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Heracles, es el héroe más célebre y popular de toda la mitología clásica. Las leyendas en las cuales figura constituyen un ciclo completo, en constante evolución desde la época prehelénica hasta el fin de la Antigüedad. Por eso resulta difícil exponer los diferentes episodios siguiendo un orden racional.
Heracles es hijo de Alcmena y Anfitrión, pero su verdadero padre es, en realidad, Zeus, quien, aprovechándose de la ausencia de Anfitrión, que había salido para una expedición contra los telebeos, tomó su forma y aspecto para engañar a Alcmena y engendró al héroe en el curso de una larga noche, prolongada por orden suya. Cuando a la mañana siguiente regresó Anfitrión, se dio a conocer y engendró un segundo hijo, Ificles, hermano gemelo de Heracles y sólo una noche más joven que él. El célebre héroe recibe en un principio el nombre de Alcides, por su abuelo Alceo, pero recibe el nombre de Heracles por la mala fama que su nacimiento le supuso a Hera, pues Zeus le fue infiel con Alcmena. Anfitrión
Zeus intenta seducir a Alcmena
Antes de que naciera Heracles, empezó a manifestarse la cólera de Hera, celosa de Alcmena. Zeus afirmó, imprudentemente, que el niño que naciera del linaje de Perseo reinaría en Argos. Inmediatamente Hera retrasó el parto de Heracles (permaneció diez meses en el seno de su madre), y adelantó, en cambio, el de su primo Euristeo (hijo de Esténelo), haciendo así que fuese rey en lugar de Heracles. Nacimiento de Heracles
Una versión del origen de la Vía Láctea es que Zeus engañó a Hera para que amamantase al infante Heracles. Al descubrir quién era, lo apartó de su pecho y un chorro de su leche formó la mancha que cruza el cielo y que puede verse en él desde entonces.
 
 
Cuando Heracles tuvo ocho meses, Hera intentó matarlo. Un atardecer, Alcmena había acostado a los dos gemelos, Heracles e Ificles, en su cuna, y se había dormido. Hacia medianoche, la diosa introdujo en la habitación dos enormes serpientes, que se enroscaron en el cuerpo de los niños. Ificles se puso a llorar, pero Heracles, intrépido, agarró los reptiles por la garganta, uno en cada mano, y los ahogó. Anfitrión acudió, espada en mano, a los gritos de Ificles, pero no tuvo necesidad de intervenir. Se dio cuenta perfectamente de que Heracles era hijo de un dios.
 
 
Heracles creció sano y fuerte. Su primer maestro fue el músico Lino, el cual le enseñó los conocimientos de las letras y de la música. Seguía sus lecciones junto a Ificles; pero mientras éste se mostraba un alumno dócil y aplicado, Heracles era muy indisciplinado, por lo cual Lino debía reprenderlo, e incluso un día trató de castigarlo. Pero Heracles, en vez de ceder, montó en cólera y, agarrando una lira, dio con ella un golpe tan fuerte a su maestro que le causó la muerte. Heracles hubo de comparecer ante un tribunal, acusado de asesinato. Pero se salió del apuro citando una sentencia de Radamantis, según la cual existía el derecho de matar al adversario en caso de legítima defensa. Fue, pues, absuelto. Pero Anfitrión, inquieto y temiendo que su hijo adoptivo fuese presa de nuevos accesos de cólera se apresuró a enviarlo al campo, y lo puso al frente de sus rebaños. Allí un boyero escita llamado Téutaro continuó su educación, adiestrándolo en el arte de manejar el arco.
 
A los 18 años realizó su primera hazaña al matar el león de Citerón, el cual producía verdaderas devastaciones en los rebaños de Anfitrión y del rey Tespio (que reinaba en un país vecino de Tebas). Tardó cincuenta días en dar muerte al león, pero durante este tiempo se instaló en casa del rey Tespio, quien deseaba tener nietos que fuesen hijos de héroes. Heracles pasaba el día entero cazando y por la noche el rey, que tenía cincuenta hijas, se las arreglaba para introducir cada noche a una hija suya en la cama de Heracles. De este modo tuvo cincuenta hijos, los Tespíadas. Cuando regresaba de su cacería se encontró con los emisarios del rey minio Ergino de Orcómeno, que había derrotado años atrás a los tebanos y les había impuesto un pesado tributo que debían pagar cada año. Heracles los atacó, les cortó la nariz y las orejas y las ató a sus cuellos, enviándolos de regreso con el mensaje de que ése era todo el tributo que iba a recibir. El rey tebano Creonte le recompensó dándole en matrimonio a su hija, la princesa Mégara, cuya hermana menor, Pirra, se casó con Ificles, hermano del héroe. Heracles tuvo con Mégara varios hijos.
En un ataque de locura provocado por Hera, Heracles mató a sus propios hijos, a Mégara (su esposa) y a dos de sus sobrinos con sus propias manos. En penitencia por esta execrable acción, la sibila délfica le dijo que tenía que llevar a cabo diez trabajos que dispusiera Euristeo, el hombre que había usurpado su legítimo derecho a la corona y a quien más odiaba. Heracles llevó a cabo todos ellos con éxito, pero Hera le dijo a Euristeo que estimase que en dos de los trabajos había fallado, pues había recibido ayuda, por lo que ordenó dos más, que Heracles también completó, haciendo un total de doce.
El orden de los trabajos es: 1. Matar al león de Nemea. 2. Matar a la hidra del lago de Lerna. 3. Alcanzar a la cierva de Cerinia. 4. Capturar al jabalí de Erimanto. 5. Limpiar los establos de Augias. 6. Acabar con los pájaros del lago Estínfalo. 7. Domar al toro salvaje de Creta. 8. Robar las yeguas del rey Diomedes de Tracia. 9. Vencer a las amazonas y tomar el cinturón de Hipólita. 10. Matar a Gerión   y robarle sus rebaños. 11. Robar las manzanas de oro del Jardín de las Hespérides. 12. Ir a buscar a Cerbero, a los infiernos, y llevarlo a Euristeo.
El primero de los doce trabajos de Heracles fue matar al león de Nemea y despojarle de su piel. Cuando Heracles se enfrentó a él por primera vez, usó su arco y sus flechas, un garrote hecho de un olivo (que él mismo había arrancado de la tierra) y una espada de bronce, pero todas las armas resultaron inútiles. La morada del animal tenía dos entradas: Heracles lo azuzó hasta que el animal penetró en ella, taponó una de las entradas y acorralándolo por la otra lo atrapó y estranguló metiéndole un brazo por la garganta hasta asfixiarle. Heracles llevó el cuerpo del león a Micenas para que lo viera el rey Euristeo, quien elegía qué tareas debía cumplir el héroe en el camino de los doce trabajos. Pero éste se asustó tanto que prohibió a Heracles volver a entrar a la ciudad, y le ordenó que de ahí en adelante le mostrase el fruto de sus trabajos desde fuera. Euristeo mandó a sus herreros que le forjase una tinaja de bronce que escondió bajo tierra, y en la que se refugiaba cada vez que se anunciaba a Heracles, comunicándole sus instrucciones a través de un heraldo. Heracles empleó horas intentando desollar al león sin éxito. Por fin Atenea, disfrazada de vieja bruja, ayudó a Heracles a advertir que las mejores herramientas para cortar la piel eran las propias garras del león. De esta forma, con una pequeña intervención divina, consiguió la piel del león, que desde entonces vistió a modo de armadura. El león de Nemea
 
