El aprendizaje se define como cambios significativos en las capacidades y valores de los individuos, facilitado por la plasticidad del cerebro, que permite la creación y modificación de conexiones neuronales. Existen dos tipos de aprendizaje, a corto y largo plazo, que afectan la durabilidad del conocimiento y la adaptación al entorno. La neurociencia proporciona insights que pueden guiar las prácticas educativas, enfatizando la importancia de comprender las características del cerebro para optimizar el proceso de enseñanza-aprendizaje.