Adoptar una moneda única implica renunciar a la política monetaria como instrumento clave del Estado. Al no poder controlar la tasa de interés o imprimir dinero, los países pierden la capacidad de devaluar su moneda para impulsar las exportaciones en momentos de crisis económica, viéndose obligados a adoptar medidas impopulares como recortes salariales. La zona euro ha expuesto estas dificultades, con países como Grecia e Irlanda reduciendo salarios y pensiones para mantener su competitividad. Las consecuencias de compartir una mon