 
 
 
 
 
Tras llegar a la ciénaga cercana al lago Lerna, Heracles cubrió su boca y nariz con una tela para protegerse de su aliento venenoso y disparó flechas en llamas a su refugio (la fuente de Amimone) para obligarle a salir. Entonces se enfrentó a ella con una hoz. Tras cortar cada una de sus cabezas Heracles descubrió que le crecían dos nuevas cabezas. Heracles pidió ayuda a su sobrino Yolao. Éste tuvo la idea de usar una tea ardiendo para quemar el muñón del cuello tras cada decapitación. Heracles cortó todas las cabezas y Yolao quemó los cuellos abiertos, matando así a la Hidra. Heracles tomó entonces su única cabeza inmortal y la enterró bajo una gran roca en el camino sagrado entre Lerna y Eleia, mojando sus flechas en la sangre venenosa de la Hidra y completando así su segundo trabajo. En su lucha contra Heracles, Hera envió a la hidra un aliado en forma de cangrejo gigante que mordió al héroe en el talón; pero éste lo aplastó. Cuando Euristeo, el rey que asignaba los trabajos a Heracles, supo que había sido su sobrino quien le había dado la antorcha, declaró que no había completado el trabajo solo y por tanto no contaba para el total de diez labores que se le habían asignado.  La hidra de Lerna
 
 
 
 
Heracles debía capturar a la cierva para llevarla viva a Micenas y entregarla a Euristeo. La cierva de Cerinia, tenía pezuñas de bronce y cornamenta de oro, estaba consagrada a Ártemis ya que era una de las cinco ciervas que la diosa había intentado capturar para engancharlas a su carro y había sido la única que había logrado escapar. Pero la cierva era muy veloz y no le fue fácil atraparla, por lo que la persiguió día y noche sin descanso hasta el país de los Hiperbóreos. Allí la capturó mientras ésta tomaba agua y la llevó a Euristeo. Heracles tardó doce meses en capturarla. La cierva de Cerinia
 
En el camino hacia Erimanto, Heracles hizo una parada para visitar a su amigo el centauro Fofo, quien en memoria de tiempos lejanos compartió con él su comida y su vino. Pero los otros centauros, al oler el vino que estaba especialmente reservado para ellos se enfurecieron de tal manera que atacaron a Heracles, quien primero los rechazó y luego con sus flechas envenenadas mató a varios de ellos mientras los demás se retiraban. Mientras Heracles enterraba a sus víctimas, su amigo Fofo sacó una de las flechas de Heracles y la examinó asombrado de que algo tan pequeño pudiese dar muerte a criaturas tan formidables, pero con tan mala suerte que la flecha se le cayó hiriéndolo en un pie y matándolo. Heracles lo enterró al pie de la montaña que tomó su nombre. Retomando el trabajo que tenía que finalizar, Heracles encontró al jabalí y persiguiéndole durante varias horas, lo fue acorralando a una zona cubierta de nieve donde saltó sobre su lomo atándolo con cadenas. Después, se lo llevó a Micenas sobre sus hombros. Cazar a esta enorme criatura fue el cuarto trabajo de los doce que Euristeo mandó realizar a Heracles. El jabalí de Erimanto
 
 
 
 
Augias era un rey de Élide. Eran conocidos sus establos, que nunca habían sido limpiados hasta que lo hizo Heracles en un solo día en cumplimiento de su quinto trabajo. Euristeo le encargó esta extraña misión con el fin de humillarle y ridiculizarle, pues tal era la cantidad de excrementos acumulados en los establos que era prácticamente imposible limpiarlos en un sólo día. Así el gran Heracles, vencedor de terribles monstruos y hazañas heroicas, caería humillado ante una tarea tan denigrante. Pero el astuto héroe cumplió su trabajo abriendo un canal que atravesaba los establos y desviando por él el cauce de los ríos Alfeo y Peneo, que arrastraron toda la suciedad. Augias montó entonces en cólera, pues había prometido a Heracles regalarle una parte de su ganado si realizaba la misión en un sólo día. Se negó a cumplir su promesa alegando que el trabajo lo habían realizado los ríos, y cuando el testimonio de su hijo Fileo convenció a los jueces para que le dieran la razón a Heracles, Augias le desterró del reino. Euristeo por su parte tampoco consideró el trabajo como uno de los diez, ya que Heracles había sido contratado por Augias. Los establos de Augias
 
