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EL GENOCIDIO EN EL PENAL “EL FRONTÓN”, COMETIDO POR ALAN GARCÍA Y
                     LA MARINA DE GUERRA DEL PERÚ
Ante un amotinamiento de los presos políticos acusados por “terrorismo”, en tres penales de Lima (Perú), Alan García Pérez,
Presidente de la República, aprovechó la oportunidad para exterminarlos, pues eran sus adversarios políticos: durante los días
18 y 19 de Junio de 1,986, Alan García Pérez ordenó el aniquilamiento de los internos del penal de “El frontón”:

                                           EL RELATO DEL SOBREVIVIENTE ROLANDO

Rolando, de 46 años, estudiante de arqueología, actualmente en el exilio, narró su verdad, no sabemos los sentimientos encontrados que
tiene por su vida política e ideológica; sin embargo, podemos notar en su resquebrajada voz la desolación existente, después de una breve
 plática a modo de introducción, no espera preguntas solo empieza su relato…

“El 2 de diciembre de 1981 fui intervenido en mi domicilio por la Policía Técnica, lo que anteriormente se llamaba PIP, me acusaban de se
r miembro de Sendero Luminoso por lo tanto era terrorista, fui llevado a sus instalaciones donde me tuvieron detenido quince días, durante
 ese tiempo, me golpeaban en la nuca y en la boca del estómago obligándome a aceptar todo tipo de culpabilidad en el accionar sedicioso
 y mencionando apelativos de sujetos desconocidos para mí, ante mi negativa me pasaban electricidad por mis genitales. Después me
 llevaron al penal de Qenqoro, donde me torturaron durante los meses que me mantuvieron ahí hasta ser trasladado al penal de El Frontón,
en la que pase cuatro años encerrado hasta que paso lo que paso con la Marina” cuando me acuerdo
siento punzadas en mis piernas torturadas.

INV.- Específicamente fue detenido por terrorismo; hubo una investigación profunda que contara con pruebas de su participación en esa
organización, o solo fueron indicios?
R.E.P.- Pues me acusaron de pertenecer a Sendero Luminoso, sin que existan pruebas de ello, nunca, jamás tuve participación en esa
organización, pero era mi palabra contra la de la policía y lo que ellos decían era así y nadie podía contradecirlos; En la cárcel de
qenqoro estuve hasta noviembre del año 1982, cuando me trasladan con otros presos en un búfalo de la FAP respondiendo esto al plan
 de concentración efectuada por el gobierno de Fernando Belaunde, es decir todos los que estábamos presos acusados de ser terroristas
 deberíamos ser trasladados a nivel nacional al penal de El Frontón.

El 14 de noviembre llegué a la carceleta judicial y el 20 me llevan al penal, ingresando al pabellón Azul, previa golpiza… éramos 30 presos
acusados de terrorismo y no solo nosotros fuimos victimas de abuso, también nuestros familiares. Sabe, organizaban planes de
aniquilamiento en nuestro pabellón, primero aparecieron dos presos envenenados, luego dos con disparos de balas hechos por los guardias
 republicanos y diversos heridos… y eso no es imaginación como argumentaron en su defensa los implicados, todo lo que le digo consta en
 las fichas forenses y las denuncias hechas por presos y familiares; como denunciábamos todos estos abusos llegaron hasta el punto de
 recortarnos el agua durante seis meses, ¿sabe Ud. lo que eso significa para gente que vive en condiciones denigrantes?, sin embargo lo
 aguantamos, entonces pasaron a recortarnos la visita y hostigar a nuestros familiares, eso significaba recortar los alimentos que nos
 traían y que preparábamos nosotros mismos aunque sea solo camote y ají amarillo, porque los republicanos solo nos daban cebo con agua.

El 4 de Octubre de 1985 se suscita la matanza en Lurigancho donde mueren quemados 35 presos en el pabellón británico, como duró
todo el día el asalto a ese penal, ya no tuvieron tiempo para ir al Frontón además de que la opinión pública estaba al tanto de lo que
 sucedía y no querían complicarse con otro asalto. Nunca cesaron los hostigamientos a nuestros familiares y lo peor fue que la Republicana
 permitió el ingreso de gente de inteligencia de la Marina, que cometieron torturas con los presos, incluso dos de ellos perdieron la vida
y lo pasaron como que murieron en una reyerta.

INV.- ¿Estas torturas que manifiesta fueron denunciados ante las autoridades e instancias respectivas, existe prueba de ello?
R.E.P.- Mucho más que pruebas de hostigamiento, abusos y torturas, existe fichas forenses de los muertos, por todo esto presentamos
denuncias, Habeas Corpus; sin embargo, estas nunca fueron aceptadas, al contrario argumentaban que solo eran para llamar la atención.

INV.- ¿Cómo ocurre la incursión de la Marina en El Frontón?

R.E.P.- Pues verá Ud. los días 18 y 19 de junio de 1986, justo cuando se efectuaba un congreso en Lima de la Internacional Socialista,
 los presos del pabellón azul buscaban el cese de las torturas, amenazas y una investigación con respecto a la masacre de Lurigancho,
 porque se conoció que la Internacional se había comprometido con Alan García para intervenir los tres penales, Santa Bárbara, Frontón
y Lurigancho, en una lucha conjunta por la defensa de la vida de los presos políticos, ya con el antecedente del 85 y la negativa de
las autoridades, los presos del pabellón azul con la finalidad de ser escuchados, tomaron 3 republicanos de rehenes y nos encerramos
 todo el medio día, hasta que llegó la Comisión de Paz, que con un megáfono trataban de disuadir los reclamos y pedían que nos
 rindamos; todos estábamos en el interior del pabellón, pero a pesar de la seguridad logramos entregar un documento con once
 puntos y solicitamos la presencia de abogados y periodistas como veedores de las negociaciones.

Pero mientras nos mantenían entretenidos con las negociaciones, la Marina de Guerra estaba trayendo en helicópteros tropas que
 las bajaban en medio del cerro, en la canchita de futbol, y bajaban los oficiales camuflados con chalecos antibalas y luego los de
 la FOES, (Fuerza de Operaciones Especiales de la Marina) cuando ya habían terminado de bajar los de la Marina, la Comisión de
 Paz se retiró diciéndonos que analizarían nuestros reclamos y comprometiéndose en la defensa al derecho de vida; ahí nos dimos
cuenta de lo que se nos venia encima.

Tarde nuestra reacción, a las 5.30 p.m aproximadamente ya la Marina se encontraba dentro del penal, habían ingresado por los
baños, algunos presos corrían desesperados buscando en vano ocultarse en algún lugar que los proteja de las balas, otros se
arrodillaban en las esquinas y lloraban como niños desvalidos, no falto uno por ahí que con gritos y lisuras quiso imponer dureza
 ante lo que se avecinaba; mientras que yo que me encontraba apostado en una ventana cuya visión daba a los baños, miraba
atontado como los marinos se preparaban elevabando sus fall.

Casi a las 6.00 p.m un compañero conocido como Tulich Morales apretaba sus manos en los barrotes de las ventanas mientras
 gritaba desesperado pidiendo que no nos mataran… fue el primero en caer con los primeros disparos, ocho balas le cercenaron
 la mano y le quitaron los gritos de auxilio de su boca, a pocos metros calló otro preso, no sabíamos donde correr, tratábamos
 de protegernos con lo que podíamos y detrás de las paredes, así siguieron los disparos hasta las 8.00 p.m. no se como nadie
 se alocó con la desesperación, cuando pensamos que los disparos habían cesado un ruido fuerte nos hizo saltar en simultáneo
 porque vimos como voló la parte posterior del pabellón abriéndose un boquete que permitió que el segundo piso se viniera
 abajo aplastando cuatro presos, y los que cayeron del piso de arriba con la explosión, unos se metieron abajo y otros salvaron
 la rampa hecha con el techo caído, los que quedaron arriba corrieron a los baños para protegerse, mientras los marinos se
 ponían en línea y empezaban a disparar, algunos presos defienden la parte del boquete lanzando restos de ladrillos, mientras
que otros traían cilindros de agua y catres para bloquear la parte caída del techo; el pabellón parecía vacío y los marinos
empezaron a rampear en su afán de tomarlo y para eso iluminaron el interior apuntando con sus fall, yo me encontraba
 escondido con otros cinco detrás de una pared, pudimos ver a Mantilla parado en el tanque de agua, protegido con un chaleco
 antibalas de color mostaza, cafarena color ocre y su casco color de chaleco; pero no solo lo vi yo, también lo vieron los demás
 presos porque empezaron a gritar que ahí esta Mantilla (Agustín) y lo insultaban, llamándolo “asesino”.

