro plata,
y en lugar de madera bronce, y en lugar de piedras hierro; y
a tus príncipes daré paz, y a tus exactores justicia.
18 Nunca más se oirá en tu tierra violencia, destrucción ni
quebrantamiento en tu territorio; sino que a tus muros
llamarás Salvación, y a tus puertas Alabanza.
19 El sol no te servirá más de luz para el día, ni el
resplandor de la luna te alumbrará; sino que Jehová te será
por luz eterna, y el Dios tuyo por tu gloria.
20 No se pondrá más tu sol, ni menguará tu luna; porque
Jehová te será por luz eterna, y los días de tu luto llegarán a
su fin.
21 Tu pueblo también será justo, y heredará la tierra para
siempre, renuevo de mi plantío, obra de mis manos, para
glorificarme.
22 El pequeño llegará a ser mil, y el menor, una nación
fuerte; yo Jehová a su tiempo haré que esto suceda pronto.
CAPÍTULO 61
1 El Espíritu del Señor Jehová está sobre mí, Por cuanto
me ha ungido Jehová; Me ha enviado a predicar buenas
nuevas a los abatidos, A vendar a los quebrantados de
Isaías
corazón, A publicar libertad a los cautivos, Y a los presos
apertura de la cárcel;
2 A predicar el año agradable de Jehová, Y el día de
venganza del Dios nuestro; A consolar a todos los que
lloran;
3 Para ordenar a los que lloran en Sion que se les dé gloria
en lugar de ceniza, óleo de gozo en lugar de luto, manto de
alegría en lugar del espíritu angustiado; para que sean
llamados árboles de justicia, plantío de Jehová, para
glorificarlo.
4 Y reedificarán los lugares desolados de antaño, y
levantarán los asolamientos primeros, y restaurarán las
ciudades asoladas, los asolamientos de muchas
generaciones.
5 Y extranjeros estarán allí y apacentarán vuestras ovejas, y
los hijos de los extranjeros serán vuestros labradores y
vuestros viñadores.
6 Y vosotros seréis llamados sacerdotes de Jehová,
ministros de nuestro Dios seréis llamados; comeréis las
riquezas de las naciones, y con su gloria seréis sublimes.
7 En lugar de vuestra vergüenza tendréis doble, y en lugar
de vuestra confusión se alegrarán en su parte; por lo cual
poseerán el doble en su tierra; tendrán gozo perpetuo.
8 Porque yo, Jehová, amo el juicio, y aborrezco el robo
para el holocausto; y dirigiré sus obras con verdad, y haré
con ellos pacto eterno.
9 Y su descendencia será conocida entre las naciones, y sus
descendientes en medio de los pueblos; todos los que los
vean los reconocerán que son linaje bendito de Jehová.
10 En gran manera me gozaré en Jehová, mi alma se
alegrará en mi Dios; porque me vistió con vestiduras de
salvación, me rodeó de manto de justicia, como a esposo
me atavió, y como a esposa se adorna con sus joyas.
11 Porque como la tierra produce su renuevo, y como el
huerto hace brotar su semilla, así Jehová el Señor hará
brotar la justicia y la alabanza delante de todas las naciones.
CAPÍTULO 62
1 Por amor de Sión no callaré, y por amor de Jerusalén no
descansaré, hasta que salga como resplandor su justicia, y
su salvación se encienda como una antorcha.
2 Y verán las naciones tu justicia, y todos los reyes tu
gloria; y te será puesto un nombre nuevo, que la boca de
Jehová nombrará.
3 Serás también corona de gloria en la mano de Jehová, y
diadema de reino en la mano de tu Dios.
4 Nunca más te llamarán Desamparada, ni tu tierra se dirá
más Desolada, sino que te llamarás Hefziba, y tu tierra,
Beula; porque Jehová se ha complacido en ti, y tu tierra
será desposada.
5 Porque como el joven se desposa con la virgen, se
desposarán contigo tus hijos; y como el gozo del esposo
con la esposa, se gozará contigo tu Dios.
6 Sobre tus muros, oh Jerusalén, he puesto guardas, que de
día y de noche no callarán jamás; los que os acordáis de
Jehová, no calléis;
7 Y no le deis tregua, hasta que restablezca a Jerusalén, y la
ponga por alabanza en la tierra.
8 Jehová juró por su mano derecha y por el brazo de su
poder: No daré más tu trigo por comida a tus enemigos, ni
beberán los hijos del extranjero el vino de tu trabajo,
9 Mas los que lo hubieren recogido lo comerán, y alabarán
a Jehová; y los que lo hubieren recogido lo beberán en los
atrios de mi santidad.
10 Pasad, pasad por las puertas; preparad el camino al
pueblo; allanad, allanad la calzada, quitad las piedras, alzad
pendón a los pueblos.
11 He aquí que Jehová hizo oír hasta lo postrero del mundo:
Decid a la hija de Sion: He aquí viene tu salvación; he aquí
que su galardón con él, y delante de él su obra.
12 Y los llamarán Pueblo Santo, Redimidos de Jehová; y a
ti te llamarán Ciudad buscada, no desamparada.
CAPÍTULO 63
¿Quién es este que viene de Edom, con vestiduras teñidas
desde Bosra? ¿Este que se viste con esplendor, que viaja en
la grandeza de su poder? Yo, que hablo con justicia,
poderoso para salvar.
2 ¿Por qué estás rojo en tu vestido, y tus vestidos como el
que pisa en el lagar?
3 Yo solo he pisado el lagar, y de los pueblos nadie había
conmigo; porque los pisaré en mi ira, y los hollaré con mi
furor; y su sangre salpicará mis vestidos, y mancharé todas
mis ropas.
4 Porque el día de la venganza está en mi corazón, y el año
de mis redimidos ha llegado.
5 Y miré, y no había quien ayudara, y me maravillé que no
hubiera quien sustentara; y me salvó mi brazo, y me
sostuvo mi furor.
6 Y yo hollaré los pueblos con mi furor, y los embriagaré
en mi furor, y echaré por tierra su poder.
7 De las misericordias de Jehová haré memoria, y de las
alabanzas de Jehová, conforme a todo lo que Jehová nos ha
dado, y de la grandeza de sus beneficios hacia la casa de
Israel, que les ha otorgado según sus misericordias, y según
la multitud de sus piedades.
8 Porque dijo: Ciertamente son mi pueblo, hijos que no
mienten. Y fue su Salvador.
9 En toda angustia de ellos él fue angustiado, y el ángel de
su faz los salvó; en su amor y en su misericordia los
redimió; y los trajo, y los levantó todos los días del pasado.
10 Pero ellos se rebelaron, e hicieron enojar su santo
Espíritu; por lo cual se volvió su enemigo, y peleó contra
ellos.
11 Entonces se acordó de los días antiguos, de Moisés y de
su pueblo, diciendo: ¿Dónde está el que los hizo subir del
mar con el pastor de su rebaño? ¿Dónde está el que puso su
Santo Espíritu dentro de ellos?
12 El que los guió por la diestra de Moisés con el brazo de
su gloria, dividiendo las aguas delante de ellos, para
hacerse nombre eterno?
13 ¿Quién los guió por lo profundo, como un caballo por el
desierto, para que no tropezaran?
14 Como la bestia que desciende al valle, El Espíritu de
Jehová la hizo reposar; Así guiaste a tu pueblo, Para
hacerte nombre glorioso.
15 Mira desde el cielo, y contempla desde la morada de tu
santidad y de tu gloria: ¿dónde está tu celo y tu fuerza, el
clamor de tus entrañas y de tus misericordias para conmigo?
¿Han sido reprimidos?
Isaías
16 Sin duda tú eres nuestro padre, si bien Abraham nos
desconoce, e Israel no nos conoce; tú, oh Jehová, eres
nuestro padre, nuestro Redentor; tu nombre es eterno.
17 Oh Señor, ¿por qué nos has hecho desviar de tus
caminos y has endurecido nuestro corazón a tu temor?
Vuélvete por amor a tus siervos, las tribus de tu heredad.
18 El pueblo de tu santidad la poseyó por poco tiempo;
nuestros enemigos han hollado tu santuario.
19 Tuyos somos; nunca te enseñoreaste de ellos, Ni fue
llamado tu nombre sobre ellos.
CAPÍTULO 64
1 ¡Oh, si rompieses los cielos, y descendieses, y a tu
presencia se escurriesen los montes,
2 Como fuego abrasador de fundiciones, fuego que hace
hervir las aguas, para que hagas notorio tu nombre a tus
adversarios, y las naciones temblen a tu presencia.
3 Cuando hiciste cosas terribles que no esperábamos,
descendiste, los montes se derrumbaron ante tu presencia.
4 Porque desde el principio del mundo no han oído, ni
oídos han percibido, ni ojo ha visto, oh Dios fuera de ti, lo
que ha preparado para el que en él espera.
5 Saldrás al encuentro del que se alegra y hace justicia, de
los que se acuerdan de tus caminos; he aquí, tú estás airado,
porque pecamos; en ellos hay continuidad, y seremos
salvos.
6 Si bien todos nosotros somos como suciedad, y todas
nuestras justicias como trapo de inmundicia; y caímos
todos nosotros como la hoja, y nuestras iniquidades nos
llevaron como viento.
7 Y no hay quien invoque tu nombre, Que se despierte para
apoyarse en ti; Porque escondiste de nosotros tu rostro, Y
nos consumiste a causa de nuestras iniquidades.
8 Mas ahora, oh Jehová, tú eres nuestro Padre; nosotros el
barro, y tú el alfarero, y obra de tus manos todos nosotros.
9 Oh Jehová, no te enojes mucho, Ni para siempre te
acuerdes de la iniquidad; He aquí, mira ahora que todos
nosotros somos pueblo tuyo.
10 Tus santas ciudades están desiertas; Sión es un desierto,
Jerusalén una desolación.
11 Nuestra casa santa y nuestra hermosa, en la cual te
alabaron nuestros padres, ha sido quemada a fuego, y todas
nuestras cosas preciosas han sido asoladas.
12 ¿Te contendrás por esto, oh Señor? ¿Callarás y nos
afligirás mucho?
CAPÍTULO 65
1 Fui buscado de los que no preguntaban por mí, fui
hallado de los que no me buscaban. Dije: Heme aquí, heme
aquí, a la gente sobre la cual no fue invocado mi nombre.
2 Extendí mis manos todo el día hacia un pueblo rebelde, el
cual anda por camino no bueno, en pos de sus
pensamientos;
3 Pueblo que en mi cara me provoca a ira de continuo, que
sacrifica en huertos, y quema incienso sobre altares de
ladrillo;
4 Los cuales moran en los sepulcros, y en los monumentos
pasan la noche, que comen carne de cerdo, y en sus ollas
hay caldo de cosas abominables;
5 Que dicen: «Quédate solo, no te acerques a mí, porque
soy más santo que tú». Son humo en mi nariz, fuego que
arde todo el día.
6 He aquí, escrito está delante de mí: No callaré, sino que
daré el pago, y les daré el pago en su seno,
7 Vuestras iniquidades, y las iniquidades de vuestros
padres todas juntas, dice Jehová, los cuales quemaron
incienso sobre los montes, y sobre los collados me
blasfemaron; por tanto, yo mediré en su seno su obra
primera.
8 Así dice Jehová: Como se halla mosto en un racimo, y
dice alguno: No lo desperdicies, porque bendición hay en
él, así haré yo con mis siervos, para no destruirlos todos.
9 Y yo sacaré descendencia de Jacob, y de Judá un
heredero de mis montes; y mis escogidos la poseerán, y
mis siervos habitarán allí.
10 Y será Sarón para majada de ovejas, y el valle de Acor
para majada de vacas, para mi pueblo que me buscó.
11 Mas vosotros sois los que dejáis a Jehová, que olvidáis
mi santo monte, que preparáis mesa para esta tropa, y
preparáis libaciones para esta multitud.
12 Por tanto, yo os destinaré a la espada, y todos vosotros
os encorvaréis al matadero; porque llamé, y no
respondisteis; hablé, y no oísteis, sino que hicisteis lo malo
delante de mis ojos, y escogisteis lo que a mí no me agrada.
13 Por tanto, así dice Jehová el Señor: He aquí que mis
siervos comerán, mas vosotros tendréis hambre; he aquí
que mis siervos beberán, mas vosotros tendréis sed; he aquí
que mis siervos se alegrarán, mas vosotros seréis
avergonzados.
14 He aquí que mis siervos cantarán por la alegría de su
corazón, pero vosotros clamaréis por el dolor de vuestro
corazón, y por el aflicción de vuestro espíritu aullaréis.
15 Y dejaréis vuestro nombre por maldición a mis
escogidos; porque Jehová el Señor te matará, y a sus
siervos llamará por otro nombre;
16 El que se bendecirá en la tierra, en el Dios de verdad se
bendecirá; y el que jurare en la tierra, por el Dios de verdad
jurará; porque las angustias primeras son olvidadas, y están
cubiertas de mis ojos.
17 Porque he aquí que yo crearé cielos nuevos y tierra
nueva; y de lo primero no habrá memoria, ni más vendrá al
pensamiento.
18 Mas os gozaréis y os alegraréis para siempre en las
cosas que yo creo; porque he aquí que yo traigo a Jerusalén
alegría, y a su pueblo gozo.
19 Y me alegraré con Jerusalén, y me gozaré con mi
pueblo; y nunca más se oirán en ella voz de lloro, ni voz de
clamor.
20 No habrá más allí niño que de días, ni viejo que sus días
no cumpla; porque el niño morirá de cien años, y el
pecador de cien años será maldito.
21 Y edificarán casas, y morarán en ellas, y plantarán viñas,
y comerán el fruto de ellas.
22 No edificarán para que otro habite, ni plantarán para que
otro coma; porque según los días de los árboles serán los
días de mi pueblo, y mis escogidos disfrutarán la obra de
sus manos.
23 No trabajarán en vano, ni darán a luz para maldad;
porque son linaje de los benditos de Jehová, y sus
descendientes con ellos.
Isaías
24 Y antes que clamen, yo responderé; y mientras aún
hablen, yo habré oído.
25 El lobo y el cordero pastarán juntos, y el león comerá
paja como el buey; y el polvo será el alimento de la
serpiente. No harán daño ni destruirán en todo mi santo
monte, dice el Señor.
CAPÍTULO 66
1 Así dice Jehová: El cielo es mi trono, y la tierra el estrado
de mis pies. ¿Dónde está la casa que me edificáis, y dónde
el lugar de mi reposo?
2 Porque mi mano hizo todas estas cosas, y así todas estas
cosas fueron, dice Jehová; pero miraré a aquel que es pobre
y humilde de espíritu, y que tiembla a mi palabra.
3 Quien mata un buey es como si matara a un hombre;
quien sacrifica un cordero, como si degollara a un perro;
quien ofrece una oblación, como si ofreciera sangre de
cerdo; quien quema incienso, como si bendijera a un ídolo.
Sí, han elegido sus propios caminos, y su alma se deleita en
sus abominaciones.
4 Yo también escogeré sus engaños, y traeré sobre ellos lo
que temen; porque llamé, y nadie respondió; hablé, y no
oyeron; sino que hicieron lo malo delante de mis ojos, y
escogieron lo que a mí no me agrada.
5 Oíd palabra de Jehová, vosotros los que tembláis a su
palabra: Vuestros hermanos que os aborrecen, Y os
desechan por causa de mi nombre, dijeron: Sea Jehová
glorificado; pero él se manifestará para vuestro gozo, y
ellos serán avergonzados.
6 Voz de estruendo de la ciudad, voz del templo, voz de
Jehová que da el pago a sus enemigos.
7 Antes que estuviese de parto, dio a luz; antes que
viniesen sus dolores, dio a luz un hijo varón.
8 ¿Quién ha oído semejante cosa? ¿Quién ha visto
semejantes cosas? ¿Acaso la tierra producirá en un solo día?
¿O nacerá una nación de una vez? Pues tan pronto como
Sión estuvo de parto, dio a luz a sus hijos.
9 ¿Haré yo nacer, y no haré que nazca?, dice Jehová; ¿Haré
yo que nazca, y cerraré la matriz?, dice tu Dios.
10 Alegraos con Jerusalén, y gozaos con ella, todos los que
la amáis; regocijaos con ella con gozo, todos los que os
enlutáis por ella.
11 para que maméis y os saciéis de los pechos de sus
consolaciones, para que ordeñéis y os deleitéis con la
abundancia de su gloria.
12 Porque así dice Jehová: He aquí, yo extiendo sobre ella
paz como un río, y la gloria de las naciones como torrente
que corre; entonces mamaréis, seréis llevados sobre sus
costados, y sobre sus rodillas seréis mecidos.
13 Como aquel a quien consuela su madre, así os consolaré
yo a vosotros, y en Jerusalén encontraréis consolación.
14 Y cuando veáis esto, se alegrará vuestro corazón, y
vuestros huesos reverdecerán como la hierba; y la mano de
Jehová será conocida sobre sus siervos, y su indignación
sobre sus enemigos.
15 Porque he aquí que Jehová vendrá con fuego, y sus
carros como torbellino, para descargar su ira con furor, y su
reprensión con llama de fuego.
16 Porque Jehová juzgará con fuego y con su espada con
toda carne, y los muertos de Jehová serán multiplicados.
17 Los que se santifican y los que se purifican en los
huertos, detrás de un árbol en medio, los que comen carne
de cerdo y abominación y ratón, juntos serán talados, dice
Jehová.
18 Porque yo conozco sus obras y sus pensamientos;
vendrá que reuniré todas las naciones y lenguas, y vendrán
y verán mi gloria.
19 Y pondré entre ellos señal, y enviaré de los escapados
de ellos a las naciones, a Tarsis, a Fut y a Lud que disparan
arco, a Tubal y a Javán, a las costas lejanas que no oyeron
de mí, ni vieron mi gloria; y publicarán mi gloria entre las
naciones.
20 Y traerán a todos vuestros hermanos de entre todas las
naciones, por ofrenda a Jehová, en caballos, en carros, en
literas, en mulos y en bestias ligeras, a mi santo monte de
Jerusalén, dice Jehová, al modo que los hijos de Israel traen
la ofrenda en utensilios limpios a la casa de Jehová.
21 Y tomaré también de ellos para sacerdotes y para levitas,
dice Jehová.
22 Porque como los cielos nuevos y la nueva tierra que yo
hago permanecerán delante de mí, dice Jehová, así
permanecerá vuestra descendencia y vuestro nombre.
23 Y acontecerá que de mes en mes, y de sábado en sábado,
vendrá toda carne a adorar delante de mí, dice Jehová.
24 Y saldrán, y verán los cadáveres de los hombres que se
rebelaron contra mí; porque su gusano no morirá, ni su
fuego se apagará, y serán abominables a toda carne.

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  • 1. Isaías CAPÍTULO 1 1 Visión de Isaías hijo de Amoz, la cual vio acerca de Judá y de Jerusalén en días de Uzías, Jotam, Acaz y Ezequías, reyes de Judá. 2 Oíd, cielos, y escucha tú, tierra, porque habla Jehová: Crié hijos, y los engrandecí, y ellos se rebelaron contra mí. 3 El buey conoce a su dueño, y el asno el pesebre de su señor; pero Israel no entiende, mi pueblo no tiene entendimiento. 4 ¡Oh gente pecadora, pueblo cargado de iniquidad, generación de malignos, hijos depravados! Dejaron a Jehová, provocaron a ira al Santo de Israel, se volvieron atrás. 5 ¿Por qué habéis de ser azotados aún más? Os rebelaréis más y más: toda cabeza está enferma, y todo corazón doliente. 6 Desde la planta del pie hasta la cabeza no hay en él cosa ilesa, sino herida, hinchazón y podrida llaga; no han sido curadas, ni vendadas, ni aliviadas con ungüento. 7 Vuestro país está asolado, vuestras ciudades puestas a fuego; vuestra tierra delante de vosotros la comieron extranjeros, y quedó asolada como asolamiento de extraños. 8 Y la hija de Sión quedó como choza en viña, como cabaña en melonar, como ciudad sitiada. 9 Si Jehová de los ejércitos no nos hubiera dejado un resto pequeño, como Sodoma seríamos, y semejantes a Gomorra. 10 Oíd palabra de Jehová, príncipes de Sodoma; escuchad la ley de nuestro Dios, pueblo de Gomorra. 11 ¿Para qué me sirve la multitud de vuestros sacrificios? —dice el Señor—: Estoy harto de holocaustos de carneros y de grasa de animales cebados; y no me deleito en la sangre de toros, ni de corderos, ni de machos cabríos. 12 Cuando venís a presentaros delante de mí, ¿quién demanda esto de vuestras manos, para que holléis mis atrios? 13 No me traigáis más vanas ofrendas; el incienso me es abominación; lunas nuevas y días de reposo, y el convocar asambleas, no lo puedo sufrir; es iniquidad también las reuniones solemnes. 14 Vuestras lunas nuevas y vuestras fiestas solemnes las tiene aborrecidas mi alma; me son molestia, cansado estoy de soportarlas. 15 Y cuando extendáis vuestras manos, yo esconderé de vosotros mis ojos; y cuando multipliquéis la oración, no oiré; llenas están de sangre vuestras manos. 16 Lavaos y limpiaos; quitad la iniquidad de vuestras obras de delante de mis ojos; dejad de hacer lo malo; 17 Aprended a hacer el bien; buscad el juicio, restituid al agraviado, haced justicia al huérfano, amparad a la viuda. 18 Venid luego, dice Jehová, y estemos a cuenta: si vuestros pecados fueren como la grana, como la nieve serán emblanquecidos; si fueren rojos como el carmesí, vendrán a ser como blanca lana. 19 Si quisiereis y oyereis, comeréis el bien de la tierra; 20 Pero si no quisiérais y os rebeláis, seréis consumidos a espada; porque la boca de Jehová lo ha dicho. 21 ¡Cómo se ha convertido en ramera la ciudad fiel! Antes estaba llena de juicio, y en ella moraba la justicia; pero ahora hay homicidas. 22 Tu plata se ha convertido en escorias, tu vino se ha mezclado con agua; 23 Tus príncipes, rebeldes y compañeros de ladrones; todos aman las dádivas, y van tras las recompensas; no hacen justicia al huérfano, ni llega a ellos la causa de la viuda. 24 Por tanto, dice Jehová, Jehová de los ejércitos, el Fuerte de Israel: ¡Ah! Me libraré de mis adversarios, y me vengaré de mis enemigos; 25 Y volveré mi mano sobre ti, y limpiaré hasta lo más puro tus escorias, y quitaré todo tu estaño; 26 Y restauraré tus jueces como al principio, y tus consejeros como al principio; después te llamarán Ciudad de justicia, Ciudad fiel. 27 Sión será redimida con juicio, y sus convertidos con justicia. 28 Y la destrucción de los transgresores y de los pecadores será a una, y los que abandonan a Jehová serán consumidos. 29 Porque se avergonzarán de las encinas que deseasteis, y os avergonzaréis de los huertos que escogisteis. 30 Porque seréis como encina cuya hoja se cae, y como huerto al que le faltan las aguas. 31 Y el fuerte será como estopa, y su hacedor como chispa; ambos arderán juntamente, y no habrá quien los apague. CAPÍTULO 2 1 Palabra que vio Isaías hijo de Amoz acerca de Judá y de Jerusalén. 2 Y acontecerá en lo postrero de los tiempos, que será confirmado el monte de la casa de Jehová como cabeza de los montes, y será exaltado sobre los collados, y correrán a él todas las naciones. 3 Y vendrán muchos pueblos, y dirán: Venid, y subamos al monte de Jehová, a la casa del Dios de Jacob; y nos enseñará en sus caminos, y andaremos por sus veredas; porque de Sión saldrá la ley, y de Jerusalén la palabra de Jehová. 4 Y juzgará entre las naciones, y reprenderá a muchos pueblos; y martillarán sus espadas en rejas de arado, y sus lanzas en hoces; no alzará espada nación contra nación, ni se adiestrarán más para la guerra. 5 Oh casa de Jacob, venid, y caminemos a la luz de Jehová. 6 Por tanto, tú has abandonado a tu pueblo, la casa de Jacob, porque ellos vienen del oriente, y son agoreros como los filisteos, y se complacen en hijos de extraños. 7 Su tierra también está llena de plata y oro, y sus tesoros no tienen fin; su tierra también está llena de caballos, y sus carros no tienen fin. 8 También su tierra está llena de ídolos; adoran la obra de sus manos, lo que hicieron sus dedos; 9 Y el hombre vil se humilla, y el grande se humilla; por tanto, no los perdones. 10 Métete en la peña, y escóndete en el polvo, por el temor de Jehová, y ante el resplandor de su majestad. 11 La altivez de los ojos del hombre será abatida, y la soberbia de los hombres será humillada; y solo Jehová será exaltado en aquel día. 12 Porque día de Jehová de los ejércitos vendrá sobre todo soberbio y altivo, y sobre todo aquel que se enaltece, y será humillado.