Heracles desvía el curso de Alfeo
Los pájaros del Estínfalo eran unas aves que tenían picos, alas y garras de bronce y cuyos excrementos venenosos arruinaban los cultivos y también eran carnívoras. Poblaban la región y el bosque alrededor del lago Estínfalo. Euristeo comandó entonces a Heracles que acabase con la amenaza de dichas aves. Heracles se dirigió al Estínfalo, y allí se encontró desolado pues la misión era especialmente difícil de completar: las aves eran demasiadas para sus flechas y su legendaria fuerza no le servía de nada. Entonces apareció Atenea y le socorrió dándole un cascabel de bronce y le mandó que lo tocara desde una colina elevada, al hacerlo las aves asustadas emprendieron vuelo y nunca más se las volvió a ver ni en el bosque ni en el lago. Muchas de ellas fueron derribadas por las flechas de Heracles y las que consiguieron escapar huyeron hacia la isla de Ares, en el Mar Negro, donde fueron encontradas años después por los Argonautas. Cuando Heracles volvió con Euristeo, éste se hallaba en su refugio debido a que varios de los pájaros de bronce volaban alrededor de su palacio. Al ver esto, Heracles sonó su cascabel y los pájaros se alejaron de allí. Los pájaros del Estínfalo
 
El séptimo trabajo de Heracles consistió en capturar un toro salvaje que expulsaba fuego por sus narices y que causaba estragos en Creta. Este toro es el que Posidón hizo salir del mar cuando el rey Minos prometió ofrecer un sacrificio al dios; pero Minos lo encontró tan hermoso que lo incorporó a sus rebaños y el dios, enfurecido, hizo que la reina Pasífae se enamorara del animal y concibiera de él un hijo, el Minotauro, tras lo cual hizo enloquecer al toro. Así pues, Heracles se presentó a Minos, que le autorizó para capturar al toro, si podía. Heracles consiguió subir a lomo del animal y lo condujo, a través del mar Egeo, hasta Micenas. Euristeo, al ver al hermoso animal lo quiso ofrecer a Hera, pero la diosa lo rechazó al ver la ferocidad del toro, por lo que Euristeo lo dejó libre. El toro causó estragos allí por donde pasaba. Atravesó la Argólide, cruzó el istmo de Corinto hasta que finalmente el héroe ateniense Teseo consiguió matarlo en la llanura de Maratón (cerca de Atenas). El toro de Creta
 
El octavo de los trabajos de Heracles consistía en capturar a las cuatro Yeguas de Diomedes, que comían carne humana. Éste las tenía atadas con cadenas y las alimentaba con la carne de sus inocentes huéspedes. Heracles partió con un grupo de voluntarios, consiguiendo arrebatárselas a Diomedes, quien fue con su ejército a atacar a Heracles, pero él lo mató arrojando el cuerpo de este aún con vida a sus yeguas y su ejército huyó. Tras devorarlo, las yeguas se volvieron tan mansas que el héroe las pudo atar al carro de Diomedes y se las llevó a Micenas, donde fueron regaladas a Hera. Durante la lucha, las yeguas devoraron a Abdero, amigo de Heracles, quien había quedado encargado en custodiarles, entonces Heracles fundó en su honor la ciudad de Abdera. Las yeguas de Diomedes
 
 
A petición de Admete, hija de Euristeo, Heracles se dirigió al reino de las Amazonas a la conquista del cinturón de su reina, Hipólita. Este cinturón era del propio Ares, que lo había dado a Hipólita para simbolizar el poder que ella poseía sobre su pueblo. Heracles llegó al puerto de Temiscira, que era el del país de las Amazonas. Allí Hipólita consintió de buen grado cederle su cinturón, pero Hera, disfrazada de Amazona, suscitó una disputa entre los hombres del séquito de Heracles y las Amazonas. Se entabló una batalla campal, y Heracles, creyéndose traicionado, dio muerte a Hipólita. El cinturón de Hipólita Amazona
 
 
El décimo trabajo de Heracles consistió en robar el ganado de Gerión. Mientras viajaba hacia allí, cruzó el desierto libio ( Libia  era el nombre genérico de África para los griegos) y quedó tan frustrado por el calor que disparó una flecha a Helios, el sol. Helios le rogó que parase y Heracles pidió a cambio la copa dorada que el dios usaba para cruzar el mar cada noche, de oeste a este. Heracles usó esta copa dorada para llegar a Eritia. Heracles intentó robar el ganado y mató primero al perro Ortro y luego a Euritión. Cuando llegó Gerión, en algunas versiones tras haber sido informado por Menetes, el pastor del Hades, Heracles le mató, desgarrando su cuerpo en tres partes. En el curso del viaje de regreso de Heracles a Grecia con su rebaño se sitúan la mayoría de las aventuras que se le atribuyen en el Occidente mediterráneo. Ya en el viaje de ida, había librado a Linia de gran número de monstruos, y, en recuerdo de su paso por Tartesos, había erigido dos columnas, una a cada lado del estrecho que separa Libia (África) de Europa: las Columnas de Heracles (Hércules) (el Peñón de Gibraltar y el de Ceuta). Una vez en la ribera helénica del mar Jónico, Hera envió un tábano para que picase al ganado, irritándolo y esparciéndolo. Hera envió entonces una inundación que elevó el nivel de un río tanto que Heracles no podía vadear el ganado. Heracles apiló piedras en el río para hacer que el agua fuera menos profunda, y tuvo entonces que matar a un monstruo que era mitad mujer y mitad serpiente. Cuando por fin llegó a la corte de Euristeo, el ganado fue sacrificado a Hera. Los rebaños de Gerión
Helios asaetado por Heracles
 
Heracles mata a Ortro y a Euritión
Heracles luchando contra Gerión
 
Simbología En el escudo de España aparecen a los laterales las Columnas de Hércules, incorporadas en el escudo por Carlos I (1500-1558), flanquean el escudo y soportan el lema: "Plus Ultra" (Más Allá). Las columnas están coronadas por las coronas imperiales del Sacro Imperio Romano Germánico y real española respectivamente, que representan el pasado histórico como imperio y reino del país.  El escudo de Andalucía muestra la figura de un Heracles joven entre las dos columnas de Heracles que la tradición sitúa en el estrecho de Gibraltar, con una inscripción a los pies de una leyenda que dice: "Andalucía por sí, para España y la Humanidad", sobre el fondo de una bandera andaluza. Cierra las dos columnas un arco de medio punto con las palabras latinas « Dominator Hercules Fundator », también sobre el fondo de la bandera andaluza.
 
