Este capítulo de la Segunda Epístola a los Corintios presenta el saludo de Pablo y Timoteo a la iglesia de Corinto, en el que expresa su gratitud a Dios por consolarlos en sus tribulaciones. Pablo también explica por qué pospuso su visita a Corinto, afirmando que su palabra no es un sí y no vacilante, sino un sí firme en Cristo. Finalmente, Pablo se refiere a su ministerio como ministros del nuevo pacto en Cristo a través del Espíritu, no de la letra que mata.