Rolando Echarry, exiliado y antiguo prisionero, narra su experiencia traumática de tortura y abuso en los penales peruanos durante las acusaciones de terrorismo en los años 80. A pesar de no tener pruebas de sus acciones, fue víctima de diversas torturas, condiciones inhumanas y la masacre del penal El Frontón, donde sobrevivió a una violenta incursión militar. Su testimonio evidencia la brutalidad del sistema y la falta de justicia en su país, destacando el papel de altos funcionarios como Luis Giampietri en estos crímenes.