El documento describe que Dios no juzgará a las personas por sus posesiones materiales o estatus social, sino por cómo trataron a los demás y ayudaron a los necesitados. Dios preguntará cuánta gente una persona ayudó, recibió en su casa, consideró su amigo, y cómo trató a sus vecinos y semejantes, sin importar su raza. Al final, seremos juzgados por cómo socorrimos a los hambrientos, sedientos, desnudos, enfermos y encarcelados.