  • 2. Isaías 13 Y sobre todos los cedros del Líbano que son altos y erguidos, y sobre todas las encinas de Basán, 14 Y sobre todos los montes altos, y sobre todos los collados que se elevan, 15 Y sobre toda torre alta, y sobre todo muro fortificado, 16Y sobre todas las naves de Tarsis, y sobre toda imagen hermosa. 17 Y la altivez del hombre será abatida, y la soberbia de los hombres será humillada; y Jehová solo será enaltecido en aquel día. 18 Y abolirá por completo los ídolos. 19 Y se meterán en las cavernas de las peñas y en las cavernas de la tierra, por el terror de Jehová, y por el resplandor de su majestad, cuando él se levante para hacer temblar la tierra. 20 En aquel día el hombre arrojará a los topos y a los murciélagos sus ídolos de plata y sus ídolos de oro, que cada uno hizo para adorar; 21 Para meterse en las hendiduras de las peñas, y en las cavernas de los peñascos, por el terror de Jehová, y por el resplandor de su majestad, cuando él se levante para hacer temblar la tierra. 22 Dejad del hombre, cuyo aliento está en su nariz; porque ¿en qué es estimado? CAPÍTULO 3 1Porque he aquí que el Señor, Jehová de los ejércitos, quitará de Jerusalén y de Judá el sustento y el sostén, todo sustento de pan y todo sustento de agua, 2 El valiente y el hombre de guerra, el juez y el profeta, el prudente y el anciano, 3 El capitán de cincuenta, y el hombre de honor, y el consejero, y el artífice hábil, y el orador elocuente. 4 Y les daré hijos por príncipes, y muchachos los señorearán. 5 Y el pueblo será oprimido cada cual contra su prójimo, cada cual contra su prójimo; el joven se ensoberbecerá contra el anciano, y el vil contra el noble. 6 Cuando alguno tomare a su hermano de la casa de su padre, y le dijere: Tú tienes vestido, tú serás nuestro príncipe, y esta ruina sea bajo tu mano; 7 En aquel día jurará diciendo: No seré médico, porque en mi casa ni hay pan ni vestido; no me hagas príncipe del pueblo. 8 Porque Jerusalén está arruinada, y Judá ha caído; porque su lengua y sus obras son contra Jehová, para provocar los ojos de su gloria. 9 La apariencia de sus rostros testifica contra ellos; y como Sodoma declaran su pecado, no lo ocultan. ¡Ay de su alma!, pues se han atribuido el mal. 10 Decid al justo que le irá bien, porque comerá el fruto de sus obras. 11 ¡Ay del impío! Mal le irá, porque conforme a sus manos le será pagado. 12 En cuanto a mi pueblo, los niños son sus opresores, y las mujeres los gobiernan. ¡Oh pueblo mío! Quienes te guían te hacen errar y desvían tus caminos. 13 Jehová está de pie para litigar, Y está para juzgar a los pueblos. 14 Jehová entrará en juicio contra los ancianos de su pueblo, y contra sus príncipes; porque habéis devorado la viña, y el despojo de los pobres está en vuestras casas. 15 ¿Qué pensáis vosotros que majáis mi pueblo y moléis las caras de los pobres? dice el Señor Jehová de los ejércitos. 16 Además dice Jehová: Por cuanto las hijas de Sion se ensoberbecen, y andan con cuello erguido y con ojos desvergonzados, andando y meneando el paso, y haciendo sonar sus pies; 17 Por tanto, el Señor herirá con sarna la coronilla de las hijas de Sión, y descubrirá el Señor sus partes íntimas. 18 En aquel día quitará el Señor el oropel de sus adornos tintineantes alrededor de sus pies, sus redecillas y sus diademas redondas como la luna, 19 Las cadenas, los brazaletes y las bufandas, 20 Los bonetes, y los adornos de las piernas, y las diademas, y las tablas, y los zarcillos, 21 Los anillos y las joyas para la nariz, 22 Los vestidos mudables, los mantos, los tocados y los alfileres, 23 los vasos, el lino fino, los capirotes y los velos. 24 Y en lugar de perfume fragante habrá hedor, y en lugar de cinto, rasgadura, y en lugar de cabello arreglado, calvicie, y en lugar de faja, ceñidor de cilicio, y en lugar de hermosura, ardor. 25 Tus hombres caerán a espada, y tus valientes en la guerra. 26 Y sus puertas endecharán y lamentarán, y ella, desolada, se sentará en tierra. CAPÍTULO 4 1 Y en aquel día siete mujeres echarán mano de un hombre, diciendo: Nosotras comeremos nuestro pan, y nos vestiremos de nuestros vestidos; solamente que llevemos tu nombre, para quitar nuestro oprobio. 2 En aquel día el renuevo de Jehová será para hermosura y gloria, y el fruto de la tierra para excelencia y gloria, a los que escaparon de Israel. 3 Y acontecerá que el que fuere dejado en Sión, y el que fuere dejado en Jerusalén, será llamado santo; todos los que estén escritos en Jerusalén entre los vivientes. 4 Cuando el Señor haya lavado las inmundicias de las hijas de Sión, y haya limpiado la sangre de Jerusalén de en medio de ella, con espíritu de juicio y con espíritu de devastación. 5 Y creará Jehová sobre toda morada del monte de Sion, y sobre sus congregaciones, nube y humo durante el día, y resplandor de llamas de fuego durante la noche; porque sobre toda gloria habrá un escudero. 6 Y habrá un tabernáculo para sombra contra el calor del día, y para lugar de refugio y para esconderse contra el turbión y contra la lluvia. CAPÍTULO 5 1 Ahora cantaré a mi amado un cántico sobre su viña. Mi amado tiene una viña en una colina muy fructífera. 2 Y la cercó, y despedrególa, y la plantó de vides escogidas, y edificó en medio de ella una torre, e hizo también en ella un lagar; y esperaba que diese uvas, y dio uvas silvestres.
  • 3. Isaías 3 Ahora pues, moradores de Jerusalén y varones de Judá, os ruego que juzguéis entre mí y mi viña. 4 ¿Qué más se podía hacer a mi viña, que yo no haya hecho en ella? Por eso, esperando que diese uvas, dio uvas silvestres. 5 Ahora pues, ve, y te mostraré lo que yo haré a mi viña: quitaré su seto, y será consumida, y derribaré su cerca, y será hollada. 6 Y la dejaré asolada; no será podada ni cavada, sino que crecerán cardos y espinos; y a las nubes mandaré que no derramen lluvia sobre ella. 7 Porque la viña de Jehová de los ejércitos es la casa de Israel, y los varones de Judá, planta suya deleitosa; esperaba juicio, y he aquí opresión; justicia, y he aquí clamor. 8 ¡Ay de los que juntan casa con casa, y campo con campo, hasta no tener lugar, para quedar ellos solos en medio de la tierra! 9 Ha llegado a mis oídos que Jehová de los ejércitos ha dicho: Ciertamente las muchas casas quedarán asoladas, sin morador las grandes y hermosas. 10Y diez yugadas de viña producirán un bato, y la semilla de un homer producirá un efa. 11 ¡Ay de los que se levantan muy de mañana para seguir la embriaguez, y están hasta la noche, hasta que el vino los enciende! 12 Y en sus banquetes hay arpa, flauta, pandero, flauta y vino; pero no miran la obra de Jehová, ni consideran la obra de sus manos. 13 Por tanto, mi pueblo fue llevado cautivo, porque no tuvo conocimiento; y sus varones gloriosos perecieron de hambre, y su multitud se secó de sed. 14 Por lo cual el Hades se ensanchó, y abrió sin medida su boca; y la gloria de ellos, y su multitud, y su pompa, y los que se alegran descenderán a él. 15 Y el hombre humilde será humillado, y el valiente será humillado, y los ojos de los altivos serán abatidos. 16 Pero Jehová de los ejércitos será exaltado en el juicio, y el Dios santo será santificado en justicia. 17 Entonces los corderos serán apacentados según su costumbre, y los lugares desiertos de los engordados serán comidos por extraños. 18 ¡Ay de los que arrastran la iniquidad con cuerdas de vanidad, y el pecado como con coyundas de carreta! 19 Los cuales dicen: Venga y apresúrese su obra, y la veremos; acérquese, y venga el consejo del Santo de Israel, y lo sabremos. 20 ¡Ay de los que a lo malo dicen bueno, y a lo bueno malo; que hacen de la luz tinieblas, y de las tinieblas luz; que ponen lo amargo por dulce, y lo dulce por amargo! 21 ¡Ay de los sabios en sus propios ojos, y de los que son prudentes delante de sí mismos! 22 ¡Ay de los valientes para beber vino, y hombres fuertes para mezclar sidra! 23 Los cuales justifican al impío mediante soborno, y al justo le quitan su justicia. 24 Por tanto, como el fuego consume el rastrojo, y la llama consume la paja, así será su raíz como podredumbre, y su flor se desvanecerá como polvo; por cuanto desecharon la ley de Jehová de los ejércitos, y aborrecieron la palabra del Santo de Israel. 25 Por eso la ira del Señor se ha encendido contra su pueblo, y ha extendido su mano contra ellos y los ha herido; las colinas temblaron, y sus cadáveres quedaron desgarrados en medio de las calles. Con todo esto, su ira no se ha calmado, sino que su mano sigue extendida. 26 Y alzará pendón a naciones lejanas, y les silbará desde el extremo de la tierra; y he aquí que vendrán velozmente, 27 No habrá entre ellos quien se canse ni tropiece; nadie se adormecerá ni dormirá; ni se desatará el cinto de sus lomos, ni se romperá la correa de su calzado. 28 Sus saetas son agudas, y todos sus arcos entesados; los cascos de sus caballos son como pedernal, y sus ruedas como torbellino; 29 Su rugido será como de león, rugirán como leoncillos; rugirán, y arrebatarán la presa, y la tomarán con seguridad, y no habrá quien la libre. 30 Y en aquel día rugirán contra ellos como el rugido del mar; y si miraren hacia la tierra, verán tinieblas y tristeza, y luz oscurecida en sus cielos. CAPÍTULO 6 1 En el año que murió el rey Uzías vi yo al Señor sentado sobre un trono alto y sublime, y sus faldas llenaban el templo. 2 Por encima de ella estaban los serafines; cada uno tenía seis alas; con dos cubrían su rostro, con dos cubrían sus pies, y con dos volaban. 3 Y el uno al otro daba voces, diciendo: Santo, santo, santo, Jehová de los ejércitos; toda la tierra está llena de su gloria. 4 Y los quiciales de las puertas se estremecieron con la voz del que clamaba, y la casa se llenó de humo. 5 Entonces dije: ¡Ay de mí! que soy muerto; porque siendo hombre inmundo de labios, y habitando en medio de pueblo que tiene labios inmundos; porque han visto mis ojos al Rey, Jehová de los ejércitos. 6 Entonces voló hacia mí uno de los serafines, teniendo en su mano un carbón encendido, tomado del altar con unas tenazas; 7 Y lo puso sobre mi boca, y dijo: He aquí que esto tocó tus labios, y es quitada tu iniquidad, y purificado tu pecado. 8 También oí la voz del Señor, que decía: «¿A quién enviaré y quién irá por nosotros?». Entonces respondí: «Heme aquí; envíame a mí». 9 Y dijo: Ve, y di a este pueblo: Oíd por cierto, y no entendáis; ved por cierto, y no comprendáis. 10 Engruesa el corazón de este pueblo, y agrava sus oídos, y cierra sus ojos; para que no vea con los ojos, ni oiga con los oídos, ni con el corazón entienda, ni se convierta, ni sane. 11 Entonces pregunté: «Señor, ¿hasta cuándo?». Y él respondió: «Hasta que las ciudades queden desoladas y sin habitantes, las casas sin hombre y la tierra completamente desolada». 12 Y Jehová hizo alejar a los hombres, y hubo gran abandono en medio de la tierra. 13 Pero aún habrá en él el décimo, y volverá, y será comido; como el tejo y como la encina, cuya sustancia está en ellos cuando pierden sus hojas; así la simiente santa será su sustancia.
  • 4. Isaías CAPÍTULO 7 1 Aconteció en los días de Acaz hijo de Jotam, hijo de Uzías, rey de Judá, que Rezín rey de Siria y Peka hijo de Remalías, rey de Israel, subieron contra Jerusalén para pelear contra ella; pero no la pudieron tomar. 2 Y se le dijo a la casa de David: «Siria se ha aliado con Efraín». Y su corazón se conmovió, y el corazón de su pueblo, como se conmueven los árboles del bosque con el viento. 3 Entonces Jehová dijo a Isaías: Sal ahora al encuentro de Acaz, tú y Sear-jasub tu hijo, al extremo del acueducto del estanque de arriba, en el camino de la heredad del Lavador; 4 Y dile: Guarda, y ten calma; no temas, ni desmayes a causa de estas dos colas de tizones humeantes, por el ardor del furor de Rezín contra Siria, y contra el hijo de Remalías. 5Porque Siria, Efraín y el hijo de Remalías han concertado mal consejo contra ti, diciendo: 6Subamos contra Judá, y asolémosla, y abramos en ella brecha, y pongamos en medio de ella rey al hijo de Tabeal. 7 Así dice Jehová el Señor: No permanecerá, ni acontecerá. 8 Porque la cabeza de Siria es Damasco, y la cabeza de Damasco, Rezín; y dentro de sesenta y cinco años Efraín será quebrantado hasta dejar de ser pueblo. 9 Y la cabeza de Efraín es Samaria, y la cabeza de Samaria es el hijo de Remalías. Si no creéis, de cierto no permaneceréis firmes. 10 Habló luego Jehová a Acaz, diciendo: 11 Pide para ti señal de Jehová tu Dios; pídela en lo profundo, o en lo alto. 12 Pero Acaz respondió: No pediré, ni tentaré a Jehová. 13 Y él dijo: Oíd ahora, casa de David: ¿Os es poco cansar a los hombres, sino que también cansaréis a mi Dios? 14 Por tanto, el Señor mismo os dará señal: He aquí que la virgen concebirá, y dará a luz un hijo, y llamará su nombre Emanuel. 15 Comerá mantequilla y miel, para que sepa desechar lo malo y escoger lo bueno. 16 Porque antes que el niño sepa desechar lo malo y escoger lo bueno, la tierra que tú aborreces será abandonada por ambos reyes. 17 Jehová hará venir sobre ti, sobre tu pueblo y sobre la casa de tu padre, días cuales nunca vinieron desde el día que Efraín se apartó de Judá, es decir, al rey de Asiria. 18 Y acontecerá en aquel día, que silbará Jehová a la mosca que está en el extremo de los ríos de Egipto, y a la abeja que está en la tierra de Asiria. 19 Y vendrán, y reposarán todos ellos en valles desiertos, y en cavernas de peñascos, y sobre todos espinos, y sobre todo matorral. 20 En aquel día el Señor afeitará con navaja alquilada, al otro lado del río, por el rey de Asiria, la cabeza y el pelo de los pies, y consumirá también la barba. 21 Y acontecerá en aquel día, que criará un hombre una vaca joven y dos ovejas, 22 Y acontecerá que por la abundancia de leche que le den, comerá mantequilla; pues mantequilla y miel comerá todo el que quede en la tierra. 23 Y acontecerá en aquel día, que todo lugar donde había mil vides que valían mil siclos de plata, será para cardos y espinos. 24 Con arco y saetas vendrán allá, porque toda la tierra estará llena de cardos y espinos. 25 Y en todo collado que se cavare con azadón, no habrá temor de zarzas ni de espinos; sino que será para pasto de bueyes, y para hollar ganado menor. CAPÍTULO 8 1Y me dijo Jehová: Toma un rollo grande, y escribe en él con plumón de hombre acerca de Maher-salal-hasbaz. 2 Y tomé conmigo por testigos fieles, al sacerdote Urías, y a Zacarías hijo de Jeberequías. 3 Fui a ver a la profetisa, quien concibió y dio a luz un hijo. Entonces el Señor me dijo: «Llámalo Mahershalalhasbaz». 4 Porque antes que el niño sepa decir: Padre mío y madre mía, la riqueza de Damasco y los despojos de Samaria serán quitados delante del rey de Asiria. 5 El Señor me habló de nuevo, diciendo: 6Por cuanto este pueblo desechó las aguas de Siloé, que corren mansamente, y se regocijó con Rezín y con el hijo de Remalías, 7 Ahora pues, he aquí que Jehová hace subir sobre ellos aguas de ríos, impetuosas y muchas, es decir, al rey de Asiria con todo su poder; el cual subirá sobre todos sus arroyos, y pasará sobre todos sus ríos; 8 Y pasará hasta Judá, e inundará, y pasará, y llegará hasta la garganta, y con la extensión de sus alas llenará la anchura de tu tierra, oh Emanuel. 9 Juntaos, pueblos, y seréis quebrantados; escuchad, todos los de tierras lejanas; ceñios, y seréis quebrantados; ceñios, y seréis quebrantados. 10 Tomad consejo, y será frustrado; proferid palabra, y no será firme; porque Dios está con nosotros. 11 Porque Jehová me habló así con mano fuerte, y me encomendó que no anduviera en el camino de este pueblo, diciendo: 12 No llaméis: Conjuración, a todas las cosas a las que este pueblo llama Conjuración; ni temáis lo que temen, ni tengáis miedo. 13 Santificad a Jehová de los ejércitos, y sea él vuestro temor, y él sea vuestro terror. 14 Y él será por santuario, pero a las dos casas de Israel por piedra para tropezar, y por tropezadero para caer, y por lazo y por trampa al morador de Jerusalén. 15 Y muchos de ellos tropezarán y caerán, y serán quebrantados, y enlazados, y serán presos. 16 Ata el testimonio, sella la ley entre mis discípulos. 17 Y esperaré a Jehová, el cual escondió su rostro de la casa de Jacob, y a él buscaré. 18 He aquí, yo y los hijos que me dio Jehová somos por señales y prodigios en Israel, de parte de Jehová de los ejércitos, que mora en el monte de Sión. 19 Y si os dijeren: Consultad a los encantadores y a los adivinos, que susurran y hablan entre sí, ¿no consultará el pueblo a su Dios, y los vivos a los muertos? 20 ¡A la ley y al testimonio! Si no dijeren conforme a esto, es porque no les ha amanecido. 21 Y pasarán por ella cansados y hambrientos; y acontecerá que cuando tengan hambre, se enojarán, y maldecirán a su rey y a su Dios, y mirarán hacia arriba. 22 Y mirarán a la tierra, y verán tribulación y tinieblas, oscuridad y angustia; y serán sumidos en las tinieblas.
  • 5. Isaías CAPÍTULO 9 1 Pero no habrá oscuridad como en su aflicción, cuando al principio afligió levemente la tierra de Zabulón y la tierra de Neftalí, y después la afligió más gravemente, camino del mar, al otro lado del Jordán, en Galilea de las naciones. 2 El pueblo que andaba en tinieblas vio gran luz; los que moraban en tierra de sombra de muerte, luz resplandeció sobre ellos. 3 Multiplicaste la nación, y no aumentaste la alegría; se alegran delante de ti como se alegran en la siega, como se alegran cuando reparten despojos. 4 Porque quebraste el yugo de su carga, el báculo de su hombro, la vara de su opresor, como en el día de Madián. 5 Porque toda batalla del guerrero será entre estruendo y vestiduras revolcadas en sangre; pero esto será entre quemazón y pasto del fuego. 6 Porque nos ha nacido un niño, nos ha sido dado un hijo; y el gobierno estará sobre su hombro, y se llamará su nombre: Admirable, Consejero, Dios fuerte, Padre eterno, Príncipe de paz. 7 El aumento de su gobierno y la paz no tendrán fin, sobre el trono de David y sobre su reino, para ordenarlo y establecerlo con juicio y justicia desde ahora y para siempre. El celo del Señor de los ejércitos lo hará. 8 Jehová envió palabra a Jacob, y cayó sobre Israel. 9 Y lo sabrá todo el pueblo, Efraín y los moradores de Samaria, que con soberbia y con altivez de corazón dicen: 10 Los ladrillos han caído, pero edificaremos con piedra labrada; han cortado los cabrahigos, pero los cambiaremos por cedros. 11 Por tanto, Jehová levantará contra él los adversarios de Rezín, y juntará a sus enemigos; 12 Los sirios por delante, y los filisteos por detrás; y devorarán a Israel a boca llena. Con todo esto, su ira no se ha calmado, sino que su mano sigue extendida. 13 Porque el pueblo no se volvió al que lo hirió, Ni buscó a Jehová de los ejércitos. 14 Por tanto, Jehová cortará de Israel cabeza y cola, rama y junco, en un mismo día. 15 El anciano y honorable es la cabeza, y el profeta que enseña mentiras es la cola. 16 Porque los príncipes de este pueblo los hacen errar, y sus guiados son destruidos. 17 Por tanto, el Señor no se alegrará de sus jóvenes, ni tendrá compasión de sus huérfanos ni de sus viudas; porque todos son hipócritas y malhechores, y toda boca habla necedades. Con todo esto, su ira no se ha calmado, sino que su mano sigue extendida. 18 Porque la maldad arderá como fuego; consumirá zarzas y espinos, y encenderá en la espesura del bosque, y subirán como columnas de humo. 19 Por la ira de Jehová de los ejércitos se oscureció la tierra, y los pueblos fueron como pasto del fuego; nadie tuvo compasión de su hermano. 20 Y arrebatará a la derecha, y tendrá hambre, y comerá a la izquierda, y no se saciarán; cada uno comerá la carne de su brazo. 21 Manasés, Efraín; y Efraín, Manasés; y juntos se opondrán a Judá. Con todo esto, su ira no se ha calmado, sino que su mano sigue extendida. CAPÍTULO 10 1 ¡Ay de los que decretan decretos injustos, y escriben gravísimas cosas que han prescrito! 2 Para apartar del juicio a los menesterosos, y para quitar el derecho a los pobres de mi pueblo, para saquear a las viudas y despojar a los huérfanos. 3 ¿Y qué haréis en el día de la visitación, y en la desolación que vendrá de lejos? ¿A quién huiréis por ayuda, y dónde dejaréis vuestra gloria? 4 Sin mí, se inclinarán bajo los prisioneros y caerán bajo los muertos. Con todo esto, su ira no se ha calmado, sino que su mano aún está extendida. 5 Oh Asiria, vara de mi ira, Y báculo en su mano es mi indignación. 6 Yo lo enviaré contra una nación impía, y sobre el pueblo de mi ira le enviaré, para que tome despojos y arrebate presa, y los holle como lodo de las calles. 7 Pero él no lo piensa así, ni su corazón lo imagina así, sino que su propósito es destruir y talar naciones no pocas. 8 Porque dice: ¿No son mis príncipes todos reyes? 9 ¿No es Calno como Carquemis? ¿No es Hamat como Arfad? ¿No es Samaria como Damasco? 10 Como halló mi mano los reinos de los ídolos, y cuyas imágenes talladas eran mayores que las de Jerusalén y de Samaria; 11 Como hice a Samaria y a sus ídolos, ¿no haré también a Jerusalén y a sus ídolos? 12 Por tanto, cuando Jehová haya acabado toda su obra en el monte Sión y en Jerusalén, castigaré el fruto de la soberbia del corazón del rey de Asiria, y la gloria de la altivez de sus ojos. 13 Porque dice: Con la fuerza de mi mano lo he hecho, y con mi sabiduría, porque soy prudente; y quité los términos de los pueblos, y saqueé sus tesoros, y como hombre valiente derroté a los moradores. 14 Y halló mi mano como nido las riquezas de los pueblos, y como se recogen los huevos que quedan, recogí toda la tierra; y no hubo quien moviera ala, ni abriera boca, ni piase. 15 ¿Se jactará el hacha contra el que con ella corta? ¿Se ensoberbecerá la sierra contra el que la mueve? Como si la vara se moviera contra quienes la alzan, o como si el cayado se alzara como si no fuera madera. 16 Por tanto, Jehová, Jehová de los ejércitos, enviará flaqueza sobre sus robustos, y debajo de su gloria encenderá llama como ardor de fuego. 17 Y la luz de Israel será por fuego, y su Santo por llama; el cual abrasará y consumirá en un solo día sus espinos y sus cardos; 18 Y consumirá la gloria de su bosque y de su campo fértil, alma y cuerpo; y serán como cuando desmaya un abanderado. 19 Y los árboles que queden de su bosque serán en número tan reducido que un niño podrá contarlos. 20 Y acontecerá en aquel día, que el remanente de Israel, y los que hayan quedado de la casa de Jacob, no se apoyarán más en el que los hirió, sino que se apoyarán en Jehová, el Santo de Israel, con verdad. 21 Y el remanente volverá, el remanente de Jacob, al Dios fuerte.
  • 6. Isaías 22 Porque si tu pueblo Israel fuere como la arena del mar, solo el remanente de él volverá; la consumación decretada rebosará de justicia. 23 Porque el Señor Jehová de los ejércitos hará destrucción y perdición en medio de toda la tierra. 24 Por tanto, así dice el Señor Jehová de los ejércitos: Pueblo mío que moras en Sion, no tengas miedo de Asiria; con vara te herirá, y alzará contra ti su báculo, a la manera de Egipto. 25 Porque de aquí a muy poco tiempo cesará la indignación y mi enojo, para destrucción de ellos. 26 Y Jehová de los ejércitos levantará contra él azote como la matanza de Madián en la peña de Oreb; y como su vara estuvo sobre el mar, así la alzará a la manera de Egipto. 27 Y acontecerá en aquel día, que su carga será quitada de tu hombro, y su yugo de tu cerviz; y el yugo se pudrirá por causa de la unción. 28 Llegó a Ajat, pasó a Migrón; en Micmas aparcó sus carros; 29 Pasaron el paso, se alojaron en Geba; Ramá tuvo miedo; Gabaa de Saúl huyó. 30 Alza tu voz, hija de Galim; Hazla oír hasta Lais, oh pobre Anatot. 31 Madmena es derribada; los habitantes de Gebim se reúnen para huir. 32 Aún se detendrá en Nob aquel día; alzará su mano hacia el monte de la hija de Sión, hacia el collado de Jerusalén. 33 He aquí que el Señor, Jehová de los ejércitos, desmenuzará con terror el ramaje, y los grandes de estatura serán talados, y los altivos serán humillados. 34 Y cortará con hierro la espesura del bosque, y el Líbano caerá con fuerza. CAPÍTULO 11 1 Y saldrá una vara del tronco de Isaí, y un vástago retoñará de sus raíces; 2 Y reposará sobre él el Espíritu de Jehová; espíritu de sabiduría y de inteligencia, espíritu de consejo y de poder, espíritu de conocimiento y de temor de Jehová; 3 Y le hará entender diligentemente en el temor de Jehová; no juzgará según la vista de sus ojos, ni argüirá por lo que oigan sus oídos; 4 Pero juzgará con justicia a los pobres, y argüirá con equidad por los mansos de la tierra; y herirá la tierra con la vara de su boca, y con el espíritu de sus labios matará al impío. 5 Y será la justicia cinto de sus lomos, y la fidelidad ceñidor de sus riñones. 6 Morará el lobo con el cordero, y el leopardo con el cabrito se acostará; el becerro y el león y la bestia doméstica andarán juntos, y un niño los pastoreará. 7 Y la vaca y la osa pacerán, sus crías se echarán juntas; y el león como el buey comerá paja. 8 Y el niño de pecho jugará sobre la cueva del áspid, y el recién destetado extenderá su mano sobre la caverna del áspid. 9 No harán mal ni dañarán en todo mi santo monte; porque la tierra será llena del conocimiento de Jehová, como las aguas cubren el mar. 10 Y acontecerá en aquel tiempo que la raíz de Isaí, la cual estará puesta por pendón a los pueblos, la buscarán las naciones; y su reposo será glorioso. 11 Y acontecerá en aquel día, que Jehová alzará otra vez su mano para recobrar el remanente de su pueblo que haya quedado de Asiria, de Egipto, de Patros, de Etiopía, de Elam, de Sinar, de Hamat y de las islas del mar. 12 Y levantará pendón a las naciones, y juntará los desterrados de Israel, y reunirá los esparcidos de Judá de los cuatro confines de la tierra. 13 Y se disipará la envidia de Efraín, y serán talados los enemigos de Judá; no tendrá envidia Efraín de Judá, ni Judá afligirá a Efraín. 14 Y volarán sobre los hombros de los filisteos hacia el occidente, y a una los saquearán; sobre Edom y sobre Moab pondrán su mano, y los hijos de Amón les obedecerán. 15 Y Jehová destruirá del todo la lengua del mar de Egipto, y levantará su mano con su poderoso viento sobre el río, y lo herirá en siete brazos, y hará pasar a pie enjuto. 16 Y habrá camino para el remanente de su pueblo, lo que quedó de Asiria, de la manera que lo hubo para Israel el día que subió de la tierra de Egipto. CAPÍTULO 12 1 Y en aquel día dirás: Oh Jehová, te alabaré; pues aunque te enojaste contra mí, tu furor se apartó, y me consolaste. 2 He aquí que Dios es mi salvación; confiaré, y no temeré; porque mi fortaleza y mi cántico es Jehová el Señor, y él me ha sido por salvación. 3 Por tanto, sacaréis con alegría aguas de las fuentes de la salvación. 4 Y diréis en aquel día: Alaben a Jehová, invoquen su nombre, publiquen en los pueblos sus obras, recuerden que su nombre es enaltecido. 5 Cantad a Jehová, porque ha hecho cosas excelentes; Esto será notorio en toda la tierra. 6 Grita y canta, oh moradora de Sión, porque grande es el Santo de Israel en medio de ti. CAPÍTULO 13 1 Profecía sobre Babilonia, que vio Isaías hijo de Amoz. 2 Alzad bandera sobre un monte alto; alzad a ellos la voz, alzad la mano, y entrarán por puertas de príncipes. 3 Yo mandé a mis santos, asimismo llamé a mis valientes para mi furor, A los que se alegran en mi grandeza. 4 Estruendo de multitud en los montes, como de gran pueblo; estruendo de tumulto de reinos, de naciones reunidas; Jehová de los ejércitos pasa revista al ejército de la batalla. 5 Vienen de una tierra lejana, del extremo del cielo, Jehová y los instrumentos de su indignación, para destruir toda la tierra. 6 Aullad, porque cercano está el día de Jehová; vendrá como asolamiento por parte del Todopoderoso. 7 Por tanto, todas las manos desfallecerán, y desfallecerá el corazón de todo hombre; 8 Y temerán; angustias y dolores se apoderarán de ellos; se dolerán como mujer que está de parto; se asombrarán el uno al otro; sus rostros serán como llamas.