A las 10.00 p.m los marinos impotentes de no poder tomar el pabellón lanzaron gases hacia el segundo piso donde estaban lo
s presos en los baños y la cocina, todo se lleno de gas y aprovecharon los de la Marina para subir por la rampa y apostarse en
 espera que los compañeros salgan a retomar el pabellón una vez disipado el gas; cuando salen de los baños y la cocina los
 esperaba una ráfaga de balas donde caen 7, los demás prefieren retroceder y quedarse ahí; luego la Marina baja la rampa
para seguir atacando el primer piso, donde nuestros compañeros muertos nos sirvieron de escudos, no se cuantos murieron
 solo los veía regados en el piso, unos con la cabeza reventada y otros hasta desfigurados por la balas.

A lo lejos entre disparo y disparo, las órdenes del jefe de esta acción, Luis Giampietri. Las paredes del pabellón azul fueron
voladas con lanzacohetes y se hizo un boquete con la explosión donde mueren tres presos más, eso si los vi caer, porque entre
 ellos estaba mi coacusado Oscar Chullunqui Prada, con el cráneo destrozado en el lado derecho y por ese boquete meten un
 cañón y comienzan a disparar al techo de la cocina del segundo piso, donde ya estábamos hacinados la gran mayoría. La
 balacera fue hasta las 3.00 de la madrugada, hora en que hacen el relevo de Luis Giampietri a Vera Llona, en ese lapso
siguen disparando con el cañón y logran hacer un forado en el techo, la desesperación hizo que abriéramos un boquete po
r la pared de la cocina que da al pasadizo, pero antes que logremos pasar al otro lado un disparo de cañón entro y mato a
 ocho, yo y otros presos solo nos tiramos al suelo, después quisimos pasar, pero el cuerpo destrozado de un joven puneño de
 solo 17 años, se da cuenta Ud. solo tenía 17 años y estaba preso por que dicen era terrorista, impedía el ingreso por el
 boquete por lo que lo jalamos para poder entrar, al no conseguirlo un grupo de quince presos aproximadamente intentaron
 retomar la cocina pero se encontraron en la puerta con las balas asesinas que los mató a mansalva. Para ese momento ya
habían cercado todo el pabellón azul y disparaban a matar hacia la cocina donde nos replegamos casi todos.

INV.- ¿En el momento de la balacera estuvo presente Agustín Mantilla y Luis Giampietri?

R.E.P.- Claro, a Mantilla no solo lo vi yo, lo vieron todos los presos, protegido con chaleco y escoltado por algunos marinos en
 el tanque de agua y a Giampietri también, luego le narro como.

Las horas se nos hacían interminables, cada disparo era un segundo menos de vida que nos quedaba y también un preso menos
. Entre las 6.00 y 11.00 de la mañana, como consigna de culminación y bajo la órdenes de recuperar el principio de autoridad en
 el penal a como de lugar y sin importar las consecuencias, los FOES se subieron al techo e hicieron un forado, para lanzar a mansalva
granadas, eso fue lo último, unos murieron y otros caímos heridos, yo tenia la pantorrilla derecha completamente destrozada,
luxaciones en los brazos y golpes fuertes en mi cuerpo, como pude me quite el pasador de mi zapato y me hice un torniquete
para parar la hemorragia, las granadas unas tras otras seguían invadiendo el pabellón, pero también unos y otros seguían cayendo
 destrozados, yo me cobije debajo de mis compañeros muertos y así rampé hasta buscar un lugar donde protegerme, una granada
 explotó en la puerta y las esquirlas se incrustaron en mi espalda mientras que a otro compañero una madera grande se incrustó en su
pulmón, el dolor era insoportable pero no quería gritar para evitar que me escucharan y me dispararan, luego se me nubló la visión,
me senté y perdí el conocimiento.

Cuando desperté ya era casi la 1.00 de la tarde, porque otro preso llamado Nelson me echó agua desesperadamente, me sentía débil
 había perdido sangre a pesar de estar con torniquete, tenia sed y el compañero me ayudo a beber agua, me dijo que algunos habían
 logrado salvarse y que estaban echando agua a todos los cadáveres para que no fueran quemados, porque los compañeros del primer
 piso habían sido rematados; a los pocos minutos apareció el delegado del pabellón, era un trujillano que estaba buscando sobrevivientes,
 me dijo que saldríamos directo a enfermería y le dijo a Nelson que me ayude.

No sabe, salimos por encima de los cadáveres destrozados, se me hizo difícil pasar el boquete del primer piso, por lo que empecé a
 arrastrarme siendo visto por un soldado, que me ordenó echarme de bruces, pero no podía por las esquirlas de la espalda, acercándose
 otro oficial que me puso el pié en el pecho obligándome a obedecer en medio de gritos de dolor y punzadas en la espalda, me voltee de
 costado y el oficial me cogió por los cabellos y me levantó la cabeza mirándome y diciendo “se nos adelantaron porque este trabajo
era para nosotros” todos los que logramos sobrevivir del segundo piso salimos, menos el trujillano que después apareció decapitado y
 sin corazón.

Mientras salíamos éramos apuntados y uno fue rematado porque intentó correr hacia el medio del patio, nos arrastramos hasta la pared
 de prevención y los marinos empezaron a separar a los presos que iba señalando un “soplón” y llevados atrás del pabellón, hacia los
unipersonales que daba a la playa donde fueron asesinados de cinco en cinco.

Yo también fui desvestido y casi iba a ser asesinado, pero el “soplón” que estaba con pasamontañas se retractó y dijo “no jefe, el no
 es” y así como yo a los 37 que no fuimos ajusticiados nos trasladaron a prevención, aislándonos, prohibiéndonos las visitas y las entrevistas
 de los abogados, de la mentirosa Comisión de Paz, menos de la prensa; todos los que sobrevivimos fuimos victimas de torturas, unos
 cortados sus dedos, otros pasados con corrientes en las fosas nasales, yo fui hincado con un cuchillo en los genitales, aún tengo las
huellas, mientras me retorcía en el suelo por el dolor en mis genitales apareció Luis Giampietri y como me encontraba a un costado de
 la puerta, este empezó a patearme en la cara y en la cabeza, al ver mi espalda ensangrentada por las esquirlas también me propinó
 patadas en la zona, cansado de patearme me cogió de los cabellos y me golpeó la cabeza en las puerta que era de fierro preguntándome
 mi nombre, ante cada grito mío era una chancada en la puerta…

No lo puedo olvidar, su rostro es inolvidable, como también lo es los cuerpos destrozados y mutilados de los presos del pabellón azul,
 la desesperación de todos por salvar sus vidas ante las feroces abatidas de los marinos, que nos tenían cercados en el interior del pabellón.
 Si Giampietri no ordenó rematarnos en prevención era porque gente del INPE y algunos familiares declararon que había sobrevivientes y
porque no tenían pruebas de que todos eran terroristas. Nunca fui terrorista, la Comisión de la Verdad y Reconciliación me dio la razón,
 hoy estoy lejos de mi país de mi familia solo y protegiendo mi vida ante un testimonio que debelará la responsabilidad de quien hoy es
el gran vicepresidente del Perú".