Aunque se suponía que Heracles sólo había de realizar diez trabajos, Euristeo no quiso contar aquellos en los que fue ayudado o pagado, por los que le fueron encomendados dos más. El primero de éstos (el undécimo en total) fue robar las manzanas del jardín de las hespérides. Para ello Heracles capturó primero a Nereo, el dios del mar que cambiaba de forma, para averiguar dónde estaba situado el jardín. En su viaje de búsqueda, Heracles llegó a la montaña del Cáucaso, donde liberó a Prometeo, cuyo hígado devoraba un águila y se regeneraba al momento. Agradecido, el gigante le aconsejó que no cogiera por su propia mano las manzanas maravillosas, y que encomendara esta misión a Atlas. Llegando finalmente al jardín de las hespérides, Heracles engañó a Atlas para que recuperase algunas manzanas de oro ofreciéndose a sujetar el Cielo mientras iba a buscarlas. Al volver con las manzanas, Atlas decidió no aceptar la devolución del Cielo, y dijo que él mismo llevaría las manzanas a Euristeo, pero Heracles le engañó de nuevo pidiéndole que sujetase el cielo un momento para ponerse una almohada sobre los hombros, a lo que éste accedió. Entonces Heracles tomó las manzanas y se marchó. Las manzanas de las Hespérides
Heracles y Nereo
 
 
Hespérides
 
El último de los doce trabajos de Heracles fue capturar a Cerbero. Viajó primero a Eleusis para ser iniciado en los misterios eleusinos y aprender así cómo entrar y salir vivo del Hades, y de paso para absolverse a sí mismo de la culpa por haber matado a sus hijos. Encontró la entrada al inframundo. Atenea y Hermes le ayudaron a traspasar la entrada a la ida y a la vuelta. Gracias a la insistencia de Hermes y a su propio aspecto fiero, Caronte le llevó en su barca a través del Aqueronte. Mientras estaba en el inframundo, Heracles liberó a Teseo, pero la tierra tembló cuando intentó liberar a Pirítoo, por lo que tuvo que dejarlo atrás. Ambos habían sido encarcelados por Hades, quien los había sujetado mágicamente a un banco cuando intentaron secuestrar a Perséfone. Dicha magia era tan fuerte que cuando Heracles tiró de Teseo para liberarlo, parte de los muslos de éste quedaron pegados al banco, lo que explicaría por qué sus descendientes tenían muslos notablemente delgados. Finalmente, Heracles llegó a presencia de Hades y le pidió autorización para llevarse a Cerbero. El dios accedió, pero con la condición de que había de dominar al animal sin recurrir a sus armas habituales, revestido simplemente con su coraza y su piel de león. El héroe atacó a Cerbero, lo agarró por el cuello y, a pesar de que el rabo del perro, que acababa en una especie de dardo como el de un escorpión, le picó repetidas veces, no soltó la presa hasta que la tuvo dominada. Subió luego a la tierra con su botín, saliendo por la boca del Infierno situada en Trecén. Al ver a Cerbero, Euristeo experimentó tal terror que corrió a ocultarse en su jarra, su habitual refugio. No sabiendo qué hacer con el perro, Heracles lo devolvió a su dueño, Hades. El perro Cerbero
 
 
 
Otras aventuras   Heracles derrotó a los bébrices (gobernados por el rey Migdón) y dio su país al príncipe Lico de Misia, hijo de Dáscilo. Mató al ladrón Termero. Mató al gigante Caco. Visitó a Evandro con Antor, quien entonces se quedó en Italia. Mató al rey Amíntor de Orminio por no permitirle entrar a su reino. También mató al rey Ematión de Arabia. Mató a Litierses tras derrotarle en un concurso de siega. Mató a Periclimeno en Pilos. Fundó la ciudad de Tarento en Italia. Aprendió lucha de Autólico. Mató al famoso boxeador Érix de Sicilia en un combate. Fue un argonauta. Mató a Alástor y a sus hermanos. Cuando Hipocoonte derrocó a su hermano Tindáreo del trono de Esparta, Heracles restauró al legítimo gobernante y mató a Hipoconte y a sus hijos.
Heracles mata al gigante Caco
Su segunda esposa fue Ónfale, la reina o princesa lidia a quien fue vendido como esclavo. Su tercer matrimonio fue con Deyanira, por quien tuvo que luchar con el dios río Aqueloo. Tras matarle, Heracles tomó uno de sus cuernos y lo dio a algunas ninfas, quienes lo transformaron en la cornucopia. Poco después de su boda, Heracles y Deyanira tuvieron que cruzar un río, y un centauro llamado Neso se ofreció a ayudar a cruzar a Deyanira, pero entonces intentó violarla. Enfurecido, Heracles disparó una flecha envenenada (de la hidra de Lerna) al centauro desde la otra orilla. Agonizando, Neso le dijo a Deyanira que recogiese su sangre si quería asegurarse el amor de Heracles.  Ónfale
 
 
Más tarde, cuando Deyanira sospechó que Heracles prefería la compañía de Yole, untó unas ropas con la sangre de Neso. Licas, el sirviente de Heracles, le llevó dichas ropas, y éste se las puso. En cuanto se templaron sobre su cuerpo, el veneno que contenía la sangre penetró en su cuerpo, provocándole un dolor insoportable. Heracles tomó a Licas por los pies y lo arrojó al mar, intentando luego quitárselas, pero se había pegado a su carne. Deyanira, al ver lo que había hecho, se ahorcó. Heracles murió voluntariamente, pidiendo que se le construyera una pira para acabar con su agonía. Tras su muerte en esta pira los dioses le hicieron inmortal, se reconcilió con Hera y se casó con Hebe, una hija de ésta.
 
