Este documento discute las limitaciones de tratar la cultura como un objeto. Argumenta que esta perspectiva (1) no reconoce el papel activo de los agentes en la construcción cultural, (2) ve la cultura como un conjunto de información separado de la acción social, y (3) naturaliza tanto los ambientes socioculturales como a los propios agentes. En su lugar, propone entender la cultura como una práctica situada que constituye mutuamente a agentes y ambientes socioculturales.