                                         TESTIMONIO DEL SOBREVIVIENTE JESÚS MEJÍA

Alfredo Alí Alava / Unidad de Investigación

El programa "Cuarto Poder" de Canal 4 difundió anoche un estremecedor testimonio -tomado por Bruno de Olazábal- de un sobreviviente,
quien reveló haber presenciado unas 40 ejecuciones durante la debelación del motín en El Frontón (19 de junio de 1986). Jesús Mejía Huertas
 relató que, creyéndolo muerto, los marinos lanzaron su cuerpo a una ruma de cadáveres y, cuando lo encontraron vivo, quisieron matarlo,
argumentando que la lista de sobrevivientes ya estaba hecha.

El testimonio también está en poder de la Comisión de la Verdad. En los detalles medulares, coincide con el de Julio Yovera, otro sobreviviente
 ubicado por El Comercio. Se descuenta que el reportaje incomodará a García, quien hasta ahora no ha explicado por qué Agustín Mantilla,
su hombre de confianza y entonces viceministro del Interior, estuvo en El Frontón más de 24 horas, y por qué en el Consejo de Ministros
ordenó restablecer el orden "con la máxima energía que permite la ley, preservando en lo posible la vida de los rehenes", y no se mencionó
 las de los presos.

"Días antes de que ocurrieran los hechos, vimos a Alan García en una lancha a 30 metros de distancia de la orilla", dijo Jesús Mejía, ratificando
 la versión de otro ex senderista que hace un mes entrevistó el mismo periodista. Mejía recordó que, cuando se inició el ataque por parte de la
Marina, él y unos 80 senderistas, junto con sus rehenes, se escondieron en los sótanos del denominado Pabellón Azul. Se resistían a salir.

Afirmó que tras los bombardeos, los senderistas del segundo piso decidieron salir, y momentos después también lo hicieron ellos. "Nos animamos
 a salir porque desde abajo veíamos que los compañeros del segundo piso habían sido tendidos en el piso. Vimos que había unas cámaras
 filmadoras. Eso dio una luz de que podían quedar sobrevivientes", sostuvo.

Mejía narró que todos los senderistas fueron llevados hasta una cancha de fulbito, en donde encontraron a unos 30 presos más tendidos en
el piso. El testigo contó que los marinos no sabían qué hacer. Entonces decidieron separarlos en grupos y los llevaron a tres celdas que
estaban cerca de allí.

De cinco en cinco

"En mi celda éramos un promedio de 20 personas. Y después (los marinos) empezaron a gritar a los de la primera celda: "¡Salgan de cinco en
 cinco!".
En ese momento empezamos a escuchar ráfagas de metralleta. Terminaron las ráfagas y entonces comenzaron con nosotros", dijo. Y agregó:
 "Cuando salí había en el piso una masa de aproximadamente 20 personas. Allí nomás comenzaron las ráfagas. Entonces nos tiramos encima de
 los cadáveres. Las ráfagas no cesaron hasta que se acabaron las cacerinas".

Jesús Mejía dijo que, en total, le cayeron como doce proyectiles en diferentes partes del cuerpo: en el brazo izquierdo, el hombro derecho,
el torso y las piernas, le tuvieron que amputar parte del pie derecho, algunas balas le rozaron el cuero cabelludo, pero ningún proyectil le
comprometió órgano vital alguno. Milagrosamente se salvó de morir, pero lo peor vendría después. "Justo en ese momento (cuando acabaron
 los disparos) se escuchó el ruido de un helicóptero y los mismos marinos comenzaron a gritar: "La prensa, la prensa". (Entonces) determinan
esconder, desaparecer los cadáveres. Uno me coge del pie y me comienza a arrastrar y después me suelta, pues era pura sangre la que
 jalaba. Yo caí entre los últimos cadáveres", narró el testigo.

Mejía dijo que en total fueron fusilados unos 40 presos. Después los arrojaron en una improvisada fosa y luego se produjo la demolición
total del pabellón para desaparecer a los ejecutados. Pero tuvo tanta suerte que los escombros no lo aplastaron.

Entre cadáveres y heridos

Relató que en la noche, en medio del cerro de cadáveres, se dio cuenta de que otro preso que también estaba herido se encontraba debajo
de él, y le pidió que lo salvara. "Yo trataba, como podía, mover algún cadáver para ayudarlo, pero mi pie se resbalaba en la masa de sangre.
Metí mis manos entre los cadáveres buscando encontrar la mano de mi compañero para jalarlo de sus brazos. "¿Esta es tu mano?", le
 preguntaba, pero no daba con la suya.
Lo único que yo quería era abrazarlo de la mano hasta que muriera. Me quedé agarrado de una mano, pero no era de él", dijo.

Mejía afirmó que en la noche del 20 de junio pudo salir rampando y cuando los vigías lo encontraron se quedaron pasmados, empezaron a
disparar al aire: no lo podían creer. El que lo alumbró con la linterna lo agarró a patadas, pues se había asustado. El testigo señaló que en
 ese momento exigió a sus captores que respetaran su vida. "Yo he sido fusilado, respeten mi vida", les dijo. Los marinos se pusieron a
 conversar, no sabían qué hacer, hasta que uno de ellos dijo: "La lista de sobrevivientes ya está hecha. Hay que matarlo".

"Mátame tu mismo"

Mejía contó que los efectivos lo llevaron, atado en un catre, hasta su jefe.
El oficial, según el testigo, le dijo: "Ya te jodiste. Así sea cierto, ya no hay sobrevivientes. Devuélvanlo (hasta los escombros) y mátenlo".
Jesús Mejía relató que en ese momento, cuando sintió que la vida se le iba, emplazó al oficial y le dijo: "No seas cobarde, mátame tú mismo".
Sacó su pistola y me apuntó, pero no disparó. Tal fue el hecho de no haber disparado que gritó: "¡Llévense a esta mierda!". Uno de los marinos
 dijo: "Si esta persona ha sobrevivido es porque Dios no ha querido que muera. Hay que llevarla al hospital". Así me salvé".

El testigo refirió que temía por su vida, pues en los últimos meses había recibido llamadas amenazantes. Una de ellas le dijo a su hermano,
que contestó su teléfono: "Dile a Lázaro que no se meta en problemas". "Lázaro" es el apodo que le pusieron los marinos cuando
 apareció entre los muertos.

Se los llevaron a la parte de atrás del pabellón y no regresaron

Julio Yovera Márquez, otro sobreviviente ubicado por El Comercio aseguró que vio que los marinos mataron a dos sobrevivientes
rendidos y que varios de ellos, que fueron sacados de los túneles, terminaron fusilados.

- ¿Cuántos eran en el Pabellón Azul?
- Éramos 170 prisioneros. A todos los conocí.
- ¿Quiénes eran los líderes de ese grupo?
- De acuerdo a su nivel, cada uno va tomando posición... Había delegados que nosotros nombrábamos por su capacidad. Por ejemplo,
 había uno conocido como Julián... Había dos más que eran delegados que también salieron ilesos.
Tenían barba. Recuerdo que uno de ellos era arquitecto... Los jalaron y se los llevaron.
- ¿Adónde?
- A la parte de atrás...
- ¿Si usted no resultó herido, dónde se hallaba entonces?
- En el segundo piso, en la parte de la cocina, en el último reducto...
Éramos treinta los que estábamos amontonados allí...
- ¿Ustedes avisaron que los heridos iban a salir?
- Sí... Julián dio la voz... Y escuchamos que dijeron por megáfono: Alto el fuego. Julián preguntó qué garantías nos daban. Nos
dijeron que no nos iba a pasar nada.
- ¿Quién dijo eso?
- El jefe de los marinos... Entonces bajamos y sacamos a los heridos. Uno de ellos era Segundo Chávez Willy...
- ¿Hacia dónde salieron?
- Hacia esta rampa (señala el patio). Éramos 32, más o menos. Entonces nos dijeron que nos tirásemos al suelo y empezaron a
revisarnos. Allí se levantó el compañero Peter para pretender cargar a Segundo Chávez que estaba mortalmente herido y
sangraba del estómago. Lo quiso cargar. Un marino lo separó y delante de nosotros le disparó una carga de fusil en la yugular.
También sacaron a otro porque le encontraron un fierro con el que hacíamos trabajos en piedra. Le encontraron una lija en el
 bolsillo y por eso lo sacaron y lo mataron delante de nosotros. Después vi que sacaron a Julián, se lo llevaron a la parte de atrás...