 
Atenea conduce a Heracles al Olimpo
Nadie sino el amigo de Heracles Filoctetes podía prender su pila funeraria, y por esta acción recibió su arco y sus flechas, que más tarde necesitaron los griegos para derrotar a Troya en la famosa Guerra.
Los antiguos griegos celebraban el 12 de octubre la fiesta de la  Herakleia  en conmemoración de la muerte de Heracles.
JAVIER HERNÁNDEZ GARCÍA

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HERACLES

  • 1.  
  • 2. Heracles, es el héroe más célebre y popular de toda la mitología clásica. Las leyendas en las cuales figura constituyen un ciclo completo, en constante evolución desde la época prehelénica hasta el fin de la Antigüedad. Por eso resulta difícil exponer los diferentes episodios siguiendo un orden racional.
  • 3. Heracles es hijo de Alcmena y Anfitrión, pero su verdadero padre es, en realidad, Zeus, quien, aprovechándose de la ausencia de Anfitrión, que había salido para una expedición contra los telebeos, tomó su forma y aspecto para engañar a Alcmena y engendró al héroe en el curso de una larga noche, prolongada por orden suya. Cuando a la mañana siguiente regresó Anfitrión, se dio a conocer y engendró un segundo hijo, Ificles, hermano gemelo de Heracles y sólo una noche más joven que él. El célebre héroe recibe en un principio el nombre de Alcides, por su abuelo Alceo, pero recibe el nombre de Heracles por la mala fama que su nacimiento le supuso a Hera, pues Zeus le fue infiel con Alcmena. Anfitrión
  • 5. Antes de que naciera Heracles, empezó a manifestarse la cólera de Hera, celosa de Alcmena. Zeus afirmó, imprudentemente, que el niño que naciera del linaje de Perseo reinaría en Argos. Inmediatamente Hera retrasó el parto de Heracles (permaneció diez meses en el seno de su madre), y adelantó, en cambio, el de su primo Euristeo (hijo de Esténelo), haciendo así que fuese rey en lugar de Heracles. Nacimiento de Heracles
  • 6. Una versión del origen de la Vía Láctea es que Zeus engañó a Hera para que amamantase al infante Heracles. Al descubrir quién era, lo apartó de su pecho y un chorro de su leche formó la mancha que cruza el cielo y que puede verse en él desde entonces.
  • 7.  
  • 8.  
  • 9. Cuando Heracles tuvo ocho meses, Hera intentó matarlo. Un atardecer, Alcmena había acostado a los dos gemelos, Heracles e Ificles, en su cuna, y se había dormido. Hacia medianoche, la diosa introdujo en la habitación dos enormes serpientes, que se enroscaron en el cuerpo de los niños. Ificles se puso a llorar, pero Heracles, intrépido, agarró los reptiles por la garganta, uno en cada mano, y los ahogó. Anfitrión acudió, espada en mano, a los gritos de Ificles, pero no tuvo necesidad de intervenir. Se dio cuenta perfectamente de que Heracles era hijo de un dios.
  • 10.  
  • 11.  
  • 12. Heracles creció sano y fuerte. Su primer maestro fue el músico Lino, el cual le enseñó los conocimientos de las letras y de la música. Seguía sus lecciones junto a Ificles; pero mientras éste se mostraba un alumno dócil y aplicado, Heracles era muy indisciplinado, por lo cual Lino debía reprenderlo, e incluso un día trató de castigarlo. Pero Heracles, en vez de ceder, montó en cólera y, agarrando una lira, dio con ella un golpe tan fuerte a su maestro que le causó la muerte. Heracles hubo de comparecer ante un tribunal, acusado de asesinato. Pero se salió del apuro citando una sentencia de Radamantis, según la cual existía el derecho de matar al adversario en caso de legítima defensa. Fue, pues, absuelto. Pero Anfitrión, inquieto y temiendo que su hijo adoptivo fuese presa de nuevos accesos de cólera se apresuró a enviarlo al campo, y lo puso al frente de sus rebaños. Allí un boyero escita llamado Téutaro continuó su educación, adiestrándolo en el arte de manejar el arco.
  • 13.  
  • 14. A los 18 años realizó su primera hazaña al matar el león de Citerón, el cual producía verdaderas devastaciones en los rebaños de Anfitrión y del rey Tespio (que reinaba en un país vecino de Tebas). Tardó cincuenta días en dar muerte al león, pero durante este tiempo se instaló en casa del rey Tespio, quien deseaba tener nietos que fuesen hijos de héroes. Heracles pasaba el día entero cazando y por la noche el rey, que tenía cincuenta hijas, se las arreglaba para introducir cada noche a una hija suya en la cama de Heracles. De este modo tuvo cincuenta hijos, los Tespíadas. Cuando regresaba de su cacería se encontró con los emisarios del rey minio Ergino de Orcómeno, que había derrotado años atrás a los tebanos y les había impuesto un pesado tributo que debían pagar cada año. Heracles los atacó, les cortó la nariz y las orejas y las ató a sus cuellos, enviándolos de regreso con el mensaje de que ése era todo el tributo que iba a recibir. El rey tebano Creonte le recompensó dándole en matrimonio a su hija, la princesa Mégara, cuya hermana menor, Pirra, se casó con Ificles, hermano del héroe. Heracles tuvo con Mégara varios hijos.
  • 15. En un ataque de locura provocado por Hera, Heracles mató a sus propios hijos, a Mégara (su esposa) y a dos de sus sobrinos con sus propias manos. En penitencia por esta execrable acción, la sibila délfica le dijo que tenía que llevar a cabo diez trabajos que dispusiera Euristeo, el hombre que había usurpado su legítimo derecho a la corona y a quien más odiaba. Heracles llevó a cabo todos ellos con éxito, pero Hera le dijo a Euristeo que estimase que en dos de los trabajos había fallado, pues había recibido ayuda, por lo que ordenó dos más, que Heracles también completó, haciendo un total de doce.
  • 16. El orden de los trabajos es: 1. Matar al león de Nemea. 2. Matar a la hidra del lago de Lerna. 3. Alcanzar a la cierva de Cerinia. 4. Capturar al jabalí de Erimanto. 5. Limpiar los establos de Augias. 6. Acabar con los pájaros del lago Estínfalo. 7. Domar al toro salvaje de Creta. 8. Robar las yeguas del rey Diomedes de Tracia. 9. Vencer a las amazonas y tomar el cinturón de Hipólita. 10. Matar a Gerión y robarle sus rebaños. 11. Robar las manzanas de oro del Jardín de las Hespérides. 12. Ir a buscar a Cerbero, a los infiernos, y llevarlo a Euristeo.
