La homilía del 19° domingo ordinario reflexiona sobre la administración de la creación por parte del ser humano, enfatizando la necesidad de ser administradores fieles y previsores. Se plantea la pregunta de qué estamos comunicando a los demás con nuestras palabras y acciones, sugiriendo que debemos purificar nuestro interior para reflejar lo divino que llevamos dentro. La homilía concluye instando a ser hombres de evangelio, mostrando que lo que sale de nosotros debe ser bondad y bendición.