- ¿Cómo se llamaba Julián?
- Walter, creo... Después a David, que era ingeniero y después a otro de barbita que se llamaba Cirilo... Luego, de la parte
posterior, de los socavones sacaron como cuarenta sobrevivientes sanos.
- ¿Estamos hablando de unos 70 sobrevivientes?
- Claro.
- ¿A los que estaban en los túneles, hacia dónde los llevaron?
- Hacia la parte de atrás. A esos, en grupos de cinco en cinco, los iban fusilando.
- ¿Pero usted los vio salir?
- Claro, cuando levantábamos la cabeza veíamos a los que iban saliendo, pero más allá yo no he visto. De ese grupo hay un
sobreviviente.
- ¿Quién es? ¿Jesús Mejía?
- Mejía, sí. Entonces a este grupo de cuarenta... a pesar que ya había pasado todo, a ellos los aniquilaron, los fusilaron... de
allí sale Mejía al siguiente día.
- Esa es la versión que dan algunas personas, ¿pero usted vio los fusilamientos?
- El fusilamiento fue en la parte de atrás, escuché y a veces alzaba la cabeza para ver y veía todo el movimiento y seguían
las detonaciones fuertes... Pero Mejía sí los vio...



             Los peritajes antropológicos de las víctimas de "El Frontón"

Se desprende de los peritajes médicos efectuados por el Centro Andino de Investigaciones antropológicas, que los marinos que

atacaron a los internos encerrados en el Pabellón Azul de "El Frontón" se ensañaron con los presos rendidos, actuando con

crueldad: varios internos fueron ultimados con explosivos, heridas de bayoneta, y disparos desde muy corta distancia, y probablemente

cuando ya se habían rendido. Vayan como ejemplo, sólo algunos casos:

Los exámenes practicados en el cadáver del interno Alfonso González Toribio, ponen de manifiesto que sufrió la fractura de sus

dos piernas provocada por el estallido de explosivos, de manera que le era imposible dar ni un paso. En consecuencia, este interno,

durante el desarrollo del develamiento habría permanecido postrado. Y no obstante, en esa situación, habría recibido varios

impactos de bala en el tórax, y una ráfaga de seis balazos en la cabeza. Además, recibió un disparo en la nuca como tiro de gracia.

En cuanto al cadáver del interno Edgar Sicha Romaní: su hueso sacro fue partido en dos, de manera longitudinal, por los marinos,

al parecer, cuando aun contaba con vida. Este corte fue efectuado con arma blanca, posiblemente una bayoneta.

El recluso César Rojas Yupanqui: los exámenes ponen de manifiesto, que sufrió los efectos letales de una explosión en el lado

izquierdo de su cuerpo; y además, que terminó aplastado por grandes moles de concreto. Presenta además, una herida punzo-penetrante

en la cabeza, producto de un bayonetazo, según los peritos.

El caso del interno Alejandro Chancasanampa Castro: este interno, según el peritaje, habría sido masacrado a bayonetazos.Según se

evidencia por los exámenes,el cadáver presenta lesiones de arma blanca en las costillas, en la columna vertebral, en la pelvis y en el

cráneo. Presenta una profunda herida punzo-cortante delante del pabellón de la oreja izquierda: se dirige hacia la zona interna de la

cavidad craneana, y le comprometió la cavidad ocular de ese lado izquierdo. Además, el cuerpo muestra lesiones ocasionadas por

explosivos arrojados a distancia media, y ocasionadas también por el aplastamiento producido por la caída de bloques de cemento.

Todas estas son señales de ensañamiento y enorme crueldad.

Los exámenes de los cuerpos de los internos Roberto Durand Sandoval, Mariano Sulca Tanta y Claudencio Mendoza Reyes, muestran

que fallecieron por el estallido de explosivos lanzados desde una corta distancia.

Las actas que hablan
Las actas de las sesiones del Consejo de Ministros del 18 y 19 de junio de 1986, presididas por
Alan García para tratar el tema de los motines en los penales, contienen datos reveladores, como
el hecho de que el presidente de la República, a pesar de conocer el número elevado de muertos,
manifestó que "el saldo de la acción es lamentable pero ha servido para demostrar al país
que la autoridad del Gobierno se ha impuesto".

¿Sabía entonces el presidente que en Lurigancho habían sido ejecutados 124 terroristas y en
El Frontón habían muerto 122, algunos probablemente fusilados?

En la sesión del día 19 también estuvo el viceministro del Interior Agustín Mantilla, quien se
ocupó de coordinar las operaciones de El Frontón e informar al poder civil, desde el 18 de junio
a las 2:50 de la tarde, hasta el 19 a las 3:15. Poco más de 24 horas. El presidente García dijo a
los asistentes que "el orden había sido restablecido y la autoridad restaurada en los penales, a
un costo muy elevado de muertos". Y agregó que aquello era una muestra "de cómo debe actuar
un gobierno democrático en el marco de la ley, pero con autoridad para restablecer el orden".

Antes de culminar la sesión, expresó "su felicitación al Comando Conjunto de la Fuerza Armada
por el cumplimiento eficiente de lo dispuesto por el Gobierno". Algunos medios de prensa
sostienen que, en la Comisión de la Verdad, dos marinos (cuyos nombres no se han revelado)
afirmaron haber recibido órdenes de que no quedaran sobrevivientes. Precisaron que Mantilla
estaba en el penal cuando se produjeron los fusilamientos.

No prescriben delitos de lesa humanidad

Respecto del caso El Frontón, el abogado Carlos Rivera (del IDL) dijo que los crímenes de
guerra y de lesa humanidad son imprescriptibles de acuerdo a lo señalado por los convenios
internacionales que han suscrito los países miembros de la ONU.

Adviértase que los internos, en su gran mayoría, estaban allí en la condición de inculpados:
estaban allí por alguna sospecha, o porque alguien lo señaló ante la policía, pero no había
nada probado. Por una elemental cultura jurídica sabemos, que a nadie se le puede calificar de
“senderista” o delincuente, mientras no haya de por medio una sentencia judicial condenatoria.
Tan es así, que después de asesinados, el Poder Judicial falló con respecto a algunos internos,
declarándolos inocentes.
Ahora bien: el uso de cohetes anti-acorazados, para despedazar presos encerrados e indefensos,
ejecuciones extra-judiciales, contra presos descalzos y rendidos. ¿Esta es la "moral" de los
herederos de Miguel Grau? El comandante Miguel Grau, supo luchar con honor y decencia.
Mientras el mar de Grau hoy está en poder de los chilenos, desde Tarapacá hasta Tacna, los
marinos peruanos, incapaces de enfrentarse a un enemigo armado, se ensañan con civiles
descalzos e indefensos. ¡¡ Qué vergüenza!!
Alan García Pérez, el que ordenó la matanza y felicitó a sus ejecutores por "haber restablecido
el orden", Agustín Mantilla, Luis Giampietri, y el Capitán de navío Juan Carlos Vega Llona,
ejecutores de la matanza y de las ejecuciones extra-judiciales, ninguno de estos criminales
fueron procesados, ni menos castigados. Es más: el estado peruano lo premió a Alan García,
reeligiéndolo Presidente de la República. A Luis Giampietri, lo premió por su accionar genocida,
permitiéndole que ejerza, después del genocidio, el cargo de Vice-presidente de la República.
Mantilla fue encarcelado por otro delito menor, pero jamás por el genocidio de el Frontón.
A esta impunidad es a lo que llaman "sistema democrático". A esta letrina de barbarie
institucionalizada, es a lo que algunos llaman “sociedad civilizada”.

