El documento describe las limitaciones de la cultura tradicional de evaluación del aprendizaje y propone una evaluación auténtica basada en los principios constructivistas. Actualmente, la evaluación se centra demasiado en los resultados y conocimientos aislados, en lugar de procesos, competencias y aprendizaje significativo. Una evaluación auténtica debería enfocarse en actividades contextualizadas y el uso de estrategias como portafolios y rúbricas para evaluar el desempeño y progreso de los estudiantes a lo largo del tiempo.