Las aplicaciones para Linux se distribuyen en formatos .deb y .rpm, y se pueden instalar a través de gestores de paquetes como Apt, Synaptic y otros. Los usuarios pueden descargar aplicaciones de internet o usar la terminal para instalarlas, aunque algunas extensiones como .exe requieren herramientas adicionales como Wine. La instalación puede variar según el tipo de archivo, siendo necesario descomprimir y ejecutar instaladores para formatos como .tar.gz o .sh.