  • 7. Isaías 9 He aquí el día de Jehová viene, terrible, y de indignación y ardor de ira, para convertir la tierra en soledad, y raer de ella a sus pecadores. 10 Porque las estrellas del cielo y sus luceros no darán su luz; el sol se oscurecerá al nacer, y la luna no dará su resplandor. 11 Y castigaré al mundo por su maldad, y a los impíos por su iniquidad; y haré cesar la arrogancia de los soberbios, y abatiré la altivez de los fuertes. 12 Haré al hombre más precioso que el oro fino, y más que el lingote de oro de Ofir. 13 Por tanto, yo haré temblar los cielos, y la tierra se moverá de su lugar, en la indignación de Jehová de los ejércitos, y en el día del ardor de su ira. 14 Y será como corza perseguida, y como oveja que no hay quien tome; cada cual volverá a su pueblo, y cada cual huirá a su tierra. 15 Todo el que sea hallado será traspasado, y todo el que se junte con ellos caerá a espada. 16 Sus hijos también serán estrellados delante de sus ojos; sus casas serán saqueadas, y violadas sus mujeres. 17 He aquí que yo incitaré contra ellos a los medos, y no apreciarán la plata, ni el oro les será deseado. 18 Su arco también quebrantará a los jóvenes, y del fruto de la matriz no tendrán compasión, ni su ojo perdonará a los niños. 19 Y Babilonia, gloria de los reinos, hermosura de la excelencia de los caldeos, será como cuando Dios trastornó a Sodoma y a Gomorra. 20 Nunca más será habitada, ni se morará allí de generación en generación; ni acampará allí el árabe, ni tendrán allí pastores su majada. 21 Pero allí reposarán las bestias del desierto, y sus casas estarán llenas de animales tristes; allí morarán los búhos, y allí danzarán los sátiros. 22 Y las fieras de las islas chillarán en sus casas desoladas, y los chacales en sus palacios deleitosos; y cercano está su tiempo para venir, y sus días no se prolongarán. CAPÍTULO 14 1Porque Jehová tendrá misericordia de Jacob, y escogerá aún a Israel, y lo hará reposar en su tierra; y extranjeros se juntarán con ellos, y se unirán a la casa de Jacob. 2 Y los tomará el pueblo, y los traerá a su lugar, y la casa de Israel los poseerá en la tierra de Jehová por siervos y siervas; y tomarán cautivos a los que ellos tuvieron cautivos, y ellos se enseñorearán de sus opresores. 3 Y acontecerá que el día que Jehová te dé descanso de tu trabajo y de tu temor, y de la dura servidumbre en que estás sometido, 4 Para que tomes este proverbio contra el rey de Babilonia, y digas: ¡Cómo ha cesado el opresor! ¡Cómo ha cesado la ciudad de oro! 5 Jehová quebró el bastón de los impíos, y el cetro de los príncipes. 6 El que hería a los pueblos con furor, con llaga continua, El que se enseñoreaba de las naciones con furor, Perseguido es, y no hay quien lo impida. 7 Toda la tierra reposa y está en silencio; prorrumpen en cánticos. 8 También se alegraron sobre ti los cipreses, y los cedros del Líbano, diciendo: Desde que tú pereciste, no ha subido cortador contra nosotros. 9 El Seol de abajo se conmovió por ti, para recibirte a tu venida; despertó por ti los muertos, y a todos los príncipes de la tierra; hizo levantar de sus tronos a todos los reyes de las naciones. 10 Todos ellos hablarán y te dirán: ¿También tú te has debilitado como nosotros? ¿Te has hecho como nosotros? 11 Descendió al Seol tu pompa, y el sonido de tus violas; gusanos se extendieron debajo de ti, y gusanos te cubrieron. 12 ¡Cómo has caído del cielo, oh Lucero, hijo de la mañana! ¡Cortado fuiste por tierra, tú que debilitabas a las naciones! 13 Porque tú que decías en tu corazón: Subiré al cielo; en lo alto, junto a las estrellas de Dios, levantaré mi trono, y en el monte del testimonio me sentaré, a los lados del norte; 14 Sobre las alturas de las nubes subiré, Y seré semejante al Altísimo. 15 Pero tú derribado serás hasta el Seol, a los lados del abismo. 16 Los que te vean se inclinarán hacia ti, te contemplarán, diciendo: ¿Es éste aquel varón que hacía temblar la tierra, que trastornaba los reinos? 17 Que puso el mundo como un desierto, Y asoló sus ciudades, Y a sus presos nunca abrió la cárcel? 18 Todos los reyes de las naciones, todos ellos yacen con gloria, cada uno en su casa. 19 Pero tú eres arrojado de tu sepulcro como vástago abominable, y como vestidura de muertos traspasados a espada, que descienden a las piedras de la fosa; como cadáver hollado. 20 No serás juntado con ellos en sepultura, por cuanto destruyeste tu tierra y mataste a tu pueblo; la descendencia de los malignos no será recordada para siempre. 21 Preparad para sus hijos el matadero por la iniquidad de sus padres, para que no se levanten, ni posean la tierra, ni llenen de ciudades la faz del mundo. 22 Porque yo me levantaré contra ellos, dice Jehová de los ejércitos, y talaré de Babilonia el nombre y el remanente, y el hijo y el nieto, dice Jehová. 23 Y la haré posesión de zarzas, y de estanques de aguas, y la barreré con escoba de destrucción, dice Jehová de los ejércitos. 24 Jehová de los ejércitos juró, diciendo: Ciertamente se hará de la manera que lo he pensado, y se confirmará como lo he determinado. 25 Que yo quebrantaré al asirio en mi tierra, y en mis montes lo hollaré; y su yugo será quitado de ellos, y su carga será quitada de sus hombros. 26 Este es el plan que se ha trazado sobre toda la tierra, y esta es la mano extendida sobre todas las naciones. 27 Porque Jehová de los ejércitos lo ha determinado, ¿y quién lo impedirá? Y su mano extendida, ¿quién la tornará atrás? 28 En el año que murió el rey Acaz se presentó esta carga: 29 Tú, Palestina toda, no te alegres porque se haya roto la vara del que te hería; porque de la raíz de la serpiente saldrá una víbora, y su fruto, serpiente voladora y ardiente. 30 Y los primogénitos de los pobres serán apacentados, y los menesterosos se acostarán seguros; pero yo haré morir de hambre tu raíz, y matará lo que sobrevenga.
  • 8. Isaías 31 Aúlla, oh puerta; clama, oh ciudad; tú, Palestina entera, estás disuelta; porque del norte vendrá humo, y ninguno estará solo en sus tiempos señalados. 32 ¿Qué se responderá entonces a los mensajeros de la nación? Que el Señor ha fundado Sión, y que los pobres de su pueblo confiarán en ella. CAPÍTULO 15 1 Profecía sobre Moab. Porque aquella noche Ar de Moab fue devastada y reducida a silencio; porque aquella noche Kir de Moab fue devastada y reducida a silencio; 2 Subió a Bajit y a Dibón, lugares altos, a llorar; Sobre Nebo y sobre Medeba aullará Moab; En todas sus cabezas habrá rapa, y toda barba rapada. 3 En sus calles se ceñirán de cilicio; sobre los tejados de sus casas y en sus calles aullará todo hombre, llorando a cántaros. 4 Y gritarán Hesbón y Eleale; hasta Jahaza se oirá su voz; por tanto, gritarán los guerreros de Moab; su vida les será agraviada. 5 Mi corazón gritará por Moab; sus fugitivos huirán a Zoar, becerra de tres años; porque al monte de Luhit subirán con llanto; por el camino de Horonaim lanzarán grito de destrucción. 6 Porque las aguas de Nimrim serán asoladas, porque se secó el heno, la hierba se marchitó, no quedó nada verde. 7 Por tanto, lo mucho que han adquirido, y lo que han guardado, lo llevarán al arroyo de los sauces. 8 Porque el clamor rodeó los términos de Moab; su aullido llegó hasta Eglaim, y su gemido hasta Beerelim. 9 Porque las aguas de Dimón estarán llenas de sangre; porque yo traeré más sobre Dimón, leones sobre los que escaparon de Moab, y sobre el remanente de la tierra. CAPÍTULO 16 1 Enviad el cordero al príncipe de la tierra, desde Sela al desierto, al monte de la hija de Sión. 2 Porque será, como ave errante arrojada del nido, así serán las hijas de Moab en los vados de Arnón. 3 Toma consejo, haz juicio; pon tu sombra como la noche en medio del mediodía; esconde a los descarriados, no denuncies al que anda errante. 4 Morarán contigo mis desterrados, oh Moab; Séles por escondedero delante del destruidor; porque fenecerá el agresor, cesará el destruidor, serán consumidos de la tierra. 5 Y con misericordia se afirmará el trono, y sobre él se sentará con verdad, En el tabernáculo de David, Juzgando y buscando el juicio, y apresurando la justicia. 6 Hemos oído de la soberbia de Moab, que está muy orgulloso; de su altivez, de su orgullo y de su ira; pero sus mentiras no serán así. 7 Por tanto, aullará Moab, sobre Moab, aullará todo él; lamentaréis por los cimientos de Quir-hareset; ciertamente están asolados. 8Porque los campos de Hesbón están desolados, y la viña de Sibma; los príncipes de las naciones han quebrantado sus sarmientos más primitivos; llegaron hasta Jazer, vagaron por el desierto; se extendieron sus sarmientos, pasaron el mar. 9 Por tanto, yo gemiré con el llanto de Jazer, la vid de Sibma; te regaré con mis lágrimas, oh Hesbón y Eleale, porque ha caído el júbilo por tus frutos de verano y por tu siega. 10 Y será quitada la alegría y el gozo del campo fértil; y en las viñas no habrá cantos, ni gritos de júbilo; no pisarán vino los pisadores en sus lagares; haré cesar el júbilo de sus vendimias. 11 Por tanto, mis entrañas resonarán como arpa por Moab, y mis entrañas por Kir-hares. 12 Y acontecerá que cuando vea a Moab cansado en el lugar alto, vendrá también a su santuario a orar, pero no prosperará. 13 Esta es la palabra que habló Jehová acerca de Moab desde entonces. 14 Pero ahora Jehová ha hablado, diciendo: Dentro de tres años, como los años de un jornalero, la gloria de Moab será despreciada con toda su gran multitud, y el remanente será muy pequeño y débil. CAPÍTULO 17 1 Profecía sobre Damasco. He aquí, Damasco ha sido quitada de ser ciudad, y será un montón de ruinas. 2 Las ciudades de Aroer fueron desamparadas; serán para ovejas que tendrán majada, y no habrá quien las espante. 3 Y cesará la fortaleza de Efraín, y el reino de Damasco, y el remanente de Siria; serán como la gloria de los hijos de Israel, dice Jehová de los ejércitos. 4 Y acontecerá en aquel día que la gloria de Jacob se enflaquecerá, y enflaquecerá la grosura de su carne. 5 Y será como cuando el segador coge la mies, y con su brazo siega las espigas; será también como quien coge espigas en el valle de Refaim. 6 Y quedarán en él rebuscos, como cuando se sacude el olivo, dos o tres granos en la copa de su rama más alta, y cuatro o cinco en sus ramos más fructíferos, dice Jehová Dios de Israel. 7 En aquel día el hombre mirará a su Hacedor, y sus ojos contemplarán al Santo de Israel. 8 Y no mirará a los altares obra de sus manos, ni mirará a lo que hicieron sus dedos, ni a las imágenes de Asera ni a las imágenes. 9 En aquel día sus ciudades fortificadas serán como rama abandonada, como retoño primoroso, los que fueron dejados delante de los hijos de Israel; y habrá desolación. 10 Por cuanto te olvidaste del Dios de tu salvación, y no te acordaste de la roca de tu fortaleza, por tanto, plantarás plantas hermosas, y la plantarás con sarmientos extraños; 11 De día harás crecer tu plantío, y de mañana harás germinar tu simiente; pero la siega será un montón en el día del trabajo y de la angustia. 12 ¡Ay de la multitud de muchos pueblos, que hacen estruendo como estruendo de mares, y del estruendo de naciones, que hacen estruendo como estruendo de muchas aguas! 13 Las naciones se precipitarán como estruendo de muchas aguas; pero Dios las reprenderá, y huirán lejos, y serán perseguidas como tamo de los montes delante del viento, y como cosa que rueda delante de un torbellino.
  • 9. Isaías 14 Y he aquí, al atardecer, turbación; y antes de la mañana, ya no está. Esta es la porción de quienes nos saquean, y la suerte de quienes nos roban. CAPÍTULO 18 1 ¡Ay de la tierra que da sombra con alas, que está más allá de los ríos de Etiopía! 2 El cual envía embajadores por el mar, y en barcos de juncos sobre las aguas, diciendo: Andad, oh mensajeros veloces, a la gente dispersa y desolada, al pueblo temible desde su principio y hasta ahora, gente asolada y hollada, cuya tierra asolaron los ríos. 3 Todos vosotros, moradores del mundo y moradores de la tierra, mirad cuando él alce bandera en los montes, y cuando toque trompeta, oíd. 4 Porque así me dijo Jehová: Reposo me sentaré, y consideraré en mi morada, como calor claro sobre la hierba, y como nube de rocío en el calor de la siega. 5 Porque antes de la siega, cuando el fruto esté ya perfecto, y la uva agria haya madurado en la flor, cortará los sarmientos con podaderas, y quitará y cortará las ramas. 6 Y serán dejados juntos a las aves de los montes y a las bestias de la tierra; y sobre ellos pasarán el verano las aves, y sobre ellos invernarán todas las bestias de la tierra. 7 En aquel tiempo será traído a Jehová de los ejércitos presente, de un pueblo disperso y descarnado, de un pueblo temible desde su principio y antes que él, nación asolada y hollada, cuya tierra saciaron los ríos, al lugar del nombre de Jehová de los ejércitos, al monte de Sion. CAPÍTULO 19 1 Profecía sobre Egipto. He aquí, el Señor cabalga sobre una nube veloz y entrará en Egipto; y los ídolos de Egipto se estremecerán ante su presencia, y el corazón de Egipto se derretirá en medio de él. 2 Y levantaré egipcios contra egipcios, y cada uno peleará contra su hermano, y cada uno contra su prójimo; ciudad contra ciudad, y reino contra reino. 3 Y el espíritu de Egipto desfallecerá en medio de él, y yo destruiré su consejo; y buscarán a los ídolos, y a los encantadores, y a los encantadores y a los adivinos. 4 Y entregaré a los egipcios en manos de un señor cruel, y un rey violento se enseñoreará de ellos, dice Jehová, Jehová de los ejércitos. 5 Y las aguas faltarán del mar, y el río se agotará y se secará. 6 Y desviarán los ríos, y los arroyos de defensa se secarán y se secarán; las cañas y las banderas se secarán. 7 Las cañas junto a los arroyos, junto a las bocas de los arroyos, y todo lo sembrado junto a los arroyos se secará, será arrojado, y dejará de ser. 8 También los pescadores lamentarán, y lamentarán todos los que echan anzuelos en los arroyos, y desfallecerán los que tienden redes en las aguas. 9 Además, los que trabajan el lino fino y los que tejen redes serán avergonzados. 10 Y serán quebrantados en sus propósitos todos los que hacen compuertas y estanques para peces. 11 Ciertamente los príncipes de Zoán son necios, el consejo de los sabios consejeros de Faraón se ha vuelto insensato. ¿Cómo decís a Faraón: Yo soy hijo de sabios, hijo de reyes antiguos? 12 ¿Dónde están ellos? ¿Dónde están tus sabios? Que te lo declaren ahora, y que sepan lo que el Señor de los ejércitos ha determinado acerca de Egipto. 13 Los príncipes de Zoán se han vuelto necios, los príncipes de Menfis se han engañado; también a Egipto sedujeron, y a los que son el sostén de sus tribus. 14 Jehová mezcló espíritu de perversidad en medio de él, e hicieron errar a Egipto en toda su obra, como se tambalea el ebrio en su vómito. 15 No habrá para Egipto obra alguna que pueda hacer cabeza o cola, rama o junco. 16 En aquel día Egipto será como las mujeres, y estará temblando y se estremecerá, por el alboroto de la mano de Jehová de los ejércitos que él agitará sobre él. 17 Y la tierra de Judá será terror para Egipto; cualquiera que la recordare, se espantará, a causa del consejo que Jehová de los ejércitos ha determinado contra ella. 18 En aquel día cinco ciudades en la tierra de Egipto hablarán la lengua de Canaán, y jurarás a Jehová de los ejércitos; y una será llamada Ciudad de Destrucción. 19 En aquel día habrá un altar a Jehová en medio de la tierra de Egipto, y una columna a Jehová en su límite. 20 Y será por señal y por testimonio a Jehová de los ejércitos en la tierra de Egipto; porque clamarán a Jehová a causa de sus opresores, y él les enviará salvador y grande que los libre. 21 Y Jehová será conocido de Egipto, y los egipcios conocerán a Jehová en aquel día, y ofrecerán sacrificio y ofrenda; y harán votos a Jehová, y los cumplirán. 22 Y herirá Jehová a Egipto; lo herirá, y lo sanará, y ellos se volverán a Jehová, y él los escuchará, y los sanará. 23 En aquel día habrá una calzada de Egipto a Asiria, y asirios entrarán en Egipto, y egipcios en Asiria, y los egipcios servirán con los asirios. 24 En aquel día Israel será tercero con Egipto y con Asiria, y bendición en medio de la tierra; 25 A quien Jehová de los ejércitos bendecirá, diciendo: Bendito el pueblo mío Egipto, y el Asiria obra de mis manos, e Israel mi heredad. CAPÍTULO 20 1 El año que vino Tartán a Asdod, y lo envió Sargón rey de Asiria, y peleó contra Asdod, y la tomó; 2 En aquel tiempo, el Señor habló por medio de Isaías, hijo de Amoz, diciendo: «Ve, quítate el cilicio de los lomos y descalza los pies». Y así lo hizo, andando desnudo y descalzo. 3 Y dijo Jehová: De la manera que mi siervo Isaías anduvo desnudo y descalzo tres años, para señal y prodigio sobre Egipto y sobre Etiopía; 4 Así llevará el rey de Asiria la cautividad de Egipto y la cautividad de Etiopía, jóvenes y viejos, desnudos y descalzos, y descubiertas las nalgas, para vergüenza de Egipto. 5 Y temerán y se avergonzarán de Etiopía su esperanza, y de Egipto su gloria. 6 Y dirá en aquel día el morador de esta isla: He aquí, tal fue nuestra esperanza, adonde nos refugiamos buscando
  • 10. Isaías socorro para ser libres del rey de Asiria; ¿y cómo escaparemos? CAPÍTULO 21 1 La carga del desierto del mar. Como torbellinos que pasan del sur, así viene del desierto, de una tierra terrible. 2 Una visión terrible se me ha revelado: el traidor obra con traición, y el destructor saquea. ¡Sube, Elam! ¡Sitia, Media! He hecho cesar todos sus gemidos. 3 Por lo cual mis lomos se llenaron de dolor; Me tomaron dolores como dolores de mujer que está de parto; Me envanecí al oírlo, y al verlo, me estremecí. 4 Mi corazón jadeó, tembló de miedo; La noche de mi placer me volvió terror. 5 Preparad la mesa, velad en la atalaya, comed, bebed: levantaos, oh príncipes, y ungid el escudo. 6 Porque así me dijo el Señor: Ve, y pon atalaya que declare lo que veiere. 7 Y vio un carro con un par de jinetes, un carro de asnos, y un carro de camellos; y escuchó atentamente con mucha atención; 8 Y él gritó: ¡Un león! ¡Señor mío, sobre la atalaya estoy yo continuamente de día, y sobre mi guarda todas las noches; 9 Y he aquí, viene un carro de hombres, con un par de jinetes. Y él respondió y dijo: «¡Ha caído, ha caído Babilonia! Ha derribado todas las imágenes esculpidas de sus dioses». 10 ¡Oh trilla mía, y trigo de mi era! Lo que oí de Jehová de los ejércitos, Dios de Israel, os he dicho. 11 La carga de Duma. Me llama desde Seir: «Guarda, ¿qué hay de la noche?» «Guarda, ¿qué hay de la noche?» 12 Y el atalaya respondió: La mañana viene, y luego la noche; si queréis preguntar, preguntad; volved, venid. 13 La carga sobre Arabia. En el bosque de Arabia os alojaréis, oh compañías nómadas de Dedanim. 14 Los moradores de la tierra de Tema trajeron agua al sediento, y al que huía le dieron pan. 15 Porque huyeron ante las espadas, de la espada desnuda, del arco entesado y del rigor de la guerra. 16Porque así me ha dicho Jehová: Dentro de un año, como años de jornalero, toda la gloria de Cedar perecerá; 17 Y el resto del número de los arqueros, los valientes de los hijos de Cedar, será disminuido; porque Jehová Dios de Israel lo ha dicho. CAPÍTULO 22 1 La carga del valle de la visión. ¿Qué te aflige ahora que has subido por completo a los tejados? 2 ¡Oh tú, ciudad tumultuosa, ciudad alegre! Tus muertos no fueron muertos a espada, ni muertos en batalla. 3 Todos tus príncipes huyeron a una, fueron atados por los arqueros; atados fueron todos los que en ti se hallaron, los que huyeron de lejos. 4 Por tanto dije: Apartad de mí; lloraré amargamente; no os afanéis por consolarme, a causa de la despoja de la hija de mi pueblo. 5 Porque día de turbación y de turbación es, delante del Señor Jehová de los ejércitos, en el valle de la visión, para derribar muros, y para clamor a los montes. 6 Y Elam llevó la aljaba, con carros de hombres y de jinetes, y Kir descubrió el escudo. 7 Y acontecerá que tus valles más escogidos estarán llenos de carros, y gente de a caballo estará en orden de batalla a la puerta. 8 Y él descubrió la cubierta de Judá, y miró aquel día hacia las armas de la casa del bosque. 9 Habéis visto también las brechas de la ciudad de David, que son muchas, y habéis juntado las aguas del estanque de abajo. 10 Y contasteis las casas de Jerusalén, y derribasteis casas para fortificar el muro. 11 Hicisteis también una zanja entre los dos muros para las aguas del estanque viejo; pero no mirasteis a su hacedor, ni tuvisteis respeto al que lo labró hace mucho tiempo. 12 Y aquel día el Señor Jehová de los ejércitos llamó a llanto y a lamento, a raparse y a ceñirse de cilicio; 13 Y he aquí gozo y alegría, matando bueyes y degüellando ovejas, comiendo carne y bebiendo vino; comamos y bebamos, porque mañana moriremos. 14 Y fue revelado a mis oídos de parte de Jehová de los ejércitos: No os será perdonada esta iniquidad hasta que muráis, dice el Señor Jehová de los ejércitos. 15 Así ha dicho Jehová el Señor de los ejércitos: Ve y vé a ese tesorero, a Sebna, mayordomo del templo, y dile: 16¿Qué tienes aquí? ¿Y a quién tienes aquí, que te has labrado aquí sepulcro, como quien se labra sepulcro en un lugar alto, y se excava una morada en una peña? 17 He aquí que Jehová te llevará en fuerte cautiverio, y te cubrirá enteramente. 18 Ciertamente te hará volver con violencia, y te lanzará como a una pelota a tierra espaciosa; allí morirás, y allí serán los carros de tu gloria, la vergüenza de la casa de tu señor. 19 Y yo te arrojaré de tu puesto, y de tu condición te derribaré. 20 Y acontecerá en aquel día, que llamaré a mi siervo Eliaquim hijo de Hilcías, 21 Y le vestiré con tu manto, y le ceñiré con tu cinto, y en su mano pondré tu gobierno, y será un padre para el morador de Jerusalén, y para la casa de Judá. 22 Y pondré la llave de la casa de David sobre su hombro; y abrirá, y nadie cerrará; cerrará, y nadie abrirá. 23 Y lo clavaré como un clavo en lugar firme, y será un trono de gloria para la casa de su padre. 24 Y colgarán sobre él toda la gloria de la casa de su padre, los hijos y los descendientes, toda vasija de poca cantidad, desde los vasos de copas hasta todos los vasos de jarros. 25 En aquel día, dice Jehová de los ejércitos, el clavo clavado en lugar firme se quitará, y será cortado y caerá, y la carga que estaba sobre él será cortada; porque Jehová lo ha dicho. CAPÍTULO 23 1 Profecía sobre Tiro. Aullen, naves de Tarsis, porque está devastada, sin casa ni entrada. Desde la tierra de Quitim se les revela. 2 Callad, moradores de la isla, Vosotros que sois los mercaderes de Sidón, que pasan el mar, os han abastecido. 3 Y junto a las muchas aguas, la semilla del Sihor, la mies del río, será su rédito; y será mercado de naciones.
