En el siglo XVI, los franciscanos llegaron a Nueva España y fundaron conventos en varias ciudades importantes como México, Texcoco y Huejotzingo para evangelizar a la población indígena. En Huejotzingo construyeron una gran iglesia franciscana en el siglo XVI que aún se conserva, con características arquitectónicas notables como un amplio atrio, capillas en cada esquina, bóvedas de crucería y un gran retablo.