El documento analiza cómo bajo el socialismo del siglo XXI, los fallos del mercado se transforman en problemas más graves debido a regulaciones ineficaces, generando mercados paralelos y un aumento en costos de transacción. Se argumenta que el intervencionismo estatal no resuelve los problemas de producción de bienes públicos, sino que los agudiza, afectando la competitividad y creando un entorno desfavorable para la creación de valor. Finalmente, se critica la incapacidad del socialismo para resolver la corrupción y otros males sociales, perpetuando una situación de desigualdad y desconfianza en el sistema.