  • 11. Isaías 4 Avergüénzate, oh Sidón, porque el mar, la fuerza del mar habló, diciendo: No estoy de parto, ni doy a luz, ni crio jóvenes, ni levanto vírgenes. 5 Así como se oirá la noticia sobre Egipto, se entristecerán también por la noticia sobre Tiro. 6 Pasad a Tarsis; aullad, moradores de la isla. 7 ¿Es ésta vuestra ciudad alegre, cuya antigüedad es de días antiguos? Sus propios pies la llevarán lejos para peregrinar. 8 ¿Quién tomó este consejo contra Tiro, la ciudad coronada, cuyos mercaderes son príncipes, y cuyos negociantes son los nobles de la tierra? 9 Jehová de los ejércitos lo ha determinado, para manchar la soberbia de toda gloria, y para abatir a todos los nobles de la tierra. 10 Pasa por tu tierra como un río, oh hija de Tarsis; no hay más fuerzas. 11 Extendió su mano sobre el mar, hizo temblar los reinos; Jehová dio orden contra la ciudad mercante, para que se destruyeran sus fortalezas. 12 Y él dijo: No te alegrarás más, oh virgen oprimida, hija de Sidón; levántate, pasa a Quitim; tampoco allí tendrás reposo. 13 He aquí la tierra de los caldeos; este pueblo no existía hasta que Asirio la fundó para los que moraban en el desierto; levantaron sus torres, erigieron sus palacios, y él la convirtió en ruinas. 14 Aullad, naves de Tarsis, porque vuestra fuerza es destruida. 15 Y acontecerá en aquel día, que Tiro será olvidada por setenta años, como los días de un rey; al cabo de los setenta años cantará Tiro como ramera. 16 Toma el arpa, recorre la ciudad, oh ramera olvidada; toca dulce melodía, canta muchos cánticos, para que haya memoria de ti. 17 Y acontecerá que después de los setenta años visitará Jehová a Tiro, y ella volverá a su heredad, y fornicará con todos los reinos del mundo, sobre la faz de la tierra. 18 Y su mercadería y su salario serán consagrados a Jehová; no serán atesorados ni guardados; sino que su mercadería será para los que moran delante de Jehová, para que coman suficiente comida y tengan ropas durables. CAPÍTULO 24 1 He aquí que Jehová vacía la tierra y la deja desolada, y trastorna su faz, y dispersa a sus moradores. 2 Y será como el pueblo, así el sacerdote; como el siervo, así su señor; como la sierva, así su señora; como el comprador, así el vendedor; como el prestamista, así el que toma prestado; como el que toma usura, así el que da usura. 3 La tierra será completamente vaciada y completamente saqueada, porque Jehová ha hablado esta palabra. 4 La tierra se enluta y se marchita, el mundo languidece y se marchita, languidece el pueblo altivo de la tierra. 5 También la tierra se contaminó bajo sus moradores, porque traspasaron las leyes, falsearon el derecho, quebrantaron el pacto sempiterno. 6 Por tanto, la maldición consumió la tierra, y sus moradores quedaron asolados; por lo cual fueron quemados los moradores de la tierra, y quedaron pocos hombres. 7 Está de luto el mosto, está la vid enflaquecida, gimen todos los de corazón alegre. 8 Cesó el regocijo de los panderos, se acabó el estruendo de los que se alegran, cesó el gozo del arpa. 9 No beberán vino con canción; la sidra será amarga a los que la beban. 10 La ciudad de la confusión está derribada; toda casa está cerrada, para que nadie entre. 11 Hay clamores por vino en las calles; se oscureció toda alegría, desapareció la alegría de la tierra. 12 En la ciudad quedó desolación, y la puerta fue herida de destrucción. 13 Y sucederá esto en medio de la tierra, entre los pueblos, como cuando se sacude el olivo, y como cuando se rebusca después de la vendimia. 14 Alzarán su voz, cantarán cantos por la grandeza de Jehová; clamarán desde el mar. 15 Por tanto, glorificad a Jehová en los fuegos, Y el nombre de Jehová Dios de Israel en las islas del mar. 16 Desde los confines de la tierra hemos oído cánticos, incluso de gloria a los justos. Pero yo dije: ¡Mi flaqueza, mi flaqueza, ay de mí! Los traidores han obrado con traición; sí, los traidores han obrado con gran traición. 17 Temor, foso y lazo hay sobre ti, oh morador de la tierra. 18 Y acontecerá que el que huya de la voz del terror caerá en el foso; y el que salga de en medio del foso será preso en el lazo; porque desde lo alto se abrirán ventanas, y se tambalearán los cimientos de la tierra. 19 La tierra está completamente deshecha, la tierra completamente deshecha, la tierra en gran manera se conmueve. 20 La tierra se tambaleará como un ebrio, y será removida como una choza; y su prevaricación pesará sobre ella; caerá, y no volverá a levantarse. 21 Y acontecerá en aquel día, que Jehová castigará al ejército de los altos que están en lo alto, y a los reyes de la tierra sobre la tierra. 22 Y serán reunidos como se reúnen los presos en la cisterna, y serán encerrados en la cárcel, y después de muchos días serán visitados. 23 Entonces la luna se avergonzará, y el sol se confundirá, cuando Jehová de los ejércitos reine en el monte de Sión y en Jerusalén, y delante de sus ancianos sea glorioso. CAPÍTULO 25 1 Oh Jehová, tú eres mi Dios; te exaltaré, alabaré tu nombre, porque has hecho maravillas; tus consejos antiguos son fidelidad y verdad. 2 Porque has convertido la ciudad en montón de escombros, la ciudad fortificada en ruinas, el palacio de los extraños en nada más que una ciudad, nunca más será reedificada. 3 Por tanto, te glorificará el pueblo fuerte, y te temerá la ciudad de naciones imponentes. 4 Porque has sido fortaleza para el pobre, fortaleza para el necesitado en su angustia, refugio contra el turbión, sombra contra el calor, Cuando el ímpetu de los fuertes es como torbellino contra el muro. 5 Harás descender el estruendo de los extraños como calor en lugar seco, calor con sombra de nube; el renuevo de los fuertes será abatido. 6 Y Jehová de los ejércitos hará en este monte a todos los pueblos banquete de manjares suculentos, banquete de vinos refinados, de gruesos tuétanos, de vinos refinados.
  • 12. Isaías 7 Y destruirá en este monte la cara de la cubierta con que están cubiertos todos los pueblos, y el velo que está extendido sobre todas las naciones. 8 Él destruirá a la muerte para siempre, y enjugará Jehová el Señor toda lágrima de todos los rostros, y quitará la afrenta de su pueblo de toda la tierra; porque Jehová lo ha dicho. 9 Y se dirá en aquel día: He aquí, éste es nuestro Dios, le hemos esperado, y nos salvará; éste es Jehová, a quien hemos esperado; nos gozaremos y nos alegraremos en su salvación. 10 Porque la mano de Jehová reposará en este monte, y Moab será hollado debajo de él, como se holla la paja en el muladar. 11 Y extenderá sus manos en medio de ellos, como extiende las manos el nadador para nadar; y derribará su soberbia, y el despojo de sus manos. 12 Y derribará la fortaleza de la alta fortaleza de tus muros, y la humillará, y la hará pedazos, hasta el polvo. CAPÍTULO 26 1 En aquel día se cantará este cántico en la tierra de Judá: Fuerte ciudad tenemos; salvación pondrá Dios por muros y antemuros. 2 Abrid las puertas, y entrará la nación justa que guarda la verdad. 3 Tú guardarás en completa paz a aquel cuyo pensamiento en ti persevera, Porque en ti ha confiado. 4 Confiad en Jehová perpetuamente, porque en Jehová el Señor está la fortaleza de los siglos. 5 Porque él derribará a los que moran en lo alto; humillará a la ciudad enaltecida, la humillará hasta la tierra, y hasta el polvo la reducirá. 6 La hollará pie, los pies de los pobres, y los pasos de los menesterosos. 7 El camino de los justos es rectitud; tú, recto, pesas la senda de los justos. 8 Sí, en el camino de tus juicios, oh Jehová, te hemos esperado; Tu nombre y la memoria de ti es el deseo de nuestra alma. 9 Con mi alma te he deseado en la noche, y con mi espíritu dentro de mí te buscaré madrugando; porque cuando hay tus juicios en la tierra, los moradores del mundo aprenden justicia. 10 Se mostrará misericordia al impío, y no aprenderá justicia; en tierra de rectitud hará iniquidad, y no mirará a la majestad de Jehová. 11 Oh Jehová, cuando tu mano se alce, ellos no verán; pero verán, y se avergonzarán de su envidia contra el pueblo; y fuego los consumirá a tus enemigos. 12 Oh Jehová, tú nos darás paz, Porque también tú hiciste en nosotros todas nuestras obras. 13 Oh Jehová Dios nuestro, otros señores fuera de ti se enseñorearon de nosotros; mas solo en ti haremos memoria de tu nombre. 14 Muertos están, no vivirán; han fallecido, no resucitarán; por tanto los has visitado y destruido, e hiciste perecer todo su recuerdo. 15 Multiplicaste la nación, oh Jehová, multiplicaste la nación; fuiste glorioso; la extendiste hasta todos los confines de la tierra. 16 Oh Jehová, en la angustia te buscaron, Derramaron oración, Cuando los castigaste. 17 Como la mujer encinta, que está cerca del parto, y gime y grita en sus dolores, así hemos sido delante de tu vista, oh Jehová. 18 Concebimos, tuvimos dolores, parimos como viento; no hicimos salvación en la tierra, ni cayeron los moradores del mundo. 19 Tus muertos vivirán, y junto con mi cadáver se levantarán. ¡Despertad y cantad, moradores del polvo! Porque tu rocío es como el rocío de las hierbas, y la tierra expulsará a los muertos. 20 Anda, pueblo mío, entra en tus aposentos, cierra tras ti tus puertas; escóndete un poquito por un momento, en tanto que pasa la indignación. 21 Porque he aquí que Jehová sale de su lugar para castigar la iniquidad de los moradores de la tierra; y la tierra descubrirá sus sangres, y no encubrirá más a sus muertos. CAPÍTULO 27 1 En aquel día Jehová castigará con su espada dura, grande y fuerte a Leviatán, serpiente veloz, y a Leviatán, serpiente tortuosa; y matará al dragón que está en el mar. 2 En aquel día cantaréis a ella: Viña de vino tinto. 3 Yo Jehová soy el que la guarda, yo siempre la regaré; para que nadie la dañe, yo la guardaré de noche y de día. 4 No hay furia en mí: ¿quién me plantaría zarzas y espinos en la batalla? Yo los atravesaría, los quemaría a todos. 5 O que se apodere de mi fuerza, y haga la paz conmigo; y hará la paz conmigo. 6 Él hará que los descendientes de Jacob echen raíces; florecerá y reverdecerá Israel, y llenará de fruto la faz del mundo. 7 ¿Le hirió como hirió a los que le hirieron? ¿O fue muerto como la matanza de los que él mató? 8 Con medida que brote, disputarás con él; Detendrá su viento impetuoso en el día del solano. 9 Con esto, pues, será perdonada la iniquidad de Jacob, y este será todo el fruto de la purificación de su pecado: cuando torne todas las piedras del altar como piedras de cal desmenuzadas; las imágenes de Asera y las imágenes no se mantendrán en pie. 10 Y la ciudad fortificada será desolada, y la morada abandonada, dejada como un desierto; allí pastará el becerro, allí tendrá su majada, y consumirá sus ramas. 11 Cuando sus ramas se sequen, serán quebradas; vendrán las mujeres y les prenderán fuego; porque es pueblo sin entendimiento; por tanto, no tendrá de ellos misericordia su Hacedor, ni les tendrá compasión el que los formó. 12 Y acontecerá en aquel día, que herirá Jehová desde el lecho del Éufrates hasta el torrente de Egipto, y seréis reunidos uno a uno, oh hijos de Israel. 13 Y acontecerá en aquel día, que se tocará con gran trompeta, y vendrán los que habían sido esparcidos en la tierra de Asiria, y los desterrados a la tierra de Egipto, y adorarán a Jehová en el monte santo, en Jerusalén.
  • 13. Isaías CAPÍTULO 28 1 ¡Ay de la corona de soberbia, de los ebrios de Efraín, cuya hermosura es flor marchita, Que está sobre la cabeza de los valles fértiles, de los aturdidos por el vino! 2 He aquí que Jehová tiene uno fuerte y poderoso, que como tempestad de granizo, y torbellino destructor, y como inundación de impetuosas aguas que desbordan, derribará a tierra con mano. 3 La corona de soberbia, la de los ebrios de Efraín, serán holladas; 4 Y será la flor marchita de la gloria que está sobre la cabeza del valle fértil, como el fruto prematuro, antes del verano, el cual quien lo ve, lo devora mientras aún lo tiene en la mano. 5 En aquel día Jehová de los ejércitos será por corona de gloria y por diadema de hermosura al remanente de su pueblo, 6 y para espíritu de juicio al que se sienta en juicio, y para fortaleza a los que vuelven la batalla a la puerta. 7 Pero también ellos erraron con el vino, y con la sidra se enloquecieron; el sacerdote y el profeta erraron con la sidra, fueron trastornados por el vino, con la sidra se enloquecieron; erraron en la visión, tropezaron en el juicio. 8 Porque todas las mesas están llenas de vómito y de suciedad, hasta no haber lugar limpio. 9 ¿A quién se le enseñará la ciencia? ¿Y a quién se le hará entender la doctrina? ¿A los destetados y apartados de los pechos? 10 Porque mandamiento tras mandamiento, mandato sobre mandato, renglón tras renglón, línea sobre línea, un poquito allí, otro poquito allí; 11 Porque en labios de tartamudos, y en extraña lengua hablará a este pueblo. 12 A los cuales dijo: Este es el reposo; dais descanso al cansado; y este es el refrigerio; pero no quisieron escuchar. 13 Mas la palabra de Jehová les fue mandamiento tras mandamiento, mandato tras mandato, línea sobre línea, línea sobre línea, un poquito allí, y otro poquito allá, para que andando, cayeran de espaldas, y fuesen quebrantados, y enlazados, y presos. 14 Por tanto, oíd la palabra de Jehová, varones burladores, que gobernáis a este pueblo que está en Jerusalén. 15Porque dijisteis: Pacto tenemos hecho con la muerte, e hicimos convenio con el Seol; cuando pase el turbión del azote, no llegará a nosotros; porque pusimos nuestro refugio en la mentira, y en la falsedad nos escondimos. 16 Por tanto, así dice Jehová el Señor: He aquí que yo pongo en Sion por fundamento una piedra, piedra probada, angular, preciosa, de cimiento estable; el que creyere, no se apresure. 17Y pondré el juicio a cordel, y la justicia a plomada; y el granizo barrerá el refugio de la mentira, y aguas anegarán el escondite. 18 Y vuestro pacto con la muerte será anulado, y vuestro convenio con el Hades no será firme; y cuando pase el turbión del azote, seréis de él hollados. 19 Y desde el momento que salga os arrebatará, porque de mañana tras mañana pasará, de día y de noche; y será tribulación solamente entender su voz. 20 Porque la cama es más corta que para que el hombre pueda tenderse en ella, y la manta más angosta que para que el hombre pueda envolverse en ella. 21 Porque Jehová se levantará como en el monte Perazim, se airará como en el valle de Gabaón, para hacer su obra, su extraña obra, y para realizar su obra, su extraña obra. 22 Ahora, pues, no os burléis, para que no se fortalezcan más vuestras ataduras; porque he oído del Señor Jehová de los ejércitos, destrucción decidida sobre toda la tierra. 23 Prestad oído, y oíd mi voz; Estád atento, y oíd mi razonamiento. 24 ¿Acaso el que labra ara todo el día para sembrar? ¿Abre y desmenuza los terrones de su tierra? 25 Cuando ha alisado su faz, ¿no esparce el eneldo, y esparce el comino, y echa la espiga de trigo, la cebada indicada, y el trigo en su lugar? 26 Porque su Dios le instruye en discreción, Y le enseña. 27 Porque el eneldo no se trilla con trillo, ni sobre el comino se mueve rueda de carreta; sino que con palo se desmenuza el eneldo, y con vara se desmenuza el comino. 28 El trigo está magullado, porque nunca más lo trillará, ni lo quebrará con la rueda de su carreta, ni lo quebrantará su caballería. 29 Esto también viene de Jehová de los ejércitos, Maravilloso en consejo, y magnífico en hechos. CAPÍTULO 29 1 ¡Ay de Ariel, de Ariel, ciudad donde habitó David! Añadid año tras año; inmolad sacrificios. 2 Aún angustiaré a Ariel, y habrá tristeza y dolor; pero me será como Ariel. 3 Y acamparé contra ti alrededor, y te sitiaré con fortificación, y levantaré contra ti fortalezas. 4 Y serás derribado, y hablarás desde la tierra, y tu habla será susurrante desde el polvo, y tu voz será de la tierra como de un erudito, y tu habla susurrará desde el polvo. 5 Además, la multitud de tus extranjeros será como polvo menudo, y la multitud de los fuertes como tamo que pasa; sí, será de repente, como un instante. 6 Serás visitada por Jehová de los ejércitos con truenos y con terremotos y con gran estruendo, con torbellino y tempestad, y llama de fuego consumidor. 7 Y será como un sueño de visión nocturna la multitud de todas las naciones que pelean contra Ariel, y todos los que pelean contra ella y contra su ejército, y los que la angustian. 8 Será como el que tiene hambre y sueña, y he aquí que come, pero al despertar, su alma está vacía; o como el que tiene sed y sueña, y he aquí que bebe, pero al despertar, está cansado, y su alma tiene hambre. Así será la multitud de todas las naciones que pelean contra el monte de Sion. 9 Deteneos y maravillaos; gritad y vociferad; Se emborrachan, mas no de vino; Se tambalean, mas no de sidra. 10 Porque Jehová derramó sobre vosotros espíritu de sueño, y cerró vuestros ojos; y cubrió vuestros profetas, y a vuestros gobernantes, y a los videntes. 11 Y os será toda visión como palabras de un libro sellado, el cual si dieren a uno que sabe leer, y le dijeren: Lee ahora esto. Y él responderá: No puedo, porque está sellado.
  • 14. Isaías 12 Y se le da el libro a aquel que no sabe leer, y se le dice: Lee ahora esto. Y él responde: No soy letrado. 13 Dijo, pues, el Señor: Porque este pueblo se acerca a mí con su boca, y con sus labios me honra, pero su corazón está lejos de mí, y su temor de mí no es más que mandamiento de hombres que les ha sido enseñado; 14 Por tanto, he aquí que yo volveré a hacer entre este pueblo una obra maravillosa, una obra maravillosa y un prodigio; porque perecerá la sabiduría de sus sabios, y se desvanecerá la inteligencia de sus entendidos. 15 ¡Ay de los que procuran ocultar de Jehová su consejo, y sus obras están en tinieblas, y dicen: ¿Quién nos ve, y quién nos conoce? 16 Ciertamente vuestro desorden será estimado como el barro del alfarero; porque ¿dirá la obra del que la hizo: No me hizo? ¿O dirá la obra del que la formó: No tuvo entendimiento? 17 ¿No es de aquí a muy poco que el Líbano se convertirá en campo fértil, y el campo fértil será estimado por bosque? 18 Y en aquel día los sordos oirán las palabras del libro, y los ojos de los ciegos verán en medio de la oscuridad y de las tinieblas. 19 También los mansos aumentarán su alegría en Jehová, y los pobres de entre los hombres se alegrarán en el Santo de Israel. 20 Porque el terrible será destruido, y el escarnecedor será consumido, y serán talados todos los que acechan la iniquidad. 21 Los cuales hacen pecar al hombre por palabra, y ponen lazo al que reprende en la puerta, y hacen pervertir al justo por cosa sin importancia. 22 Por tanto, así dice Jehová, que redimió a Abraham, acerca de la casa de Jacob: No será ahora avergonzado Jacob, ni palidecerá ahora su rostro. 23 Pero cuando vea a sus hijos, obra de mis manos, en medio de él, ellos santificarán mi nombre, y santificarán al Santo de Jacob, y temerán al Dios de Israel. 24 También los errados de espíritu adquirirán inteligencia, y los murmuradores aprenderán doctrina. CAPÍTULO 30 1 ¡Ay de los hijos rebeldes, dice Jehová, que toman consejo, y no de mí, y se cubren con cobertura, y no de mi Espíritu, añadiendo pecado sobre pecado! 2 Los que andan para descender a Egipto, y no preguntaron a mi boca, Para fortalecerse con la fuerza de Faraón, Y confiar bajo la sombra de Egipto. 3 Por tanto, la fortaleza de Faraón os será para vergüenza, y el refugio en la sombra de Egipto para confusión. 4 Porque sus príncipes estaban en Zoán, y sus embajadores llegaron a Hanes. 5 Todos se avergonzaron de un pueblo que no les podía aprovechar, ni serles de ayuda ni de provecho, sino de vergüenza y también de oprobio. 6 Profecía sobre las bestias del Neguev: A la tierra de tribulación y de angustia, de donde salen el león joven y el viejo, la víbora y la serpiente voladora, llevarán sobre hombros de asnos sus riquezas, y sus tesoros sobre hatos de camellos, a un pueblo que no les será de provecho. 7 Porque en vano y sin provecho darán ayuda los egipcios; por eso clamé sobre esto: Su fuerza será estarse quietos. 8 Ve, pues, y escribe esto delante de ellos en una tabla, y regístralo en un libro, para que quede hasta el día postrero, eternamente y para siempre. 9 Porque este pueblo es rebelde, hijos mentirosos, hijos que no quisieron oír la ley de Jehová; 10 que dicen a los videntes: No veáis; y a los profetas: No nos profeticéis lo recto, decidnos cosas halagüeñas, profetizad engaños; 11 Apartaos del camino, apartaos de la senda, haced desaparecer de nuestra presencia al Santo de Israel. 12 Por tanto, así dice el Santo de Israel: Por cuanto menospreciáis esta palabra, y confiáis en violencia y en perversidad, y en ellas os apoyáis, 13 Por tanto, esta iniquidad os será como una grieta que está a punto de caer, como una grieta que se abre en un muro alto, y cuya caída viene de repente, en un instante. 14 Y lo quebrará como se quiebra una vasija de alfarero, que se hace pedazos; no tendrá misericordia; que al romperse no se halle tiesto para sacar fuego del hogar, ni para sacar agua de la cisterna. 15 Porque así dice Jehová el Señor, el Santo de Israel: En descanso y en reposo seréis salvos; en quietud y en confianza estará vuestra fortaleza; y no quisisteis. 16 Pero dijisteis: No, sino que huiremos a caballo, por tanto, vosotros huiréis; y: Cabalgaremos sobre caballos ligeros, por tanto, serán ligeros los que os persigan. 17 Mil huirán a la reprensión de uno, y a la reprensión de cinco huiréis, hasta que quedéis como faro sobre la cumbre del monte, y como pendón sobre un collado. 18 Por tanto, Jehová esperará para tener piedad de vosotros, y por eso será ensalzado teniendo de vosotros misericordia; porque Jehová es Dios de juicio; bienaventurados todos los que esperan en él. 19 Porque el pueblo morará en Sión, en Jerusalén; no llorarás más; tendrá misericordia de ti a la voz de tu clamor; te responderá cuando la oiga. 20 Y aunque el Señor te dé pan de adversidad y agua de aflicción, con todo, tus maestros nunca más serán quitados, sino que tus ojos verán a tus maestros. 21 Y tus oídos oirán a tus espaldas palabra que diga: Este es el camino, andad por él; y no echéis a la mano derecha, ni tampoco torzáis a la mano izquierda. 22 Asimismo contaminaréis la cubierta de tus imágenes talladas de plata, y el ornato de tus imágenes de fundición de oro; como a paño menstrual los arrojarás, y les dirás: Vete de aquí. 23 Entonces él dará la lluvia para tu sementera, para que sembres la tierra, y pan del producto de la tierra; y será fecunda y abundante; tus ganados pacerán en aquel día en amplios pastos. 24 Asimismo los bueyes y los asnos que labran la tierra comerán forraje limpio, aventado con pala y con bieldo. 25 Y habrá sobre todo monte alto, y en todo collado alto, ríos y corrientes de aguas en el día de la gran matanza, y cuando caigan las torres. 26 Y la luz de la luna será como la luz del sol, y la luz del sol siete veces mayor, como la luz de siete días, el día que vendare Jehová la herida de su pueblo, y sanare la llaga de su herida. 27 He aquí que el nombre de Jehová viene de lejos, encendido en ira, y su carga es pesada; sus labios llenos de indignación, y su lengua como fuego consumidor.
