La obra retrata al Papa Inocencio X pintado por Velázquez durante su viaje a Italia en 1649-1651. Velázquez capturó magistralmente la expresión y alma del Papa en el lienzo, mostrando duda y misterio. El retrato es elogiado por su uso del color rojo y por su realismo, sin idealizar el cutis del Papa. La obra se conserva actualmente en la familia Doria-Pamphili en Roma.