  • 17. El primero de los doce trabajos de Heracles fue matar al león de Nemea y despojarle de su piel. Cuando Heracles se enfrentó a él por primera vez, usó su arco y sus flechas, un garrote hecho de un olivo (que él mismo había arrancado de la tierra) y una espada de bronce, pero todas las armas resultaron inútiles. La morada del animal tenía dos entradas: Heracles lo azuzó hasta que el animal penetró en ella, taponó una de las entradas y acorralándolo por la otra lo atrapó y estranguló metiéndole un brazo por la garganta hasta asfixiarle. Heracles llevó el cuerpo del león a Micenas para que lo viera el rey Euristeo, quien elegía qué tareas debía cumplir el héroe en el camino de los doce trabajos. Pero éste se asustó tanto que prohibió a Heracles volver a entrar a la ciudad, y le ordenó que de ahí en adelante le mostrase el fruto de sus trabajos desde fuera. Euristeo mandó a sus herreros que le forjase una tinaja de bronce que escondió bajo tierra, y en la que se refugiaba cada vez que se anunciaba a Heracles, comunicándole sus instrucciones a través de un heraldo. Heracles empleó horas intentando desollar al león sin éxito. Por fin Atenea, disfrazada de vieja bruja, ayudó a Heracles a advertir que las mejores herramientas para cortar la piel eran las propias garras del león. De esta forma, con una pequeña intervención divina, consiguió la piel del león, que desde entonces vistió a modo de armadura. El león de Nemea
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  • 24. Tras llegar a la ciénaga cercana al lago Lerna, Heracles cubrió su boca y nariz con una tela para protegerse de su aliento venenoso y disparó flechas en llamas a su refugio (la fuente de Amimone) para obligarle a salir. Entonces se enfrentó a ella con una hoz. Tras cortar cada una de sus cabezas Heracles descubrió que le crecían dos nuevas cabezas. Heracles pidió ayuda a su sobrino Yolao. Éste tuvo la idea de usar una tea ardiendo para quemar el muñón del cuello tras cada decapitación. Heracles cortó todas las cabezas y Yolao quemó los cuellos abiertos, matando así a la Hidra. Heracles tomó entonces su única cabeza inmortal y la enterró bajo una gran roca en el camino sagrado entre Lerna y Eleia, mojando sus flechas en la sangre venenosa de la Hidra y completando así su segundo trabajo. En su lucha contra Heracles, Hera envió a la hidra un aliado en forma de cangrejo gigante que mordió al héroe en el talón; pero éste lo aplastó. Cuando Euristeo, el rey que asignaba los trabajos a Heracles, supo que había sido su sobrino quien le había dado la antorcha, declaró que no había completado el trabajo solo y por tanto no contaba para el total de diez labores que se le habían asignado. La hidra de Lerna
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  • 29. Heracles debía capturar a la cierva para llevarla viva a Micenas y entregarla a Euristeo. La cierva de Cerinia, tenía pezuñas de bronce y cornamenta de oro, estaba consagrada a Ártemis ya que era una de las cinco ciervas que la diosa había intentado capturar para engancharlas a su carro y había sido la única que había logrado escapar. Pero la cierva era muy veloz y no le fue fácil atraparla, por lo que la persiguió día y noche sin descanso hasta el país de los Hiperbóreos. Allí la capturó mientras ésta tomaba agua y la llevó a Euristeo. Heracles tardó doce meses en capturarla. La cierva de Cerinia
  • 30.  
  • 31. En el camino hacia Erimanto, Heracles hizo una parada para visitar a su amigo el centauro Fofo, quien en memoria de tiempos lejanos compartió con él su comida y su vino. Pero los otros centauros, al oler el vino que estaba especialmente reservado para ellos se enfurecieron de tal manera que atacaron a Heracles, quien primero los rechazó y luego con sus flechas envenenadas mató a varios de ellos mientras los demás se retiraban. Mientras Heracles enterraba a sus víctimas, su amigo Fofo sacó una de las flechas de Heracles y la examinó asombrado de que algo tan pequeño pudiese dar muerte a criaturas tan formidables, pero con tan mala suerte que la flecha se le cayó hiriéndolo en un pie y matándolo. Heracles lo enterró al pie de la montaña que tomó su nombre. Retomando el trabajo que tenía que finalizar, Heracles encontró al jabalí y persiguiéndole durante varias horas, lo fue acorralando a una zona cubierta de nieve donde saltó sobre su lomo atándolo con cadenas. Después, se lo llevó a Micenas sobre sus hombros. Cazar a esta enorme criatura fue el cuarto trabajo de los doce que Euristeo mandó realizar a Heracles. El jabalí de Erimanto
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  • 36. Augias era un rey de Élide. Eran conocidos sus establos, que nunca habían sido limpiados hasta que lo hizo Heracles en un solo día en cumplimiento de su quinto trabajo. Euristeo le encargó esta extraña misión con el fin de humillarle y ridiculizarle, pues tal era la cantidad de excrementos acumulados en los establos que era prácticamente imposible limpiarlos en un sólo día. Así el gran Heracles, vencedor de terribles monstruos y hazañas heroicas, caería humillado ante una tarea tan denigrante. Pero el astuto héroe cumplió su trabajo abriendo un canal que atravesaba los establos y desviando por él el cauce de los ríos Alfeo y Peneo, que arrastraron toda la suciedad. Augias montó entonces en cólera, pues había prometido a Heracles regalarle una parte de su ganado si realizaba la misión en un sólo día. Se negó a cumplir su promesa alegando que el trabajo lo habían realizado los ríos, y cuando el testimonio de su hijo Fileo convenció a los jueces para que le dieran la razón a Heracles, Augias le desterró del reino. Euristeo por su parte tampoco consideró el trabajo como uno de los diez, ya que Heracles había sido contratado por Augias. Los establos de Augias
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  • 38. Heracles desvía el curso de Alfeo
