Las inyecciones se administran a través de jeringas y agujas de diferentes tamaños para introducir sustancias de forma segura en el cuerpo por vías intravenosa, intramuscular, subcutánea e intradérmica, y para evitar irritación al aparato digestivo. Las jeringas y agujas son de plástico, estériles y de un solo uso para garantizar la seguridad del paciente.