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Frontón.genocidio.testimonios 1

  • 1. EL GENOCIDIO EN EL PENAL “EL FRONTÓN”, COMETIDO POR ALAN GARCÍA Y LA MARINA DE GUERRA DEL PERÚ Ante un amotinamiento de los presos políticos acusados por “terrorismo”, en tres penales de Lima (Perú), Alan García Pérez, Presidente de la República, aprovechó la oportunidad para exterminarlos, pues eran sus adversarios políticos: durante los días 18 y 19 de Junio de 1,986, Alan García Pérez ordenó el aniquilamiento de los internos del penal de “El frontón”: EL RELATO DEL SOBREVIVIENTE ROLANDO Rolando, de 46 años, estudiante de arqueología, actualmente en el exilio, narró su verdad, no sabemos los sentimientos encontrados que tiene por su vida política e ideológica; sin embargo, podemos notar en su resquebrajada voz la desolación existente, después de una breve plática a modo de introducción, no espera preguntas solo empieza su relato… “El 2 de diciembre de 1981 fui intervenido en mi domicilio por la Policía Técnica, lo que anteriormente se llamaba PIP, me acusaban de se r miembro de Sendero Luminoso por lo tanto era terrorista, fui llevado a sus instalaciones donde me tuvieron detenido quince días, durante ese tiempo, me golpeaban en la nuca y en la boca del estómago obligándome a aceptar todo tipo de culpabilidad en el accionar sedicioso y mencionando apelativos de sujetos desconocidos para mí, ante mi negativa me pasaban electricidad por mis genitales. Después me llevaron al penal de Qenqoro, donde me torturaron durante los meses que me mantuvieron ahí hasta ser trasladado al penal de El Frontón, en la que pase cuatro años encerrado hasta que paso lo que paso con la Marina” cuando me acuerdo siento punzadas en mis piernas torturadas. INV.- Específicamente fue detenido por terrorismo; hubo una investigación profunda que contara con pruebas de su participación en esa organización, o solo fueron indicios? R.E.P.- Pues me acusaron de pertenecer a Sendero Luminoso, sin que existan pruebas de ello, nunca, jamás tuve participación en esa organización, pero era mi palabra contra la de la policía y lo que ellos decían era así y nadie podía contradecirlos; En la cárcel de qenqoro estuve hasta noviembre del año 1982, cuando me trasladan con otros presos en un búfalo de la FAP respondiendo esto al plan de concentración efectuada por el gobierno de Fernando Belaunde, es decir todos los que estábamos presos acusados de ser terroristas deberíamos ser trasladados a nivel nacional al penal de El Frontón. El 14 de noviembre llegué a la carceleta judicial y el 20 me llevan al penal, ingresando al pabellón Azul, previa golpiza… éramos 30 presos acusados de terrorismo y no solo nosotros fuimos victimas de abuso, también nuestros familiares. Sabe, organizaban planes de aniquilamiento en nuestro pabellón, primero aparecieron dos presos envenenados, luego dos con disparos de balas hechos por los guardias republicanos y diversos heridos… y eso no es imaginación como argumentaron en su defensa los implicados, todo lo que le digo consta en las fichas forenses y las denuncias hechas por presos y familiares; como denunciábamos todos estos abusos llegaron hasta el punto de recortarnos el agua durante seis meses, ¿sabe Ud. lo que eso significa para gente que vive en condiciones denigrantes?, sin embargo lo aguantamos, entonces pasaron a recortarnos la visita y hostigar a nuestros familiares, eso significaba recortar los alimentos que nos traían y que preparábamos nosotros mismos aunque sea solo camote y ají amarillo, porque los republicanos solo nos daban cebo con agua. El 4 de Octubre de 1985 se suscita la matanza en Lurigancho donde mueren quemados 35 presos en el pabellón británico, como duró todo el día el asalto a ese penal, ya no tuvieron tiempo para ir al Frontón además de que la opinión pública estaba al tanto de lo que sucedía y no querían complicarse con otro asalto. Nunca cesaron los hostigamientos a nuestros familiares y lo peor fue que la Republicana permitió el ingreso de gente de inteligencia de la Marina, que cometieron torturas con los presos, incluso dos de ellos perdieron la vida y lo pasaron como que murieron en una reyerta. INV.- ¿Estas torturas que manifiesta fueron denunciados ante las autoridades e instancias respectivas, existe prueba de ello? R.E.P.- Mucho más que pruebas de hostigamiento, abusos y torturas, existe fichas forenses de los muertos, por todo esto presentamos denuncias, Habeas Corpus; sin embargo, estas nunca fueron aceptadas, al contrario argumentaban que solo eran para llamar la atención. INV.- ¿Cómo ocurre la incursión de la Marina en El Frontón? R.E.P.- Pues verá Ud. los días 18 y 19 de junio de 1986, justo cuando se efectuaba un congreso en Lima de la Internacional Socialista, los presos del pabellón azul buscaban el cese de las torturas, amenazas y una investigación con respecto a la masacre de Lurigancho, porque se conoció que la Internacional se había comprometido con Alan García para intervenir los tres penales, Santa Bárbara, Frontón y Lurigancho, en una lucha conjunta por la defensa de la vida de los presos políticos, ya con el antecedente del 85 y la negativa de las autoridades, los presos del pabellón azul con la finalidad de ser escuchados, tomaron 3 republicanos de rehenes y nos encerramos todo el medio día, hasta que llegó la Comisión de Paz, que con un megáfono trataban de disuadir los reclamos y pedían que nos rindamos; todos estábamos en el interior del pabellón, pero a pesar de la seguridad logramos entregar un documento con once puntos y solicitamos la presencia de abogados y periodistas como veedores de las negociaciones. Pero mientras nos mantenían entretenidos con las negociaciones, la Marina de Guerra estaba trayendo en helicópteros tropas que las bajaban en medio del cerro, en la canchita de futbol, y bajaban los oficiales camuflados con chalecos antibalas y luego los de la FOES, (Fuerza de Operaciones Especiales de la Marina) cuando ya habían terminado de bajar los de la Marina, la Comisión de Paz se retiró diciéndonos que analizarían nuestros reclamos y comprometiéndose en la defensa al derecho de vida; ahí nos dimos cuenta de lo que se nos venia encima. Tarde nuestra reacción, a las 5.30 p.m aproximadamente ya la Marina se encontraba dentro del penal, habían ingresado por los baños, algunos presos corrían desesperados buscando en vano ocultarse en algún lugar que los proteja de las balas, otros se arrodillaban en las esquinas y lloraban como niños desvalidos, no falto uno por ahí que con gritos y lisuras quiso imponer dureza ante lo que se avecinaba; mientras que yo que me encontraba apostado en una ventana cuya visión daba a los baños, miraba atontado como los marinos se preparaban elevabando sus fall. Casi a las 6.00 p.m un compañero conocido como Tulich Morales apretaba sus manos en los barrotes de las ventanas mientras gritaba desesperado pidiendo que no nos mataran… fue el primero en caer con los primeros disparos, ocho balas le cercenaron la mano y le quitaron los gritos de auxilio de su boca, a pocos metros calló otro preso, no sabíamos donde correr, tratábamos de protegernos con lo que podíamos y detrás de las paredes, así siguieron los disparos hasta las 8.00 p.m. no se como nadie se alocó con la desesperación, cuando pensamos que los disparos habían cesado un ruido fuerte nos hizo saltar en simultáneo porque vimos como voló la parte posterior del pabellón abriéndose un boquete que permitió que el segundo piso se viniera abajo aplastando cuatro presos, y los que cayeron del piso de arriba con la explosión, unos se metieron