  • 15. Isaías 28 Y su aliento, como río que desborda, llegará hasta el cuello, para zarandear las naciones con una criba de vanidad; y habrá freno en las quijadas de los pueblos, para hacerlos errar. 29 Tendréis cántico, como de noche en que se celebra santa solemnidad, y alegría de corazón, como el que va con flauta para venir al monte de Jehová, al Fuerte de Israel. 30 Y Jehová hará oír la voz de su gloria, y hará ver el descenso de su brazo, con el ardor de su ira, con llama de fuego consumidor, con esparcimiento, tempestad y granizo. 31 Porque con la voz de Jehová será quebrantado el asirio, que hirió con vara. 32 Y en todo lugar por donde pase la vara de tierra que Jehová pondrá sobre él, será con panderos y arpas; y en batallas de temblor peleará con ella. 33 Porque Tofet fue ordenado desde tiempo antiguo, y para el rey está preparado; él lo hizo profundo y ancho; su pira es fuego y mucha leña; el aliento de Jehová, como torrente de azufre, lo encenderá. CAPÍTULO 31 1 ¡Ay de los que descienden a Egipto por ayuda, y confían en los caballos, y en los carros porque son muchos, y en la gente de a caballo porque es muy fuerte; y no miran al Santo de Israel, ni buscan a Jehová! 2 Pero él también es sabio, y traerá el mal, y no retractará sus palabras; sino que se levantará contra la casa de los malignos, y contra el auxilio de los que obran iniquidad. 3 Ahora bien, los egipcios son hombres, no Dios; y sus caballos, carne, no espíritu. Cuando el Señor extienda su mano, caerá el que ayuda y el que es socorrido, y todos desfallecerán a una. 4 Porque así me ha hablado Jehová: Como el león y el cachorro de león ruge sobre su presa, Y si se junta cuadrilla de pastores contra él, No temerá por la voz de ellos, Ni se acobardará por el tropel de ellos; así Jehová de los ejércitos descenderá a pelear sobre el monte de Sion, y sobre su collado. 5 Como las aves que vuelan, así amparará Jehová de los ejércitos a Jerusalén; amparando y defendiéndola, la librará, y pasando, la preservará. 6 Volveos a aquel contra quien se han rebelado profundamente los hijos de Israel. 7 Porque en aquel día todo hombre arrojará de su mano sus ídolos de plata y sus ídolos de oro, que os hicieron vuestras manos por pecado. 8 Entonces el asirio caerá a espada, no de valiente, y a espada no de hombre humilde lo devorará; sino que él huirá delante de la espada, y sus jóvenes serán deshechos. 9 Y de temor pasará a su fortaleza, y sus príncipes tendrán temor de la bandera, dice Jehová, cuyo fuego está en Sión, y su horno en Jerusalén. CAPÍTULO 32 1 He aquí que para justicia reinará un rey, y príncipes presidirán para juicio. 2 Y será el hombre como escondedero contra el viento, y como guarida contra el turbión, como arroyos de aguas en tierra seca, y como sombra de una gran peña en tierra calurosa. 3 Y los ojos de los que ven no se oscurecerán, y los oídos de los que oyen escucharán. 4 También el corazón de los temerarios entenderá la sabiduría, y la lengua de los tartamudos estará lista para hablar claramente. 5 Al vil ya no se le llamará liberal, ni al patán se le llamará generoso. 6 Porque el vil hablará vilezas, y su corazón maquinará iniquidad, para hacer hipocresía y para hablar falsedad contra Jehová, para dejar vacía el alma del hambriento, y hacer falta la bebida del sediento. 7 También los instrumentos del villano son malos; trama designios perversos para destruir a los pobres con palabras mentirosas, aun cuando el necesitado habla con rectitud. 8 Mas el liberal piensa cosas liberales, y por ellas permanecerá. 9 Levantaos, mujeres reposadas; oíd mi voz, hijas despreocupadas; prestad oído a mi razón. 10 Muchos días y años estaréis turbadas, oh mujeres despreocupadas; porque la vendimia faltará, la recolección no llegará. 11 Temblad, oh mujeres ociosas; turbaos, vosotras las indolentes; despojaos y desnudaos, y ceñid cilicio sobre vuestros lomos. 12 Lamentarán por los pechos, por los campos deliciosos, por la vid fructífera. 13 Sobre la tierra de mi pueblo crecerán espinos y cardos, y sobre todas las casas de alegría, en la ciudad alegre; 14 Porque los palacios serán abandonados, la multitud de la ciudad será dejada; las fortalezas y las torres serán guaridas para siempre, alegría de asnos monteses, pasto de ovejas; 15 hasta que sobre nosotros se derrame el Espíritu desde lo alto, y el desierto se convierta en campo fértil, y el campo fértil sea estimado por bosque. 16 Entonces el juicio morará en el desierto, y en el campo fértil morará la justicia. 17 Y la obra de la justicia será paz, y el efecto de la justicia, tranquilidad y seguridad para siempre. 18 Y mi pueblo habitará en morada de paz, en habitaciones seguras y en recreos de reposo; 19 Cuando granice, descendiendo sobre el bosque, y la ciudad quede abatida en un lugar bajo. 20 Bienaventurados los que sembráis junto a todas las aguas, Y enviáis allá las patas del buey y del asno. CAPÍTULO 33 1 ¡Ay de ti que saqueas, y no fuiste saqueado; que obraste con deslealtad, y no obraron con deslealtad contra ti! Cuando cese el saqueo, serás saqueado; y cuando acabes de obrar con deslealtad, obrarán con deslealtad contra ti. 2 Oh Jehová, ten piedad de nosotros, pues en ti hemos esperado: Sé su brazo cada mañana, También nuestra salvación en el tiempo de angustia. 3 Al estruendo del tumulto huyeron los pueblos; al alzamiento de ti se dispersaron las naciones. 4 Y se juntarán vuestros despojos como se juntan las orugas; arremeterá sobre ellos como si huyeran langostas. 5 Jehová es exaltado, el cual mora en las alturas; Ha llenado a Sion de juicio y de justicia.
  • 16. Isaías 6 Y la sabiduría y el conocimiento serán la estabilidad de tus tiempos, y la fortaleza de la salvación; El temor de Jehová será su tesoro. 7 He aquí que sus valientes clamarán fuera; los mensajeros de paz llorarán amargamente. 8 Los caminos están desolados, cesó el caminante; quebrantó el pacto, aborreció las ciudades, no hizo caso de hombre. 9 La tierra está de luto y languidece; el Líbano está avergonzado y cortado; Sarón fue como un desierto, y Basán y el Carmelo se sacudieron sus frutos. 10 Ahora me levantaré, dice Jehová; ahora seré enaltecido, ahora me exaltaré. 11 Concebiréis hojarasca, daréis a luz hojarasca; vuestro aliento, como fuego, os consumirá. 12 Y los pueblos serán como cal quemada; como espinos cortados serán quemados en el fuego. 13 Oíd, los que estáis lejos, lo que he hecho; y vosotros que estáis cerca, reconoced mi poderío. 14 Los pecadores de Sión temen; el temor ha sobrecogido a los hipócritas. ¿Quién de nosotros morará con el fuego devorador? ¿Quién de nosotros morará con las llamas eternas? 15 El que anda en justicia y habla lo recto, el que aborrece la ganancia de violencia, el que sacude sus manos para no recibir cohecho, el que tapa sus oídos para no oír sangres y cierra sus ojos para no ver el mal; 16 Él habitará en las alturas; fortaleza de rocas será su lugar de refugio; se le dará su pan, y sus aguas serán seguras. 17 Tus ojos verán al Rey en su hermosura; Verán la tierra que está muy lejana. 18 Tu corazón meditará sobre el terror. ¿Dónde está el escriba? ¿Dónde está el receptor? ¿Dónde está el que contaba las torres? 19 No verás pueblo feroz, pueblo de lengua difusa que no puedes entender, De lengua tartamuda que no puedes entender. 20 Mira a Sión, ciudad de nuestras solemnidades; tus ojos verán a Jerusalén, morada de reposo, tabernáculo que no será derribado; nunca más se moverá una de sus estacas, ni ninguna de sus cuerdas se romperá. 21 Pero allí nos será glorioso Jehová como lugar de ríos anchos y de arroyos, por donde no andará galera de remos, ni pasará por él nave valiente. 22 Porque Jehová es nuestro juez, Jehová es nuestro legislador, Jehová es nuestro Rey; él nos salvará. 23 Se soltaron tus aparejos; no pudieron reforzar bien su mástil, ni ensartar la vela; entonces se repartió botín de muchos despojos; los cojos arrebataron el botín. 24 Y no dirá el morador: Estoy enfermo; al pueblo que more en ella le será perdonada su iniquidad. CAPÍTULO 34 1 Acercaos, naciones, para oír; y vosotros, pueblos, prestad atención: oiga la tierra y su plenitud, el mundo, y todo lo que produce. 2 Porque la indignación de Jehová está sobre todas las naciones, y su furor sobre todo el ejército de ellos; los destruirá por completo, los entregará al matadero. 3 Sus muertos también serán arrojados fuera, y su hedor subirá de sus cadáveres, y los montes se derretirán con su sangre. 4 Y todo el ejército de los cielos se disolverá, y los cielos se enrollarán como un pergamino; y todo su ejército caerá, como se cae la hoja de la parra, y como se cae la de la higuera. 5 Porque mi espada se bañará en el cielo; he aquí que descenderá sobre Edumea, y sobre el pueblo de mi anatema, para juicio. 6 Llena está de sangre la espada de Jehová, y engrasada está de grosura, de sangre de corderos y de machos cabríos, de grosura de riñones de carneros; porque Jehová tiene sacrificio en Bosra, y gran matanza en la tierra de Edom. 7 Y con ellos descenderán unicornios, y becerros con toros; y su tierra será empapada de sangre, y su polvo se engrasará de grosura. 8 Porque es día de venganza de Jehová, año de retribuciones en el pleito de Sion. 9 Y sus arroyos se convertirán en pez, y su polvo en azufre, y su tierra se tornará en pez ardiente. 10 No se apagará de noche ni de día, sino que su humo subirá perpetuamente; de generación en generación será asolada, y eternamente no pasará nadie por ella. 11 Pero el pejerrey y el avetoro la poseerán, el búho y el cuervo morarán en ella; y extenderán sobre ella cordel de confusión, y piedras de vacío. 12 Llamarán a sus principales al reino, pero no habrá allí ninguno, y todos sus príncipes serán nada. 13 Y crecerán espinos en sus palacios, ortigas y zarzas en sus fortalezas; y será morada de chacales, y patio de avestruces. 14 También las fieras del desierto se encontrarán con las fieras de la isla, y el sátiro gritará a su compañero; también el búho descansará allí, y hallará para sí un lugar de descanso. 15 Allí hará nido el gran búho, y pondrá, y empollará, y juntará bajo su sombra; allí también se juntarán los buitres, cada uno con su pareja. 16 Inquirid en el libro de Jehová, y leed: No faltará ninguno de ellos, ni faltará a su mujer; porque mi boca mandó, y su Espíritu los reunió. 17 Y él les echó suertes, y su mano les repartió con cordel; para siempre la poseerán; de generación en generación habitarán allí. CAPÍTULO 35 1 El desierto y la soledad se alegrarán, y el yermo se gozará, y florecerá como la rosa. 2 Florecerá profusamente, y se alegrará con alegría y canto; la gloria del Líbano le será dada, la hermosura del Carmelo y de Sarón; ellos verán la gloria de Jehová, y la hermosura del Dios nuestro. 3 Fortaleced las manos cansadas, afirmad las rodillas vacilantes. 4 Di a los de corazón apocado: Esforzaos, no temáis; he aquí que vuestro Dios viene con venganza, y con retribución; él vendrá, y os salvará. 5 Entonces los ojos de los ciegos serán abiertos, y los oídos de los sordos se abrirán.
  • 17. Isaías 6 Entonces el cojo saltará como un ciervo, y cantará la lengua del mudo; porque aguas serán cavadas en el desierto, y torrentes en la soledad. 7 Y el lugar seco se convertirá en estanque, y el sequedal en manaderos de aguas; en la morada de los dragones, dondequiera que pongan su guarida, habrá cañas y juncos. 8 Y habrá allí calzada y camino, y se llamará Camino de Santidad; no pasará inmundo por él; sino que será para los que anduvieron en camino, aunque fueron necios, no se extraviarán en él. 9 No habrá allí león, ni bestia feroz subirá por él; no se hallará allí; sino que allí andarán los redimidos. 10 Y los redimidos de Jehová volverán, y vendrán a Sión con alegría, y gozo perpetuo sobre sus cabezas; tendrán gozo y alegría, y huirán la tristeza y el gemido. CAPÍTULO 36 1 Aconteció en el año catorce del rey Ezequías, que Senaquerib rey de Asiria subió contra todas las ciudades fortificadas de Judá, y las tomó. 2 El rey de Asiria envió al Rabsaces desde Laquis a Jerusalén, contra el rey Ezequías, con un gran ejército. Este se detuvo junto al acueducto del estanque superior, en el camino del campo del Lavador. 3 Entonces salieron a él Eliaquim hijo de Hilcías, mayordomo, y Sebna escriba, y Joa hijo de Asaf, canciller. 4 Y Rabsaces les dijo: Decid ahora a Ezequías: El gran rey, el rey de Asiria, dice así: ¿Qué confianza es esta en que confías? 5 Digo, dices tú (pero son vanas palabras): Yo tengo consejo y fuerza para la guerra; ¿en quién confías, pues, para que te rebeles contra mí? 6 He aquí, tú confías en este báculo de caña quebrada, en Egipto; si alguno se apoyare en él, se le entrará por la mano, y la traspasará; así es Faraón rey de Egipto para todos los que en él confían. 7 Pero si me dices: En Jehová nuestro Dios confiamos; ¿no es él aquel cuyos lugares altos y cuyos altares quitó Ezequías, y dijo a Judá y a Jerusalén: Delante de este altar adoraréis? 8 Ahora pues, te ruego que des prendas a mi señor el rey de Asiria, y yo te daré dos mil caballos, si tú puedes poner jinetes sobre ellos. 9 ¿Cómo, pues, harás volver la espalda a un capitán, uno de los más pequeños de los siervos de mi señor, y pondrás tu confianza en Egipto para carros y gente de a caballo? 10 ¿Acaso he subido ahora sin el SEÑOR contra esta tierra para destruirla? El SEÑOR me dijo: «Sube a esta tierra y destrúyela». 11 Entonces Eliaquim, Sebna y Joa dijeron al Rabsaces: Te ruego que hables a tus siervos en lengua aramea, porque nosotros la entendemos; y no nos hables en lengua judía, a oídos del pueblo que está sobre el muro. 12 Pero Rabsaces dijo: ¿Acaso mi señor me ha enviado a ti y a tu señor para decir estas palabras? ¿No me ha enviado a los hombres que están sentados sobre el muro, para que coman su propio estiércol y beban su propia orina con vosotros? 13 Entonces el Rabsaces se puso en pie y clamó a gran voz en judío, y dijo: Oíd las palabras del gran rey, el rey de Asiria. 14 Así dice el rey: No os engañe Ezequías, porque no os podrá librar. 15 Ni os haga Ezequías confiar en Jehová, diciendo: Ciertamente nos librará Jehová; no será entregada esta ciudad en mano del rey de Asiria. 16 No escuchéis a Ezequías, porque así dice el rey de Asiria: Haced conmigo un pacto con un presente, y salid a mí, y comed cada uno de su vid y de su higuera, y bebed cada uno las aguas de su cisterna; 17 Hasta que yo venga y os lleve a una tierra como la vuestra, tierra de trigo y de vino, tierra de pan y de viñas. 18 ¡Cuidado, no sea que Ezequías os convenza, diciendo: «El Señor nos librará»! ¿Acaso alguno de los dioses de las naciones ha librado su tierra de la mano del rey de Asiria? 19 ¿Dónde están los dioses de Hamat y de Arfad? ¿Dónde están los dioses de Sefarvaim? ¿Acaso han librado a Samaria de mi mano? 20 ¿Quiénes son entre todos los dioses de estas tierras que han librado su tierra de mi mano, para que Jehová libre de mi mano a Jerusalén? 21 Pero ellos callaron, y no le respondieron palabra; porque el mandamiento del rey había dicho: No le respondáis. 22 Entonces Eliaquim hijo de Hilcías, mayordomo de la casa real, y Sebna escriba, y Joa hijo de Asaf, canciller, vinieron a Ezequías, rasgados sus vestidos, y le relataron las palabras del Rabsaces. CAPÍTULO 37 1 Y cuando el rey Ezequías lo oyó, rasgó sus vestidos, y se cubrió de cilicio, y entró en la casa de Jehová. 2 Y envió a Eliaquim mayordomo, y a Sebna escriba, y a los ancianos de los sacerdotes, cubiertos de cilicio, al profeta Isaías hijo de Amoz. 3 Y le dijeron: Así dice Ezequías: Día de angustia, de reprensión y de blasfemia es este día; porque los hijos han llegado hasta la edad de nacer, y la que da a luz no tiene fuerzas. 4 Quizá oirá Jehová tu Dios las palabras de Rabsaces, al cual el rey de Asiria su señor envió para blasfemar al Dios viviente, y para reprender con las palabras que oyó Jehová tu Dios; eleva, pues, oración por el remanente que aún ha quedado. 5 Entonces los siervos del rey Ezequías vinieron a Isaías. 6 Y les respondió Isaías: Así diréis a vuestro señor: Así dice Jehová: No temas por las palabras que has oído, con las cuales los siervos del rey de Asiria me han blasfemado. 7 He aquí que yo enviaré sobre él un viento, y oirá rumor, y volverá a su tierra; y en su tierra yo lo haré caer a espada. 8 Volvió, pues, el Rabsaces, y halló al rey de Asiria peleando contra Libna, porque había oído que se había apartado de Laquis. 9 Y oyó decir acerca de Tirhaca, rey de Etiopía: «Ha salido a hacerte la guerra». Y al oírlo, envió mensajeros a Ezequías, diciendo: 10 Así hablaréis a Ezequías rey de Judá, diciendo: No te engañe tu Dios en quien tú confías, diciendo: Jerusalén no será entregada en mano del rey de Asiria. 11 He aquí, tú has oído lo que los reyes de Asiria han hecho a todas las tierras, destruyéndolas por completo; ¿y serás tú libre?
  • 18. Isaías 12 ¿Acaso libraron los dioses de las naciones que mis padres destruyeron, es decir, a Gozán, Harán, Resef y los hijos de Edén que estaban en Telasar? 13 ¿Dónde está el rey de Hamat, y el rey de Arfad, y el rey de la ciudad de Sefarvaim, de Hena y de Iva? 14 Y tomó Ezequías la carta de mano de los mensajeros, y la leyó; y subió Ezequías a la casa de Jehová, y la extendió delante de Jehová. 15 Entonces Ezequías oró a Jehová, diciendo: 16 Oh Jehová de los ejércitos, Dios de Israel, que moras entre los querubines, sólo tú eres Dios de todos los reinos de la tierra; tú hiciste los cielos y la tierra. 17 Inclina, oh Jehová, tu oído, y escucha; abre, oh Jehová, tus ojos, y mira, y oye todas las palabras de Senaquerib, que ha enviado a blasfemar al Dios viviente. 18 Ciertamente, oh Jehová, los reyes de Asiria han asolado todas las naciones y sus tierras, 19 Y echaron sus dioses al fuego, porque no eran dioses, sino obra de manos de hombres, madera y piedra; y los destruyeron. 20 Ahora pues, oh Jehová Dios nuestro, líbranos de su mano, para que todos los reinos de la tierra sepan que sólo tú eres Jehová. 21 Entonces Isaías hijo de Amoz envió a decir a Ezequías: Así dice Jehová el Dios de Israel: En cuanto a que me rogaste acerca de Senaquerib rey de Asiria: 22 Esta es la palabra que Jehová ha hablado acerca de él: La virgen hija de Sion te ha menospreciado, y se ha burlado de ti; Ha meneado sobre ti su cabeza la hija de Jerusalén. 23 ¿A quién has vituperado y blasfemado? ¿Contra quién has alzado la voz y alzado tus ojos? Contra el Santo de Israel. 24 Por mano de tus siervos has injuriado a Jehová, y has dicho: Con la multitud de mis carros subiré a las alturas de los montes, a las laderas del Líbano; talaré sus altos cedros, y sus cipreses escogidos, y entraré hasta lo alto de su territorio, y al bosque de su Carmelo. 25 Yo cavé, y bebí aguas, y con las plantas de mis pies sequé todos los ríos de los lugares sitiados. 26 ¿No has oído desde hace mucho tiempo cómo lo hice? ¿Y desde tiempos antiguos que lo forjé? Ahora lo he hecho, para que conviertas ciudades fortificadas en montones de ruinas. 27 Por lo cual sus moradores eran de poca fuerza, estaban turbados y confundidos; eran como la hierba del campo, y como hierba verde, como la hierba sobre los tejados, y como trigo marchito antes que brote. 28 Pero yo conozco tu morada, tu salida y tu entrada, y tu furor contra mí. 29 Por cuanto contra mí se ha enfurecido, y tu alboroto ha subido a mis oídos, yo pondré, por tanto, mi garfio en tu nariz, y mi freno en tus labios, y te haré volver por el camino por donde viniste. 30 Y esto os será por señal: Comeréis este año lo que nazca de suyo, y el segundo año lo que nazca de ello; y el tercer año sembraréis, y segaréis, y plantaréis viñas, y comeréis su fruto. 31 Y el remanente que hubiere escapado de la casa de Judá volverá a echar raíces abajo, y dará fruto arriba; 32 Porque de Jerusalén saldrá un remanente, y del monte de Sion escaparán; el celo de Jehová de los ejércitos hará esto. 33 Por tanto, así dice Jehová acerca del rey de Asiria: No entrará en esta ciudad, ni lanzará allí saeta, ni vendrá delante de ella con escudo, ni levantará contra ella terraplén. 34 Por el mismo camino que vino volverá, y no entrará en esta ciudad, dice Jehová. 35 Porque yo ampararé esta ciudad para salvarla por amor de mí mismo, y por amor de David mi siervo. 36 Entonces salió el ángel de Jehová, e hirió en el campamento de los asirios a ciento ochenta y cinco mil; y cuando se levantaron por la mañana, he aquí que todo era cuerpos de muertos. 37 Entonces Senaquerib rey de Asiria partió, y fue, y volvió, y habitó en Nínive. 38 Y aconteció que mientras él adoraba en el templo de Nisroc su dios, Adramelec y Sarezer sus hijos lo hirieron a espada, y huyeron a la tierra de Armenia; y reinó en su lugar Esar-hadón su hijo. CAPÍTULO 38 1 En aquellos días, Ezequías enfermó de muerte. Y el profeta Isaías, hijo de Amoz, se le acercó y le dijo: «Así dice el Señor: «Ordena tu casa, porque morirás, y no vivirás». 2 Entonces volvió Ezequías su rostro hacia la pared y oró a Jehová, 3 Y dijo: «Te ruego, oh Señor, que recuerdes cómo he andado delante de ti con verdad y con un corazón perfecto, y he hecho lo que te agrada». Y Ezequías lloró desconsoladamente. 4 Entonces vino palabra de Jehová a Isaías, diciendo: 5 Ve y di a Ezequías: Así dice Jehová el Dios de David tu padre: Yo he oído tu oración, y he visto tus lágrimas; he aquí yo añadiré a tus días quince años. 6 Y yo te libraré a ti y a esta ciudad de mano del rey de Asiria, y ampararé esta ciudad. 7 Y esto te será por señal de parte de Jehová, de que Jehová hará esto que ha dicho; 8 He aquí, haré retroceder diez grados la sombra de los grados que ha descendido en el reloj solar de Acaz. Así el sol retrocedió diez grados, los mismos que había descendido. 9 Escritura de Ezequías rey de Judá, cuando enfermó y sanó de su enfermedad: 10 Dije: En el término de mis días iré a las puertas del Seol; Privado estoy del resto de mis años. 11 Dije: No veré a Jehová, ni a Jehová, en la tierra de los vivientes; no veré más hombre con los moradores del mundo. 12 Mi vejez se ha apartado, Y se ha alejado de mí como tienda de pastor; Como tejedor he cortado mi vida; Me cortará con enfermedad; De día y de noche me consumirás. 13 Yo pensaba hasta la mañana que él, como león, quebrantaría todos mis huesos; de día y de noche me acabarás. 14 Como la grulla y la golondrina, así gemía; gemía como paloma; desfallecían mis ojos por mirar hacia arriba. Oh Jehová, estoy angustiado; toma por mí.
  • 19. Isaías 15 ¿Qué diré? Él me habló, y él mismo lo hizo: Andaré humildemente todos mis años en la amargura de mi alma. 16 Oh Señor, por estas cosas vivirán los hombres, y en todas estas cosas está la vida de mi espíritu: así me recuperarás, y me harás vivir. 17 He aquí que por paz yo sentía gran amargura, Mas tú, por amor a mi alma, la libraste del hoyo de corrupción, Porque echaste tras tus espaldas todos mis pecados. 18 Porque el Seol no puede alabarte, ni la muerte puede celebrarte; los que descienden a la fosa no esperan tu verdad. 19 El que vive, el que vive, éste te alabará, como yo hoy; El padre hará notoria tu verdad a los hijos. 20 El Señor estaba dispuesto a salvarme; por eso cantaremos mis cánticos al son de instrumentos de cuerda todos los días de nuestra vida en la casa del Señor. 21 Porque Isaías había dicho: Tomen masa de higos y pónganla como una compresa sobre la llaga, y sanará. 22 También Ezequías había dicho: ¿Cuál será la señal de que subiré a la casa de Jehová? CAPÍTULO 39 1 En aquel tiempo Merodac-baladán hijo de Baladán, rey de Babilonia, envió cartas y un presente a Ezequías, porque oyó que había estado enfermo, y que había sanado. 2 Y se alegró Ezequías con ellos, y les mostró la casa de sus objetos preciosos, plata y oro, especias aromáticas, ungüentos preciosos, toda su casa de armas, y todo lo que se hallaba en sus tesoros; nada hubo que Ezequías no les mostrase, en su casa ni en todos sus dominios. 3 Entonces el profeta Isaías se presentó ante el rey Ezequías y le preguntó: «¿Qué dijeron estos hombres? ¿Y de dónde vinieron a ti?». Y Ezequías respondió: «Han venido a mí de un país lejano, de Babilonia». 4 Entonces él dijo: «¿Qué han visto en tu casa?». Y Ezequías respondió: «Todo lo que hay en mi casa lo han visto; no hay nada entre mis tesoros que no les haya mostrado». 5 Entonces Isaías dijo a Ezequías: Oye palabra de Jehová de los ejércitos: 6 He aquí vienen días en que todo lo que hay en tu casa, y todo lo que tus padres atesoraron hasta hoy, será llevado a Babilonia; nada quedará, dice Jehová. 7 Y de tus hijos que saldrán de ti, que engendrarás, tomarán, y serán eunucos en el palacio del rey de Babilonia. 8 Entonces Ezequías dijo a Isaías: «Buena es la palabra del Señor que has hablado». Y añadió: «Habrá paz y verdad en mis días». CAPÍTULO 40 1 Consolad, consolad a mi pueblo, dice vuestro Dios. 2 Hablad al corazón de Jerusalén, y decidle a voces que su tiempo es ya cumplido, que su iniquidad es perdonada, que ha recibido de la mano de Jehová el doble por todos sus pecados. 3 Voz que clama en el desierto: Preparad camino a Jehová; Enderezad calzada en la soledad a nuestro Dios. 4 Todo valle será alzado, y bájese todo monte y collado; lo torcido se enderezará, y lo áspero se allanará. 5 Y se manifestará la gloria de Jehová, y toda carne juntamente la verá; porque la boca de Jehová lo ha dicho. 6 La voz dijo: «¡Grita!». Y él respondió: «¿Qué debo gritar? Toda carne es hierba, y toda su hermosura como flor del campo.» 7 La hierba se seca, la flor se marchita, porque el viento de Jehová sopló en ella; ciertamente como hierba es el pueblo. 8 La hierba se seca, la flor se marchita; mas la palabra del Dios nuestro permanece para siempre. 9 Oh Sión, anunciadora de alegría, sube a un monte alto; oh Jerusalén, anunciadora de alegría, alza con fuerza tu voz; álzala, no temas; di a las ciudades de Judá: ¡He aquí vuestro Dios! 10 He aquí que Jehová el Señor vendrá con mano fuerte, y su brazo señoreará por él; he aquí que su galardón con él, y delante de él su obra. 11 Como pastor apacentará su rebaño; en su brazo llevará los corderos, y en su seno los llevará, y pastoreará suavemente a las recién paridas. 12 ¿Quién midió las aguas con el hueco de su mano, y los cielos con su palmo, con tres dedos juntó el polvo de la tierra, y pesó los montes con balanza y con pesas los collados? 13 ¿Quién dirigió al Espíritu de Jehová, o le enseñó siendo su consejero? 14 ¿A quién tomó consejo, y quién le instruyó, y le enseñó el camino del juicio, y le enseñó ciencia, y le mostró el camino de la prudencia? 15 He aquí que las naciones son como la gota de un cubo, y son estimadas como el polvo fino de la balanza; he aquí que él alza las islas como algo muy poco. 16 Y el Líbano no bastará para el fuego, ni sus animales para el holocausto. 17 Todas las naciones son como nada delante de él, Y menos que nada y vanidad le son estimadas. 18 ¿A quién, pues, haréis semejante a Dios? ¿O con qué imagen le haréis semejante? 19 El artífice funde la imagen tallada, y el platero la recubre de oro, y funde cadenas de plata. 20 El que es tan pobre que no tiene ofrenda, escoge un árbol que no se pudra, y busca para sí un artífice sabio que le haga una imagen tallada que no se mueva. 21 ¿No lo sabéis? ¿No lo habéis oído? ¿No os fue dicho desde el principio? ¿No lo habéis entendido desde la fundación de la tierra? 22 Él está sentado sobre el círculo de la tierra, cuyos moradores son como langostas; él extiende los cielos como una cortina, los despliega como una tienda para morar; 23 El que torna en nada a los príncipes, Y a los jueces de la tierra los convierte en vanidad. 24 No serán plantados, ni sembrados; ni su tronco arraigará en la tierra; soplará en ellos, y se secarán, y un torbellino los llevará como rastrojo. 25 ¿A quién, pues, me haréis semejante o me compararéis? —dice el Santo. 26 Alzad en alto vuestros ojos, y mirad quién creó estas cosas, el cual saca y cuenta su ejército; a todas ellas llama por sus nombres; por la grandeza de su fuerza, porque es poderoso en poder; ninguna falta. 27 ¿Por qué dices, Jacob, y hablas tú, Israel: Mi camino está escondido de Jehová, y de mi Dios pasó mi juicio?
