El texto reflexiona sobre la vida y obra del filósofo Karel Kosík, destacando su militancia política y su contribución a la filosofía en un contexto de represión y guerra. A pesar de la represión burocrática y la invasión soviética de 1968, Kosík continuó desarrollando su pensamiento crítico, centrándose en la praxis y la totalidad concreta. Su legado filosófico fue silenciado durante años, pero recuperado en la Europa post-comunista, manteniendo su crítica radical hacia el capitalismo y el estalinismo.