abajo y otros salvaron la rampa hecha con el techo caído, los que quedaron arriba corrieron a los baños para protegerse, mientras los marinos se ponían en línea y empezaban a disparar, algunos presos defienden la parte del boquete lanzando restos de ladrillos, mientras que otros traían cilindros de agua y catres para bloquear la parte caída del techo; el pabellón parecía vacío y los marinos empezaron a rampear en su afán de tomarlo y para eso iluminaron el interior apuntando con sus fall, yo me encontraba escondido con otros cinco detrás de una pared, pudimos ver a Mantilla parado en el tanque de agua, protegido con un chaleco antibalas de color mostaza, cafarena color ocre y su casco color de chaleco; pero no solo lo vi yo, también lo vieron los demás presos porque empezaron a gritar que ahí esta Mantilla (Agustín) y lo insultaban, llamándolo “asesino”. A las 10.00 p.m los marinos impotentes de no poder tomar el pabellón lanzaron gases hacia el segundo piso donde estaban lo s presos en los baños y la cocina, todo se lleno de gas y aprovecharon los de la Marina para subir por la rampa y apostarse en espera que los compañeros salgan a retomar el pabellón una vez disipado el gas; cuando salen de los baños y la cocina los esperaba una ráfaga de balas donde caen 7, los demás prefieren retroceder y quedarse ahí; luego la Marina baja la rampa para seguir atacando el primer piso, donde nuestros compañeros muertos nos sirvieron de escudos, no se cuantos murieron solo los veía regados en el piso, unos con la cabeza reventada y otros hasta desfigurados por la balas. A lo lejos entre disparo y disparo, las órdenes del jefe de esta acción, Luis Giampietri. Las paredes del pabellón azul fueron voladas con lanzacohetes y se hizo un boquete con la explosión donde mueren tres presos más, eso si los vi caer, porque entre ellos estaba mi coacusado Oscar Chullunqui Prada, con el cráneo destrozado en el lado derecho y por ese boquete meten un cañón y comienzan a disparar al techo de la cocina del segundo piso, donde ya estábamos hacinados la gran mayoría. La balacera fue hasta las 3.00 de la madrugada, hora en que hacen el relevo de Luis Giampietri a Vera Llona, en ese lapso siguen disparando con el cañón y logran hacer un forado en el techo, la desesperación hizo que abriéramos un boquete po r la pared de la cocina que da al pasadizo, pero antes que logremos pasar al otro lado un disparo de cañón entro y mato a ocho, yo y otros presos solo nos tiramos al suelo, después quisimos pasar, pero el cuerpo destrozado de un joven puneño de solo 17 años, se da cuenta Ud. solo tenía 17 años y estaba preso por que dicen era terrorista, impedía el ingreso por el boquete por lo que lo jalamos para poder entrar, al no conseguirlo un grupo de quince presos aproximadamente intentaron retomar la cocina pero se encontraron en la puerta con las balas asesinas que los mató a mansalva. Para ese momento ya habían cercado todo el pabellón azul y disparaban a matar hacia la cocina donde nos replegamos casi todos. INV.- ¿En el momento de la balacera estuvo presente Agustín Mantilla y Luis Giampietri? R.E.P.- Claro, a Mantilla no solo lo vi yo, lo vieron todos los presos, protegido con chaleco y escoltado por algunos marinos en el tanque de agua y a Giampietri también, luego le narro como. Las horas se nos hacían interminables, cada disparo era un segundo menos de vida que nos quedaba y también un preso menos . Entre las 6.00 y 11.00 de la mañana, como consigna de culminación y bajo la órdenes de recuperar el principio de autoridad en el penal a como de lugar y sin importar las consecuencias, los FOES se subieron al techo e hicieron un forado, para lanzar a mansalva granadas, eso fue lo último, unos murieron y otros caímos heridos, yo tenia la pantorrilla derecha completamente destrozada, luxaciones en los brazos y golpes fuertes en mi cuerpo, como pude me quite el pasador de mi zapato y me hice un torniquete para parar la hemorragia, las granadas unas tras otras seguían invadiendo el pabellón, pero también unos y otros seguían cayendo destrozados, yo me cobije debajo de mis compañeros muertos y así rampé hasta buscar un lugar donde protegerme, una granada explotó en la puerta y las esquirlas se incrustaron en mi espalda mientras que a otro compañero una madera grande se incrustó en su
  • 2. pulmón, el dolor era insoportable pero no quería gritar para evitar que me escucharan y me dispararan, luego se me nubló la visión, me senté y perdí el conocimiento. Cuando desperté ya era casi la 1.00 de la tarde, porque otro preso llamado Nelson me echó agua desesperadamente, me sentía débil había perdido sangre a pesar de estar con torniquete, tenia sed y el compañero me ayudo a beber agua, me dijo que algunos habían logrado salvarse y que estaban echando agua a todos los cadáveres para que no fueran quemados, porque los compañeros del primer piso habían sido rematados; a los pocos minutos apareció el delegado del pabellón, era un trujillano que estaba buscando sobrevivientes, me dijo que saldríamos directo a enfermería y le dijo a Nelson que me ayude. No sabe, salimos por encima de los cadáveres destrozados, se me hizo difícil pasar el boquete del primer piso, por lo que empecé a arrastrarme siendo visto por un soldado, que me ordenó echarme de bruces, pero no podía por las esquirlas de la espalda, acercándose otro oficial que me puso el pié en el pecho obligándome a obedecer en medio de gritos de dolor y punzadas en la espalda, me voltee de costado y el oficial me cogió por los cabellos y me levantó la cabeza mirándome y diciendo “se nos adelantaron porque este trabajo era para nosotros” todos los que logramos sobrevivir del segundo piso salimos, menos el trujillano que después apareció decapitado y sin corazón. Mientras salíamos éramos apuntados y uno fue rematado porque intentó correr hacia el medio del patio, nos arrastramos hasta la pared de prevención y los marinos empezaron a separar a los presos que iba señalando un “soplón” y llevados atrás del pabellón, hacia los unipersonales que daba a la playa donde fueron asesinados de cinco en cinco. Yo también fui desvestido y casi iba a ser asesinado, pero el “soplón” que estaba con pasamontañas se retractó y dijo “no jefe, el no es” y así como yo a los 37 que no fuimos ajusticiados nos trasladaron a prevención, aislándonos, prohibiéndonos las visitas y las entrevistas de los abogados, de la mentirosa Comisión de Paz, menos de la prensa; todos los que sobrevivimos fuimos victimas de torturas, unos cortados sus dedos, otros pasados con corrientes en las fosas nasales, yo fui hincado con un cuchillo en los genitales, aún tengo las huellas, mientras me retorcía en el suelo por el dolor en mis genitales apareció Luis Giampietri y como me encontraba a un costado de la puerta, este empezó a patearme en la cara y en la cabeza, al ver mi espalda ensangrentada por las esquirlas también me propinó patadas en la zona, cansado de patearme me cogió de los cabellos y me golpeó la cabeza en las puerta que era de fierro preguntándome mi nombre, ante cada grito mío era una chancada en la puerta… No lo puedo olvidar, su rostro es inolvidable, como también lo es los cuerpos destrozados y mutilados de los presos del pabellón azul, la desesperación de todos por salvar sus vidas ante las feroces abatidas de los marinos, que nos tenían cercados en el interior del pabellón. Si Giampietri no ordenó rematarnos en prevención era porque gente del INPE y algunos familiares declararon que había sobrevivientes y porque no tenían pruebas de que todos eran terroristas. Nunca fui terrorista, la