  • 20. Isaías 28 ¿No sabes? ¿No has oído que el Dios eterno, el Señor, creador de los confines de la tierra, no desmaya ni se fatiga con cansancio? Su entendimiento es inescrutable. 29 Él da esfuerzo al cansado, y multiplica las fuerzas al que no tiene ningunas. 30 Aun los muchachos se fatigarán y se cansarán, y los jóvenes caerán por completo; 31 Pero los que esperan en Jehová tendrán nuevas fuerzas; levantarán alas como las águilas; correrán, y no se cansarán; caminarán, y no se fatigarán. CAPÍTULO 41 1Callad delante de mí, oh islas, y renueven sus fuerzas los pueblos; acérquense, entonces hablen; acerquémonos todos a juicio. 2 ¿Quién levantó del oriente al justo, lo llamó a su paso, entregó las naciones delante de él y lo hizo gobernar sobre reyes? Los entregó como polvo a su espada, y como hojarasca a su arco. 3 Él los persiguió, y pasó con seguridad, por camino por donde no había andado con sus pies. 4 ¿Quién lo ha obrado y realizado, llamando a las generaciones desde el principio? Yo, el SEÑOR, el primero y el último; yo soy. 5Lo vieron las costas, y temieron; Temieron los confines de la tierra, Se acercaron, y vinieron. 6 Y cada cual ayudó a su prójimo, y cada cual dijo a su hermano: Ten ánimo. 7 Entonces el carpintero animó al platero, y al que alisaba con el martillo al que golpeaba el yunque, diciendo: Listo está para la soldadura. Y lo aseguró con clavos, para que no se moviera. 8 Pero tú, Israel, siervo mío eres, Jacob, a quien yo escogí, descendencia de Abraham, mi amigo. 9 Tú, a quien tomé de los confines de la tierra, y te llamé de entre sus principales, y te dije: Mi siervo eres tú; te escogí, y no te deseché. 10 No temas, porque yo estoy contigo; no desmayes, porque yo soy tu Dios que te esfuerzo, siempre te ayudaré, siempre te sustentaré con la diestra de mi justicia. 11 He aquí que todos los que se enojaron contra ti serán avergonzados y confundidos; serán como nada, y los que contienden contigo perecerán. 12 Buscarás a los que contienden contigo, y no los hallarás; serán como nada, y como cosa que no es, aquellos que te hacen guerra. 13 Porque yo Jehová soy tu Dios, que te sostiene de tu mano derecha, y te dice: No temas, yo te ayudo. 14 No temas, gusano de Jacob, ni vosotros los varones de Israel; yo te ayudaré, dice Jehová, y tu Redentor, el Santo de Israel. 15 He aquí que yo te pongo por trillo nuevo y afilado, con dientes; trillarás los montes y los molerás, y los collados dejarás como tamo. 16 Los aventarás, y los llevará el viento, y los esparcirá la tempestad; y tú te alegrarás en Jehová, y te gloriarás en el Santo de Israel. 17 Cuando los pobres y los necesitados busquen las aguas, y no las hubieren, y su lengua esté reseca de sed, yo Jehová los oiré, yo el Dios de Israel no los desampararé. 18 Abriré ríos en las alturas, y fuentes en medio de los valles; tornaré el desierto en estanques de aguas, y la tierra seca en manantiales de aguas. 19 Plantaré en el desierto cedros, acacias, arrayanes y olivos; en la soledad pondré cipreses, pinos y bojs a una; 20 para que vean y conozcan, adviertan y entiendan todos, que la mano de Jehová hace esto, y que el Santo de Israel lo creó. 21 Presentad vuestra causa, dice Jehová; presentad vuestras fuertes razones, dice el Rey de Jacob. 22 Que nos traigan a la luz, y nos declaren lo que ha de suceder; que nos declaren las cosas anteriores, lo que son, para que las consideremos y sepamos su fin último; o nos declaren las cosas por venir. 23 Dadnos nuevas de lo que ha de venir después, para que sepamos que sois dioses; haced bien, o haced mal, para que estemos espantados, y juntamente lo veamos. 24 He aquí que vosotros sois nada, y vuestra obra vanidad; abominación es el que os escogió. 25 Del norte levanté a uno, y él vendrá; del nacimiento del sol invocará mi nombre; y pisará a los príncipes como sobre lodo, y como pisa el barro el alfarero. 26 ¿Quién lo anunció desde el principio para que lo supiéramos? ¿Y de antemano para que pudiéramos decir: «Es justo»? Sí, no hay quien lo anuncie, sí, no hay quien declare, sí, no hay quien escuche vuestras palabras. 27 Dirá primero a Sión: He aquí, he aquí; y a Jerusalén daré uno que traiga buenas nuevas. 28 Porque miré, y no había entre ellos nadie, ni aun quien me aconsejase; que cuando les preguntara, no pudiese responder palabra. 29 He aquí que todos ellos son vanidad, sus obras nada; sus imágenes de fundición viento y confusión. CAPÍTULO 42 1 He aquí mi siervo, yo le sostendré; mi escogido, en quien mi alma tiene contentamiento; he puesto sobre él mi Espíritu; él traerá juicio a las naciones. 2 No gritará, ni alzará, ni hará oír su voz en la calle. 3 La caña cascada no quebrará, ni el pábilo que humeare no apagará; a verdad sacará el juicio. 4 No desmayará ni desmayará, hasta que establezca en la tierra justicia; Y las islas esperarán su ley. 5 Así dice Jehová Dios, que creó los cielos y los extiende, que extiende la tierra y su producto, que da aliento al pueblo que mora sobre ella, y espíritu a los que por ella andan: 6 Yo Jehová te he llamado en justicia, y te sostendré de la mano, y te guardaré, y te pondré por pacto del pueblo, por luz de las naciones; 7 Para que abras los ojos de los ciegos, Para sacar de la cárcel a los presos, Y de casas de prisión a los que moran en tinieblas. 8 Yo Jehová; éste es mi nombre; y a otro no daré mi gloria, ni mi alabanza a imágenes talladas. 9 He aquí que las cosas primeras se cumplieron, y yo anuncio cosas nuevas; antes que salgan a luz, os las haré saber. 10 Cantad a Jehová un cántico nuevo, y su alabanza desde los confines de la tierra, Los que descendéis al mar, y todo lo que está en él, Las islas, y sus moradores.
  • 21. Isaías 11 Alcen la voz el desierto y sus ciudades, las aldeas donde habita Cedar; canten los moradores de la peña, griten desde la cumbre de los montes. 12 Den gloria a Jehová, Y anuncien su alabanza en las islas. 13 Jehová saldrá como valiente, como hombre de guerra despertará celos; gritará y bramará, y prevalecerá sobre sus enemigos. 14 Mucho tiempo he callado, he callado y me he contenido; ahora gritaré como mujer de parto; destruiré y devoraré a la vez. 15 Y asolaré montes y collados, y secaré toda su hierba; y los ríos en islas, y secaré los estanques. 16 Guiaré a los ciegos por un camino que no conocían; los guiaré por sendas que no habían conocido; transformaré las tinieblas en luz delante de ellos, y lo torcido en llanura. Les haré esto, y no los abandonaré. 17 Serán vueltos atrás, y en gran manera se avergonzarán, los que confían en imágenes talladas, y dicen a las imágenes de fundición: Vosotros sois nuestros dioses. 18 Sordos, oíd, y ciegos, mirad, para que veáis. 19 ¿Quién es ciego sino mi siervo? ¿O sordo como el mensajero que envié? ¿Quién es ciego como el perfecto, y ciego como el siervo del Señor? 20 Ve muchas cosas, y no adviertes; abre los oídos, y no oyes. 21 El Señor se complació por amor de su justicia en magnificar la ley y en engrandecerla. 22 Pero este es pueblo saqueado y despojado; todos ellos están atrapados en cavernas, y escondidos en cárceles; están para presa, y no hay quien libre; para despojo, y no hay quien diga: Restituir. 23 ¿Quién de vosotros prestará oído a esto? ¿Quién escuchará y oirá en lo por venir? 24 ¿Quién entregó a Jacob al saqueo y a Israel a los ladrones? ¿No fue el Señor, contra quien pecamos? Porque no quisieron andar en sus caminos ni obedecieron su ley. 25 Por tanto, derramó sobre él el ardor de su ira, y fuerza de guerra; y le puso fuego por todos lados, y él no entendió; y le quemó, y él no se preocupó. CAPÍTULO 43 1 Mas ahora, así dice Jehová, Creador tuyo, oh Jacob, y Formador tuyo, oh Israel: No temas, porque yo te redimí; te puse nombre; mío eres tú. 2 Cuando pases por las aguas, yo estaré contigo; y si por los ríos, no te anegarán; cuando pases por el fuego, no te quemarás, ni la llama arderá en ti. 3 Porque yo soy Jehová tu Dios, el Santo de Israel, tu Salvador; a Egipto di por tu rescate, a Etiopía y a Seba por ti. 4 Porque a mis ojos fuiste de gran estima, fuiste honorable, y yo te amé; daré, pues, hombres por ti, y naciones por tu vida. 5 No temas, porque yo estoy contigo: del oriente traeré tu descendencia, y del occidente te recogeré; 6 Diré al norte: Da; y al sur: No detengas; trae mis hijos de lejos, y mis hijas de los confines de la tierra; 7 Todo aquel que es llamado por mi nombre, porque para gloria mía lo he creado, yo lo formé, yo lo hice. 8 Sacad a los ciegos que tienen ojos, y a los sordos que tienen oídos. 9 Reúnanse todas las naciones y congréguense los pueblos. ¿Quién de ellos podrá declarar esto y mostrarnos lo que pasó antes? Que presenten sus testigos para que sean justificados, o que escuchen y digan: «Es verdad». 10 Vosotros sois mis testigos, dice Jehová, y mi siervo que yo escogí, para que me conozcáis y creáis, y entendáis que yo mismo soy; antes de mí no fue formado dios, ni lo será después de mí. 11 Yo, yo soy Jehová, y fuera de mí no hay quien salve. 12 Yo anuncié, y salvé, e hice oír, y no había entre vosotros dios ajeno; y vosotros sois mis testigos, dice Jehová, que yo soy Dios. 13 Sí, antes que fuese el día, yo soy, y no hay quien de mi mano libre; Yo trabajaré, ¿y quién lo impedirá? 14 Así dice Jehová, vuestro Redentor, el Santo de Israel: Por vosotros envié a Babilonia, y derribé a todos sus nobles, y a los caldeos, cuyo clamor estaba en las naves. 15 Yo soy el Señor, vuestro Santo, el Creador de Israel, vuestro Rey. 16 Así dice Jehová, el que abre camino en el mar, y senda en las aguas impetuosas; 17 El que saca carro y caballo, ejército y fortaleza; todos ellos yacían juntos, no se levantaban; flaqueaban, se apagaban como estopa. 18 No os acordéis de las cosas pasadas, Ni traigáis a memoria las cosas antiguas. 19 He aquí, haré algo nuevo; ahora brotará; ¿no lo sabréis? Abriré un camino en el desierto, y ríos en la soledad. 20 Las bestias del campo me honrarán, los dragones y los búhos; Porque yo daré aguas en el desierto, y ríos en la soledad, Para beber a mi pueblo, mi escogido. 21 Este pueblo he formado para mí; Mi alabanza publicará. 22 Pero tú no me invocaste, oh Jacob, sino que te cansaste de mí, oh Israel. 23 No me has traído el ganado menor de tus holocaustos, ni me has honrado con tus sacrificios. No te he hecho servir con ofrendas ni te he cansado con incienso. 24 No me compraste caña aromática por dinero, Ni me saciaste con la grosura de tus sacrificios; Antes me hiciste servir con tus pecados, Me fatigaste con tus iniquidades. 25 Yo, yo soy el que borro tus rebeliones por amor de mí mismo, y no me acordaré de tus pecados. 26 Hazme recordar; Contiendamos juntos; Declara, para que seas justificado. 27 Tu primer padre pecó, y tus maestros se rebelaron contra mí. 28 Por tanto, yo profané los príncipes del santuario, y entregué a Jacob por maldición, y a Israel por oprobio. CAPÍTULO 44 1 Ahora pues, oye, Jacob, siervo mío, e Israel, a quien yo escogí: 2 Así dice Jehová, Hacedor tuyo, y el que te formó desde el vientre, el cual te ayudará: No temas, Jacob, siervo mío, ni tú, Jesurún, a quien yo escogí. 3 Porque yo derramaré aguas sobre el sequedal, y ríos sobre la tierra árida; mi Espíritu derramaré sobre tu generación, y mi bendición sobre tus renuevos; 4 Y brotarán como entre la hierba, como sauces junto a las corrientes de las aguas.
  • 22. Isaías 5 Uno dirá: Yo soy de Jehová; y otro se llamará del nombre de Jacob; y otro escribirá con su mano: “Yo soy de Jehová”, y se apellidará con el nombre de Israel. 6 Así dice Jehová Rey de Israel, y su Redentor, Jehová de los ejércitos: Yo soy el primero, y yo soy el postrero, y fuera de mí no hay Dios. 7 ¿Y quién, como yo, proclamará y declarará, y me lo pondrá en orden, desde que establecí el pueblo antiguo? Y las cosas que han de venir, y las que han de venir, anuncienles. 8 No temáis ni tengáis miedo. ¿No os lo he dicho desde entonces y os lo he declarado? Vosotros sois mis testigos. ¿Hay otro Dios fuera de mí? Sí, no hay Dios; no conozco ninguno. 9 Los que hacen imágenes de talla, todos ellos son vanidad; y sus objetos preciosos para nada aprovecharán; son sus propios testigos; no ven, ni entienden, para que se avergüencen. 10 ¿Quién formó un dios o fundió una imagen que para nada es de provecho? 11 He aquí que todos sus compañeros serán avergonzados, y los artífices, todos ellos hombres, se juntarán y estarán en pie; pero temerán, y a una serán avergonzados. 12 El herrero toma la tenaza, trabaja en las brasas, le da forma con los martillos, y trabaja en ello con la fuerza de su brazo; también tiene hambre, y le faltan las fuerzas; no bebe agua, y se desmaya. 13 El carpintero extiende su regla, la traza con cordel, la afina con cepillos, la traza con compás, y la hace según figura de hombre, conforme a hermosura de hombre, para que quede en casa. 14 Corta para sí cedros, toma ciprés y encina, y cimienta para sí entre los árboles del bosque; planta fresno, y la lluvia lo nutre. 15 Luego servirá el hombre para quemar, y tomará de ello para calentarse, y encenderá también él, y cocerá pan, y hará un dios, y lo adorará, hará una imagen tallada, y se postrará ante ella. 16 Parte de él quema en el fuego, con otra parte come carne, asa asado, y se sacia; se calienta, y dice: ¡Ah! ¡Me he calentado, he visto el fuego! 17 Y de lo que sobra de ello hará un dios, una imagen tallada; se postrará delante de ella y la adorará, y le orará, diciendo: Líbrame, porque tú eres mi dios. 18 No supieron ni entendieron; porque cerró sus ojos para ver, y su corazón para entender. 19 Y no hay quien reflexione en su corazón, Ni tenga conocimiento ni entendimiento para decir: Quemé de ello en el fuego, Y sobre sus brasas cocí pan, Asé carne, y la comí. ¿Y haré de lo que de ello queda abominación? ¿Me postraré ante un tronco de árbol? 20 Se apacienta de ceniza; Corazón engañado le desvía, Para que no pueda librar su alma, Ni decir: ¿No es mentira lo que tengo en mi mano derecha? 21 Acuérdate de estas cosas, Jacob e Israel, porque tú eres mi siervo; yo te formé, mi siervo eres tú; Israel, no serás olvidado por mí. 22 Yo deshice como una nube tus rebeliones, y como una niebla tus pecados; vuélvete a mí, porque yo te redimí. 23 Cantad, cielos, porque Jehová lo ha hecho; gritad de júbilo, partes bajas de la tierra; prorrumpid, montes, en gritos de alegría; bosque, y todo árbol que está en él; porque Jehová ha redimido a Jacob, y en Israel ha sido glorificado. 24 Así dice Jehová, tu Redentor, y tu Formador desde el vientre: Yo Jehová, que lo hago todo, que extiendo solo los cielos, y extiendo la tierra por mí mismo; 25 El que frustra las señales de los mentirosos, y vuelve locos a los adivinos, y hace volver atrás a los sabios, y enloquece su conocimiento; 26 El cual confirma la palabra de su siervo, y cumple el consejo de sus mensajeros, que dice a Jerusalén: Serás habitada; y a las ciudades de Judá: Seréis reedificadas, y sus ruinas levantaré; 27 Que dice a las profundidades: Sécate, y tus ríos haré secar; 28 Que dice de Ciro: Es mi pastor, y cumplirá todo lo que yo quiero, al decir a Jerusalén: Serás reedificada; y al templo: Se pondrá tu cimiento. CAPÍTULO 45 1 Así dice Jehová a su ungido, a Ciro, al cual tomé yo por su mano derecha, para sujetar naciones delante de él, y desatar lomos de reyes, para abrir delante de él puertas; las puertas no se cerrarán; 2 Yo iré delante de ti, y enderezaré los lugares torcidos; quebrantaré puertas de bronce, y cerrojos de hierro haré pedazos; 3 Y te daré los tesoros escondidos, y las riquezas escondidas, para que sepas que yo soy Jehová, el Dios de Israel, que te pongo nombre. 4 Por amor de mi siervo Jacob, y de Israel mi escogido, te puse nombre, te puse sobrenombre, aunque no me conociste. 5 Yo soy Jehová, y ninguno más hay, no hay Dios fuera de mí; yo te ceñí, aunque tú no me conociste; 6 Para que sepan desde el nacimiento del sol hasta el occidente que no hay nadie más que yo. Yo soy el SEÑOR, y no hay otro. 7 Que formo la luz y creo las tinieblas, que hago la paz y creo la adversidad. Yo Jehová, que hago todo esto. 8 Destilad, cielos, de arriba, y las nubes destilen justicia; ábrase la tierra, y brote la salvación y la justicia. Yo Jehová la creé. ¡Ay del que contiende con su Hacedor! Que el tiesto contienda con los tiestos de la tierra. ¿Dirá el barro a quien lo modela: «¿Qué haces?»? ¿O acaso tu obra: «No tiene manos»? 10 ¡Ay del que dice al padre: ¿Qué engendraste? o a la mujer: ¿Qué diste a luz? 11 Así dice Jehová, el Santo de Israel, y su Formador: Preguntadme acerca de las cosas por venir acerca de mis hijos, y mandadme acerca de la obra de mis manos. 12 Yo hice la tierra, y creé sobre ella al hombre; yo mis manos extendieron los cielos, y a todo su ejército mandé. 13 Yo lo desperté en justicia, y enderezaré todos sus caminos; él edificará mi ciudad, y soltará mis cautivos, no por precio ni por dones, dice Jehová de los ejércitos. 14 Así dice Jehová: El trabajo de Egipto, la mercadería de Etiopía y de los sabeos, hombres de gran estatura, pasarán a ti, y serán tuyos; en pos de ti vendrán con cadenas, y se postrarán a ti, y te suplicarán, diciendo: Ciertamente en ti está Dios, y no hay otro, no hay Dios.
  • 23. Isaías 15 Ciertamente tú eres un Dios que te encubres, Dios de Israel, tu Salvador. 16 Serán avergonzados y confundidos todos ellos; a una andarán en confusión los que hacen ídolos. 17 Pero Israel será salvo en Jehová con salvación eterna; no seréis avergonzados ni confundidos, por los siglos de los siglos. 18 Porque así dice Jehová, que creó los cielos, y él es Dios, el que formó la tierra, el que la hizo y la compuso; no la creó en vano, para que fuese habitada la creó: Yo Jehová, y no hay otro. 19 No hablé en secreto, en lugar oscuro de la tierra; No dije a la descendencia de Jacob: En vano me buscáis: Yo Jehová hablo justicia, y anuncio rectitud. 20 Juntaos y venid; acercaos todos, vosotros los que habéis escapado de las naciones; no tienen conocimiento los que ponen el león de su imagen tallada, y ruegan a un dios que no puede salvar. 21 Declaradlo, y acercadles; que consulten juntos: ¿Quién ha anunciado esto desde tiempos antiguos? ¿Quién lo ha anunciado desde entonces? ¿No soy yo el Señor? Y no hay otro Dios fuera de mí; un Dios justo y salvador; no hay otro fuera de mí. 22 Mirad a mí, y sed salvos, todos los términos de la tierra, porque yo soy Dios, y no hay más. 23 Por mí mismo hice juramento, de mi boca salió palabra en justicia, y no será revocada: Que a mí se doblará toda rodilla, y jurará toda lengua. 24 Ciertamente, dirá uno: En Jehová está la justicia y el poder; a él vendrán, y todos los que contra él se enojan serán avergonzados. 25 En Jehová será justificada y se gloriará toda la descendencia de Israel. CAPÍTULO 46 1 Bel se inclinó, Nebo se encorvó; sus ídolos fueron sobre las bestias y sobre el ganado; vuestros carros fueron cargados, fueron carga para la bestia cansada. 2 Se encorvaron, se postraron a una; no pudieron librar la carga, sino que ellos mismos fueron llevados al cautiverio. 3 Oídme, casa de Jacob, y todo el remanente de la casa de Israel, Los que sois traídos por mí desde el vientre, los que sois llevados desde la matriz; 4 Y hasta la vejez, yo mismo, y hasta las canas os soportaré yo; yo os hice, yo os llevaré, yo os soportaré y os guardaré. 5 ¿A quién me haréis semejante, y me igualaréis, y me compararéis, para que seamos semejantes? 6 Sacan oro de la bolsa, pesan plata en balanzas, alquilan un platero, que hace de ello un dios; se postran y lo adoran. 7 Lo llevan sobre los hombros, lo llevan, lo ponen en su lugar, y él está; de su lugar no será movido; antes bien, alguien clamará a él, y no podrá responder, ni lo librará de su angustia. 8 Acordaos de esto, y mostraos hombres; volved a recordarlo, oh transgresores. 9 Acordaos de las cosas pasadas desde los tiempos antiguos; porque yo soy Dios, y no hay más Dios, y nada hay semejante a mí. 10 que anuncio lo por venir desde el principio, y desde la antigüedad lo que aún no era hecho; que digo: Mi consejo permanecerá, y haré todo lo que quiero; 11 Llamaré del oriente al ave rapaz, De tierra lejana al hombre que ejecutare mi consejo; Sí, yo hablé, y lo haré; Lo he pensado, y lo haré. 12 Oídme, duros de corazón, que estáis lejos de la justicia; 13 Yo haré acercarse mi justicia, y no se alejará, y mi salvación no tardará; y pondré salvación en Sión, y gloria de Israel. CAPÍTULO 47 1 Desciende y siéntate en el polvo, oh virgen hija de Babilonia; siéntate en la tierra; no hay trono, hija de los caldeos; porque nunca más te llamarán tierna y delicada. 2 Toma las piedras de molino, y muele harina; descubre tus guedejas, desnuda la pierna, descubre el muslo, pasa los ríos. 3 Tu desnudez será descubierta, y tu vergüenza será vista; yo tomaré venganza, y no me encontraré contigo como hombre. 4 Nuestro Redentor se llamará Jehová de los ejércitos, el Santo de Israel. 5 Siéntate en silencio y entra en tinieblas, hija de los caldeos; porque nunca más te llamarán señora de reinos. 6 Me enojé contra mi pueblo, profané mi heredad, y los entregué en tu mano; no les tuviste compasión; sobre los ancianos pusiste muy pesado tu yugo. 7 Y dijiste: Seré señora para siempre; y no pensaste en esto, ni te acordaste de tu postrer fin. 8 Por tanto, oye ahora esto, tú la que eres voluptuosa, la que moras confiadamente, la que dices en tu corazón: Yo soy, y fuera de mí no hay más; no quedaré viuda, ni conoceré orfandad. 9 Pero estas dos cosas te vendrán de repente en un mismo día, la orfandad y la viudez; te vendrán en su perfección, a causa de la multitud de tus hechicerías y de la gran abundancia de tus encantamientos. 10 Porque confiaste en tu maldad; dijiste: «Nadie me ve». Tu sabiduría y tu conocimiento te han pervertido; y dijiste en tu corazón: «Yo soy, y fuera de mí no hay nadie más». 11 Por tanto, vendrá sobre ti mal, que no sabrás de dónde venga; caerá sobre ti quebrantamiento, del cual no podrás reprimir, y destrucción que no sabrás, vendrá sobre ti de repente. 12 Sigue ahora con tus encantamientos, y con la multitud de tus hechicerías, con las cuales te afanaste desde tu juventud; quizá podrás sacar provecho, quizá podrás prevalecer. 13 Te fatigas en la multitud de tus consejos. Que los astrólogos, los astrólogos, los pronosticadores mensuales se levanten y te salven de estas cosas que te sobrevendrán. 14 He aquí que serán como tamo, fuego los quemará, no escaparán del poder de la llama; no habrá brasa para calentarse, ni lumbre para sentarse delante de ella. 15 Así te serán aquellos con quienes te afanaste, tus mercaderes desde tu juventud; cada uno irá errante por su camino, y no habrá quien te salve. CAPÍTULO 48 1 Oíd esto, casa de Jacob, los que os llamáis del nombre de Israel, los que salisteis de las aguas de Judá, los que juráis
  • 24. Isaías en el nombre de Jehová, y hacéis memoria del Dios de Israel, mas no en verdad ni en justicia. 2 Porque se llaman de la santa ciudad, Y en el Dios de Israel se apoyan; Jehová de los ejércitos es su nombre. 3 Yo anuncié las cosas pasadas desde el principio; y salieron de mi boca, y las mostré; las hice de repente, y sucedieron. 4 Porque sabía que eres obstinado, y que tu cerviz es tendón de hierro, y tu frente de bronce; 5 Yo te lo anuncié desde el principio, antes que fuese, te lo hice saber, para que no dijeras: Mi ídolo hizo esto, y mi imagen de talla y mi imagen de fundición lo mandó. 6 Has oído y visto todo esto; ¿y no lo declararás? Te he mostrado cosas nuevas desde este tiempo, incluso cosas ocultas, que no conocías. 7 Ahora son creadas, y no desde el principio, ni antes del día en que no las oíste, para que no dijeras: He aquí, yo las conocía. 8 Sí, no oíste, sí, no supiste; aun desde entonces no fue abierto tu oído; porque yo sabía que obrarías con gran deslealtad, y que desde la matriz te llamaban transgresor. 9 Por amor de mi nombre contendré mi ira, y para mi alabanza te reprimiré, para no destruirte. 10 He aquí que yo te he purificado, y no como a plata; te escogí en horno de aflicción. 11 Por amor de mí mismo, por amor de mí mismo lo haré; pues ¿cómo sería profanado mi nombre? Y mi gloria no daré a otro. 12 Oídme, Jacob e Israel, mi llamado; yo soy, yo el primero, yo también el postrero. 13 Mi mano fundó la tierra, y mi diestra extendió los cielos; cuando yo los llamé, estuvieron todos reunidos. 14 Reúnanse todos y escuchen: ¿quién de ellos ha declarado estas cosas? El Señor lo ha amado; cumplirá su voluntad en Babilonia, y su brazo estará sobre los caldeos. 15 Yo, yo he hablé, yo lo llamé; yo lo traje, y hará prosperar su camino. 16 Acercaos a mí, oíd esto: No he hablado en secreto desde el principio; desde el momento en que fue, allí estaba yo; y ahora me envió el Señor Jehová, y su Espíritu. 17 Así dice Jehová, tu Redentor, el Santo de Israel: Yo soy Jehová tu Dios, que te enseña para tu provecho, que te guía por el camino en que debes andar. 18 ¡Oh, si hubieras escuchado mis mandamientos! Entonces sería tu paz como un río, y tu justicia como las ondas del mar. 19 Sea pues tu descendencia como la arena, y el renuevo de tus entrañas como los guijarros; no haya sido cortado ni raído su nombre de delante de mí. 20 Salid de Babilonia, huid de delante de los caldeos; haced nuevas con voz de alegría, publicad esto, publicadlo hasta lo postrero de la tierra; decid: Redimió Jehová a Jacob su siervo. 21 Y no tuvieron sed cuando los hizo andar por los desiertos, E hizo brotar aguas de la peña para ellos, Y hendió la peña, y fluyeron aguas. 22 No hay paz, dice Jehová, para los impíos. CAPÍTULO 49 1 Oídme, islas, y prestad atención, pueblos lejanos: Jehová me llamó desde el vientre, desde las entrañas de mi madre tuvo mi nombre en memoria. 2 Y puso mi boca como espada aguda, me cubrió con la sombra de su mano, y me puso como saeta bruñida; me escondió en su aljaba; 3 Y me dijo: Tú eres mi siervo, oh Israel; en ti seré glorificado. 4 Entonces dije: En vano he trabajado, en vano y sin provecho he consumido mis fuerzas; mas mi juicio está con Jehová, y mi obra con mi Dios. 5 Y ahora, dice Jehová, el que me formó desde el vientre para ser su siervo, para hacer volver a él a Jacob: Aunque Israel no sea reunido, con todo seré glorioso en los ojos de Jehová, y el Dios mío será mi fortaleza. 6 Y él dijo: Poco es para mí que tú seas mi siervo para levantar las tribus de Jacob, y para que restaures el remanente de Israel; también te di por luz de las naciones, para que seas mi salvación hasta lo postrero de la tierra. 7 Así dice Jehová, Redentor de Israel, y el Santo suyo, al menospreciado de hombre, al abominado de las naciones, al siervo de gobernantes: Reyes lo verán, y se levantarán, y príncipes adorarán, por causa de Jehová, que es fiel, y del Santo de Israel, el cual te escogió. 8 Así dice Jehová: En tiempo aceptable te oí, y en día de salvación te ayudé; y te guardaré, y te daré por pacto al pueblo, para que restaures la tierra, y heredes las heredades asoladas; 9 Para que digas a los presos: «Salid»; a los que están en tinieblas: «Mostraos». En los caminos pastarán, y sus pastos estarán en todos los lugares altos. 10 No tendrán hambre ni sed, ni los herirá el calor ni el sol; porque el que tiene misericordia de ellos los guiará, y a manantiales de aguas los conducirá. 11 Y tornaré todos mis montes en camino, y mis calzadas serán alzadas. 12 He aquí que éstos vendrán de lejos; y he aquí, éstos del norte y del occidente, y éstos de la tierra de Sinim. 13 Cantad, cielos, y alégrate, tierra; y prorrumpid, montes, en gritos de alegría, porque Jehová ha consolado su pueblo, y de sus afligidos tendrá misericordia. 14 Pero Sión dijo: Me ha abandonado Jehová, y el Señor se ha olvidado de mí. 15 ¿Puede una mujer olvidarse de su niño de pecho, para dejar de compadecerse del hijo de su vientre? Aunque ellas lo olviden, yo no me olvidaré de ti. 16 He aquí que en las palmas de mis manos te tengo esculpida; tus muros están siempre delante de mí. 17 Tus hijos se apresurarán; saldrán de ti tus destruidores y los que te asolaron. 18 Alza la vista en derredor, y mira: todos estos se han reunido y vienen a ti. Vivo yo, dice el Señor, que te vestirás con todos ellos como con un adorno, y te los ceñirás como una novia. 19 Porque tu soledad, tus lugares desolados y la tierra de tu perdición serán ahora demasiado estrechas a causa de los moradores, y tus destructores estarán lejos. 20 Y los hijos que tendrás, después que hayas perdido a los otros, volverán a decir en tus oídos: El lugar es estrecho para mí; dame lugar para que habite.