  • 39. Los pájaros del Estínfalo eran unas aves que tenían picos, alas y garras de bronce y cuyos excrementos venenosos arruinaban los cultivos y también eran carnívoras. Poblaban la región y el bosque alrededor del lago Estínfalo. Euristeo comandó entonces a Heracles que acabase con la amenaza de dichas aves. Heracles se dirigió al Estínfalo, y allí se encontró desolado pues la misión era especialmente difícil de completar: las aves eran demasiadas para sus flechas y su legendaria fuerza no le servía de nada. Entonces apareció Atenea y le socorrió dándole un cascabel de bronce y le mandó que lo tocara desde una colina elevada, al hacerlo las aves asustadas emprendieron vuelo y nunca más se las volvió a ver ni en el bosque ni en el lago. Muchas de ellas fueron derribadas por las flechas de Heracles y las que consiguieron escapar huyeron hacia la isla de Ares, en el Mar Negro, donde fueron encontradas años después por los Argonautas. Cuando Heracles volvió con Euristeo, éste se hallaba en su refugio debido a que varios de los pájaros de bronce volaban alrededor de su palacio. Al ver esto, Heracles sonó su cascabel y los pájaros se alejaron de allí. Los pájaros del Estínfalo
  • 40.  
  • 41. El séptimo trabajo de Heracles consistió en capturar un toro salvaje que expulsaba fuego por sus narices y que causaba estragos en Creta. Este toro es el que Posidón hizo salir del mar cuando el rey Minos prometió ofrecer un sacrificio al dios; pero Minos lo encontró tan hermoso que lo incorporó a sus rebaños y el dios, enfurecido, hizo que la reina Pasífae se enamorara del animal y concibiera de él un hijo, el Minotauro, tras lo cual hizo enloquecer al toro. Así pues, Heracles se presentó a Minos, que le autorizó para capturar al toro, si podía. Heracles consiguió subir a lomo del animal y lo condujo, a través del mar Egeo, hasta Micenas. Euristeo, al ver al hermoso animal lo quiso ofrecer a Hera, pero la diosa lo rechazó al ver la ferocidad del toro, por lo que Euristeo lo dejó libre. El toro causó estragos allí por donde pasaba. Atravesó la Argólide, cruzó el istmo de Corinto hasta que finalmente el héroe ateniense Teseo consiguió matarlo en la llanura de Maratón (cerca de Atenas). El toro de Creta
  • 42.  
  • 43. El octavo de los trabajos de Heracles consistía en capturar a las cuatro Yeguas de Diomedes, que comían carne humana. Éste las tenía atadas con cadenas y las alimentaba con la carne de sus inocentes huéspedes. Heracles partió con un grupo de voluntarios, consiguiendo arrebatárselas a Diomedes, quien fue con su ejército a atacar a Heracles, pero él lo mató arrojando el cuerpo de este aún con vida a sus yeguas y su ejército huyó. Tras devorarlo, las yeguas se volvieron tan mansas que el héroe las pudo atar al carro de Diomedes y se las llevó a Micenas, donde fueron regaladas a Hera. Durante la lucha, las yeguas devoraron a Abdero, amigo de Heracles, quien había quedado encargado en custodiarles, entonces Heracles fundó en su honor la ciudad de Abdera. Las yeguas de Diomedes
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  • 46. A petición de Admete, hija de Euristeo, Heracles se dirigió al reino de las Amazonas a la conquista del cinturón de su reina, Hipólita. Este cinturón era del propio Ares, que lo había dado a Hipólita para simbolizar el poder que ella poseía sobre su pueblo. Heracles llegó al puerto de Temiscira, que era el del país de las Amazonas. Allí Hipólita consintió de buen grado cederle su cinturón, pero Hera, disfrazada de Amazona, suscitó una disputa entre los hombres del séquito de Heracles y las Amazonas. Se entabló una batalla campal, y Heracles, creyéndose traicionado, dio muerte a Hipólita. El cinturón de Hipólita Amazona
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  • 48.  
  • 49. El décimo trabajo de Heracles consistió en robar el ganado de Gerión. Mientras viajaba hacia allí, cruzó el desierto libio ( Libia era el nombre genérico de África para los griegos) y quedó tan frustrado por el calor que disparó una flecha a Helios, el sol. Helios le rogó que parase y Heracles pidió a cambio la copa dorada que el dios usaba para cruzar el mar cada noche, de oeste a este. Heracles usó esta copa dorada para llegar a Eritia. Heracles intentó robar el ganado y mató primero al perro Ortro y luego a Euritión. Cuando llegó Gerión, en algunas versiones tras haber sido informado por Menetes, el pastor del Hades, Heracles le mató, desgarrando su cuerpo en tres partes. En el curso del viaje de regreso de Heracles a Grecia con su rebaño se sitúan la mayoría de las aventuras que se le atribuyen en el Occidente mediterráneo. Ya en el viaje de ida, había librado a Linia de gran número de monstruos, y, en recuerdo de su paso por Tartesos, había erigido dos columnas, una a cada lado del estrecho que separa Libia (África) de Europa: las Columnas de Heracles (Hércules) (el Peñón de Gibraltar y el de Ceuta). Una vez en la ribera helénica del mar Jónico, Hera envió un tábano para que picase al ganado, irritándolo y esparciéndolo. Hera envió entonces una inundación que elevó el nivel de un río tanto que Heracles no podía vadear el ganado. Heracles apiló piedras en el río para hacer que el agua fuera menos profunda, y tuvo entonces que matar a un monstruo que era mitad mujer y mitad serpiente. Cuando por fin llegó a la corte de Euristeo, el ganado fue sacrificado a Hera. Los rebaños de Gerión
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  • 52. Heracles mata a Ortro y a Euritión
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  • 55. Simbología En el escudo de España aparecen a los laterales las Columnas de Hércules, incorporadas en el escudo por Carlos I (1500-1558), flanquean el escudo y soportan el lema: "Plus Ultra" (Más Allá). Las columnas están coronadas por las coronas imperiales del Sacro Imperio Romano Germánico y real española respectivamente, que representan el pasado histórico como imperio y reino del país. El escudo de Andalucía muestra la figura de un Heracles joven entre las dos columnas de Heracles que la tradición sitúa en el estrecho de Gibraltar, con una inscripción a los pies de una leyenda que dice: "Andalucía por sí, para España y la Humanidad", sobre el fondo de una bandera andaluza. Cierra las dos columnas un arco de medio punto con las palabras latinas « Dominator Hercules Fundator », también sobre el fondo de la bandera andaluza.