Comisión de la Verdad y Reconciliación me dio la razón, hoy estoy lejos de mi país de mi familia solo y protegiendo mi vida ante un testimonio que debelará la responsabilidad de quien hoy es el gran vicepresidente del Perú". TESTIMONIO DEL SOBREVIVIENTE JESÚS MEJÍA Alfredo Alí Alava / Unidad de Investigación El programa "Cuarto Poder" de Canal 4 difundió anoche un estremecedor testimonio -tomado por Bruno de Olazábal- de un sobreviviente, quien reveló haber presenciado unas 40 ejecuciones durante la debelación del motín en El Frontón (19 de junio de 1986). Jesús Mejía Huertas relató que, creyéndolo muerto, los marinos lanzaron su cuerpo a una ruma de cadáveres y, cuando lo encontraron vivo, quisieron matarlo, argumentando que la lista de sobrevivientes ya estaba hecha. El testimonio también está en poder de la Comisión de la Verdad. En los detalles medulares, coincide con el de Julio Yovera, otro sobreviviente ubicado por El Comercio. Se descuenta que el reportaje incomodará a García, quien hasta ahora no ha explicado por qué Agustín Mantilla, su hombre de confianza y entonces viceministro del Interior, estuvo en El Frontón más de 24 horas, y por qué en el Consejo de Ministros ordenó restablecer el orden "con la máxima energía que permite la ley, preservando en lo posible la vida de los rehenes", y no se mencionó las de los presos. "Días antes de que ocurrieran los hechos, vimos a Alan García en una lancha a 30 metros de distancia de la orilla", dijo Jesús Mejía, ratificando la versión de otro ex senderista que hace un mes entrevistó el mismo periodista. Mejía recordó que, cuando se inició el ataque por parte de la Marina, él y unos 80 senderistas, junto con sus rehenes, se escondieron en los sótanos del denominado Pabellón Azul. Se resistían a salir. Afirmó que tras los bombardeos, los senderistas del segundo piso decidieron salir, y momentos después también lo hicieron ellos. "Nos animamos a salir porque desde abajo veíamos que los compañeros del segundo piso habían sido tendidos en el piso. Vimos que había unas cámaras filmadoras. Eso dio una luz de que podían quedar sobrevivientes", sostuvo. Mejía narró que todos los senderistas fueron llevados hasta una cancha de fulbito, en donde encontraron a unos 30 presos más tendidos en el piso. El testigo contó que los marinos no sabían qué hacer. Entonces decidieron separarlos en grupos y los llevaron a tres celdas que estaban cerca de allí. De cinco en cinco "En mi celda éramos un promedio de 20 personas. Y después (los marinos) empezaron a gritar a los de la primera celda: "¡Salgan de cinco en cinco!". En ese momento empezamos a escuchar ráfagas de metralleta. Terminaron las ráfagas y entonces comenzaron con nosotros", dijo. Y agregó: "Cuando salí había en el piso una masa de aproximadamente 20 personas. Allí nomás comenzaron las ráfagas. Entonces nos tiramos encima de los cadáveres. Las ráfagas no cesaron hasta que se acabaron las cacerinas". Jesús Mejía dijo que, en total, le cayeron como doce proyectiles en diferentes partes del cuerpo: en el brazo izquierdo, el hombro derecho, el torso y las piernas, le tuvieron que amputar parte del pie derecho, algunas balas le rozaron el cuero cabelludo, pero ningún proyectil le comprometió órgano vital alguno. Milagrosamente se salvó de morir, pero lo peor vendría después. "Justo en ese momento (cuando acabaron los disparos) se escuchó el ruido de un helicóptero y los mismos marinos comenzaron a gritar: "La prensa, la prensa". (Entonces) determinan esconder, desaparecer los cadáveres. Uno me coge del pie y me comienza a arrastrar y después me suelta, pues era pura sangre la que jalaba. Yo caí entre los últimos cadáveres", narró el testigo. Mejía dijo que en total fueron fusilados unos 40 presos. Después los arrojaron en una improvisada fosa y luego se produjo la demolición total del pabellón para desaparecer a los ejecutados. Pero tuvo tanta suerte que los escombros no lo aplastaron. Entre cadáveres y heridos Relató que en la noche, en medio del cerro de cadáveres, se dio cuenta de que otro preso que también estaba herido se encontraba debajo de él, y le pidió que lo salvara. "Yo trataba, como podía, mover algún cadáver para ayudarlo, pero mi pie se resbalaba en la masa de sangre. Metí mis manos entre los cadáveres buscando encontrar la mano de mi compañero para jalarlo de sus brazos. "¿Esta es tu mano?", le preguntaba, pero no daba con la suya. Lo único que yo quería era abrazarlo de la mano hasta que muriera. Me quedé agarrado de una mano, pero no era de él", dijo. Mejía afirmó que en la noche del 20 de junio pudo salir rampando y cuando los vigías lo encontraron se quedaron pasmados, empezaron a disparar al aire: no lo podían creer. El que lo alumbró con la linterna lo agarró a patadas, pues se había asustado. El testigo señaló que en ese momento exigió a sus captores que respetaran su vida. "Yo he sido fusilado, respeten mi vida", les dijo. Los marinos se pusieron a conversar, no sabían qué hacer, hasta que uno de ellos dijo: "La lista de sobrevivientes ya está hecha. Hay que matarlo". "Mátame tu mismo" Mejía contó que los efectivos lo llevaron, atado en un catre, hasta su jefe. El oficial, según el testigo, le dijo: "Ya te jodiste. Así sea cierto, ya no hay sobrevivientes. Devuélvanlo (hasta los escombros) y mátenlo". Jesús Mejía relató que en ese momento, cuando sintió que la vida se le iba, emplazó al oficial y le dijo: "No seas cobarde, mátame tú mismo". Sacó su pistola y me apuntó, pero no disparó. Tal fue el hecho de no haber disparado que gritó: "¡Llévense a esta mierda!". Uno de los marinos dijo: "Si esta persona ha sobrevivido es porque Dios no ha querido que muera. Hay que llevarla al hospital". Así me salvé". El testigo refirió que temía por su vida, pues en los últimos meses había recibido llamadas amenazantes. Una de ellas le dijo a su hermano, que contestó su teléfono: "Dile a Lázaro que no se meta en problemas". "Lázaro" es el apodo que le pusieron los marinos cuando apareció entre los muertos. Se los llevaron a la parte de atrás del pabellón y no regresaron Julio Yovera Márquez, otro sobreviviente ubicado por El Comercio aseguró que vio que los marinos mataron a dos sobrevivientes rendidos y que varios de ellos, que fueron sacados de los túneles, terminaron fusilados. - ¿Cuántos eran en el Pabellón Azul? - Éramos 170 prisioneros. A todos los conocí. - ¿Quiénes eran los líderes de ese grupo? - De acuerdo a su nivel, cada uno va tomando posición... Había delegados que nosotros nombrábamos por su capacidad. Por ejemplo, había uno conocido como Julián... Había dos más que eran delegados que también salieron ilesos. Tenían barba. Recuerdo que uno de ellos era arquitecto... Los jalaron y se los llevaron. - ¿Adónde? - A la parte de atrás...
