Una inyección subcutánea se administra en la piel entre la epidermis y el músculo, generalmente en el brazo, muslo o abdomen. Se recomienda alternar las zonas para evitar dañar la piel. El procedimiento implica preparar el material necesario como guantes, medicación y aguja naranja, desinfectar la zona, agarrar un pliegue de piel y pinchar de forma rápida a 45 grados, inyectar lentamente el líquido y desechar el material utilizado de forma segura.