  • 25. Isaías 21 Entonces dirás en tu corazón: «¿Quién me ha engendrado a estos, si he perdido a mis hijos y estoy desolada, cautiva y yendo de un lado a otro? ¿Y quién los ha criado? He aquí, yo quedé sola; ¿dónde estaban estos?». 22 Así dice Jehová el Señor: He aquí, yo alzaré mi mano a las naciones, y a los pueblos alzaré mi bandera; y en brazos traerán tus hijos, y tus hijas serán traídas sobre hombros. 23 Y reyes serán tus ayos, y sus reinas tus nodrizas; con el rostro en tierra te adorarán, y lamerán el polvo de tus pies; y sabrás que yo soy Jehová; y no serán avergonzados los que esperan en mí. 24 ¿Se le arrebatará la presa al poderoso, o se le librará al cautivo legítimo? 25 Pero así dice Jehová: Aun los cautivos serán arrebatados al valiente, y la presa será librada al tirano; porque yo contenderé con el que contienda contigo, y salvaré a tus hijos. 26 Y a los que te oprimen, yo les haré comer su propia carne, y con su propia sangre se embriagarán como con vino dulce; y sabrá toda carne que yo Jehová soy Salvador tuyo, y Redentor tuyo, el Fuerte de Jacob. CAPÍTULO 50 1 Así dice el Señor: «¿Dónde está la carta de divorcio de vuestra madre, a quien repudié? ¿O a cuál de mis acreedores os vendí? He aquí, por vuestras iniquidades os vendisteis, y por vuestras transgresiones vuestra madre fue repudiada.» 2 ¿Por qué, cuando vine, no había nadie? ¿Cuando llamé, no hubo nadie que respondiera? ¿Acaso mi mano se ha acortado, de modo que no puede redimir? ¿O no tengo poder para librar? He aquí, a mi reprensión seco el mar, convierto los ríos en desierto; sus peces hieden, por falta de agua, y mueren de sed. 3 Yo visto de oscuridad los cielos, y pongo cilicio por cubierta. 4 El Señor Jehová me dio lengua de sabios, para saber hablar palabras al cansado; despertará mi oído cada mañana, despertará mi oído para que oiga como los sabios. 5 El Señor Jehová me abrió el oído, y yo no fui rebelde, ni me volví atrás. 6 Di mi espalda a los heridores, y mis mejillas a los que me arrancaban la barba; no escondí mi rostro de injurias y de esputos. 7 Porque Jehová el Señor me ayudará, por tanto no seré avergonzado; por eso puse mi rostro como un pedernal, y sé que no seré avergonzado. Cerca está el que me justifica; ¿quién contenderá conmigo? Unámonos: ¿quién es mi adversario? Acérquese a mí. 9 He aquí, el Señor Dios me ayudará; ¿quién será el que me condene? He aquí, todos ellos se envejecerán como una vestidura; la polilla los comerá. 10 ¿Quién de vosotros teme al SEÑOR, obedece la voz de su siervo, que anda en tinieblas y no tiene luz? Confíe en el nombre del SEÑOR y apóyese en su Dios. 11 ¡Miren, todos los que encienden fuego, los que se rodean de chispas! Anden a la luz de su fuego y de las chispas que han encendido. Esto les llegará de mi mano; yacerán en tristeza. CAPÍTULO 51 1 Oídme, los que seguís la justicia, los que buscáis a Jehová: Mirad a la roca de donde fuisteis cortados, y a la caverna de la fosa de donde fuisteis sacados. 2 Mirad a Abraham vuestro padre, y a Sara que os dio a luz; porque solo lo llamé, y lo bendije, y lo multipliqué. 3 Porque consolará Jehová a Sión; consolará todas sus soledades, y cambiará su desierto en Edén, y su soledad en huerto de Jehová; se hallará en ella alegría y gozo, alabanza y voces de canto. 4 Oídme, pueblo mío, y escuchadme, nación mía; porque de mí saldrá la ley, y yo haré reposar mi juicio para luz del pueblo. 5 Cercana está mi justicia, ha salido mi salvación, y mis brazos juzgarán a los pueblos; en mí esperarán las costas, y en mi brazo pondrán su esperanza. 6 Alzad a los cielos vuestros ojos, y mirad abajo a la tierra; porque los cielos como humo serán consumidos, y la tierra como una vestidura se envejecerá, y los que en ella moran morirán igualmente; pero mi salvación será eterna, y mi justicia no perecerá. 7 Oídme, los que conocéis justicia, pueblo en cuyo corazón está mi ley; no temáis afrenta de hombres, ni tengáis miedo de sus ultrajes. 8 Porque como a ropa los comerá polilla, y como a lana los comerá gusano; mas mi justicia será eterna, y mi salvación de generación en generación. 9 ¡Despierta, despierta, vístete de fuerza, oh brazo del SEÑOR! ¡Despierta, como en los días antiguos, como en las generaciones de antaño! ¿No eres tú quien cortó a Rahab y hirió al dragón? 10 ¿No eres tú el que secó el mar, las aguas del gran abismo, el que tornaste las profundidades del mar por camino para que pasaran los redimidos? 11 Por tanto, los redimidos de Jehová volverán, e irán a Sión con alegría, y gozo perpetuo será sobre su cabeza; tendrán alegría y gozo, y huirán la tristeza y el luto. 12 Yo, yo soy vuestro consolador. ¿Quién eres tú, para que tengas temor del hombre, que es mortal, y del hijo del hombre, que es como heno? 13 ¿Y te olvidas de Jehová tu Hacedor, que extendió los cielos y fundó la tierra, y temes continuamente cada día a causa del furor del opresor, como si estuviera dispuesto a destruir? ¿Y dónde está el furor del opresor? 14 El cautivo desterrado se apresura para ser liberado, y para que no muera en la cisterna, ni le falte el pan. 15 Mas yo soy Jehová tu Dios, que dividí el mar, y bramaron sus ondas; Jehová de los ejércitos es su nombre. 16 Y en tu boca he puesto mis palabras, y con la sombra de mi mano te cubrí, Para establecer los cielos, y fundar la tierra, Y decir a Sión: Pueblo mío eres tú. 17 Despierta, despierta, levántate, Jerusalén, que bebiste de la mano de Jehová el cáliz de su ira; bebiste las heces del cáliz de temblor, y las exprimiste. 18 No hay quien la guíe entre todos los hijos que ha dado a luz, ni hay quien la tome de la mano entre todos los hijos que ha criado. 19 Estas dos cosas te han sobrevenido; ¿quién se compadecerá de ti? Desolación, quebrantamiento, hambre y espada. ¿Con quién te consolaré?
  • 26. Isaías 20 Tus hijos desfallecieron, yacieron en las encrucijadas de todas las calles, como toro salvaje en la red; llenos están del furor de Jehová, del reproche de tu Dios. 21 Por tanto, oye ahora esto, oh afligida y ebria, mas no de vino: 22 Así dice tu Señor Jehová, y tu Dios, el que aboga por su pueblo: He aquí, yo he quitado de tu mano la copa del temblor, lo que queda del cáliz de mi ira; no la beberás más. 23 Mas yo lo pondré en mano de los que te afligen, Los cuales dijeron a tu alma: Inclínate, para que pasemos; y pusiste tu cuerpo como tierra y como calle, a los que pasaban. CAPÍTULO 52 1 Despierta, despierta, vístete de poder, oh Sión; vístete tus ropas hermosas, oh Jerusalén, ciudad santa; porque no vendrá más a ti incircunciso ni inmundo. 2 Sacúdete el polvo, levántate y siéntate, Jerusalén; suelta las ataduras de tu cuello, cautiva hija de Sión. 3 Porque así dice Jehová: De balde os vendisteis, y sin dinero seréis rescatados. 4 Porque así dice Jehová el Señor: Mi pueblo descendió en otro tiempo a Egipto para peregrinar allá, y el asirio lo oprimió sin causa. 5 Ahora pues, ¿qué tengo aquí —dice el SEÑOR—, para que mi pueblo sea llevado sin causa? Sus gobernantes lo hacen aullar —dice el SEÑOR—, y mi nombre es blasfemado continuamente todos los días. 6 Por tanto, mi pueblo sabrá mi nombre, por esta causa y en aquel día sabrán que yo soy el que hablo; he aquí, yo soy. 7 ¡Cuán hermosos son sobre los montes los pies del que trae alegres nuevas, del que anuncia la paz, del que trae nuevas del bien, del que publica salvación, del que dice a Sion: Tu Dios reina! 8 Tus atalayas alzarán la voz; una a una cantarán voces; porque ojo a ojo verán, cuando Jehová haya restituido a Sion. 9 Prorrumpid en júbilo, cantad a una, lugares desolados de Jerusalén, porque Jehová ha consolado a su pueblo, ha redimido a Jerusalén. 10 Jehová desnudó su santo brazo ante los ojos de todas las naciones, y todos los confines de la tierra verán la salvación de nuestro Dios. 11 Apartaos, apartaos, salid de allí, no toquéis lo inmundo; salid de en medio de ella; limpiaos los que lleváis los utensilios de Jehová. 12 Porque no saldréis apresurados, ni iréis huyendo; porque Jehová irá delante de vosotros, y os será por retaguardia el Dios de Israel. 13 He aquí que mi siervo procederá con prosperidad, será engrandecido y exaltado, y será puesto muy en alto. 14 Así como muchos se asombraron de ti, pues desfiguró su aspecto más que el de cualquier hombre, y su hermosura más que la de los hijos de los hombres. 15 Así rociará a muchas naciones, y los reyes cerrarán ante él la boca; porque verán lo que nunca les fue contado, y entenderán lo que nunca habían oído. CAPÍTULO 53 1 ¿Quién ha creído a nuestro anuncio? ¿Y sobre quién se ha revelado el brazo de Jehová? 2 Porque subirá cual renuevo delante de él, y como raíz de tierra seca; no hay parecer en él, ni hermosura; lo veremos, pero sin atractivo para que le deseemos. 3 Despreciado y desechado entre los hombres, varón de dolores, experimentado en quebranto; y como que escondimos de él el rostro, fue menospreciado, y no lo estimamos. 4 Ciertamente llevó él nuestras enfermedades, y sufrió nuestros dolores; y nosotros le tuvimos por azotado, por herido de Dios y abatido. 5 Mas él herido fue por nuestras rebeliones, molido por nuestros pecados; el castigo de nuestra paz fue sobre él, y por su llaga fuimos nosotros curados. 6 Todos nosotros nos descarriamos como ovejas, cada cual se apartó por su camino; mas Jehová cargó en él el pecado de todos nosotros. 7 Angustiado él, y afligido, no abrió su boca; Como cordero fue llevado al matadero; Y como oveja delante de sus trasquiladores, enmudeció, y no abrió su boca. 8 Por cárcel y por juicio fue quitado; ¿y su generación, quién la contará? Porque fue cortado de la tierra de los vivientes, Por la rebelión de mi pueblo fue herido. 9 Y se dispuso con los impíos su sepultura, mas con los ricos fue en su muerte; porque nunca hizo maldad, ni hubo engaño en su boca. 10 Con todo eso, Jehová quiso quebrantarlo, sujetándole a padecimiento; y si hubiere puesto su vida en expiación por el pecado, verá linaje, vivirá por largos días, y la voluntad de Jehová será en su mano prosperada. 11 Él verá el fruto de la aflicción de su alma, y quedará satisfecho; por su conocimiento justificará mi siervo justo a muchos, y llevará las iniquidades de ellos. 12 Por tanto, yo le daré parte con los grandes, y con los fuertes repartirá despojos; por cuanto derramó su vida hasta la muerte, y fue contado con los pecadores, habiendo él llevado el pecado de muchos, y orado por los transgresores. CAPÍTULO 54 1 Canta, oh estéril, tú que no dabas a luz; prorrumpe en gritos de alegría y clama en alta voz, tú que no estuviste de parto; porque más son los hijos de la desolada que los hijos de la casada, dice Jehová. 2 Ensancha el sitio de tu tienda, y las cortinas de tus moradas sean extendidas; no escatimes; alarga tus cuerdas, y refuerza tus estacas; 3 Porque te extenderás a la derecha y a la izquierda, y tu descendencia heredará naciones, y habitará las ciudades asoladas. 4 No temas, porque no serás avergonzada; ni te aflijas, porque no serás confundida; antes olvidarás la vergüenza de tu juventud, y de la afrenta de tu viudez no tendrás más memoria. 5 Porque tu marido es tu Hacedor; Jehová de los ejércitos es su nombre, y tu Redentor, el Santo de Israel; Dios de toda la tierra se llamará él.
  • 27. Isaías 6 Porque como a mujer abandonada y triste de espíritu te llamó Jehová, como a la esposa de la juventud que es repudiada, dice el Dios tuyo. 7 Por un breve momento te abandoné, pero te recogeré con grandes misericordias. 8 Con un poco de ira escondí mi rostro de ti por un momento, pero con misericordia eterna tendré compasión de ti, dice Jehová tu Redentor. 9 Porque esto será para mí como las aguas de Noé; pues como juré que las aguas de Noé no pasarían más sobre la tierra, así he jurado que no me enojaría contra ti, ni te reprendería. 10 Porque los montes se moverán, y los collados temblarán; pero no se apartará de ti mi misericordia, ni el pacto de mi paz quebrantará, dice Jehová, el que tiene misericordia de ti. 11 ¡Oh tú, afligida, sacudida por la tempestad, y sin consuelo! He aquí que yo colocaré tus piedras sobre colores hermosos, y sobre zafiros te fundaré. 12 Y haré tus ventanas de piedras preciosas, y tus puertas de carbunclos, y todo tu recinto de piedras preciosas. 13 Y todos tus hijos serán enseñados de Jehová, y se multiplicará la paz de tus hijos. 14 En justicia estarás establecida; estarás lejos de la opresión, porque no temerás; y del terror, porque no se acercará a ti. 15 He aquí que ciertamente se juntarán, mas no por mí; cualquiera que se juntare contra ti, caerá por causa de ti. 16 He aquí que yo he creado al herrero que sopla las brasas en el fuego, y que saca la herramienta para su obra; y yo he creado al destruidor para destruir. 17 Ningún arma forjada contra ti prosperará; y condenarás toda lengua que se levante contra ti en juicio. Esta es la herencia de los siervos del SEÑOR, y su justicia proviene de mí, dice el SEÑOR. CAPÍTULO 55 1 A todos los sedientos: Venid a las aguas; y los que no tenéis dinero, venid, comprad y comed; venid, comprad sin dinero y sin precio, vino y leche. 2 ¿Por qué gastáis el dinero en lo que no es pan, y vuestro trabajo en lo que no sacia? Escuchadme atentamente, comed del bien, y que vuestra alma se deleite con grosura. 3 Inclinad vuestro oído, y venid a mí; oíd, y vivirá vuestra alma; Y haré con vosotros pacto eterno, las misericordias firmes a David. 4 He aquí, yo lo he puesto por testigo al pueblo, por jefe y por capitán del pueblo. 5 He aquí que llamarás a una nación que no conociste, y naciones que no te conocieron correrán a ti, por amor de Jehová tu Dios, y del Santo de Israel, el cual te ha glorificado. 6 Buscad a Jehová mientras puede ser hallado, llamadle en tanto que está cercano; 7 Deje el impío su camino, y el hombre inicuo sus pensamientos, y vuélvase a Jehová, el cual tendrá de él misericordia, y al Dios nuestro, el cual será amplio en perdonar. 8 Porque mis pensamientos no son vuestros pensamientos, ni vuestros caminos mis caminos, dijo Jehová. 9 Porque como son más altos los cielos que la tierra, así son mis caminos más altos que vuestros caminos, y mis pensamientos más que vuestros pensamientos. 10 Porque como desciende de los cielos la lluvia y la nieve, y no vuelve allá, sino que riega la tierra, y la hace germinar y producir, y da semilla al que siembra, y pan al que come; 11 Así será mi palabra que sale de mi boca: no volverá a mí vacía, sino que hará lo que yo quiero, y será prosperada en aquello para que la envié. 12 Porque con alegría saldréis, y con paz seréis vueltos; los montes y los collados levantarán canción delante de vosotros, y todos los árboles del campo darán palmadas. 13 En lugar del espino crecerá ciprés, y en lugar del cardo crecerá arrayán; y será a Jehová por nombre, por señal eterna que nunca será raída. CAPÍTULO 56 1 Así dice Jehová: Guardad derecho, y haced justicia; porque cercana está mi salvación para venir, y mi justicia para manifestarse. 2 Bienaventurado el hombre que esto hace, y el hijo del hombre que lo abraza, que guarda el día de reposo para no profanarlo, y que guarda su mano de hacer todo mal. 3 Ni el hijo del extranjero que se alió a Jehová hable diciendo: Jehová me ha apartado completamente de su pueblo; ni diga el eunuco: He aquí, yo soy un árbol seco. 4 Porque así dice Jehová a los eunucos que guardan mis días de reposo, y escogen lo que yo quiero, y abrazan mi pacto: 5 Yo les daré lugar en mi casa y dentro de mis muros, y nombre mejor que el de hijos e hijas; nombre eterno les daré que nunca perecerá. 6 Asimismo los hijos de los extranjeros que se allegaren a Jehová para servirle, y amen el nombre de Jehová para ser sus siervos; todos los que guardaren el día de reposo para no profanarlo, y abrazaren mi pacto; 7 Yo los traeré a mi santo monte, y los recrearé en mi casa de oración; sus holocaustos y sus sacrificios serán aceptos sobre mi altar; porque mi casa será llamada casa de oración para todos los pueblos. 8 Así dice el Señor Jehová, el que reúne los desterrados de Israel: Aún reuniré a él otros, además de los que ya están reunidos. 9 Todas las bestias del campo, todas las bestias del bosque, venid a devorar. 10 Sus atalayas son ciegos, todos ellos ignorantes, todos ellos perros mudos, que no pueden ladrar; duermen, están echados, aman el dormir. 11 Sí, son perros voraces que nunca se sacian, y pastores que no saben entender; cada uno busca su propio camino, cada cual por su lado busca su propia ganancia. 12 Venid, dicen, voy a traer vino, y nos saciaremos de sidra; y el día de mañana será como este, o mucho más abundante. CAPÍTULO 57 1 Perece el justo, y no hay quien se preocupe por ello; y los misericordiosos son quitados, y no hay quien entienda que de delante del mal venidero es quitado el justo. 2 Entrará en paz; descansarán en sus camas, Y andará cada uno en su rectitud.