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  • 57. Aunque se suponía que Heracles sólo había de realizar diez trabajos, Euristeo no quiso contar aquellos en los que fue ayudado o pagado, por los que le fueron encomendados dos más. El primero de éstos (el undécimo en total) fue robar las manzanas del jardín de las hespérides. Para ello Heracles capturó primero a Nereo, el dios del mar que cambiaba de forma, para averiguar dónde estaba situado el jardín. En su viaje de búsqueda, Heracles llegó a la montaña del Cáucaso, donde liberó a Prometeo, cuyo hígado devoraba un águila y se regeneraba al momento. Agradecido, el gigante le aconsejó que no cogiera por su propia mano las manzanas maravillosas, y que encomendara esta misión a Atlas. Llegando finalmente al jardín de las hespérides, Heracles engañó a Atlas para que recuperase algunas manzanas de oro ofreciéndose a sujetar el Cielo mientras iba a buscarlas. Al volver con las manzanas, Atlas decidió no aceptar la devolución del Cielo, y dijo que él mismo llevaría las manzanas a Euristeo, pero Heracles le engañó de nuevo pidiéndole que sujetase el cielo un momento para ponerse una almohada sobre los hombros, a lo que éste accedió. Entonces Heracles tomó las manzanas y se marchó. Las manzanas de las Hespérides
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  • 63. El último de los doce trabajos de Heracles fue capturar a Cerbero. Viajó primero a Eleusis para ser iniciado en los misterios eleusinos y aprender así cómo entrar y salir vivo del Hades, y de paso para absolverse a sí mismo de la culpa por haber matado a sus hijos. Encontró la entrada al inframundo. Atenea y Hermes le ayudaron a traspasar la entrada a la ida y a la vuelta. Gracias a la insistencia de Hermes y a su propio aspecto fiero, Caronte le llevó en su barca a través del Aqueronte. Mientras estaba en el inframundo, Heracles liberó a Teseo, pero la tierra tembló cuando intentó liberar a Pirítoo, por lo que tuvo que dejarlo atrás. Ambos habían sido encarcelados por Hades, quien los había sujetado mágicamente a un banco cuando intentaron secuestrar a Perséfone. Dicha magia era tan fuerte que cuando Heracles tiró de Teseo para liberarlo, parte de los muslos de éste quedaron pegados al banco, lo que explicaría por qué sus descendientes tenían muslos notablemente delgados. Finalmente, Heracles llegó a presencia de Hades y le pidió autorización para llevarse a Cerbero. El dios accedió, pero con la condición de que había de dominar al animal sin recurrir a sus armas habituales, revestido simplemente con su coraza y su piel de león. El héroe atacó a Cerbero, lo agarró por el cuello y, a pesar de que el rabo del perro, que acababa en una especie de dardo como el de un escorpión, le picó repetidas veces, no soltó la presa hasta que la tuvo dominada. Subió luego a la tierra con su botín, saliendo por la boca del Infierno situada en Trecén. Al ver a Cerbero, Euristeo experimentó tal terror que corrió a ocultarse en su jarra, su habitual refugio. No sabiendo qué hacer con el perro, Heracles lo devolvió a su dueño, Hades. El perro Cerbero
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  • 67. Otras aventuras Heracles derrotó a los bébrices (gobernados por el rey Migdón) y dio su país al príncipe Lico de Misia, hijo de Dáscilo. Mató al ladrón Termero. Mató al gigante Caco. Visitó a Evandro con Antor, quien entonces se quedó en Italia. Mató al rey Amíntor de Orminio por no permitirle entrar a su reino. También mató al rey Ematión de Arabia. Mató a Litierses tras derrotarle en un concurso de siega. Mató a Periclimeno en Pilos. Fundó la ciudad de Tarento en Italia. Aprendió lucha de Autólico. Mató al famoso boxeador Érix de Sicilia en un combate. Fue un argonauta. Mató a Alástor y a sus hermanos. Cuando Hipocoonte derrocó a su hermano Tindáreo del trono de Esparta, Heracles restauró al legítimo gobernante y mató a Hipoconte y a sus hijos.
  • 68. Heracles mata al gigante Caco
  • 69. Su segunda esposa fue Ónfale, la reina o princesa lidia a quien fue vendido como esclavo. Su tercer matrimonio fue con Deyanira, por quien tuvo que luchar con el dios río Aqueloo. Tras matarle, Heracles tomó uno de sus cuernos y lo dio a algunas ninfas, quienes lo transformaron en la cornucopia. Poco después de su boda, Heracles y Deyanira tuvieron que cruzar un río, y un centauro llamado Neso se ofreció a ayudar a cruzar a Deyanira, pero entonces intentó violarla. Enfurecido, Heracles disparó una flecha envenenada (de la hidra de Lerna) al centauro desde la otra orilla. Agonizando, Neso le dijo a Deyanira que recogiese su sangre si quería asegurarse el amor de Heracles. Ónfale
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  • 72. Más tarde, cuando Deyanira sospechó que Heracles prefería la compañía de Yole, untó unas ropas con la sangre de Neso. Licas, el sirviente de Heracles, le llevó dichas ropas, y éste se las puso. En cuanto se templaron sobre su cuerpo, el veneno que contenía la sangre penetró en su cuerpo, provocándole un dolor insoportable. Heracles tomó a Licas por los pies y lo arrojó al mar, intentando luego quitárselas, pero se había pegado a su carne. Deyanira, al ver lo que había hecho, se ahorcó. Heracles murió voluntariamente, pidiendo que se le construyera una pira para acabar con su agonía. Tras su muerte en esta pira los dioses le hicieron inmortal, se reconcilió con Hera y se casó con Hebe, una hija de ésta.
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  • 75. Atenea conduce a Heracles al Olimpo
  • 76. Nadie sino el amigo de Heracles Filoctetes podía prender su pila funeraria, y por esta acción recibió su arco y sus flechas, que más tarde necesitaron los griegos para derrotar a Troya en la famosa Guerra.
  • 77. Los antiguos griegos celebraban el 12 de octubre la fiesta de la Herakleia en conmemoración de la muerte de Heracles.