  • 3. - ¿Si usted no resultó herido, dónde se hallaba entonces? - En el segundo piso, en la parte de la cocina, en el último reducto... Éramos treinta los que estábamos amontonados allí... - ¿Ustedes avisaron que los heridos iban a salir? - Sí... Julián dio la voz... Y escuchamos que dijeron por megáfono: Alto el fuego. Julián preguntó qué garantías nos daban. Nos dijeron que no nos iba a pasar nada. - ¿Quién dijo eso? - El jefe de los marinos... Entonces bajamos y sacamos a los heridos. Uno de ellos era Segundo Chávez Willy... - ¿Hacia dónde salieron? - Hacia esta rampa (señala el patio). Éramos 32, más o menos. Entonces nos dijeron que nos tirásemos al suelo y empezaron a revisarnos. Allí se levantó el compañero Peter para pretender cargar a Segundo Chávez que estaba mortalmente herido y sangraba del estómago. Lo quiso cargar. Un marino lo separó y delante de nosotros le disparó una carga de fusil en la yugular. También sacaron a otro porque le encontraron un fierro con el que hacíamos trabajos en piedra. Le encontraron una lija en el bolsillo y por eso lo sacaron y lo mataron delante de nosotros. Después vi que sacaron a Julián, se lo llevaron a la parte de atrás... - ¿Cómo se llamaba Julián? - Walter, creo... Después a David, que era ingeniero y después a otro de barbita que se llamaba Cirilo... Luego, de la parte posterior, de los socavones sacaron como cuarenta sobrevivientes sanos. - ¿Estamos hablando de unos 70 sobrevivientes? - Claro. - ¿A los que estaban en los túneles, hacia dónde los llevaron? - Hacia la parte de atrás. A esos, en grupos de cinco en cinco, los iban fusilando. - ¿Pero usted los vio salir? - Claro, cuando levantábamos la cabeza veíamos a los que iban saliendo, pero más allá yo no he visto. De ese grupo hay un sobreviviente. - ¿Quién es? ¿Jesús Mejía? - Mejía, sí. Entonces a este grupo de cuarenta... a pesar que ya había pasado todo, a ellos los aniquilaron, los fusilaron... de allí sale Mejía al siguiente día. - Esa es la versión que dan algunas personas, ¿pero usted vio los fusilamientos? - El fusilamiento fue en la parte de atrás, escuché y a veces alzaba la cabeza para ver y veía todo el movimiento y seguían las detonaciones fuertes... Pero Mejía sí los vio... Los peritajes antropológicos de las víctimas de "El Frontón" Se desprende de los peritajes médicos efectuados por el Centro Andino de Investigaciones antropológicas, que los marinos que atacaron a los internos encerrados en el Pabellón Azul de "El Frontón" se ensañaron con los presos rendidos, actuando con crueldad: varios internos fueron ultimados con explosivos, heridas de bayoneta, y disparos desde muy corta distancia, y probablemente cuando ya se habían rendido. Vayan como ejemplo, sólo algunos casos: Los exámenes practicados en el cadáver del interno Alfonso González Toribio, ponen de manifiesto que sufrió la fractura de sus dos piernas provocada por el estallido de explosivos, de manera que le era imposible dar ni un paso. En consecuencia, este interno, durante el desarrollo del develamiento habría permanecido postrado. Y no obstante, en esa situación, habría recibido varios impactos de bala en el tórax, y una ráfaga de seis balazos en la cabeza. Además, recibió un disparo en la nuca como tiro de gracia. En cuanto al cadáver del interno Edgar Sicha Romaní: su hueso sacro fue partido en dos, de manera longitudinal, por los marinos, al parecer, cuando aun contaba con vida. Este corte fue efectuado con arma blanca, posiblemente una bayoneta. El recluso César Rojas Yupanqui: los exámenes ponen de manifiesto, que sufrió los efectos letales de una explosión en el lado izquierdo de su cuerpo; y además, que terminó aplastado por grandes moles de concreto. Presenta además, una herida punzo-penetrante en la cabeza, producto de un bayonetazo, según los peritos. El caso del interno Alejandro Chancasanampa Castro: este interno, según el peritaje, habría sido masacrado a bayonetazos.Según se evidencia por los exámenes,el cadáver presenta lesiones de arma blanca en las costillas, en la columna vertebral, en la pelvis y en el cráneo. Presenta una profunda herida punzo-cortante delante del pabellón de la oreja izquierda: se dirige hacia la zona interna de la cavidad craneana, y le comprometió la cavidad ocular de ese lado izquierdo. Además, el cuerpo muestra lesiones ocasionadas por explosivos arrojados a distancia media, y ocasionadas también por el aplastamiento producido por la caída de bloques de cemento. Todas estas son señales de ensañamiento y enorme crueldad. Los exámenes de los cuerpos de los internos Roberto Durand Sandoval, Mariano Sulca Tanta y Claudencio Mendoza Reyes, muestran que fallecieron por el estallido de explosivos lanzados desde una corta distancia. Las actas que hablan Las actas de las sesiones del Consejo de Ministros del 18 y 19 de junio de 1986, presididas por Alan García para tratar el tema de los motines en los penales, contienen datos reveladores, como el hecho de que el presidente de la República, a pesar de conocer el número elevado de muertos, manifestó que "el saldo de la acción es lamentable pero ha servido para demostrar al país que la autoridad del Gobierno se ha impuesto". ¿Sabía entonces el presidente que en Lurigancho habían sido ejecutados 124 terroristas y en El Frontón habían muerto 122, algunos probablemente fusilados? En la sesión del día 19 también estuvo el viceministro del Interior Agustín Mantilla, quien se ocupó de coordinar las operaciones de El Frontón e informar al poder civil, desde el 18 de junio a las 2:50 de la tarde, hasta el 19 a las 3:15. Poco más de 24 horas. El presidente García dijo a los asistentes que "el orden había sido restablecido y la autoridad restaurada en los penales, a un costo muy elevado de muertos". Y agregó que aquello era una muestra "de cómo debe actuar
  • 4. un gobierno democrático en el marco de la ley, pero con autoridad para restablecer el orden". Antes de culminar la sesión, expresó "su felicitación al Comando Conjunto de la Fuerza Armada por el cumplimiento eficiente de lo dispuesto por el Gobierno". Algunos medios de prensa sostienen que, en la Comisión de la Verdad, dos marinos (cuyos nombres no se han revelado) afirmaron haber recibido órdenes de que no quedaran sobrevivientes. Precisaron que Mantilla estaba en el penal cuando se produjeron los fusilamientos. No prescriben delitos de lesa humanidad Respecto del caso El Frontón, el abogado Carlos Rivera (del IDL) dijo que los crímenes de guerra y de lesa humanidad son imprescriptibles de acuerdo a lo señalado por los convenios internacionales que han suscrito los países miembros de la ONU. Adviértase que los internos, en su gran mayoría, estaban allí en la condición de inculpados: estaban allí por alguna sospecha, o porque alguien lo señaló ante la policía, pero no había nada probado. Por una elemental cultura jurídica sabemos, que a nadie se le puede calificar de “senderista” o delincuente, mientras no haya de por medio una sentencia judicial condenatoria. Tan es así, que después de asesinados, el Poder Judicial falló con respecto a algunos internos, declarándolos inocentes. Ahora bien: el uso de cohetes anti-acorazados, para despedazar presos encerrados e indefensos, ejecuciones extra-judiciales, contra presos descalzos y rendidos. ¿Esta es la "moral" de los herederos de Miguel Grau? El comandante Miguel Grau, supo luchar con honor y decencia. Mientras el mar de Grau hoy está en poder de los chilenos, desde Tarapacá hasta Tacna, los marinos peruanos, incapaces de enfrentarse a un enemigo armado, se ensañan con civiles descalzos e indefensos. ¡¡ Qué vergüenza!! Alan García Pérez, el que ordenó la matanza y felicitó a sus ejecutores por "haber restablecido el orden", Agustín Mantilla, Luis Giampietri, y el Capitán de navío Juan Carlos Vega Llona, ejecutores de la matanza y de las ejecuciones extra-judiciales, ninguno de estos criminales fueron procesados, ni menos castigados. Es más: el estado peruano lo premió a Alan García, reeligiéndolo Presidente de la República. A Luis Giampietri, lo premió por su accionar genocida, permitiéndole que ejerza, después del genocidio, el cargo de Vice-presidente de la República. Mantilla fue encarcelado por otro delito menor, pero jamás por el genocidio de el Frontón. A esta impunidad es a lo que llaman "sistema democrático". A esta letrina de barbarie institucionalizada, es a lo que algunos llaman “sociedad civilizada”.