  • 28. Isaías 3 Mas acercaos acá, hijos de la hechicera, linaje del adúltero y de la ramera. 4 ¿Contra quién os divertís? ¿Contra quién ensancháis la boca y saquéis la lengua? ¿No sois hijos de transgresión, semilla de mentira, 5 ¿Os encendéis con los ídolos debajo de todo árbol frondoso, y matáis hijos en los valles, debajo de las cavernas de las peñas? 6 Entre las piedras lisas del arroyo está tu porción; ellas, ellas son tu suerte: incluso a ellas les has ofrecido una libación, les has ofrecido una ofrenda vegetal. ¿Debería yo encontrar consuelo en ellas? 7 Sobre un monte alto y empinado pusiste tu cama; allí subiste para ofrecer sacrificios. 8Tras las puertas y tras los postes pusiste tu memoria, porque te descubriste a otro y no a mí, y subiste; ensanchaste tu cama, e hiciste con ellos pacto; Amaste su cama dondequiera que la viste. 9 Y fuiste al rey con ungüento, y aumentaste tus perfumes, y enviaste tus mensajeros lejos, y te humillaste hasta el Seol. 10 Te cansaste en lo largo de tu camino, Y no dijiste: No hay esperanza; Has hallado la vida de tu mano, Por tanto, no te entristeciste. 11 ¿Y de quién has tenido miedo o temor, que has mentido, y no te has acordado de mí, ni lo has tenido en cuenta? ¿No he callado yo desde antiguo, y tú no me temes? 12 Yo publicaré tu justicia y tus obras, que no te aprovecharán. 13 Cuando clamas, te libren tus compañías; pero a todas ellas las llevará el viento, y las arrebatará la vanidad; mas el que en mí confía, él poseerá la tierra, y heredará mi santo monte; 14 Y dirá: Preparad, preparad, barred el camino, quitad los tropiezos del camino de mi pueblo. 15 Porque así dice el Alto y Sublime, el que habita la eternidad, y cuyo nombre es el Santo: Yo habito en la altura y la santidad, y con el quebrantado y humilde de espíritu, para vivificar el espíritu de los humildes, y para vivificar el corazón de los quebrantados. 16 Porque no contenderé para siempre, ni para siempre estaré enojado; porque desfallecería delante de mí el espíritu, y las almas que yo hice. 17 Por la iniquidad de su codicia me enojé, y le herí; Me escondí, y me indigné, Y él siguió perverso en el camino de su corazón. 18 Yo he visto sus caminos, y lo sanaré; también lo pastorearé, y le daré consuelo a él y a sus enlutados. 19 Yo creo fruto de labios: Paz, paz al que está lejos y al que está cerca, dice Jehová; y yo lo sanaré. 20 Pero los impíos son como el mar en tempestad, que no puede estarse quieto, y sus aguas arrojan cieno y lodo. 21 No hay paz, dice mi Dios, para los impíos. CAPÍTULO 58 1 Clama a voz en cuello, no te detengas; alza tu voz como trompeta, y anuncia a mi pueblo su rebelión, y a la casa de Jacob su pecado. 2 Con todo, me buscan cada día, y quieren saber mis caminos, Como gente que hace justicia, y no ha abandonado la ley de su Dios; Me piden juicios de justicia, Y quieren acercarse a Dios. 3 ¿Por qué hemos ayunado, dicen, y no lo ves? ¿Por qué nos hemos afligido, y no te das cuenta? Mira, en el día de tu ayuno encuentras placer y exiges todas tus labores. 4 He aquí que para contiendas y debates ayunáis, y para herir con el puño inicuamente; no ayunéis como hoy, para que vuestra voz sea oída en lo alto. 5 ¿Acaso es este ayuno el que he escogido? ¿Un día para que el hombre aflija su alma? ¿Es para inclinar la cabeza como un junco y cubrirse de cilicio y ceniza? ¿Llamaréis a esto ayuno y día agradable al SEÑOR? 6 ¿No es más bien el ayuno que yo escogí, desatar las ligaduras de impiedad, soltar las cargas de opresión, y dejar ir libres a los quebrantados, y que rompáis todo yugo? 7 ¿No es que partas tu pan con el hambriento, y a los pobres errantes albergues en casa? ¿No es que cuando veas al desnudo, lo cubras, y no te escondas de tu semejante? 8 Entonces nacerá tu luz como el alba, y tu salvación se dejará ver con presteza, e irá tu justicia delante de ti, y la gloria de Jehová será tu retaguardia. 9 Entonces invocarás, y el Señor te responderá; clamarás, y él dirá: «Aquí estoy». Si quitas de en medio de ti el yugo, el extender el dedo y hablar vanidad, 10 Y si dieres tu pan al hambriento, y saciares el alma afligida, en las tinieblas nacerá tu luz, y tu oscuridad será como el mediodía. 11 Y Jehová te pastoreará siempre, y en las sequías saciará tu alma, y dará vigor a tus huesos; y serás como huerto de riego, y como manantial de aguas, cuyas aguas nunca faltan. 12 Y los tuyos reedificarán los lugares desolados de antaño; los cimientos de muchas generaciones levantarás, y serás llamado reparador de portillos, restaurador de calzadas para habitar. 13 Si retrajeres del día de reposo tu pie, de hacer tu voluntad en mi día santo, y lo llamares delicia, santo, glorioso de Jehová, y lo venerares, no andando en tus propios caminos, ni buscando tu voluntad, ni hablando tus propias palabras; 14 Entonces te deleitarás en Jehová, y yo te haré subir sobre las alturas de la tierra, y te daré a comer la heredad de Jacob tu padre; porque la boca de Jehová lo ha hablado. CAPÍTULO 59 1 He aquí que no se ha acortado la mano de Jehová para salvar, ni se ha agravado su oído para oír; 2 Pero vuestras iniquidades han hecho división entre vosotros y vuestro Dios, y vuestros pecados han hecho ocultar de vosotros su rostro para no oír. 3 Porque vuestras manos están contaminadas de sangre, y vuestros dedos de iniquidad; vuestros labios hablan mentira, y vuestra lengua habla iniquidad. 4 No hay quien clame por la justicia, ni quien juzgue por la verdad; confían en vanidad, y hablan mentiras; conciben iniquidad, y dan a luz iniquidad. 5 Incuban huevos de víboras, y tejen telas de arañas; el que come de sus huevos muere; y si los aplasta, se vuelve víbora.
  • 29. Isaías 6 Sus telas no servirán para vestir, ni con sus obras se cubrirán; sus obras son obras de iniquidad, y obra de rapiña en sus manos está. 7 Sus pies corren hacia el mal, se apresuran a derramar la sangre inocente; sus pensamientos, pensamientos de iniquidad; destrucción y quebrantamiento hay en sus caminos. 8 No conocieron camino de paz, ni hay derecho en sus caminos; sus veredas son torcidas; cualquiera que por ellas fuere, no conocerá paz. 9 Por tanto, se alejó de nosotros el juicio, y no nos alcanzó la justicia; esperamos luz, y he aquí tinieblas; resplandor, y andamos en tinieblas. 10 Palpamos la pared como ciegos, y andamos a tientas como si no tuviéramos ojos; tropezamos a mediodía como de noche, estamos en lugares desolados como muertos. 11 Todos nosotros rugimos como osos, y gemimos dolorosamente como palomas; esperamos juicio, y no lo hay; salvación, y está lejos de nosotros. 12 Porque nuestras rebeliones se han multiplicado delante de ti, y nuestros pecados testifican contra nosotros; pues con nosotros están nuestras rebeliones, y nuestras iniquidades las conocemos; 13 En rebelarse y mentir contra Jehová, y apartarse de nuestro Dios, hablando violencia y rebelión, concibiendo y profiriendo de corazón palabras de mentira. 14 Y se apartó el juicio, y la justicia se puso lejos; porque la verdad tropezó en la plaza, y la equidad no pudo venir. 15 Aun la verdad falló, y el que se aparta del mal se hace botín; y Jehová lo vio, y le desagradó, porque no había juicio. 16 Y vio que no había hombre, y se maravilló de que no hubiera quien se interpusiera; y su brazo le salvó, y su justicia le sostuvo. 17 Porque se vistió de justicia como de coraza, y de salvación con yelmo en su cabeza, se vistió de ropas de venganza por vestidura, y se cubrió de celo como de un manto. 18 Conforme a sus obras, así pagará: furor a sus adversarios, pago a sus enemigos; a las islas pagará su merecido. 19 Así temerán el nombre del SEÑOR desde el occidente, y su gloria desde el nacimiento del sol. Cuando el enemigo venga como un diluvio, el Espíritu del SEÑOR alzará bandera contra él. 20 Y vendrá el Redentor a Sión, y a los que se volvieren de la iniquidad en Jacob, dice Jehová. 21 En cuanto a mí, este es mi pacto con ellos, dice Jehová: Mi Espíritu que está sobre ti, y mis palabras que he puesto en tu boca, no se apartarán de tu boca, ni de la boca de tu descendencia, ni de la boca de la descendencia de tu descendencia, dice Jehová, desde ahora y para siempre. CAPÍTULO 60 1 Levántate, resplandece; porque ha venido tu luz, y la gloria de Jehová ha nacido sobre ti. 2 Porque he aquí que tinieblas cubrirán la tierra, y oscuridad los pueblos; pero sobre ti amanecerá Jehová, y sobre ti será vista su gloria. 3 Y andarán las naciones a tu luz, y los reyes al resplandor de tu nacimiento. 4 Alza tus ojos en derredor, y mira: todos estos se han reunido, vinieron a ti; tus hijos vendrán de lejos, y tus hijas serán criadas a tu lado. 5 Entonces verás, y te alegrarás, y te sobrecogerás, y se alegrará tu corazón, porque la multitud del mar se habrá vuelto a ti, y las fortalezas de las naciones vendrán a ti. 6 Multitud de camellos te cubrirá, dromedarios de Madián y de Efa; vendrán todos los de Sabá; traerán oro e incienso, y publicarán las alabanzas de Jehová. 7 Todo el ganado de Cedar será reunido para ti, carneros de Nebaiot te servirán; serán ofrecidos con agrado sobre mi altar, y yo glorificaré la casa de mi gloria. 8 ¿Quiénes son éstos que vuelan como nubes, y como palomas a sus ventanas? 9 Ciertamente a mí esperarán las costas, y las naves de Tarsis desde el principio, para traer tus hijos de lejos, su plata y su oro con ellos, al nombre de Jehová tu Dios, y al Santo de Israel, que te ha glorificado. 10 Y los hijos de los extranjeros edificarán tus muros, y sus reyes te servirán; porque en mi furor te herí, mas en mi buena voluntad tendré de ti misericordia. 11 Por tanto, tus puertas estarán de continuo abiertas, no se cerrarán de día ni de noche, para que sean traídas a ti las riquezas de las naciones, y conducidos sus reyes. 12 Porque la nación o el reino que no te sirva perecerá; sí, esas naciones serán completamente asoladas. 13 La gloria del Líbano vendrá a ti, ciprés, pino y boj a una, para embellecer el lugar de mi santuario; y yo glorificaré el lugar de mis pies. 14 Y vendrán a ti inclinados los hijos de tus afligidos, y todos los que te despreciaron se encorvarán a las plantas de tus pies, y te llamarán: Ciudad de Jehová, Sión del Santo de Israel. 15 En realidad, tú fuiste abandonada y aborrecida, sin que nadie pasara por ti, yo te pondré en excelencia eterna, en gozo de muchas generaciones. 16 Y mamarás la leche de las naciones, y el pecho de los reyes mamarás; y conocerás que yo Jehová soy tu Salvador, y tu Redentor, el Fuerte de Jacob. 17 En lugar de bronce traeré oro, y en lugar de hierro plata, y en lugar de madera bronce, y en lugar de piedras hierro; y a tus príncipes daré paz, y a tus exactores justicia. 18 Nunca más se oirá en tu tierra violencia, destrucción ni quebrantamiento en tu territorio; sino que a tus muros llamarás Salvación, y a tus puertas Alabanza. 19 El sol no te servirá más de luz para el día, ni el resplandor de la luna te alumbrará; sino que Jehová te será por luz eterna, y el Dios tuyo por tu gloria. 20 No se pondrá más tu sol, ni menguará tu luna; porque Jehová te será por luz eterna, y los días de tu luto llegarán a su fin. 21 Tu pueblo también será justo, y heredará la tierra para siempre, renuevo de mi plantío, obra de mis manos, para glorificarme. 22 El pequeño llegará a ser mil, y el menor, una nación fuerte; yo Jehová a su tiempo haré que esto suceda pronto. CAPÍTULO 61 1 El Espíritu del Señor Jehová está sobre mí, Por cuanto me ha ungido Jehová; Me ha enviado a predicar buenas nuevas a los abatidos, A vendar a los quebrantados de
  • 30. Isaías corazón, A publicar libertad a los cautivos, Y a los presos apertura de la cárcel; 2 A predicar el año agradable de Jehová, Y el día de venganza del Dios nuestro; A consolar a todos los que lloran; 3 Para ordenar a los que lloran en Sion que se les dé gloria en lugar de ceniza, óleo de gozo en lugar de luto, manto de alegría en lugar del espíritu angustiado; para que sean llamados árboles de justicia, plantío de Jehová, para glorificarlo. 4 Y reedificarán los lugares desolados de antaño, y levantarán los asolamientos primeros, y restaurarán las ciudades asoladas, los asolamientos de muchas generaciones. 5 Y extranjeros estarán allí y apacentarán vuestras ovejas, y los hijos de los extranjeros serán vuestros labradores y vuestros viñadores. 6 Y vosotros seréis llamados sacerdotes de Jehová, ministros de nuestro Dios seréis llamados; comeréis las riquezas de las naciones, y con su gloria seréis sublimes. 7 En lugar de vuestra vergüenza tendréis doble, y en lugar de vuestra confusión se alegrarán en su parte; por lo cual poseerán el doble en su tierra; tendrán gozo perpetuo. 8 Porque yo, Jehová, amo el juicio, y aborrezco el robo para el holocausto; y dirigiré sus obras con verdad, y haré con ellos pacto eterno. 9 Y su descendencia será conocida entre las naciones, y sus descendientes en medio de los pueblos; todos los que los vean los reconocerán que son linaje bendito de Jehová. 10 En gran manera me gozaré en Jehová, mi alma se alegrará en mi Dios; porque me vistió con vestiduras de salvación, me rodeó de manto de justicia, como a esposo me atavió, y como a esposa se adorna con sus joyas. 11 Porque como la tierra produce su renuevo, y como el huerto hace brotar su semilla, así Jehová el Señor hará brotar la justicia y la alabanza delante de todas las naciones. CAPÍTULO 62 1 Por amor de Sión no callaré, y por amor de Jerusalén no descansaré, hasta que salga como resplandor su justicia, y su salvación se encienda como una antorcha. 2 Y verán las naciones tu justicia, y todos los reyes tu gloria; y te será puesto un nombre nuevo, que la boca de Jehová nombrará. 3 Serás también corona de gloria en la mano de Jehová, y diadema de reino en la mano de tu Dios. 4 Nunca más te llamarán Desamparada, ni tu tierra se dirá más Desolada, sino que te llamarás Hefziba, y tu tierra, Beula; porque Jehová se ha complacido en ti, y tu tierra será desposada. 5 Porque como el joven se desposa con la virgen, se desposarán contigo tus hijos; y como el gozo del esposo con la esposa, se gozará contigo tu Dios. 6 Sobre tus muros, oh Jerusalén, he puesto guardas, que de día y de noche no callarán jamás; los que os acordáis de Jehová, no calléis; 7 Y no le deis tregua, hasta que restablezca a Jerusalén, y la ponga por alabanza en la tierra. 8 Jehová juró por su mano derecha y por el brazo de su poder: No daré más tu trigo por comida a tus enemigos, ni beberán los hijos del extranjero el vino de tu trabajo, 9 Mas los que lo hubieren recogido lo comerán, y alabarán a Jehová; y los que lo hubieren recogido lo beberán en los atrios de mi santidad. 10 Pasad, pasad por las puertas; preparad el camino al pueblo; allanad, allanad la calzada, quitad las piedras, alzad pendón a los pueblos. 11 He aquí que Jehová hizo oír hasta lo postrero del mundo: Decid a la hija de Sion: He aquí viene tu salvación; he aquí que su galardón con él, y delante de él su obra. 12 Y los llamarán Pueblo Santo, Redimidos de Jehová; y a ti te llamarán Ciudad buscada, no desamparada. CAPÍTULO 63 ¿Quién es este que viene de Edom, con vestiduras teñidas desde Bosra? ¿Este que se viste con esplendor, que viaja en la grandeza de su poder? Yo, que hablo con justicia, poderoso para salvar. 2 ¿Por qué estás rojo en tu vestido, y tus vestidos como el que pisa en el lagar? 3 Yo solo he pisado el lagar, y de los pueblos nadie había conmigo; porque los pisaré en mi ira, y los hollaré con mi furor; y su sangre salpicará mis vestidos, y mancharé todas mis ropas. 4 Porque el día de la venganza está en mi corazón, y el año de mis redimidos ha llegado. 5 Y miré, y no había quien ayudara, y me maravillé que no hubiera quien sustentara; y me salvó mi brazo, y me sostuvo mi furor. 6 Y yo hollaré los pueblos con mi furor, y los embriagaré en mi furor, y echaré por tierra su poder. 7 De las misericordias de Jehová haré memoria, y de las alabanzas de Jehová, conforme a todo lo que Jehová nos ha dado, y de la grandeza de sus beneficios hacia la casa de Israel, que les ha otorgado según sus misericordias, y según la multitud de sus piedades. 8 Porque dijo: Ciertamente son mi pueblo, hijos que no mienten. Y fue su Salvador. 9 En toda angustia de ellos él fue angustiado, y el ángel de su faz los salvó; en su amor y en su misericordia los redimió; y los trajo, y los levantó todos los días del pasado. 10 Pero ellos se rebelaron, e hicieron enojar su santo Espíritu; por lo cual se volvió su enemigo, y peleó contra ellos. 11 Entonces se acordó de los días antiguos, de Moisés y de su pueblo, diciendo: ¿Dónde está el que los hizo subir del mar con el pastor de su rebaño? ¿Dónde está el que puso su Santo Espíritu dentro de ellos? 12 El que los guió por la diestra de Moisés con el brazo de su gloria, dividiendo las aguas delante de ellos, para hacerse nombre eterno? 13 ¿Quién los guió por lo profundo, como un caballo por el desierto, para que no tropezaran? 14 Como la bestia que desciende al valle, El Espíritu de Jehová la hizo reposar; Así guiaste a tu pueblo, Para hacerte nombre glorioso. 15 Mira desde el cielo, y contempla desde la morada de tu santidad y de tu gloria: ¿dónde está tu celo y tu fuerza, el clamor de tus entrañas y de tus misericordias para conmigo? ¿Han sido reprimidos?
  • 31. Isaías 16 Sin duda tú eres nuestro padre, si bien Abraham nos desconoce, e Israel no nos conoce; tú, oh Jehová, eres nuestro padre, nuestro Redentor; tu nombre es eterno. 17 Oh Señor, ¿por qué nos has hecho desviar de tus caminos y has endurecido nuestro corazón a tu temor? Vuélvete por amor a tus siervos, las tribus de tu heredad. 18 El pueblo de tu santidad la poseyó por poco tiempo; nuestros enemigos han hollado tu santuario. 19 Tuyos somos; nunca te enseñoreaste de ellos, Ni fue llamado tu nombre sobre ellos. CAPÍTULO 64 1 ¡Oh, si rompieses los cielos, y descendieses, y a tu presencia se escurriesen los montes, 2 Como fuego abrasador de fundiciones, fuego que hace hervir las aguas, para que hagas notorio tu nombre a tus adversarios, y las naciones temblen a tu presencia. 3 Cuando hiciste cosas terribles que no esperábamos, descendiste, los montes se derrumbaron ante tu presencia. 4 Porque desde el principio del mundo no han oído, ni oídos han percibido, ni ojo ha visto, oh Dios fuera de ti, lo que ha preparado para el que en él espera. 5 Saldrás al encuentro del que se alegra y hace justicia, de los que se acuerdan de tus caminos; he aquí, tú estás airado, porque pecamos; en ellos hay continuidad, y seremos salvos. 6 Si bien todos nosotros somos como suciedad, y todas nuestras justicias como trapo de inmundicia; y caímos todos nosotros como la hoja, y nuestras iniquidades nos llevaron como viento. 7 Y no hay quien invoque tu nombre, Que se despierte para apoyarse en ti; Porque escondiste de nosotros tu rostro, Y nos consumiste a causa de nuestras iniquidades. 8 Mas ahora, oh Jehová, tú eres nuestro Padre; nosotros el barro, y tú el alfarero, y obra de tus manos todos nosotros. 9 Oh Jehová, no te enojes mucho, Ni para siempre te acuerdes de la iniquidad; He aquí, mira ahora que todos nosotros somos pueblo tuyo. 10 Tus santas ciudades están desiertas; Sión es un desierto, Jerusalén una desolación. 11 Nuestra casa santa y nuestra hermosa, en la cual te alabaron nuestros padres, ha sido quemada a fuego, y todas nuestras cosas preciosas han sido asoladas. 12 ¿Te contendrás por esto, oh Señor? ¿Callarás y nos afligirás mucho? CAPÍTULO 65 1 Fui buscado de los que no preguntaban por mí, fui hallado de los que no me buscaban. Dije: Heme aquí, heme aquí, a la gente sobre la cual no fue invocado mi nombre. 2 Extendí mis manos todo el día hacia un pueblo rebelde, el cual anda por camino no bueno, en pos de sus pensamientos; 3 Pueblo que en mi cara me provoca a ira de continuo, que sacrifica en huertos, y quema incienso sobre altares de ladrillo; 4 Los cuales moran en los sepulcros, y en los monumentos pasan la noche, que comen carne de cerdo, y en sus ollas hay caldo de cosas abominables; 5 Que dicen: «Quédate solo, no te acerques a mí, porque soy más santo que tú». Son humo en mi nariz, fuego que arde todo el día. 6 He aquí, escrito está delante de mí: No callaré, sino que daré el pago, y les daré el pago en su seno, 7 Vuestras iniquidades, y las iniquidades de vuestros padres todas juntas, dice Jehová, los cuales quemaron incienso sobre los montes, y sobre los collados me blasfemaron; por tanto, yo mediré en su seno su obra primera. 8 Así dice Jehová: Como se halla mosto en un racimo, y dice alguno: No lo desperdicies, porque bendición hay en él, así haré yo con mis siervos, para no destruirlos todos. 9 Y yo sacaré descendencia de Jacob, y de Judá un heredero de mis montes; y mis escogidos la poseerán, y mis siervos habitarán allí. 10 Y será Sarón para majada de ovejas, y el valle de Acor para majada de vacas, para mi pueblo que me buscó. 11 Mas vosotros sois los que dejáis a Jehová, que olvidáis mi santo monte, que preparáis mesa para esta tropa, y preparáis libaciones para esta multitud. 12 Por tanto, yo os destinaré a la espada, y todos vosotros os encorvaréis al matadero; porque llamé, y no respondisteis; hablé, y no oísteis, sino que hicisteis lo malo delante de mis ojos, y escogisteis lo que a mí no me agrada. 13 Por tanto, así dice Jehová el Señor: He aquí que mis siervos comerán, mas vosotros tendréis hambre; he aquí que mis siervos beberán, mas vosotros tendréis sed; he aquí que mis siervos se alegrarán, mas vosotros seréis avergonzados. 14 He aquí que mis siervos cantarán por la alegría de su corazón, pero vosotros clamaréis por el dolor de vuestro corazón, y por el aflicción de vuestro espíritu aullaréis. 15 Y dejaréis vuestro nombre por maldición a mis escogidos; porque Jehová el Señor te matará, y a sus siervos llamará por otro nombre; 16 El que se bendecirá en la tierra, en el Dios de verdad se bendecirá; y el que jurare en la tierra, por el Dios de verdad jurará; porque las angustias primeras son olvidadas, y están cubiertas de mis ojos. 17 Porque he aquí que yo crearé cielos nuevos y tierra nueva; y de lo primero no habrá memoria, ni más vendrá al pensamiento. 18 Mas os gozaréis y os alegraréis para siempre en las cosas que yo creo; porque he aquí que yo traigo a Jerusalén alegría, y a su pueblo gozo. 19 Y me alegraré con Jerusalén, y me gozaré con mi pueblo; y nunca más se oirán en ella voz de lloro, ni voz de clamor. 20 No habrá más allí niño que de días, ni viejo que sus días no cumpla; porque el niño morirá de cien años, y el pecador de cien años será maldito. 21 Y edificarán casas, y morarán en ellas, y plantarán viñas, y comerán el fruto de ellas. 22 No edificarán para que otro habite, ni plantarán para que otro coma; porque según los días de los árboles serán los días de mi pueblo, y mis escogidos disfrutarán la obra de sus manos. 23 No trabajarán en vano, ni darán a luz para maldad; porque son linaje de los benditos de Jehová, y sus descendientes con ellos.
  • 32. Isaías 24 Y antes que clamen, yo responderé; y mientras aún hablen, yo habré oído. 25 El lobo y el cordero pastarán juntos, y el león comerá paja como el buey; y el polvo será el alimento de la serpiente. No harán daño ni destruirán en todo mi santo monte, dice el Señor. CAPÍTULO 66 1 Así dice Jehová: El cielo es mi trono, y la tierra el estrado de mis pies. ¿Dónde está la casa que me edificáis, y dónde el lugar de mi reposo? 2 Porque mi mano hizo todas estas cosas, y así todas estas cosas fueron, dice Jehová; pero miraré a aquel que es pobre y humilde de espíritu, y que tiembla a mi palabra. 3 Quien mata un buey es como si matara a un hombre; quien sacrifica un cordero, como si degollara a un perro; quien ofrece una oblación, como si ofreciera sangre de cerdo; quien quema incienso, como si bendijera a un ídolo. Sí, han elegido sus propios caminos, y su alma se deleita en sus abominaciones. 4 Yo también escogeré sus engaños, y traeré sobre ellos lo que temen; porque llamé, y nadie respondió; hablé, y no oyeron; sino que hicieron lo malo delante de mis ojos, y escogieron lo que a mí no me agrada. 5 Oíd palabra de Jehová, vosotros los que tembláis a su palabra: Vuestros hermanos que os aborrecen, Y os desechan por causa de mi nombre, dijeron: Sea Jehová glorificado; pero él se manifestará para vuestro gozo, y ellos serán avergonzados. 6 Voz de estruendo de la ciudad, voz del templo, voz de Jehová que da el pago a sus enemigos. 7 Antes que estuviese de parto, dio a luz; antes que viniesen sus dolores, dio a luz un hijo varón. 8 ¿Quién ha oído semejante cosa? ¿Quién ha visto semejantes cosas? ¿Acaso la tierra producirá en un solo día? ¿O nacerá una nación de una vez? Pues tan pronto como Sión estuvo de parto, dio a luz a sus hijos. 9 ¿Haré yo nacer, y no haré que nazca?, dice Jehová; ¿Haré yo que nazca, y cerraré la matriz?, dice tu Dios. 10 Alegraos con Jerusalén, y gozaos con ella, todos los que la amáis; regocijaos con ella con gozo, todos los que os enlutáis por ella. 11 para que maméis y os saciéis de los pechos de sus consolaciones, para que ordeñéis y os deleitéis con la abundancia de su gloria. 12 Porque así dice Jehová: He aquí, yo extiendo sobre ella paz como un río, y la gloria de las naciones como torrente que corre; entonces mamaréis, seréis llevados sobre sus costados, y sobre sus rodillas seréis mecidos. 13 Como aquel a quien consuela su madre, así os consolaré yo a vosotros, y en Jerusalén encontraréis consolación. 14 Y cuando veáis esto, se alegrará vuestro corazón, y vuestros huesos reverdecerán como la hierba; y la mano de Jehová será conocida sobre sus siervos, y su indignación sobre sus enemigos. 15 Porque he aquí que Jehová vendrá con fuego, y sus carros como torbellino, para descargar su ira con furor, y su reprensión con llama de fuego. 16 Porque Jehová juzgará con fuego y con su espada con toda carne, y los muertos de Jehová serán multiplicados. 17 Los que se santifican y los que se purifican en los huertos, detrás de un árbol en medio, los que comen carne de cerdo y abominación y ratón, juntos serán talados, dice Jehová. 18 Porque yo conozco sus obras y sus pensamientos; vendrá que reuniré todas las naciones y lenguas, y vendrán y verán mi gloria. 19 Y pondré entre ellos señal, y enviaré de los escapados de ellos a las naciones, a Tarsis, a Fut y a Lud que disparan arco, a Tubal y a Javán, a las costas lejanas que no oyeron de mí, ni vieron mi gloria; y publicarán mi gloria entre las naciones. 20 Y traerán a todos vuestros hermanos de entre todas las naciones, por ofrenda a Jehová, en caballos, en carros, en literas, en mulos y en bestias ligeras, a mi santo monte de Jerusalén, dice Jehová, al modo que los hijos de Israel traen la ofrenda en utensilios limpios a la casa de Jehová. 21 Y tomaré también de ellos para sacerdotes y para levitas, dice Jehová. 22 Porque como los cielos nuevos y la nueva tierra que yo hago permanecerán delante de mí, dice Jehová, así permanecerá vuestra descendencia y vuestro nombre. 23 Y acontecerá que de mes en mes, y de sábado en sábado, vendrá toda carne a adorar delante de mí, dice Jehová. 24 Y saldrán, y verán los cadáveres de los hombres que se rebelaron contra mí; porque su gusano no morirá, ni su fuego se apagará, y serán abominables a toda carne.